viernes, 24 de enero de 2014

Carlos Herrera y el vitriolo del Obispo Uriarte


Carlos Herrera y el vitriolo del Obispo Uriarte


Subo hoy a mi blog, un artículo Carlos Herrera que le publica ABC. Aunque con fuerte dolor de estómago, y mayor tristeza, si cabe, estas cosas también hay que leer. Si siguen este blog ya saben lo que pienso.


Hago mío este párrafo del punto 8 del Manifiesto de la Fundación BIdetik- Josemari Korta leído el 8 de agosto de 2013 en el lugar en el que trece años antes fue asesinado por ETA: “el verdadero diálogo hoy exige dos condiciones: a) superar el silencio del miedo y recuperar el silencio del respeto; sin esto último no es posible el respeto y consideración a las víctimas; y b) utilizar las palabras con honestidad y precisión, procurando, en la medida de lo posible, dar entrada a aquellas que nos puedan acercar. Hay que evitar las palabras que sólo buscan ofender y, en consecuencia, sólo dificultan la convivencia”.


Pero hay que conocerlas. Para superarlas. No basta la política del avestruz. Lean, sin acritud por favor, el texto de Carlos Herrera. Nos va en ello la con- vivencia. Poder "vivir con".


El vitriolo de Uriarte


Acostumbrados como estábamos a elementos de la catadura miserable de Setién y Uriarte, Munilla parece Juan XXIII

CARLOS HERRERA

ABC  24/01/2014 - 12.25h

Ha vuelto el obispo por do solía. Emérito pero activo, Juan María Uriarte ha dejado pasar apenas medio año para manifestar de nuevo su angelical equidistancia postural entre muertos y matadores. Hace unos meses sorprendió Uriarte a la afición con la peculiar afirmación de que víctimas y verdugos debían pedirse perdón mutuamente. No lo dijo así, pero es eso lo que venía a significar cuando afirmaba que los asesinos de ETA debían disculparse por sus acciones y las Fuerzas de Seguridad del Estado, y el Estado mismo, también debían hacerlo por los muertos causados a la banda. En esta ocasión, Uriarte ha creído conveniente asumir como suyas las tesis y prácticas políticas de Arnaldo Otegui (el pretendido Mandela euskaldún) al que ha venido a considerar como uno de los actores esenciales para conseguir la paz tan deseada por los vascos (y vascas, supongo). Está de más aclarar que Otegui está en prisión por reorganizar Batasuna, formación política ligada a ETA y con amplio historial delictivo a sus espaldas.
No ha mucho tiempo Uriarte dio su bendición al estomagante informe del Gobierno vasco en el que se cuantificaban los muertos a los que honrar y en el que se mezclaban como si tal a víctimas del terrorismo y a terroristas fallecidos como consecuencia de la actuación de Policía y Guardia Civil. Equidistancia exquisita en estado puro. Equidistancia canalla para suscribir un cínico recuento de muertos en el que caben unos y otros, hijos todos de Dios, junto a los que hay que estar en nombre de la caridad cristiana. Uriarte, como ocurrió con el maléfico Setién, evidencia que ETA nació al calor de seminarios, sacristías y algún que otro revuelo de sotanas: esa iglesia cierto es que condenó los asesinatos de la banda, pero también lo es que amparó y defendió a los asesinos, despreció a las víctimas, negó sus servicios fúnebres y se desentendió de cualquier consuelo espiritual. El clero vasco, en una inmensa mayoría de la que habría que descontar pocas y honrosas excepciones, fue piadoso con los crueles y cruel con los piadosos, ignoró a los hijos que sufrían por la acción de la goma dos y consoló a los que manejaban la ira y la pólvora. Uriarte fue uno de ellos, uno de los que haciéndose el equidistante sabía que estaba más cerca del verdugo. Uriarte fue y es de los que no ha querido que ETA pase a la historia como una organización derrotada, de los que avalan la solución «pelillos a la mar», de los que no quieren un paisaje de vencedores y vencidos. Y no le importa que se sepa.
Quedará pendiente para décadas muy lejanas la autocrítica de la Iglesia vasca antes de que reconozca que desistió de su obligación de defender a los débiles, que colaboró con muchas estructuras de la banda terrorista ocultando asesinos o chivándose a colaboradores e informadores, que alentó la intolerancia, que desobedeció las más elementales reglas del Humanismo Cristiano y que fue un factor esencial en retrasar el final de un nutrido grupo de asesinos que, por cierto, jamás actuaron contra clérigo alguno.
Cuando Uriarte fue sustituido por el muy distinto obispo Munilla, éste fue recibido por un comunicado del ochenta por ciento del clero vasco contrario a su nombramiento y por afirmaciones de políticos nacionalistas (Eguibar) que le acusaban de «ultraconservador» (en línea a aquello que dijeron de «el tal Blázquez», el «loro viejo» que no aprendería vascuence). Afortunadamente hay un antes y un después en la sede del obispado donostiarra. Acostumbrados como estábamos a elementos de la catadura miserable de Setién y Uriarte, Munilla parece Juan XXIII. Ahora emérito, no obstante, Uriarte anda suelto. Y no pierde oportunidad para echarle vitriolo a las heridas.

