miércoles, 25 de mayo de 2016

Paris bien vale una opera


Paris bien vale una ópera

24/05/16

Pero, ¿cómo se puede escribir, dejando a Sigfrido perdido en el bosque, una maravilla como Tristán e Isolda? ¿Simplemente por estar viviendo y padeciendo un amor imposible con la mujer de uno de sus benefactores? No. Ciertamente, no. Hace falta algo más. Hay que ser un genio, un extraordinario monstruo de la naturaleza. Hace un rato, en una sala (el Teatro de Campos Elíseos, TCE, en Paris, lleno a reventar) en la que no se oía respirar, cuando Gatti, tras un sofocante y prolongado retardando, ha concluido la representación, el publico no ha podido contenerse, y yo con ellos, hemos gritado, ¡bravo!, mil veces bravo, mientras aplaudíamos a rabiar, el corazón encogido, y el nudo bien puesto en la garganta. ¡Dios santo! ¿Cómo es posible escribir algo tan extraordinario? (Si alguien piensa que la virtud se alía con el arte que vaya a escuchar Tristán y comprobará su solemne tontería).

En un restaurante, próximo al TCE, en el que he cenado mi “steak-frites” con un razonable Burdeos (razonable más en el precio que en la calidad), han hecho lo propio, cerca de mi mesa, un grupo de jóvenes de la Orquesta de Paris que habían intervenido en la opera de Wagner. He sentido envidia. Tienen una relación activa con uno de los monumentos de la mejor música de todos los tiempos. Eran jóvenes, muy jóvenes, rondando los treinta años y, poco más los mayores de entre ellos. ¡Venían de interpretar Tristán…!. Aunque quizás yo haya disfrutado más que ellos: el despertar de Tristán e Isolda del filtro mágico concluyendo el primer acto; en los dos duos de amor del segundo acto y en el llanto del rey Marke a su finalización, al comprobar la “traición” (sí, con comillas) del más fiel de los fieles, Tristán; en el imposible final de Isolda en el tercer acto y, sobretodo, cada vez que Wagner, a lo largo de la opera trae a cuento el tema de Tristán. Claro que yo estaba en mi butaca y ellos en la fosa de orquesta.

La primera vez que, ya cumplidos mis sesenta años, escuché en directo mi primer Tristán, en la todavía abierta Staatsoper de Unter den Linden, en la fila 4, con Barenboim a la batuta, me juré que no pasaría año sin escuchar Tristán. No lo he cumplido siempre. Esta noche me ha parecido imperdonable. Claro que es difícil encontrar un Gatti en la batuta de una orquesta muy ensayada. No me olvido de los cantantes pero, a mi juicio, cubiertos unos estándares (y los del TCE de esta noche los cubrían con nota) todo se juega en la concepción e implicación en la obra del director. Y hoy, quizás por primera vez desde que le escucho, Gatti se ha llevado la matricula de honor de la representación. ¡Qué noche, la de esta noche!.  ¡Paris, bien vale una opera así…!.

lunes, 16 de mayo de 2016

Perfil sociológico de los votantes a las cinco formaciones mayores el 26J


 

 

Datos sobre el perfil sociológico de los votantes a las cinco formaciones mayores de España

(Trabajamos con el estudio 3134, Barómetro del CIS de Abril de 2016, publicado online el 5 de mayo del mismo año. Por seguridad estadística me limito a analizar los perfiles de los cinco partidos de ámbito estatal con mayor previsión de votos: PP, PSOE, Podemos, Ciudadanos e IU-UP)

 

A). La dimensión cuantitativa

Atendiendo a la edad el electorado más joven (entre 18 y 34 años) es a Podemos el que en mayor proporción señala haber dado su voto en las elecciones generales de diciembre pasado (36%), después a Ciudadanos (26%), PSOE (18%), IU-UP (13%) y es al PP (11%) al que menos jóvenes habrían votado. Si nos detenemos en los que tienen 65 y más años, el PP tendría al 41% de sus votantes en esas edades, el 28% el PSOE, el 13 % C´s, y el 10 % tanto IU-PP como Podemos. Luego es innegable que Podemos y Ciudadanos y por este orden, tienen en sus filas al electorado más joven y el PP y el PSOE, también por este orden, el de más edad. Aunque si nos detenemos en las edades intermedias (35 a 64 años) las diferencias no son tan evidentes lo que amortigua en parte el efecto edad a la hora de dirimir el resultado electoral. Por ejemplo, en esas edades intermedias IU-PP tiene más electores que las otras cuatro formaciones retenidas y, ojo al dato pues en esa franja de edad se concentra el 55% de voto, Podemos supera por 5 puntos porcentuales al PP, está igualado al PSOE, pero recoge menos votos que Ciudadanos. Luego, repito, el factor edad, todas las franjas de edad consideradas, puede no ser tan importante como se dice a menudo, aun siéndolo indudablemente entre los más jóvenes y los de más de 65 años.

Tamaño de la población. El PP destaca por tener muchos votos en localidades de menos de 2000 y bastantes menos en las de más de un millón, siguiendo en el resto de localidades la media de su presencia global. Luego no cabe decir que su voto sea mayoritariamente rural. Es urbano con la excepción de las ciudades de más de un millón de habitantes. El PSOE se reparte prácticamente por igual con la excepción de una mayor presencia en localidades entre 400.000 y un millón de habitantes donde su presencia es notoriamente superior. No hay diferencias significativas en la presencia de Podemos según el tamaño poblacional. Señalar quizás una menor presencia en las localidades de más de 400.000 y de más de un millón de habitantes. Es lo contrario de lo que sucede con C´s que, también se reparte de forma bastante uniforme, pero con menor presencia en las localidades de menos de 10.000 habitantes.  Algo similar, e incluso acentuado, sucede con IU-UP: menor presencia en localidades de menos de 10.000 habitantes y mayor en las de más de 400.000 y más de un millón. En definitiva, todas las formaciones políticas se reparten con mayor o menor uniformidad en toda la geografía española a tenor del tamaño poblacional. No se puede decir, por ejemplo, que el PP es partido rural y Podemos urbano. Cabe sin embargo apuntar que los partidos más urbanos son IU-UP y C´s y quien de forma más uniforme se reparte es el PSOE. De todas formas la variable “tamaño del hábitat”, como la denomina el CIS, es poco discriminante del voto a los partidos políticos.

