lunes, 8 de abril de 2013

En el mar (5): Ultimo dia en el buque


Atravesando el Atlántico
 
5.-. El último día en el buque

Una señora inglesa que lleva tres meses en el buque, y ha entrado en conversaciones con Koruko, se desazona pensando que al llegar a su casa (habita una pequeña localidad alejada de Londres que solamente ha visitado un par de veces en su vida) le corresponderá entrar en el “run run” díario: la colada, la comida, el marido dando vueltas por la casa preguntado que qué hay para comer, la vecina, los hijos, etc., etc. Lleva tres meses a cuerpo de rey (de rey de los de antes, pues ahora que se ha abierto la veda del Borbón debe ser otra la vida de rey) y mañana, al desembarcar volverá a la cotidianidad de la vida.

Otra persona, catalana ella, con frágil salud de hierro, se embarca el día 15 o 16 de este mismo mes de abril, para un crucero de 42 días por el Sur Este asiático. Ninguna de estas dos mujeres parecen pertenecer a la categoría de lo que podríamos llamar multimillonarios (que los hay o así parecen en el pasaje de este crucero) pero sí que disponen de dinero para poder pasar largas temporadas en el crucero donde, si se sabe controlar las bebidas, son, de verdad, todo comprendido. Y puedes lavar y planchar tú mismo la ropa y en la mesa te sirven, de oficio, agua con hielo de muy buena calidad, gratis. De ahí que el último día sea como de fin de fiesta, de preludio adelantado de una vuelta a la normalidad. El crucero, al menos este crucero, es vivir unos días sin ruidos (apenas hay avisos por altavoces), en espacios bien aislados de tal suerte que la música de un enclave no se oye veinte metros allá, con un servicio atento, sin ser servil. Si además tienes un móvil como el mío, de ante, ante,… ante penúltima generación tienes la seguridad de que nadie te vaya a perturbar. Nunca tenía cobertura.

Pero mañana hay que desembarcar. Y el viernes 12, a las 9,00 una conferencia en Chiclana de la Frontera

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