miércoles, 22 de enero de 2014

Un festín musical y un recuerdo a Claudio Abbado


Un festín musical y un recuerdo a Claudio Abbado

22 de enero de 2014

Como relato en la entrada anterior el pasado fin de semana estuve en París. Escuché tres  conciertos. Uno muy prosaico, el sábado a la tarde. de la Orquesta de Baviera con Janssons a la cabeza con una Patética fría como el témpano, (lo que también tiene su mérito). No es la primera vez que me pasa con Janssons. Todo muy ordenado, con fuerza pero sin anima.

El domingo por la mañana uno absolutamente remarcable del pianista Jean Efflam Bavouzet con una Sonate de Haydn (HobXVI/20 ), otra de Beethoven, la «Waldstein y la Sonate Sz 80 de Bartok. Me impresionó esta última, quizás porque la desconocía y según leí en el programa de mano estaba trufada de música popular. Gran concierto, con la sala llena y gente joven (25 € la entrada). Pero el plato fuerte del festín musical de mis 36 horas parisinas me lo ofreció otro concierto superlativo con una extraordinaria Filarmónica de Viena (¡Dios que cuerda!) que, diría la Guía Michelin, “vaut le voyage” (merece el desplazamiento). Bajo la dirección de Ricardo Chailly y con el violín de Christian Tetzlaff, tras el poema sinfónico Finlandia y un maravilloso concierto para violín del mismo Sibelius, Chailly nos regaló una sexta de Bruckner que, si bien en los dos primeros movimientos me hizo recordar (y añorar) a Thielemens, Baremboim, Giulini y claro está Celibidache y Jochum, nunca, nunca en mi vida, había escuchado los dos últimos movimientos de la sinfonía, los más flojos, dicen, con la brillantez, musicalidad y dinamismo que nos ofreció Chailly. El Teatro de los Campos Eliseos (avenue Montaigne) se caía. Ovaciones sin final hasta que los filarmónicos deciden darse la mano y abandonar la escena.

Quiero añadir aquí mi emoción al enterarme, al llegar a la estación de Hendaya por boca de mi mujer, de la muerte de Abbado. Todavía hoy cuando quiero escuchar la segunda sinfonía de Bramhs saco el vinilo de Abbado con la orquesta sinfónica de Londres. Nadie, a mi juicio le ha superado. Abbado era un exquisito de izquierdas. Nunca demostrativo (el anti Maazel) pero tampoco frío, como puede serlo su gran amigo y también de izquierdas, el pianista Maurizio Pollini. Mil gracias maestro, aunque dicen que no le gustaba que le llamaran así.

Todas las leyes son históricas. Muchas injustas.


Todas las leyes son históricas. Muchas injustas.

22 de enero de 2014
 

Ferdinand von Schirach acaba de publicar un pequeño gran libro, “El caso Collini” (Salamandra, 2013, 159 paginas 15 €, en Ebook 9,50), un relato más que una novela cuya lectura recomiendo vivamente. Ferdinand es nieto de Baldur von Schirach, quien fuera líder de las juventudes hitlerianas y Gobernador del Reich en Viena hasta el final de la guerra. Se declaró arrepentido en el juicio de Nuremberg. Estuvo 20 años en la prisión de Spandau.

Collini, en la ficción del relato de von Schirad, es un italiano que hizo su vida en Alemania y, recién jubilado, asesina a un magnate alemán Hans Meyer, en una suite del gran hotel Adlon de Berlin. Desde la recepción del hotel, él mismo hace que se llame a la policía, reconoce haber matado al magnate, pero no indica el motivo del crimen. Como Collini no quiere defenderse, el juez instructor nombra un abogado defensor de oficio, Castor Leinen, un recién licenciado en Derecho. La acusación particular la lleva a cabo un reputado abogado, profesor de universidad, Mattinger de quien Leinen había sido alumno. Alumno aventajado. Se aprecian mutuamente, durante todo el largo proceso del juicio se encuentran a menudo, aunque, obviamente están en posiciones distintas en el juicio.