Respecto del nivel de estudios. El 36 % de los votantes al PP declara no tener estudios o solamente primarios. Esta cifra es del 35% entre los votantes al PSOE, del 14 % a IU-UP, 11 % a Podemos y 10 % a C´s. Con estudios superiores encontramos al 38% de los votantes a IU-UP, 36% a C´s, 26% a Podemos, 18 % al PP y 16 % al PSOE. Dos comentarios. El primero y fundamental: los datos anteriores se explican en gran medida por la edad de los votantes a los diferentes partidos. Los de más edad han tenido menos posibilidades educativas. Para establecer una correlación sociológicamente válida y no caer en el error de la mera correlación estadística habría que neutralizar la variable edad. El segundo es para significar que no es entre los votantes de Podemos donde entramos el nivel medio educativo más elevado sino en C´s y en IU-UP. 

Respecto del estatus socioeconómico controlado por el CIS mediante la clase social a la que cada encuestado se asigna (clase social subjetiva), llegamos a unos resultados que pueden sorprender a quienes no estén habituados a desentrañar encuestas sociológicas. El 29% de los votantes a C¨s se posicionan en la clase social alta o medio-alta, dato este que no sorprenderá a nadie. Pero sí, y a no pocos, que entre votantes de IU-UP la cifra apenas desciende al 27% y que entre los de Podemos se sitúe, casi a la par, en un 26%. Entre los votantes del PP la cifra está en el 19% y entre los del PSOE en el 15%. Si ahora leemos el otro extremo de la escala que el CIS denomina como “Obreros no cualificados” siguen las, “a priori” sorpresas. Si bien la cifra más baja la encontramos, claramente, entre los votantes a C´s, 6,1 %, sorprenderá a algunos que a continuación se sitúen como “Obreros no cualificados” similares porcentajes de votantes al PP, 11%, al IU-UP, 13%, y a Podemos, 15%, destacando claramente al alza, el PSOE, 21%. En consecuencia, los votantes a Ciudadanos son claramente quienes se posicionan en la parte más alta del estatus socioeconómico y, también claramente, los votantes al PSOE en la parta más baja. Por el contrario, la clase social, el estatus socioeconómico, es bastante similar entre los votantes al PP, a Podemos y a IU-UP. Por lo que la clase social no es particularmente discriminante salvo en el PSOE (a la baja) y en C´s (al alza). Otra vez el factor edad puede ser, quizás, antecedente entre PSOE y C´s pero queda diluido en la comparación entre PP, Podemos e IU-UP. Hay que buscar en otro lado para encontrar variables realmente discriminantes. Serán las variables cualitativas.

Su situación económica. La consideran, en la actualidad, muy buena o buena, el 42 % de votantes al PP y a C´s, el 38 % de los votantes a IU-UP, 33% a Podemos y, de nuevo farolillo rojo en su estatus socioeconómico los votantes al PSOE, 25%. Los porcentajes que ven su actual situación económica mala o muy mala son estos: el 28% de los votantes a Podemos, 22% al PSOE, 17% a IU-UP y 13% tanto a C´s como al PP. En resumen, los votantes al PP y a C´s son quienes, en la actualidad, tendrían la mejor situación económica y la peor los de Podemos y, todavía peor, cerrando la escala, los del PSOE, quedando en una posición intermedia los votantes a IU-UP. Ahora bien, preguntados cómo ven su posición económica dentro de un año, si mejor, igual o peor, destacan de nuevo claramente al alza, a mejor, lo votantes a C´s, 25% pero, pisándoles los talones, el 22 % de los votantes a Podemos distanciados de los votantes al PP, al PSOE y a IU que solamente un 15% de entre ellos ver el futuro en positivo. Para ser completos, añadamos que en negativo, creen que su situación económica ira a peor el año próximo, encontramos, de mayor a menor, proporción a los votantes a Podemos, 13%, al PSOE, 11%, 8% IU-UP, 7% PP y 6% C´s. Los lectores acostumbrados a cifras se habrán dado cuenta, a) que, en cualquier formación política, la mayoría entiende que su situación económica será igual el año próximo que el actual y b) que son, notoriamente más, también en cualquier formación política, quienes ven mejor que peor su situación económica el año próximo.  Dato de lo más válido pues refleja cómo ven su situación económica los propios ciudadanos, dato pero que no veo reflejado en los medios, tertulianos etc. ¿Por qué es positivo? Sospecho que sí.

Situación laboral. Según la encuesta del CIS, la distribución laboral para el conjunto de españoles sería esta: 43% trabajan, 26% jubilados o pensionistas (el 23% habían trabajado antes), 18% en paro (de los que el 1% buscando el primer empleo), 5% son estudiantes y el 7% con un trabajo doméstico no remunerado. Nos detenemos seguidamente, distinguiendo los votantes de las cinco formaciones retenidas en este texto, en el perfil sociológico de los parados y en el de los que trabajan.

Perfil de los parados. Dos cuestiones abordamos. Por un lado, el porcentaje de parados en cada formación política y, por el otro, su estimación de la probabilidad de que encuentren trabajo los próximos doce meses. Del total personas que se posicionan como parados en la encuesta, en comparación con el peso de sus preferencias políticas, el PSOE y Podemos, tienen más parados que votantes, comparativamente hablando, Así el 23 % del total de parados en España se sitúa en el PSOE cuando solamente el 18% manifiestan su voto o su simpatía por el PSOE. Lo mismo sucede con Podemos: el 14 de los parados estarían en Podemos cuando la suma de su voto y simpatía, no llega ni al 10% en la encuesta del CIS. La situación es inversa en el PP donde habría menos parados que votantes: 13 % de parados se reclaman del PP cuando el 19% le votan o manifiestan simpatía. En fin, Ciudadanos (13% y 13%) e IU-UP (5% y 6%) tienen un porcentaje similar de parados al de las preferencias de voto de los españoles.

Estos datos son más fiables que los que medirían la proporción de parados que habría en cada formación política pues, aquí también, la variable edad sería antecedente particularmente en el caso del PP y, aunque en menor medida, también en el PSOE. Además en ambas formaciones llegamos al 50 % de personas con trabajo doméstico no remunerado. Porcentaje que se sitúa en más del 75 % si nos limitamos solamente al voto expresado en la encuesta pues el 23 % de quienes no indican voto alguno se posicionan como trabajadores domésticos no remunerado. En otras palabras, más de tres de cada cuatro mujeres, que otrora se les denominada como “amas de casa”, votarían al PP, o al PSOE. 

¿Salir del paro? Casi uno de cada dos parados de C´s (48%) tienen la esperanza de encontrar trabajo los próximos doce meses, 34% los parados de Podemos, 33% del PP, 30% del PSOE y 27% IU-UP.

¿Perder el trabajo? Entre los que tienen un trabajo, el 19% de los votantes a IU estiman muy o bastante probable que puedan perder su trabajo los próximos doce meses, proporción que es del 15% entre los votantes al PSOE y a Podemos, del 11% al PP y del 9% a Ciudadanos. Del conjunto de datos es claro que son los votantes de Ciudadanos quienes, mirando al presente y al futuro, presentan la mejor situación laboral. En los demás partidos las diferencias no son muy grandes. Cabe situar en ligera mejor situación laboral a los votantes al PP, a continuación prácticamente igualados Podemos e IU-UP y, en la situación más desfavorable, a los votantes al PSOE.  

