domingo, 28 de agosto de 2016

Svetlana Alexiévich: “Las ideas importan menos ahora”


Verdades como puños los que nos depara esta entrevista en boca de Nobel Bielorrusa. Para leer, releer y reflexionar. (JE)  
Svetlana Alexiévich: “Las ideas importan menos ahora”
La autora bielorrusa, cronista del declive de la Unión Soviética, reflexiona sobre el futuro de la nueva Rusia y la naturaleza del amor y la vejez
Opina Svetlana Alexiévich que la banalidad enmascara la vida real con mayor frecuencia de la deseada. Y la avalancha actual de información no ha mejorado las cosas. Por eso, para acercarse lo más posible a la verdad, la escritora bielorrusa de 68 años construye su relato desde hace décadas a partir de los testimonios de personas anónimas. Ganadora del último Nobel de Literatura, su obra está considerada como clave para entender la nueva Rusia con libros comoEl fin del ‘Homo sovieticus’ (Acantilado) o Voces de Chernóbil (Debate). En una visita a Madrid charla sobre el valor de las ideas, el amor y la vejez.
Pregunta. ¿Cómo ve Rusia en un futuro cercano?
Respuesta. Es imposible predecirlo. No sabemos qué se está cociendo en la caldera rusa. Puede que salga algo parecido al fascismo o puede haber un estancamiento. A menudo no se tiene en cuenta el factor paciencia. En Rusia la gente lleva tantos años sufriendo, tiene tanto aguante, que podemos estar así años. Pero estamos reviviendo la filosofía de una fortaleza asediada, rodeada de enemigos, de histeria militarista de tiempos pasados. Todos los días nos enseñan en televisión las adquisiciones de material militar: un nuevo buque de guerra, un nuevo avión, un nuevo tanque… Hay una propaganda muy agresiva en contra de EE UU, de Europa, de Ucrania. Hay una espiomanía que resurge. Es una locura. Se persigue a los homosexuales, y la Iglesia ortodoxa se ha vuelto más agresiva y no para de prohibir obras de teatro, libros… Ni la propaganda soviética era tan descarada como la de ahora.
P. Los rusos son más libres que antes, al menos desde el punto de vista material, según insiste el Gobierno de Putin. Usted habla de esa libertad como una cierta forma de espejismo.
R. Es que es muy relativa. Por ejemplo, se sabe que el 7% de la población acapara la riqueza del país. La gran mayoría vive con lo mínimo. ¿De qué libertad podemos hablar, por otro lado, con casos como el de Mijaíl Jodorkovski, que de la noche a la mañana pasó de ser millonario a preso? Después de 10 años en la cárcel, todavía no saben qué delitos imputarle.
P. Ha dicho que las ideas comunistas van a volver a Rusia. ¿Qué significa eso?
R. Muchos jóvenes rusos leen a Trotski, Marx y Engels. Ven a Stalin como una figura a imitar y se abren museos en su recuerdo. Está de moda. Detrás de esto subyace el hecho de que hay mucha gente que se siente derrotada e idealiza el pasado. Quieren que se mantenga la libertad de poder viajar por el mundo y que las tiendas estén llenas de productos. Pero, al mismo tiempo, quieren que haya un socialismo igualitario.
P. Todos los intentos de comunismo han fracasado.
R. Es cierto. China, Camboya…, en todos hubo derramamiento de sangre. Creo que es porque fueron muy prematuros.
P. Entonces, ¿cree que es posible intentar acercarse a un socialismo utópico si la sociedad está preparada?
R. Lo creo. Pero sería un socialismo más cercano al que ya disfrutan sociedades próximas como Francia, Alemania y Suecia. Creo que será un desarrollo paulatino, cuando se perfeccione la idea de una sociedad civil. Estoy convencida de que el futuro en Rusia pasa por la idea socialista, pero no podemos saber exactamente cuándo llegará.
P. ¿Qué hay que olvidar para salir adelante?
R. En Rusia se echa en falta una reflexión sobre el estalinismo, como sucedió en Alemania con el fascismo. Esto solo lo han hecho un pequeño grupo de intelectuales rusos. Mira lo que ha sucedido en Perm, una ciudad del norte del país. Existía allí un museo a las víctimas de las represiones estalinistas. Cuando Putin llegó al poder, echaron a la dirección del museo y pusieron a otras personas. Ahora es un museo en memoria de los trabajadores del gulag. Ya no es un museo de los que estuvieron encarcelados, sino de los carceleros. Otro ejemplo: han aprobado una ley que autoriza la persecución penal de personas que cuestionen la victoria de la Unión Soviética en la II Guerra Mundial. Estoy convencida de que las mujeres que hablaron conmigo para el libro La guerra tiene rostro de mujer se habrían negado a hacerlo ahora.
“Vivimos de 20 a 30 años más que antes y todavía no existe una filosofía que dé sentido a ese nuevo tiempo”
P. Usted suele referirse a los tiempos turbulentos que atravesamos no solo en Rusia, sino en todo el mundo, por el terrorismo, las guerras, el problema de la inmigración, la economía y los desastres ecológicos. ¿Qué papel deberían tener los intelectuales?
R. Desgraciadamente las ideas juegan ahora un papel menos importante en nuestras sociedades. Lo que se impone es la parte material, y lo lamento mucho. Necesitamos personalidades capaces de ofrecer al mundo una nueva visión, sistema, filosofía, valores que el mundo sigue necesitando. Vivimos una época llena de información, donde todo va más rápido, pero la información no tiene nada que ver con el misterio de la vida humana. Solo ofrece una mirada superficial. La vida es mucho más compleja. O las redes sociales, por cierto, en las que casi todo son banalidades. Lo que a mí me interesa, e intento hacer con mi literatura documental, es hablar del espíritu de los sentimientos del ser humano. Y estos giran, en mi opinión, en torno al amor y la muerte.
P. Ahora escribe dos libros, uno sobre el amor y otro sobre el envejecimiento.
R. Sí. He acabado con los libros sobre las personas que vivían con grandes ideas. Ahora me interesa el ser metafísico, el ser humano en su vida privada.
P. ¿Qué se ha encontrado?
R. Historias de hombres y mujeres que intentan ser felices y explican por qué no logran serlo. Está siendo muy complicado, porque a la gente le cuesta hablar más de sus sentimientos que de los hechos. En Rusia, las personas no consideran que su vida tenga interés. Aún estamos aprendiendo a construir la privacidad. El amor y la muerte son dos grandes misterios de la vida. Por ejemplo, respecto al envejecimiento, resulta que gozamos de 20 a 30 años más de esperanza de vida que antes y todavía no existe una filosofía que dé soporte a este extra, a este nuevo tiempo. Faltan ideas que cubran este nuevo periodo.
P. Han pasado 30 años de Chernóbil. ¿Qué significa aquella catástrofe ahora?
R. La gente sigue enfermándose y muriendo. Y lo peor: no hemos aprendido nada de aquello.