Todo hace pensar que Collini será condenado a cadena perpetua pero flota la incógnita del motivo del crimen. Así, a última hora, Leinen saca una baraja bajo la manga que hace tambalear lo que, hasta ese momento, era evidente. Al término de esa sesión del juicio tiene lugar este diálogo.
 

-        “Muy bien, dice Mattinger, así es como se ganan los juicios. Posiblemente en este momento sea usted el abogado más solicitado de la República. Pero, mi querido Leinen, a pesar de todo no tiene razón. —El viejo abogado dio una chupada al cigarro y expulsó el humo—. Los jueces no pueden fallar en virtud de lo que parece políticamente correcto en el momento. Si Meyer obró bien en su día, hoy no podemos reprochárselo.

-        “Creo que se equivoca —repuso Leinen al cabo de un rato—. Lo que hizo Meyer fue cruel desde un punto de vista objetivo. El hecho de que jueces de los años cincuenta y sesenta quizá hubieran dictado sentencia a su favor nada cambia. Y si hoy en día no lo hicieran, sólo podría significar que hemos progresado.

-        “Justo a eso me refiero, Leinen: al espíritu de la época. Yo confío en las leyes; y usted, en la sociedad. Ya veremos quién tiene razón al final. —Mattinger sonrió—. En cualquier caso, ahora me voy de vacaciones, este proceso ya no me hace la menor gracia”.

 
Leí el libro de una sentada. Lo comencé a la tarde noche del 1º de enero, un tanto embotado por las comilonas. Pero no lo deje hasta pasadas las tres de la mañana y después me costó dormirme. No por las comilonas que ya se habían escapado. Era el libro y eso que el libro es ágil. Corto. Se lee como una novela policíaca. Los personajes bien trazados hasta que se comienza a adivina el pastel, ya muy avanzado el relato. Y el relato se convierte en reflexión insoslayable y de gran actualidad en nuestros días. No voy a dar mas pistas para no arrumbar el placer de su lectura a quien, animado por este comentario, decida leer el libro.

¿Qué debe primar en el juicio de un acto criminal- los asesinatos de ETA- la ley imperante cuando se juzgan esos actos, o la ley modificada cuando la sociedad- el espíritu de la época- los juzga diferentemente, instaurando la doctrina Parot, que después tumbó el Tribunal Europeo de Derechos Humanos?. ¿Qué prima, la ley o la sociedad?. ¿Quien tiene razón Mattinger, acusador del asesino convicto y confeso, o Leinen su defensor?

Tras reflexión mi posición sería esta. La ley es histórica. Todas las leyes son históricas y son fruto de la reflexión humana que no siempre ha juzgada de la misma manera los mismos hechos. Hay ejemplos por doquier y de extrema importancia y gravedad para que no haya duda alguna al respecto. He aquí algunos ejemplos. La esclavitud ha sido legal hasta hace apenas dos siglos en la cultura occidental. Más que probablemente la esclavitud, el derecho del amo sobre la vida, cuerpo, hacienda y familia del esclavo, conforma la más  prolongada violación legal a la que haya asistido la especie humana. Parte de la especie humana, obviamente.

¿Es preciso recordar que disfrutar sexualmente de mancebos era algo magnificado en la Grecia y en la Roma clásicas y en la actualidad es perseguidos en penas de cárcel que según los países, pueden conllevar años y años de prisión cuando no cadena perpetua?. Lo mismo cabría decir de la homosexualidad que entre nosotros no se ha normalizado que hace unos pocos años mientras en Rusia todavía conlleva penas de cárcel.

Veamos el caso de la tortura para la obtención de información o como medio de castigo. Podemos empezar con los regímenes políticos, más o menos totalitarios o democráticos. Recuérdese Guantánamo y tantas y tantas cárceles donde mantienen a presos, legalmente condenados con los leyes imperantes en esa sociedad concreta, en condiciones monstruosas, años y años. De mi archivo saco un texto de “Le Monde” de 2002, referido a Francia, titulado “el horror penitenciario”. Después los Informes hablan de “humillación para la República”, “trato inhumano y degradante”, “un lugar repugnante”. “Violación grave de DDHH”, afirmaba el Controlador General de Prisiones francés el pasado mes de diciembre. En España detenidos etarras han estado, o están, más de 20 años clasificados en régimen cerrado de primer grado. El más duro que permite la ley. Algunos, más de 25 años. ¿Cómo calificarlo?. Inhumano, como poco. Monstruosa es la expresión que utilizó, en conversación conmigo, un muy alto representante de la Justicia en el País Vasco, cuando un director de prisiones, a su requerimiento, le señaló que la etarra Inés del Río había cumplido los 26 años que paso en prisión en el régimen carceral más duro, el denominado como el primer grado de la situación carcelaria.