Resumen de datos sociodemográficos. El factor edad es clave en varios supuestos. En sí mismo considerado lo es en las franjas extremas: más jóvenes (18-34 años) en Podemos y, aunque en menor medida, también en Ciudadanos, y personas de más de 65 años en el PP y en PSOE. Lo de partidos nuevos y viejos se corresponde con las diferencias de edad en las franjas extremas: jóvenes y muy mayores. Pero se difumina en las personas de edad media (35 a 64 años) donde se concentra más del 55% del potencial electorado que es también, sospecho, el que acude en mayor grado a votar. Pero además la edad es muy importante, antecedente, prioritaria, a la hora de entender los diferentes “niveles de formación” de los perfiles de los cinco partidos políticos que analizamos en este texto. Como lo es también, al menos en parte, para entender los perfiles económicos, laborales e, incluso de clase social auto-asignada.

La clase social, en la que se posiciona cada persona, es particularmente discriminante en el PSOE (a la baja) y en C´s (al alza) pero queda diluido en la comparación entre PP, Podemos e IU-UP.

El mayor nivel de formación no lo encontramos en el electorado de Podemos sino en el de C´s y, teniendo en cuenta su estructura etaria aún más elevado en el de IU-UP. Los votantes a Ciudadanos son los que presentan la mejor situación socio-laboral: mejor situación económica, presente y futura; menor tasa de parados y, entre los que están en paro, la mayor esperanza de encontrar un puesto de trabajo los próximos doce meses; así mismo entre quienes tienen trabajo la menor probabilidad de perderlo el año próximo. En el extremo opuesto y con el conjunto de datos considerados son los votantes al PSOE quienes tienen una situación vital más complicada: la peor situación económica; mayor tasa de parados y con malas perspectivas de salir de él. La comparativa entre PP, IU y Podemos no es sencilla a establecer en gran parte, lo repito, por la diferencia en la distribución etaria: Mucha gente de edad muy avanzada en el PP (y en trabajo doméstico no remunerado) y más gente joven en Podemos y, aunque en menor medida, también en IU-UP.

 

B). La dimensión cualitativa

 

Preguntados si se sienten felices en la vida, en contra de la idea machaconamente repetida de que la gente lo estaría pasado muy mal, los datos muestran lo contrario: en una escala donde 0 sería considerarse completamente infeliz y 10 completamente feliz, el conjunto de la población española se posiciona en el punto 7,34. En el sistema educativo diríamos que Notable y las diferencias entre formaciones las políticas,  júzguelas el lector. Son estas: C´s, 7,62; PP, 7,50; IU-UP, 7,23; PSOE 7,18; Podemos 7,16. Evidentemente la media, como es bien sabido, oculta muchos datos. Particularmente los extremos. Si en la escala anterior sumamos los porcentajes de los que se dicen “infelices” en todos los grados posibles (“0”, completamente infelices, hasta “4”, siendo “5” la posición de “ni felices ni infelices”), llegamos estos resultados: el 5% de la población española en su conjunto se diría “infeliz”. Según los cinco partidos políticos que hemos retenido para este trabajo estas son las cifras: en los votantes a Podemos en encontramos la mayor proporción de quienes se dicen o sienten infelices (8%), entre los votantes al PSOE el 6%, a IU-UP, 4% y, con la menor proporción de votantes claramente infelices los del PP y los de C´s (3%).

Estos datos nos abren ya la segunda parte de este texto: el perfil sociológico de los votantes a las cinco formaciones políticas atendiendo esta vez a indicadores de preferencias, de valores, de ideologías etc. La dimensión cualitativa, en suma.

Las preferencias políticas y los rechazos a los partidos. Según la encuesta del barómetro del CIS de Abril de 2016, las intenciones de voto (voto indicado, más simpatía a la formación política) arrojaría estos resultados: 19% de votos al PP, 18% al PSOE, 13 % a C´s, 10% a Podemos y 6% a IU-UP. Luego vendrá la “cocina” y las estimaciones del CIS.

Pero vamos a detenernos en el grado de rechazo a cada formación política. Se mide mediante la escala que pregunta sobre la probabilidad de votar a cada partido “con toda probabilidad lo votaría siempre”, puntuado como 10 y “con toda probabilidad no lo votaría nunca” puntuado como 0. Tomando como referencia los valores medios, constatamos que como tales valores medios no hay grandes diferencias. Son estos (téngase en cuenta que cuanto más bajo sea el número, mayor es el rechazo): Podemos, el que mayor valor medio de rechazo suscita, 2,26; después IU-UP, 2.40; el PP 2,65; C´s,2,72 y el menos rechazado el PSOE, 3,12.

Pero quizás sea más significativo (y a la hora de confeccionar coaliciones de gobierno, en la hipotética hipótesis de que se respetara la voluntad de los votantes) y limitándome esta vez al punto”0” (no les votarían nunca), los dos partidos que mayor rechazo suscitan son el PP y Podemos, seguidos, y por este orden, por IU-UP y C´s, siendo el PSOE la formación política que claramente menos rechazo provoca entre los votantes de los demás partidos políticos. Algunas cifras. El 87% de los votantes de Podemos “con toda probabilidad no votaría nunca” al PP, el 85% de los de IU, el 73% de los del PSOE y el 35% de los votantes de C´s. Por su parte el 85% de los votantes al PP nunca lo haría a Podemos, el 67% de los de C´s, 52% del PSOE y 29% de IU-UP. A estos últimos, IU-UP, no le votaría nunca el 75% de los votantes del PP, el 54% de los de C´s, 39% del PSOE y 21% de Podemos. A Ciudadanos no le votaría nunca el 57% de votantes de IU, 55% de Podemos, 39% de PSOE y 33% de PP. Por último, al PSOE no le votaría nunca algo más de la mitad de los votantes al PP, el 53%, el 37% de los de IU-UP, misma proporción entre los de Podemos y 35% en el electorado de C´s.