sábado, 13 de agosto de 2016

Pervivencia y declive de una ideología que cambió Euskadi y España

Pervivencia y declive de una ideología que cambió Euskadi y España

Pienso en los años 1970 a 1990 entre nosotros, cinco años antes en Europa Occidental y en EEUU (costa Oeste, principalmente). Revisar el “aire del tiempo” de aquellos años me recuerda que vivíamos entonces en la línea de fondo de la crítica radical al franquismo, al capitalismo y a todo lo que oliera a derechas. Hitler era la personificación del horror en la tierra, y siguió siéndolo, cuando todavía, en numerosos círculos intelectuales vascos y españoles, la ideología marxista-leninista (o la maoísta) era aplaudida y las figuras de Lenin, Trotsky y Mao positivamente valoradas, cuando no ensalzadas. Son los últimos años del franquismo, los años de la transición y los primeros diez o quince años tras la restauración democrática en España. Además, en la actualidad, podemos ver camisetas con la efigie de Mao y del Che, y sus retratos en lugares públicos - en la Parte Vieja donostiarra sin ir más lejos- pero no verán ninguna de Franco, Hitler o Mussolini. La cuestión de si la dictadura comunista en la extinta URRS y en la China maoísta fue más o menos cruenta que la franquista, mussoliniana y, sobretodo, hitleriana, sigue llenando sesudos estudios aunque entre nosotros, por lo que se ve, no cabe la duda.

