domingo, 26 de junio de 2011

Lo que pasa en Gipuzkoa


Lo que pasa en Gipuzkoa

 (Publicado en “El Correo” y en “El Diario Vasco” en junio de 2011


No creo que se puede, ni se debe, hablar de “lo que pasa en Gipuzkoa” sin contextualizar con lo que está pasando en Euskadi y en España. Sostengo en estas líneas que vivimos una situación de desvertebración sentimental de España al par que de interinidad de gobernanza, tanto en Madrid como en Vitoria-Gasteiz y en Gipuzkoa.

Desvertebración emocional de España: cada día hay menos personas en el Estado Estados que se sienten emocional, vivencial, sentimentalmente, pertenecientes a España. Cada día hay mas personas a quienes les cuesta decir “soy español”,  lo que no es óbice para que, al mismo tiempo, también haya más personas, y con más ganas que nunca, que tengan a gala decir, “soy español”. El fútbol es un indicador tanto de la adhesión a España como de la ruptura sentimental e identitaria de España. Por ejemplo el abucheo al himno nacional español en la final de Copa Barsa- Athletic y la proliferación de banderas rojigualdas festejando el triunfo español en el campeonato del Mundo. Como indicador es que para que la Vuelta a España llegue a Euskadi se esté pensando en la Guardia Civil.

También vivimos una situación de interinidad. Comenzando en Madrid con un gobierno agónico que se salva con arreglos de última hora con el PNV y CIU lo que hace decir a Rajoy algo así como que España no puede depender de los nacionalismos. ¿En qué España estará pensando?

Interinidad en Vitoria. Mucha gente da ya por amortizada la actual legislatura. No se puede hacer un gobierno “contra”. “Mutatis mutandis” es en lo que puede acabar el movimiento 15 M. Que nace “contra” el sistema, respondiendo a una corriente auténtica de fondo, como la había en 2009 tras tres décadas de nacionalismo en no poca gente en Euskadi, pero que es incapaz de construir un proyecto propio por la heterogeneidad de sus defensores, el PSOE y el PP (ellos mismos también internamente agrietados).

Interinidad en Gipuzkoa. El mapa político de Gipuzkoa resultante del 22 de mayo no se corresponde con su mapa sociológico. En gran medida es producto de un rebote de la población, como ya indiqué en un artículo anterior en estas columnas (El Correo, DV, 27/05/11). De hecho a los pocos días era claro que mucha gente que había dado su voto a Bildu confesaba su error al saberse los resultados.

En Euskadi tenemos interinidad para rato. Creo que, salvo adelantos electorales, no lograremos cierta estabilidad política hasta las elecciones autonómicas de 2017, cuando, espero, la representación electoral y la gobernanza política se correspondan con la realidad sociopolítica vasca. En lo inmediato, y pensando más en Gipuzkoa (aun sin olvidar el contexto generalizado de la crisis que vivimos) creo que hay cuatro tareas o retos mayores a superar: el final de ETA, clarificar el papel de los movimientos asamblearios, no parar el progreso de Euskadi y avanzar en la convivencia ciudadana

El final de ETA depende básicamente de ETA. A lo que ayuda las detenciones selectivas de etarras, como parece ser el caso desde hace algún tiempo, la presión sobre los todavía defensores de la vía armada (y aquí el papel de Bildu y sus mentores es clave), y apoyar la mediación internacional, también desde el Gobierno español. Hasta Mayor Oreja se ha dado cuenta de su importancia aunque él lo vea con cariz negativo. Y abordar, con realismo, el tema de los presos de ETA.

Bildu y sus mentores quizás deban clarificar el papel de los movimientos asamblearios en las tareas de gobierno. No hay asambleas más representativas de la voluntad de los ciudadanos que las conformadas por las instituciones salidas de las urnas. Se podrá consultar a la asamblea de vecinos, a las asociaciones de esto y aquello. Más aún, sería deseable que hubiera mayor participación ciudadana.  Pero añado que habría que cuidar al máximo su representatividad. No basta la opinión de los que deciden acudir a una llamada asamblearia a la plaza del pueblo para hablar de la recogida de basuras, o de la implantación de un centro de tratamiento a drogadictos, por dar dos ejemplos. Ellos se representan solamente a sí mismos. Esas asambleas no tienen capacidad decisoria. Hay que ser claros y firmes en este punto.

Hay temor en muchos empresarios, y en Gipuzkoa la mayoría son pequeños empresarios, de que la llegada de Bildu a las instituciones suponga un freno en toda suerte de infraestructuras y apoyos a las empresas, así como un parón  a no pocos proyectos ya en marcha. Supongo que los responsables de Bildu entenderán que su éxito electoral es muy circunstancial y que, por su hacer en este punto en concreto, serán evaluados ya en las próximas elecciones autonómicas.

En fin, todos necesitaremos un enorme esfuerzo de humildad y humanidad para avanzar en la necesaria convivencia con la vista puesta en la reconciliación. Bajo le égida de un respeto absoluto a los Derechos Humanos. Quizás convenga recordar que estos derechos deben ser naturales (inherentes a los seres humanos), iguales (los mismos para todos) y universales (válidos en todas partes).

El Rector de la UCA de El Salvador, tras el asesinato de Ellacuria, de otros jesuitas y trabajadores de la universidad, hace más de 20 años, propuso la Verdad, la Justicia y el Perdón, como el camino para la reconciliación. Pensando en Euskadi, suelo añadir el reconociendo por parte de los victimarios del daño causado a sus víctimas. Sin excepción ni de victimas ni de victimarios.

Una anécdota para terminar. Con pocas horas de diferencia Garitano era elegido Diputado General de Gipuzkoa y Amin Maalouf, a quien no conseguí - pese a tres intentos -  traer al Forum Deusto, era elegido, en la primera votación, miembro de l´Academie Francaise, en el sillón de Levi Strauss. Quizá sería bueno que releyéramos dos de sus libros, “Identidades Asesinas” (particularmente) y “El desajuste del mundo”. No sea más que para coger perspectiva ética. La única que puede hacer que el mundo sea más justo. También nuestro pequeño mundo.

Donostia San Sebastián 24 de junio de 2011

Javier Elzo

Catedrático Emérito de la Universidad de Deusto