Parece claro que tendríamos como un frente anti PP conformado por una elevada mayoría de los votantes de Podemos, IU-UP y PSOE que nunca le votarían. Además algo más de un tercio de los votantes de C´s también señalan que no le votarían nunca. Lo que hace muy difícil que pueda formar gobierno si se mantienen las expectativas de voto que se muestra en la encuesta del CIS. Algo similar, aunque en menor grado sucede con Podemos. No solamente no le votaría la gran mayoría de los votantes al PP (que a veces olvidamos que es el partido más votado) sino tampoco casi tres de cada cuatro votantes a C¨s y, dato clave, algo más de la mitad de los votantes al PSOE. De ahí que solamente logre alianzas (y complicadas) con IU-UP. Pero dejemos aquí la cuestión de la gobernabilidad pues, con el panorama actual parece claro que hay que tener en cuenta las formaciones de ámbito autonómico lo que, a mi juicio, sería muy deseable si se quiere resolver (al menos por una generación) la cuestión territorial y la desmembración emocional de España. Pero aquí no podemos trabajar con los datos que nos ofrece esta encuesta del CIS pues los tamaños muestrales de los partidos o formaciones políticas de ámbito autonómico, PNV, ERC, CIU, EHBildu, las “Mareas”, CC, UPN, etc., etc., son muy pequeña y con elevados márgenes de error.

La variable religiosa. El 94 % de los votantes al PP se dicen católicos, el 80 % entre los votantes al PSOE, 74% a C´s, 45 % a IU-UP y 42 % a Podemos. Por el contrario solamente el 5% de los votantes al PP se posiciona como “no creyente” o ateo, 16% de los votantes al PSOE, 22% a C´s, y 51 % tanto en los votantes a Podemos como a IU-UP. Como habitualmente sucede no encontraremos un indicador tan discriminante como el factor religioso, sin embargo, habitualmente también, olvidado y relegado. Ahora bien, dicho esto, quiero subrayar que, en el caso de Podemos y de IU-UP, no sabría decir qué es más relevante: si el hecho de que sean más los que se dicen “no creyentes” o ateos que católicos, o subrayar que, en sus filas, hay más del 40 % que se dicen católicos. Es evidente que el voto católico se decanta mayoritariamente hacia la derecha política, pero encontramos un porcentaje importante de personas, jóvenes y no tan jóvenes, que se sienten e, incluso se dicen, “militantes” cristianos, en las filas de partidos y organismos de izquierda. En el PSOE, en IU-UP, como en Podemos. A veces en puestos de relevancia política.

La adjetivación política. La encuesta del CIS presenta una serie de 12 adjetivaciones políticas (conservador, liberal, socialista, comunista, nacionalista, apolítico etc…) y pide cada encuestado que escoja la que mejor le define. Traslado a continuación las adjetivaciones que, en cada formación política, ha sido señalada por más del 10% de sus votantes. En el PP el 43% se declara conservador, el 12% liberal y el 11% demócrata-cristiano. En el PSOE el 43% socialista y el 16% socialdemócrata. En IU-UP, el 22% comunista, el 18% socialista, 17% progresista y 13% liberal. En Podemos el 22% progresista, 14% liberal y 12 % socialista y el 10% socialdemócrata. En Ciudadanos el 23 % liberal, 15% progresista, 14 % socialdemócrata, mismo porcentaje como conservador. Obsérvese que el perfil político de los partidos “viejos” es más compacto y definido que el de los “nuevos”. Conservador el PP, socialista-socialdemócrata el PSOE y comunista-socialista IU-UP. La adjetivación de “liberal” está, con más del 10% de menciones, en todas las formaciones políticas, excepto en el PSOE en el que se apunta solamente el 6%. Obviamente no todos deben entender de la misma manera por el termino liberal. Es lo que explica, al menos parcialmente, algo que se me antoja llamativo y es que, aunque con porcentajes diferentes, Podemos y Ciudadanos coincidan en etiquetarse como progresistas, liberales y socialdemócratas. Manifiestamente, el perfil ideológico de los votantes a Podemos y a Ciudadanos es muy amplio y agrupa, en su seno, a personas con perfiles más diferenciados que en las formaciones políticas tradicionales, lo que explicaría su volatilidad. Volatilidad que, sospecho, que es no solamente actual, sino también futura, salvo descalabro total de los partidos tradicionales.

Escala izquierda (1) – derecha (10). En esta escala la media de los votantes al PP se sitúa en el punto 7,04, el más a la derecha de las cinco formaciones, e IU-UP con 2,96, el más a la izquierda. Entre los dos, C´s (5,48), PSOE (3,92) y Podemos (3.23). Quizás valga la pena resaltar que IU-UP se posiciona más a la izquierda que Podemos.

El cuestionario del CIS pregunta por el modelo territorial preferido para España con cinco posibilidades de repuesta: Estado sin autonomías, autonomías menos autónomas que en la actualidad, mantener la situación actual, autonomías con más autonomía y, por último, posibilidad de convertirse en estado independientes. Por comodidad de lectura agrupo los datos en dos resultados: proclives a más centralización (por el estado central, o por rebaja de autonomía en las actuales autonomías) o más descentralización (aumentar la capacidad de decisión en las actuales autonomías, o reconocimiento de la posibilidad de pasar de las actuales autonomías a estados independientes. Llegamos a estos resultadas: a la cabeza de desear mayor centralización el PP, 53% de votos, le siguen C´s, 49%, Podemos, 27%, IU-UP, 24% y PSOE, 23 %. Llegamos al mismo resultado si nos detenemos en los porcentajes de los que, por el contrario, apuestan por aumentar la descentralización con el 31% de los votos, tanto Podemos (de los que el 13% apuestan por la posibilidad de estados independientes, si así lo desean los ciudadanos) como IU-UP, y C´s con el 10%, y el PP 4%, los menos descentralizadores situándose el PSOE en el centro. El resultado global de los cinco grandes partidos de ámbito estatal es claro. IU-UP y Podemos aceptarían dar más capacidad de decisión a las autonomías aunque no son, en absoluto, partidarios de permitir la creación de estados independientes más que en un escaso porcentaje de sus votantes. El PP y C´s se inclinan por reducir la autonomía de las actuales comunidades autónomas. El PSOE se queda en una posición más centrada. De hecho sus votantes son, por diferencia, quienes en mayor porcentaje (51%) se inclinan por dejar las cosas como están, aunque, a la hora de inclinarse hacia un lado u otro, lo hacen hacia menor autonomía para las actuales comunidades autónomas. Es evidente que la apuesta por la creación de estados independientes (en Catalunya o en Euskadi) e, incluso, la eventualidad del mero planteamiento de su posibilidad, solamente es mantenido por las algunas fuerzas autonómicas. Apenas llega al 10 %, (y solamente en Podemos) el porcentaje de los partidos de ámbito estatal que les apoyarían en sus pretensiones. España es un país jacobino. Como decían en Bizkaia hace cincuenta años, “vasco sí, pero español”.