Volvamos a la historia. En la década de los años setenta los movimientos extremos de izquierdas (MC, ORT, EIA, HB, FLP, etc., etc.) barrieron literalmente, no solamente a la extrema derecha sino incluso a la derecha más moderada, aunque para dar paso a la izquierda moderada, el PSOE. Piénsese en el descalabro de la UCD (algunos de sus miembros todavía en la actualidad se consideran más de centro que de derecha) y en el fracaso de Fraga en las elecciones que dieron la mayoría absoluta a Felipe González.

En Euskadi la izquierda abertzale fue dominante, particularmente en la calle y entre muchos jóvenes. Hasta fechas recientes, hasta el paso por el poder de EHBildu y la irrupción de Podemos. Pero en las urnas siempre venció el PNV. Sin embargo, la sombra de ETA ha planeado durante cincuenta años sobre la sociedad en Euskadi, aunque sin ser nunca mayoritaria. Siempre ha sido falso lo que coreaban los suyos, “ETA herria zurekin”. Siempre. Su fuerza comenzó a declinar cuando decidiera en Octubre de 2011 abandonar la lucha armada, haciendo bueno el eslogan que se repetía en algunas de las muchas manifestaciones que se organizaron contra ETA en Euskadi y fuera de Euskadi: “sin las pistolas no son nada”. Creo que esta es una de las razones (no la única, ni creo que la más importante) del actual declive de la izquierda abertzale y del sentimiento independentista en Euskadi.

Por otra parte, en mi pequeña historia personal, no puedo olvidar cómo entre mis alumnos, siendo profesor en el Instituto de Irún (el primer trabajo que encontré cuando, el año 1975, volví a Euskadi de mis estudios en Lovaina), la ideología dominante, la que se manifestaba públicamente dentro y fuera de las clases, era de signo izquierdista e independentista extremo, pese a que entre mis alumnos había no pocos hijos de Guardias Civiles y de la Policía Nacional que guardaban silencio. Tengo un recuerdo vívido de una alumna, una de las más brillantes y estudiosas, quien defendió en un debate en clase, con uñas y dientes, el sistema político reinante en Albania. No puedo tampoco olvidar cómo un colega en el Claustro de Profesores defendía, ardientemente, la ausencia de libertad de expresión así como el encarcelamiento de los disidentes políticos en los países de la extinta URSS. “Tienen que defender, como sea, la revolución”, argumentaba. Y no era un caso aislado. Otro colega y amigo y, en la actualidad como yo, Catedrático Emérito de universidad, pronosticaba la futura victoria del comunismo sobre el capitalismo.

También en Lovaina. En varios de mis trabajos he relatado cómo en la asignatura “Cambio Social” que cursé el último año de mis estudios de sociología, (1971-72), casi el 50 % del tiempo asignado a esa asignatura lo consagramos al estudio de la Revolución Cultural China (1966-1976) propiciada por Mao, uno de los iconos de la juventud universitaria del momento. Aun hoy veo su “Libro Rojo” en mi estantería lovaniense aunque los acontecimientos de Praga de agosto de 1968, que relaté en mi anterior artículo, me curaron de toda veleidad totalitaria. El CIEE (Circulo Internacional de Estudiantes Extranjeros) era de claro dominio de la izquierda extrema. Entre los alumnos y entre profesores que allí se prodigaban.

Sí, el “aire del tiempo” en aquellos años era, sin duda alguna, el del extremismo de izquierdas, ahora en declive. Claramente en Francia, a trancas y a barrancas en España, pero aún apenas ha llegado a Euskadi. Pero, ¡cuidado!, con caer en extremismos de derechas, como se atisba en el centro y norte de Europa.

En este orden de cosas quiero traer aquí una reflexión de Edgar Morin como reflejo de la ideología dominante en aquellos años, y de la necesidad de mantener, siempre, un espíritu crítico. Defiende Edgar Morin, que “la ética es aleatoria”. Y razona así: “mi idea es que hay que ser conscientes de que en la vida hay que hacer una apuesta, una elección. La mía es la de la fraternidad humana. Pero nada me garantiza que, en pro de tal finalidad, yo actuaré siempre de la forma más inteligente y más eficaz. Por eso, defiendo la capacidad de corregir mi acción. Durante la ocupación (de Francia por los nazis) yo era comunista, pues yo creía que, después de la victoria contra el nazismo, el comunismo soviético se desarrollaría y crearía las condiciones de una sociedad nueva. Pero comencé a desencantar y al final “rompí” con mi elección. Porque quise mantenerme fiel a mi moral política se me trató de “traidor”. Es así como miles, incluso millones de seres humanos, han creído que concurrían a la emancipación del género humano, cuando en realidad trabajaban para su sojuzgamiento. Desde un punto de vista moral, continúa Morin, debemos controlar nuestras acciones, permanecer críticos y ser conscientes de que toda decisión es una apuesta, una elección (…) conscientes de la complejidad ética, que no se da sin incertidumbres y contradicciones” En el libro – dialogo con Tariq Ramadan, ya citado en estas páginas, “Au defi des idées”, Paris 2014, p.70-71).