Este fin de semana he estado en Paris en una de mis escapadas a librerías y conciertos. En mis librerías parisinas salí, por esta vez, ligero de peso. (Una de mis favoritas es la “Librairie Compagnie” está en el nº 58 de la rue des Ecoles, a cincuenta metros del Boulevard Saint Michel. Es una librería donde hay libreros y en la planta baja tienen, al día, una amplia selección de las principales revistas que se editan en Francia sobre los temas de mi interés. Solamente por esta sección me merece el viaje a Paris pues me pongo al día en un par de horas, hojeando lo último que han publicado. Por cierto, justo en frente de la librería, está la Brassesie Balzar donde se come muy dignamente sin arruinarse. El vino del momento por copas vale la pena, si sabe moderarse. Aunque siempre puede pedir una segunda copa…)

Llegue a París el sábado 18, ya la tarde avanzada, y me volví en el tren de la mañana, el lunes 20. Apenas tuve tiempo para los libros. Así y todo entre los libros que compré hay dos que tienen que ver con el tema del que hablo en esta entrada del blog. De Primo Levi “La zone grise”. Entretien avec Anna Bravo et Federica Cereja. Collection « Manuels » Payot 156 pp. 2014, 16 €, es una reedición de una entrevista de Primo Levi con los dos historiadores, Bravo y Cereja, publicda el año 1983. El titulo del libro refleja esa “zona gris” de la clase hibrida en los campos de concentración, entre maestros y esclavos, esto es, los presos que se hacen funcionarios y que son los que, en definitiva, logran que funcione un campo de concentración. Hanna Arendt ya habla de los judíos que hacen de funcionarios para delatar a otros judios y enviarlos a los campos de concentración. También Höess el responsable de Auschwitz se refieren (con durísimas expresiones a ellos). Lo que he leído del libro de Levi pone los pelos de punto. Como los pone el otro libro, este mas corto y que leí en gran parte en tren de vuelta de Mikhaïl Khodorkovski, “Un prisonnier russe”, Editions Steinkis, 108 p., 10 €. Khodorkovski, es el multimillonario ruso, con pretensiones políticas, que Putin ha mantenido en prisión en 2003 hasta que lo liberó el mes pasado, poniéndole en un avión en Viena, creo recordar, como prueba de no sé bien qué olimpiadas que organiza el dictador ruso. El libro tiene el enorme interés de relatar desde dentro, no la vida de Khodorkovski (conocida entre otras razones pues fue adoptado por Amnesty International, sino la de una serie de personas, presos y vigilantes que conoció en sus duros años de cárcel y las relaciones que mantenían con la injusticia institucionalizada del régimen judicial y penitenciario ruso. Créanme se le encoje a uno el corazón leyendo estos breves relatos de la Rusia de hoy.

Sí, rotundamente sí: las leyes son históricas y responden a sociedades y épocas determinadas. Y si, hoy, la condena a galeras de los romanos nos parece una monstruosidad, la situación en las cárceles de muchos penados confío que las generaciones venideras lo vean como otra monstruosidad, y le pongan remedio. Porque en la hora actual, se mira a otro lado. ¿A quien le importa, hoy, la situación de las cárceles y la reinserción social de los penados?.¿Quien se acuerda hoy en España del artículo 25-2 de la Constitución?. Me jode tener que decir estas cosas pues, como poco, a uno le tachan de equidistante pero hay que recordar, una y mil veces, que los Derechos Humanos son universales y toda persona, precisamente por su condición de persona, tiene unos derechos inalienables. Que no se cumplen en muchas cárceles. Vean, por favor, el Informe Internacional sobre las cárceles en http://www.oip.org/

Cerraba mi columna de El Diario Vasco del sábado 18 pasado con esta pregunta: ¿Cual es, a su juicio, la “pena justa” para un asesinato por intencionalidad política, digamos, por poner un poco de distancia emocional, el asesinato del primer ministro italiano Aldo Moro por las Brigadas Rojas el año 1978?: ¿15 años?, ¿20?, ¿25?, ¿Cadena perpetua?, ¿Pena de muerte?.
 