En resumen de los datos cualitativos digamos, de entrada, que, en contra de una idea muy extendida, la gran mayoría de los ciudadanos españoles están contentos con su vida y se dicen felices, aunque soy plenamente consciente de que, pese a la evidencia de los datos, esta afirmación será mayoritariamente rechazada. Vivimos en el constructo social de que solamente lo negativo es noticia reseñable, de que las cosas van mal e irán a peor. Sería estúpido negar que en España hay personas con serios problemas, que hay, se mida como se mida, altas tasas de paro insufriblemente superiores a las del entorno europeo circundante, etc., etc. Pero la cultura de la queja, de la denunciación constante, una especie de masoquismo colectivo se ha instalado en la sociedad española. Nunca olvidaré el disgusto de aquel alcalde cuando, tras una investigación sociológica, le indiqué que en el pueblo de al lado los jóvenes consumían más droga que en el suyo. ¡No es posible!, me espetó. En ningún pueblo de por aquí hay tanto problema con la droga como en este. En el suyo, claro.

La diferenciación izquierda-derecha sigue plenamente vigente. El recorrido va de 7,04 (“10” sería derecha total) hasta 2,96. Pero más importante a nuestro juicio es la fuerte descalificación que los votantes de unos partidos manifiestan hacia otros lo que produce algo que he denominado como, por un lado, el “frente anti PP” que lo avalan elevados porcentajes de votantes de Podemos, IU-U y PSOE, y por el otro, el “frente anti Podemos”, aquí con altos porcentajes de votantes del PP (que, guste o no, es el partido al que más españoles otorgan su voto), C´s y, algo más de uno de cada dos votantes del PSOE. Ciertamente la cultura de la tolerancia, del compromiso (palabra denostada), y del acuerdo entre diferentes está lejos de haberse instalado en la sociedad española.

Los partidos tradicionales, PP, PSOE e IU-UP, tiene un perfil más claro, nítido y definido que los de los emergentes, C´s y, especialmente, Podemos.

Todavía casi siete de cada diez españoles se dicen católicos. Claramente más los de edad avanzada y que voten al PP y, aunque en menor medida, también al PSOE. Incluso en Podemos y en IU-UP más del 40% de sus votantes se dicen católicos aunque, en sus filas, suman más los que se dicen “no creyentes” o ateos.

En fin, los partidos nacionalistas, no analizados en este trabajo por su escaso peso muestral, lo tendrán difícil para hacer valer sus propuestas en los partidos de ámbito estatal, particularmente entre los tradicionalmente mayoritarios, PP y PSOE. Y deben perder toda esperanza de que les apoyen en la hipótesis de que, tras los resultados de un no menos hipotético referéndum, la mayoría de vascos o catalanes apostaran por la creación de un estado independiente.

Breves notas finales. El PP, conservador, muy de derechas, con mucha gente de edad avanzada, centralista, clase media y media alta, con voto consolidado. El PSOE destaca por ser el partido más centrado en muchos indicadores. Esa es su fortaleza y su debilidad. Es el que tiene más votantes en situación de precariedad laboral. Lo contrario sucede en C´s, la formación política con menos personas en paro, con más recurso económicos etc. Partido urbano, jacobino, de derechas y con gente joven bien formada. En IU-UP personas de todas las edades, muchos con gran formación, muy de izquierdas y con más gente de clase media que trabajadora. Podemos tiene el perfil menos definido. Incluso en lo ideológico. Sospecho que sus líderes son más extremistas que muchos votantes: más indignados que propiamente revolucionarios, aunque la mayoría se dice de izquierdas. Gente de todas las edades aunque hay muchos jóvenes. Voto urbano.

Donostia San Sebastián, 16/05/16

Javier Elzo

 

 

 

domingo, 8 de mayo de 2016

Un silencio religioso. La izquierda frente al yihadismo


Un silencio religioso. La izquierda frente al yihadismo


Afirmaba el presidente Francois Hollande, poco después de la matanza en la redacción de Charlie Hebdo, el 7 de enero de 2015, que los hombres que han cometido estos crímenes “no tienen nada que ver con la religión musulmana”. Poco después insistía su ministro de Asuntos Exteriores Laurent Fabius, “No se repetirá jamás suficientemente, eso no tiene nada que ver con el Islam”. Hay que hacer circular la idea de que ¡Ça n´a rien a voir (Eso no tiene nada que ver) con el Islam. Cuando la imposibilidad de decir las cosas viene de arriba, eso quiere decir prohibición”. Estas líneas las he extraído de las primeras páginas de un reciente libro escrito por Jean Birnbaum, “Un silencio religioso. La izquierda frente al yihadismo”[1], con el que titulo también estas líneas. Conviene precisar, desde ya, que Jean Birnbaum no es un descerebrado miembro del racismo ultra conservador. Bien al contrario, es nada menos que el responsable del suplemento literario “Le Monde des livres” que se inserta semanalmente en la edición de los viernes del cotidiano francés que, como es bien sabido, es de tendencia de izquierdas, no extremista.

Un correo de Hassan. La misma idea “eso no tiene nada que ver con el Yihad” dominó en la inmensa mayoría de comentaristas y articulistas tras el terrorífico año 2015 francés, y en Bruselas en marzo de 2016. Pero no solamente entre los comentaristas. También entre los ciudadanos franceses, particularmente los de confesión musulmana. Así, uno de los recepcionistas del hotel de Paris donde me suelo alojar, Hassan, me respondió a un correo que les envié solidarizándome tras las matanzas del 11 de noviembre de 2015 esto: “Desgraciadamente personas bárbaras que no tienen una onza de humanidad, han actuado con su propio modo de ver las cosas, y no representan en ningún caso a la mayoría de los musulmanes de Francia, comunidad de la que yo formo parte, que no desea otra cosa sino vivir tranquilamente, y en armonía con el resto de la sociedad francesa”.

En efecto, digamos, también con Jean Birnbaum, que no cabe equiparar el Islam con el terrorismo yihadista. Es falso y simplista. Tales simplificaciones ya las hemos vivido en el País Vasco donde “todo era ETA” y nacionalismo equivalía a terrorismo, simplificaciones que no han desaparecido todavía en determinados ámbitos y medios. Pero lo que sostiene Birnbaum es que, a la hora de comprender, dar cuenta de, explicar etc., (que no justificar, por supuesto), los crímenes terroristas, es ponerse la venda en los ojos cuando no queremos ver la justificación que los terroristas dan de sus actos y en qué marco conceptual los inscriben. Y esta es, en gran medida, de carácter religioso en el terrorismo islámico, como lo fue en Euskadi la ideología nacional-revolucionaria convertida en religión laica para pretender justificar el terrorismo de ETA.