A veces Morin ante determinadas cuestiones contesta que su respuesta es un “gran interrogante”.  Humildad de sabio, que también nos advierte de no caer en el escepticismo, pues sostendrá que “el escepticismo debe tener como antídoto la posibilidad de dudar de la duda”, y apostará por el pensamiento complejo, cuando las cuestiones lo sean. Tan frecuentes en nuestro tiempo. Planteamiento difícil de ser atendido en la sociedad actual en la que abundan las descalificaciones (a menudo anónimas), los 144 caracteres de Twitter, y en la que los titulares de prensa han substituido a los editoriales y a los artículos de pensamiento. Así nos va.


(Artículo publicado en DEIA y Noticias de Gpuzkoa el 13 de Agosto de 2016)

miércoles, 3 de agosto de 2016

Tras ver la película “El caso Bourne”: ¡Soy un tipo muy raro!

Tras ver la película “El caso Bourne”: ¡Soy un tipo muy raro!

  
Debo ser muy raro. Por eso de despejar la cabeza he ido al cine: “El caso Bourne”. Me ha costado no salirme del cine. Para mi es mala, muy mala, malísima. Todo lo que va a pasar es previsible. No hay diálogos sino intercambios de frases hechas. Pero quizás lo peor de todo, a mi juicio evidentemente, es que es una película hecha para mostrar efectos especiales. Nada más que efectos especiales, particularmente en la plaza Syntagma y en Las Vegas. Como no soy cinéfilo, antes de meterme en un cine leo las críticas. En SENSACINE he leído las críticas de 20 medios de comunicación. En 15 medios le dan tres o más estrellas y en Cinemanía la máxima puntuación: cinco estrellas, y en ABC 4,5. Solamente en El Periódico de Catalunya y en dos medios americanos le dan dos estrellas.

En bastantes medios critican el arranque de la película y la ponen por las nubes en su final. No entiendo nada pues para mí el final, que no es sino una persecución, supuestamente por las calles de “Las Vegas”, es de lo peor de la película. Todo es artificial, previsible, cansino, ensordecedor, mortalmente estúpido. ¡Ah!, y la cámara no estaba quieta en toda la película.


En fin, para mí un horror, pero vistas las críticas de los expertos y que la sala estaba prácticamente llena no me queda sino concluir como he empezado: yo debo ser un tipo muy raro.

Tras los funerales del cura degollado, “muerte, ¿dónde está tu victoria?”

Tras los funerales del cura degollado, “muerte, ¿dónde está tu victoria?”

Traslado a mi blog cómo la periodista de “Le Monde” narra los funerales del cura normando degollado por el DAESH. Me deja el corazón encogido ante tamaña inhumanidad apenas consolado por la humana respuesta de tantos y tantos. Pero, sobre todo, el corazón y la razón se abren ante la esperanza de que la confraternización de creyentes de diferentes religiones se abre camino. Las guerras de religión, son ya historia, mal que les pese a unos fanáticos. ¿Será verdad que la violencia es la partera de la historia y que la muerte de un inocente, en este caso un simple cura corriente, a decir de todos los que conocieron, permita decir con Pablo de Tarso, “muerte, ¿donde está tu victoria”?