 Aquí quiero añadir que, muy probablemente, Mario Moretti uno de los fundadores de las Brigadas Rojas, responsable de su Comité directivo hasta su detención el año 1981 es el presumible ejecutor material de Aldo Moro tras haber dirigido su captura y haberlo tenido secuestrado 55 días. El libro “Brigadas Rojas” (Ed. Akal 2002), larga entrevista a Moretti, cuando aún seguía en la cárcel, de las periodistas Carla Mosca y Rossana Rossanda me pareció cuando lo leí apenas en librerías, un libro de obligado conocimiento para quien quiera conocer, desde dentro, la lógica terrorista. En diciembre de 1997, ya las Brigadas Rojas desaparecidas, Moretti, tras 16 años de cárcel, se acogió a la prisión abierta y, el año 2003 era responsable, en libertad, de una ONG para la reinserción de detenidos. Después no le he seguido la pista.
 

Termino este tema trasladando otro diálogo de Ferdinand von Schirach entresacado de su libro, “El caso Collini”.

 
-        Leinen (el abogado defensor) dice: “Hans Meyer era un hombre de lo más decente. No sé por qué nadie querría matarlo.

-        Con que un hombre decente. —Mattinger (el acusador particular) desvió la mirada—. De ésos no hay muchos. Tengo sesenta y cuatro años y en toda mi vida sólo he reconocido a dos hombres decentes: uno murió hace diez años y el otro es monje en un monasterio francés. Créame, Leinen, Las personas no son blancas o negras… Son grises.

-        Suena a cita de calendario

-        Mattinger se echo a reír y le contestó: Cuando uno se hace mayor, las citas de calendario son cada vez más ciertas.

 

Lean el libro. Vale la pena

domingo, 5 de enero de 2014

¿Tiene derecho la mujer al aborto?


¿Tiene derecho la mujer al aborto?

4 de enero de 2014

El año 2009, el profesor Carlos Alonso Bedate S. J, en su día miembro del Comité de Bioética del Consejo de Europa y del primer Comité de Bioética de España, dio una conferencia sobre “Fe y Ciencia en el mundo de hoy”, en el Forum Deusto. Al final alguien le preguntó a partir de qué momento había un embrión humano, un feto, en el cuerpo de una mujer embarazada. Respondió así:

“Hace 25 ó 30 años yo pensaba que el embrión temprano se debe considerar como un organismo humano (….) como un ser humano. En aquel momento era un dogma en la ciencia que toda la información necesaria para constituir un organismo cualquiera, en este caso un ser humano, estaba en la información genética. Por consiguiente, desde el principio de la formación del cigoto (célula resultante de la fusión del espermatozoide con el óvulo) estaba toda la información necesaria de forma intrínseca y autónoma, para ser una persona o un organismo humano, con las características de humano. En eso se basa todavía gran parte de la enseñanza clásica de la Iglesia Católica. Sin embargo, científicamente, esos datos no pueden sostenerse en este momento. Es decir, la información que está en el cigoto es necesaria para que se constituya un ser humano, pero no es ni de lejos suficiente; sino que hay otras muchas informaciones, que se generan a través del tiempo, que hacen que lo que antes no era después llegue a ser. Esto ya es un hecho absolutamente aceptado por los que estamos estudiando el proceso de desarrollo.

Un dato: para que el embrión, por ejemplo, un huevo de un ave, se desarrolle en adulto basta ponerlo en una incubadora a 37º -el caso más normal- y se desarrolla. (…) Pero esto en los placentarios no es así; la evolución ha roto ese sistema y entonces hay unas informaciones que están en el cigoto y otras informaciones, necesarias para el desarrollo del embrión, que están en la madre.  (…) Por consiguiente, actualmente, no se puede aceptar, científicamente hablando, que el cigoto en los primeros momentos del desarrollo tenga la potencialidad intrínseca y autónoma de ser un organismo humano”, sea un feto.

¿Cuándo el embrión se hace feto?. En torno a las ocho semanas de formación del cigoto, sostienen muchos. Hay dudas. Lo que exige, según García Bedate que: “tenemos que ponernos a dialogar, y así será posible que lleguemos a alguna solución que, ineludiblemente, va a ser temporal”. Pues así avanza la ciencia.