El islamólogo Rachid Benzine (citado varias veces por Birnbaum en su libro) en una entrevista en “El País” (3 de abril 2015) recordaba la importancia del wahabismo —la versión radical del islam de inspiración saudí— como “la nueva ortodoxia” y que “el trabajo principal consiste en desmontar los mitos simplistas que constituyen el principal nutriente del Estado Islámico”. Hay que recordar, una vez más, que para combatir el terrorismo, además de la imprescindible actuación de los servicios de inteligencia, de la policía, del sistema judicial, de los medios de comunicación, de los agentes sociales, etc., etc., es fundamental entrar en el núcleo de la justificación que los terroristas, y quienes les socializan y legitiman, se dan de sus propios actos. Aprehender porqué, en el caso del terrorismo yihadista, hay millares de jóvenes en todo el mundo que están dispuestos, incluso, a morir matando. Jóvenes de toda condición social, aunque hay más de la “clase de tropa” en muchos de los ejecutores, mientras que las élites terroristas (perdóneseme la expresión) provienen mayoritariamente de la “alta sociedad”. Como habitualmente ha sucedido en la historia. Recuerden el origen de Bin Laden y el del líder de la matanza de las Torres Gemelas en septiembre de 2001, Mohamed Atta.

Toda explicación vale excepto la religiosa. Parafraseando a Birnbaum (pp. 20-21) cabe decir cómo en la televisión, radios y periódicos, diversos especialistas se relevan para afirmar que los terroristas pueden bien reclamarse de la yihad pero que sus acciones no deben en ningún caso relacionarse a cualquier tipo de pasión religiosa. Se les etiqueta como “Barbaros”, “Energúmenos”, “Psicópatas”, etc., etc. “Todas las calificaciones eran buenas para descartar la menor referencia a la fe”. Birnbaum nos muestra modelos y ejemplos de algunos de los discursos habituales de los especialistas contra el terrorismo de matriz islamista radical que han circulado a lo largo del año 2015 en los medios políticos y mediáticos.

 “Los yihadistas son unos monstruos sanguinarios que hay que ponerlos fuera del riesgo de dañarnos, dirá el criminólogo. Los yihadistas son el producto de un desorden mundial del que Occidente es el responsable, corregirá el geopolítico. Los yihadistas son víctimas de la crisis, rectifica el economista. Los yihadistas son críos de las ciudades que se han desbocado, dirá el sociólogo. Los yihadistas son la prueba de que nuestro modelo de integración no funciona, abundará el politólogo. Los yihadistas son los herederos de la ola humanitaria, su movilización es comparable a la de los estudiantes que se comprometen en una ONG en la otra punta del mundo, indicará el antropólogo. Los yihadistas son jóvenes que se ahogan en una sociedad de viejos, se marchan a Siria para desambientarse como otros se hacen cocineros en Australia, precisa el demógrafo. Los yihadistas son hijos de Internet y de los video-juegos, han abusado de Facebook o de la serie Assassin´s Creed, deja caer el experto en lo numérico. Los yihadistas son puros productos de nuestra sociedad del espectáculo, buscan simplemente la celebridad, apunta el mediólogo…”

Qué duda cabe, me permito interrumpir el discurso de Birnbaum, que, aun con cierta exageración y unilateralidad en algún caso, estas explicaciones son exactas y reflejan correctamente gran parte de las motivaciones o causalidades que están en la base de que algunos jóvenes (y menos jóvenes) cometan actos terroristas en el universo yihadista. Pero, subraya Birnbaum a continuación que “desde los atentados de enero de 2015 se han analizado todas las explicaciones, todas las causalidades posibles salvo una: la religión. La religión en tanto que manera de ser en el mundo, fe intima, creencia compartida. Con constancia, este factor, como tal, ha sido reducido al silencio: así como el islamismo no tiene nada que ver con el islam, el yihadismo es extranjero al yihad”. Concluirá Birnbaum afirmando que “vivimos una ceguera profunda que concierne a las relaciones que muchos, más allá de sus ideologías, entretienen con la religión: es la reticencia a contemplar la creencia religiosa como causalidad específica y como fuerza política: nos adherimos a explicaciones sociales, económicas o psicológicas (para explicar la yihad en este libro) pero no a la fe” (p.23).


¿Por qué ese silencio?  Y ¿por qué subtitula su libro Birnbaum, un hombre de izquierdas no se olvide, el silencio de la izquierda frente a la yihah?. ¿Exagera en el papel que le concede al Islam en el terrorismo yihadista?.

Voy a responder a este interrogante en dos planos diferentes. Por un lado mostrando la legitimación que de sus actos ofrecen los islamistas-terroristas y quienes les apoyan. Por el otro, pretendiendo analizar la causa o motivo del silencio del factor religioso en nuestra sociedad, particularmente de quienes se dicen de izquierdas, a la hora de explicar, junto a otros factores por supuesto, la violencia yihadista.

A)   La auto-legitimación religiosa del terrorismo yihadista.

No me resisto a trasladar aquí una reflexión que me hizo en el hall de la UD, estando los dos solos, y cuando ya me despedía de él, Dalil Boubakeur, Rector de la Gran Mezquita de Paris, y que había dado una magnifica conferencia, el año 2004, en el Forum Deusto: “no se olvide, profesor, que el Islam nació en la sangre, como muchas veces olvidamos, nosotros, los musulmanes”. En efecto tras la muerte de Mahoma, Ali, su primo, yerno e hijo espiritual, se opuso al fiel compañero del profeta, Abou Bakr. Este último se impuso y fue el primer sucesor de Mahoma como califa. Pero sus dos sucesores fueron asesinados, después Ali lograría el califato antes de ser él también asesinado, así como sus dos hijos.  Desde entonces vive el Islam la cruenta división entre sunitas y chiitas. Con el uso reiterado de la violencia como nos recuerdan los propios intelectuales de confesión musulmana.

Por ejemplo el gran islamólogo Rachid Benzine, mentado más arriba, quien afirmaba ya en 2014, luego antes de los recientes grandes atentados en París y Bruselas, que “frente a la acumulación de comportamientos bárbaros, muchos musulmanes protestan: ´todo esto no es el Islam´, o en las redes sociales ´no en mi nombre´. En efecto no es esa su concepción del Islam, la forma como ellos lo viven en la intimidad de su corazón y en sus familias. Pero es sin embargo el Islam obscurantista que se ha enseñado estos últimos decenios en la mayor parte de los centros de difusión de la doctrina, de la cultura y de la piedad. En casi ninguno de esos lugares se incita a la gente a reflexionar, a desarrollar su espíritu crítico, a hacer prueba de discernimiento (lo que, dicho sea entre paréntesis, acaba de proponer el papa Francisco en su documento sobre la familia, sirviéndose de un procedimiento que lleva la marca de la orden a la que pertenece, los jesuitas, a saber, el “discernimiento”). Se les inculca, continua Benzine, una ´historia santa´, maravillosista, que se les pide creérsela literalmente, sin consideración alguna por los géneros literarios y las significaciones profundas, sin espacio a la comprensión de la importancia y de la función de los mitos fundadores. La dimensión histórica del Islam, las condiciones de su emergencia, lo que lo ha configurado desde sus orígenes es completamente ignorado, mientras que son sacralizados acontecimientos y textos que son, en realidad, el fruto de contingencias históricas, donde las disputas por el poder y los intereses egoístas fueron preponderantes” (publicado en Liberation 16/10/14, luego tres meses antes de la matanza en Charlie Hebdo, y que recoge Birnbaum en la página 59 de su libro).