ARTICLE SÉLECTIONNÉ DANS LA MATINALE DU 02/08/2016Découvrir l’application

A Rouen, l’adieu au père Hamel, « un pas considérable » dans le rapprochement entre religions
LE MONDE | 02.08.2016 à 22h46 • Mis à jour le 03.08.2016 à 11h51 | Par Cécile Bouanchaud (envoyée spéciale à Rouen)
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Sous le ciel capricieux du début du mois d’août, alors que les rues de Rouen sont désertes, une foule aux cheveux grisonnants et à la mine sérieuse converge vers la majestueuse cathédrale gothique de la cité normande. Une semaine jour pour jour après la mort du père Jacques Hamel, égorgé par deux hommes se revendiquant de l’organisation Etat islamique, à Saint-Etienne-du-Rouvray (Seine-Maritime), c’est dans ce monument, le plus prestigieux de la ville, qu’ont été célébrées les obsèques de cet homme décrit par tous comme modeste.
L’archevêque de Rouen, Dominique Lebrun, qui présidait la célébration, a mis l’accent sur l’importance de la paix et de la tolérance, appelant dans un discours sans équivoque à la fraternité entre les différentes communautés religieuses.
« Il a baptisé ma fille »
Dans la foule regroupée sur le parvis de la cathédrale de Rouen, le message semble être entendu : « Il faut porter ce discours de paix et d’espérance. Et ce malgré l’attaque dramatique qui a frappé les catholiques », réagit Josiane, qui était également présente à la messe de dimanche. Et d’ajouter, alors qu’elle se fait fouiller par deux policières :
« En cela, la communauté musulmane a posé des gestes forts, j’ai été surprise par leur dignité et leur respect durant la communion de ce week-end. »
A quelques dizaines de mètres, Sandrine, le regard dans le vague, les jambes flageolantes, lutte pour se tenir bien droite devant les fleurs déposées sur le parvis de la cathédrale. Elle désigne le bouquet de roses blanches qu’elle a placé au milieu des dizaines d’autres. Sur le sien, un petit chat noir en bois est collé sur une tige. « C’est un clin d’œil, le père Hamel avait un chat noir – ça ne lui faisait pas peur – c’est moi qui l’ai récupéré », raconte cette quinquagénaire, « agnostique », mais qui connaissait bien Jacques Hamel, en raison de son engagement dans différentes associations de la région rouennaise.
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Sous la pluie, des gens attendent devant la cathédrale de Rouen, où se déroulent les obsèques du Père Jacques Hamel, mardi 2 août.Sous la pluie, des gens attendent devant la cathédrale de Rouen, où se déroulent les obsèques du Père Jacques Hamel, mardi 2 août. JOEL SAGET / AFP
Il est 13 heures passées, la cérémonie commence dans une heure, et cette employée de mairie ne sait pas si elle aura la force d’affronter l’émotion collective qui l’attend dans la cathédrale. Mais il est déjà trop tard. Depuis quelques minutes, l’édifice, l’un des plus grands de France, et qui peut accueillir 1 700 personnes, est complet. Deux paroissiennes de Saint-Etienne-du-Rouvray se désolent d’avoir fait le déplacement pour rien. « Des gens qui ne vont jamais à la messe sont entrés par curiosité, et nous, qui avons fait de la route, on ne peut pas entrer », lâche Gigi, qui suivra la cérémonie sur l’écran géant, en compagnie de son amie Micheline. « Je connaissais bien le père Hamel, il a baptisé ma fille, et je le voyais tous les dimanches à la messe », confie cette dernière, qui, trop émue pour en dire plus, se contente de rappeler « c’était un homme simple, un homme bon ».
Les symboles du martyr
14 heures. La cloche sonne une première fois le glas. Derrière un prêtre portant une imposante croix en bois sans ornements, le cercueil du père assassiné, soutenu par quatre porteurs, traverse lentement le parvis devant près d’un millier de personnes s’apprêtant, malgré la pluie, à suivre la retransmission de l’office.
Une fois à l’intérieur, le cercueil porté devant dans la nef gothique est posé sur un tapis, à même le sol, entouré de quatre grands cierges blancs. L’aube du prêtre et son étole rouge – symbole du martyr – ont été posées dessus. Une photo représente Jacques Hamel en costume-cravate, loin de l’image, plus médiatisée, où on le voit, pendant l’un de ses offices« Nous voici rassemblés comme Jacques Hamel n’aurait pas aimé : dans une église solennelle, avec des personnalités et une foule, devant des caméras… Nous voici aussi comme le père Jacques aurait aimé : se mettre ensemble, communier, en étant attentifs les uns aux autres, sans exclure personne », analyse Dominique Lebrun en déclaration liminaire de la cérémonie.