La vida humana en gestación, - hablamos de un embrión ya convertido en feto humano, como distinguíamos más arriba - no es una parte del cuerpo femenino. La gestación, además, tiene como causa, aunque de manera diferente, a dos sujetos, varón y mujer. En consecuencia la afirmación de que la mujer es dueña de su cuerpo tiene un sentido relativo. En circunstancias normales debe consultar al padre, aunque ella tendrá siempre la última palabra. Máxime cuando lleve en su seno un feto humano que, si bien necesita de ella para llevar a buen término la gestación, no es una parte de ella. Ese feto está llamado a ser un niño o una niña. Luego, sin más precisiones, en un estado de derecho, no se puede sostener un universal derecho de la mujer al aborto.

Ello no implica que la mujer, y desde la constitución de un cigoto, deba mantener en su seno el embrión y, después el feto humano. Hay que tener en cuenta unos plazos y unos supuestos. Unos plazos para la constitución de un feto humano. No hay acuerdo sobre los mismos. Si lo hubiera todas las naciones habrían adoptado los mismos plazos para legislar la interrupción voluntaria del embarazo.

Y unos supuestos. Al menos tres. Violación, gravísima malformación del feto y peligro para la vida de la madre. Pero hay más. La moral católica dice que la propia conciencia es la última instancia de ética personal. En el número 3 de “Dignitatis Humanae” del Concilio Vaticano II, podemos leer que “el hombre (y la mujer, pero el texto tiene cincuenta años) percibe y reconoce por medio de su conciencia los dictámenes de la ley divina; conciencia que tiene obligación de seguir fielmente, en toda su actividad, para llegar a Dios, que es su fin. Por tanto, no se le puede forzar a obrar contra su conciencia. Ni tampoco se le puede impedir que obre según su conciencia” (siempre a salvo, obviamente, de un asesino, un desequilibrado etc.). Ciertamente tiene obligación de bien formar su conciencia, pero, a la postre, es esa conciencia la última jueza personal de sus actos.

Y otra cuestión clave que retrata una sociedad. ¿Por qué la conciencia moderna occidental es más sensible ante los legítimos, aunque limitados, derechos de la mujer a disponer de su cuerpo, e incluso al feto humano que lleva consigo, que a los derechos de ese feto a llegar a ser un niño/a, ayudando para ello, de forma realmente efectiva, a la madre que lo lleva en su seno, particularmente cuando esa madre está sola, sin recursos, y, habitualmente, desea no perder a su futuro niño/a?.

Cierro, a modo de resumen, con estas ideas:

-        En un estado de derecho no puede haber un derecho universal a eliminar una vida humana

-        La ciencia nos dice que no hay un feto humano hasta pasadas unas semanas. Luego una interrupción del embarazo antes de que el embrión se convierta en feto humano, no es un aborto de un ser humano. No hay acuerdo unánime sobre el número de semanas de gestación para que el embrión se convierta en feto. Solo queda dialogar.

-        Cuando ya el embrión es un feto humano hay, al menos tres supuestos, en los que la interrupción de la vida humana debe garantizarse mediante la sanidad pública: violación, gravísima malformación del feto y grave peligro de la vida de la madre.

-        Desde la moral católica tradicional, la conciencia personal es la última jueza de los actos de cada persona. Obviamente esto no quiere decir que si la conciencia de una persona le dicta que debe matar a otra (por ejemplo su cónyuge) un estado de derecho no deba hacer lo posible para impedirlo. En el caso del aborto, pasados los plazos y sin que se den los supuestos arriba mencionados y la madre desee abortar, mi posición es la de la llamada en su día “moral de situación”. Normalmente una madre no desea perder a su hijo. Pero puede haber circunstancias en las que llevar adelante la gestación raye en lo heroico. Y en estos casos la madre debe ser (en la medida de lo posible consultando al padre) la que tenga la última palabra. Escribiendo esto no puedo quitar de la cabeza la escena de Jesús y la mujer adúltera que todos quieren lapidar. El que esté libre de pecado echa la primera piedra, dijo Jesús. (Juan 8/ 1-11). Léanlo, vale la pena.

-        Pero no puedo cerrar sin remarcar y remachar que, en nuestra sociedad, el niño es el más olvidado, el más débil, el menos protegido. Nuestra sociedad es más sensible a los derechos de la mujer que a los del niño. Y, en nuestra sociedad, la mujer está mucho más protegida que el niño. Con algunas excepciones: mujeres ancianas y mujeres prostitutas por ejemplo. Y, en el tema del que hablamos, la mujer sola, sin recursos y embarazada que quiere tener su hijo y atenderlo debidamente. Este es también un fiel retrato de nuestra sociedad.