En este marco, como señala otro gran arabista, Javier Martín, “en este marco atacar en Bruselas, París o Lahore no es un fin en sí mismo. Sino que forma parte de una causa: la de defender la única interpretación que consideran válida del islam frente a la pléyade que forman sus enemigos, entre los que colocan también a aquellos que ejercen su propia religión de otro modo. Los hermanos Kouachi, autores de la matanza de Charlie Hebdo y Ahmedi Coulibay, el hombre que entró en el supermercado judío, señalaron que su acción era “una venganza contra quienes insultan al islam”. Según la revista Dabiq, órgano de propaganda del ISIS, el territorio bajo su control ofrece todo lo necesario para ser un buen musulmán. Representa —dicen— una sociedad “pura”, a salvo de los perniciosos vicios de occidente, y del “islam pervertido”.  (El País, 03/04/16).

Una reflexión de Derrida y otra de Abdennour Bidar. Tras el ataque a las Torres Gemelas en Nueva York el 11 septiembre de 2001, el gran filósofo Jacques Derrida sostenía en un libro publicado conjuntamente con Jürgen Habermas  que “hay que ayudar a lo que se denomina Islam, a lo que se denomina árabe, a liberarse de dogmatismos violentos. Hay que ayudar a los que luchan heroicamente en ese sentido desde el interior”[2].

Esta relación entre la religión y la violencia la he encontrado también en un filósofo musulmán. Tras la decapitación, entre otros, de Hervé Gourdel (un excursionista francés) a manos de terroristas de los Soldados del Califato del denominado Estado Islámico en septiembre de 2014, Abdennour Bidar, filósofo musulmán, que sostiene el movimiento “Not in my name”, redactó una “Carta abierta al mundo musulmán”. La ha recogido el blog del “L´Oratoire du Louvre”, una Iglesia cristiana protestante sita en el centro de Paris[3]. A continuación traslado un par de párrafos de la Carta que yo mismo he traducido.

“Querido mundo musulmán:… te veo dando a luz un monstruo que se pretende denominar Estado islámico y al que algunos prefieren darle un nombre de demonio: DAESH. Pero lo peor es que te veo perderte - perder tu tiempo y tu honor – en el rechazo a reconocer que este monstruo ha nacido de ti mismo, de tus vagabundeos, de tus contradicciones, de tu descuartizamiento entre pasado y presente, de tu incapacidad demasiado tiempo prolongada a encontrar tu lugar en la civilización humana. (….). Las raíces del mal,… están en ti mismo, el monstruo ha salido de tu vientre del que surgirán otros monstruos, aún peores, mientras no admitas tu enfermedad, para atacar, al fin, esta raíz del mal. 

Incluso los intelectuales occidentales tienen dificultad para apercibirla: la mayoría, han olvidado hasta tal punto el poder de la religión – en bien y en mal, sobre la vida y sobre la muerte-, que me dicen, “no, el problema del mundo musulmán no es el islam, tampoco la religión, sino la política, la historia, la economía etc.”. Ya no recuerdan en absoluto que la religión puede ser el corazón del reactor de una civilización humana. Y que el avenir de la humanidad dependerá mañana, no solamente de la resolución de la crisis financiera sino, de forma bastante más esencial, por la resolución de la crisis espiritual que atraviesa toda nuestra humanidad. ¿Sabremos reunirnos, todos nosotros, a escala planetaria, para afrontar este desafío fundamental?. La naturaleza espiritual del hombre tiene horror del vacío, y si no encuentra nada nuevo para llenarlo, lo hará mañana con religiones cada día más inadaptadas al tiempo presente que, como el Islam actualmente, se dedicarán entonces a producir monstruos”[4].

Creo que queda claro que Birnbaum no exagera y que resulta imposible comprender, explicar, luego luchar con esperanza contra la violencia islamista, sin reconocer el peso que tiene en su interior una determinada lectura de su religión. De ahí que resulte más llamativo todavía el “silencio religioso” de la izquierda europea a la hora de afrontar la yihad terrorista. Quiero decir, la actitud de gran parte de esa izquierda (no solamente la izquierda por supuesto, pero sí en mayor grado), en la erradicación del factor religioso a la hora de comprender y analizar los fenómenos sociales, hoy, aquí, el terrorismo yihadista. Pero no es el único caso.

B.) ¿Cómo entender la exculturación social de la religión por parte de cierta izquierda europea?

En efecto, como se puede leer en otro libro importante en torno a este tema, “salvo algunos filósofos y muy raros sociólogos, las ciencias sociales desde hace cincuenta años han ignorado la fuerza de lo religioso en una sociedad en Francia (en Francia, en España y no digamos en Euskadi, me permito apuntillar) en razón de la exculturación religiosa de nuestras sociedades contemporáneas; en razón también de que lo religioso ha sido declarado un vestigio residual del pasado, ignorando la vitalidad religiosa de otros continentes y de otras religiones que el cristianismo. Sin embargo, ¡la Revolución iraní tiene ya cerca de treinta y seis años!”[5].

En la consolidación de este silencio, la tradición de la izquierda política e intelectual ha jugado un papel central. El proyecto de emancipación, que estructura su cultura y su imaginario, designa de entrada la emancipación respecto de la religión, entendida como principal agente de alienación. Aunque bastantes figuras históricas del socialismo, del comunismo o del anarquismo, han tenido seriamente en cuenta las creencias religiosas sin reducirlas a simples prejuicios. Karl Marx sin ir más lejos, como nos muestra Francesc Torralba en su columna del semanario Vida Nueva, del 16-22 Abril pasado, titulado significativamente, “Y, ¿si Marx tuviera razón?”. Un amigo madrileño me envía un texto de Jeremy Corbin, líder del Partido Laborista del que entresaco esta afirmación: “Creo que las comunidades de fe son aliados esenciales en la lucha por una Gran Bretaña mejor”. Claro que Corbin no está en España sino en Gran Bretaña. Pedro Ontoso, periodista de El Correo, desarrolla la positiva relación de Corbin (que no es creyente, dicho sea de paso) con la religión, en una entrada de su blog. Aunque en España, Ramón Jauregui, un gran político del PSOE, escribía en un artículo que “el pacto con los líderes musulmanes debe comprometernos de manera recíproca en proyectos de integración social y desarrollo económico, especialmente para jóvenes en riesgo de exclusión, junto a una firme actitud de condena y rechazo a los extremismos doctrinarios (…) La aceptación del hecho religioso y la libertad de la fe no pueden ser coartada para la vulneración de nuestra concepción de la dignidad humana o de la igualdad entre mujeres y hombres, por poner solo esos dos valores de nuestro credo democrático.