image: http://s1.lemde.fr/image/2016/08/02/534x0/4977640_6_c350_une-photo-du-pere-jacques-hamel-lors-de-ses_5d3abb4e8af0303362f0dd53ec5daa1e.jpg
Une photo du père Jacques Hamel, lors de ses obsèques dans la cathédrale de Rouen, mardi 2 août.Une photo du père Jacques Hamel, lors de ses obsèques dans la cathédrale de Rouen, mardi 2 août. CHARLY TRIBALLEAU / AP
L’engagement envers les autres
Car effectivement, personne n’a été exclu de cette cérémonie : plusieurs personnalités de différents cultes ont pris place aux premiers rangs, comme le président du conseil régional du culte musulman de Haute-Normandie et représentant de la mosquée de Saint-Etienne-du-Rouvray, Mohamed Karabila, ou encore le rabbin Michaël Bitton. Du côté des personnalités politiques, le ministre de l’intérieur, chargé des cultes, Bernard Cazeneuve est assis aux côtés du président du Conseil constitutionnel et ancien élu de la région, Laurent Fabius, et d’Hervé Morin, le président du conseil régional de Normandie.
Plus discrète, jusque dans son silence avant les funérailles, la famille de Jacques Hamel est installée également au premier rang, non loin des religieuses présentes lors de l’attaque à Saint-Etienne-du-Rouvray et de M. Coponet, grièvement blessé lors de l’attentat. D’un ton calme, la sœur de Jacques Hamel, Roselyne, revient sur une anecdote qui a scellé la foi de son frère alors qu’il était jeune :
« Notre frère, pendant son service militaire en Algérie, a choisi de servir comme simple soldat. (…) Il me confiait qu’au cours d’une fusillade dans une oasis, il avait été le seul survivant et il s’était souvent demandé : pourquoi moi ? Aujourd’hui Jacques, tu as ta réponse : Dieu t’a choisi pour être au service des autres. »
La voix chevrotante, luttant pour retenir ses larmes, Jessica, l’une des nièces du père Hamel, tient à souligner cet engagement envers les autres, qui dépassait largement le cadre de la religion. Pour se donner la force d’avancer sans « la patience et la gentillesse » de son oncle, Jessica repense à un message qu’il lui avait inspiré après les attentats de janvier 2015 :
« Après “Charlie Hebdo”, j’avais posté cette phrase : “Oh mon Dieu, puissions-nous garder tolérance et discernement.” Je ne pensais pas devoir m’appliquer cette phrase avec autant de force et de conviction. »
« Le chemin sera dur »
Un discours de paix repris à plusieurs reprises, notamment par l’archevêque de Rouen, lors de son homélie inspirée, dans laquelle il s’adresse d’abord aux djihadistes : « Vous que la violence diabolique tourmente, vous que la folie meurtrière démoniaque entraîne à tuer. » Dominique Lebrun, selon qui ce « mal est un mystère », appelle à « tenir bon » par la paix, mais convient que « le chemin sera dur » et qu’il ne s’agit pas « d’excuser les assassins, ceux qui pactisent avec le diable ». Il estime surtout que, dans ce chemin vers la paix, « les paroles et les gestes nombreux de nos amis musulmans, leur visite sont un pas considérable ». Une homélie qui scelle la volonté affichée par les leaders religieux depuis une semaine de renforcer la solidarité entre les confessions.
A 17 heures, alors que sonne une nouvelle fois le glas et que le cercueil quitte la cathédrale sous les applaudissements, escorté par une procession de prêtres, la foule hagarde peine à quitter le parvis. Un groupe de trois amies restera une heure sur la place malgré la fine pluie qui a chassé les plus téméraires. Deux d’entre elles, une chrétienne et une musulmane, ne s’étaient pas vues depuis plusieurs mois. « Il aura fallu cet événement pour que l’on se retrouve », remarque l’une d’elles, qui a assisté à toutes les cérémonies depuis l’attentat. « C’est terrible à dire mais peut-être qu’il fallait en arriver là pour réaffirmer avec force les liens entre les communautés religieuses », ajoute son amie, persuadée qu’il y aura « un avant et un après l’attaque de Saint-Etienne-du-Rouvray ».
  • Cécile Bouanchaud (envoyée spéciale à Rouen)
    Journaliste au Monde


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