Pero ese pacto está por hacer. De hecho, esas políticas tan importantes en zonas de alta concentración inmigrante brillan por su ausencia en las grandes ciudades europeas.(…) No es una tarea fácil, lo sé, pero destruir el relato fanático del ISIS entre los jóvenes europeos, nacidos y educados aquí, es una tarea urgente que no podemos hacer sin contar con la comunidad árabe a la que pertenezcan; y sin establecer, en consecuencia, los términos de una laicidad incluyente en la que las creencias religiosas conviven y contribuyen a la paz y a los valores democráticos. (El País 01/04/16).
Es cierto sin embargo que, “en realidad, en su conjunto, esta izquierda ha perpetuado una tradición que ve en la religión una quimera sin consistencia. En esta óptica, la religión no representa otra cosa sino una ilusión individual y una fuerza reaccionaria, cuya función sería esencialmente escamotear y ocultar los auténticos retos”. (Birnbaum pp. 35-36).  Con semejante ceguera intelectual es imposible entender el terrorismo yihadista, no sé si el primer problema del planeta como acaba de declarar Obama pero, ciertamente, uno de los más crueles y sangrientos. Veamos, sin embargo, lo que opinan al respecto algunas grandes figuras, no creyentes, de la izquierda.

 Otra vez Derrida y Walter Benjamin. “Nos cegaríamos ante el llamado fenómeno religioso, o retorno de lo religioso hoy, si continuamos oponiendo ingenuamente la Razón y la Religión, la Critica o la Ciencia y la Religión, la modernidad tecnológica y la Religión. Suponiendo que se trate de comprender algo, ¿se comprendería algo de lo que sucede hoy en el mundo con la religión (…) si se continua a creer en esta oposición, incluso a esta incompatibilidad, esto es, si se continua en cierta tradición del Siglo de la Luces?”[6].    

Walter Benjamin en la primera de sus “Tesis sobre la historia”, redactadas en 1940, cerca de la frontera franco-española, escapándose de los nazis, y poco antes de suicidarse, comparó al marxismo o al materialismo histórico con un autómata. Una marioneta que juega al ajedrez y que gana siempre pues es capaz de prever cada movimiento del adversario. Pero hay un subterfugio. La marioneta oculta la presencia de un enano escondido bajo la mesa, un enano jorobado y muy inteligente, que acciona los mecanismos bajo mano. Walter Benjamin desvela el truco: “la marioneta, materialismo histórico, está concebida para ganar siempre. Puede osadamente medirse a cualquier adversario, a condición de que tome a su servicio la teología, que sabemos que hoy es pequeña y fea, y a la que se le pide no hacerse ver”[7]. Jean Birnbaum comentando esta reflexión de Benjamin, escribe que durante mucho tiempo la izquierda ha creído “poder ganar indefinidamente pues con el marxismo y sus derivados pensaba disponer de una baza universal capaz de anticipar la historia” y hacer fracasar a los conservadores y reaccionarios que vivían “aferrados al mundo antiguo”. Pero, continúa Birnbaum siguiendo la metáfora de Benjamin, “bajo la mesa, la teología se activaba discretamente. Y la izquierda continuaba como si nada sucediera (…) hasta que el enano se revuelve. No es justo le grita a la marioneta. Pase que te apoyes sobre mí para epatar a la galería. Pero que tú me olvides, que en tu fuero interno llegues a negar mi existencia, es insoportable. ¿Te crees autónomo, super-inteligente?. Pues bien, mira tu cabeza: ahora que doy vuelta a la mesa, pobre marioneta, tú no eres más que un títere dislocado” (p. 223). Y Birnbaum, continúa citando y comentando textos de Marx para concluir diciendo que “según los criterios del propio Marx, insistamos en ello, cada vez que la historia se encasquilla, la fe retorna” (p.225 y ss.).

Mis conocimientos del pensamiento de Marx no me permiten ni avalar ni infirmar los juicios de Birnbaum pero no puedo no constatar el viraje que muchos intelectuales de izquierda están llevando a cabo en gran parte de Europa occidental (y aunque en menor medida, también en España) en sus posicionamientos acerca de la religión, aun manteniéndose la mayoría en posiciones no creyentes, más agnósticas que ateas. Me permito referenciar aquí un excepcional diálogo entre Edgar Morin y Tariq Ramadan acerca de sus concepciones acerca de Dios y de la fe y que, traducido al castellano, puede consultarse en mi blog[8]. Y, ¿Cómo olvidar el aventajado libro de Gilles Kepel publicado en 1991, (traducido en España en 2005) “La Revancha de Dios”[9], donde ya anunciaba la jihad que ahora estamos viviendo?.

Las últimas líneas del libro de Birnbaum (p. 234) resumen bien su posición de fondo. Leemos que “si la izquierda quiere afrontar el mazazo de lo teológico-político, es urgente que rompa el silencio. Que cese de ocultar la fuerza autónoma del ímpetu religioso. Que se deshaga de las certidumbres y reflejos que se lo impiden. En resumen, que vuelva a ser lo que ella misma fue y que reanude su tradición crítica. Sin lo cual, lo espiritual continuará aterrorizando a los militantes de la emancipación, y les engañará. Y, la religión podría devenir el último suspiro de la izquierda, esta criatura deprimida”. Es la última frase del libro, lo es también de la positiva recensión al mismo que se puede leer, bajo la firma de Nicolas Dutet, nada menos que en el histórico diario comunista francés, “L´Humanité”, del 22 de febrero de 2016, apenas el libro de Birnbaum en la calle.

¿Qué hacer?. Por una parte, jamás ceder sobre el imperio de la razón, ni sobre el imperativo de separar lo religioso de lo político; pero, de otra parte, constatar que las fronteras de la razón política no son simples a trazar. En el seno mismo de la izquierda y de la tradición que se reclama de la emancipación, un puñado de pensadores críticos que han llevado a cabo este doble gesto, han mantenido estas dos necesidades. Birnbaum cita, entre otros, a Walter Benjamin, Michel Foucault, Jacques Derrida, Claude Lefort, Regis Debray y yo podría añadir, entre otros, y limitándome a pensadores franceses, a Edgar Morin, Luc Ferry, Comte-Sponville, Alain Touraine… todos de izquierdas y todos no creyentes.

Ninguno de ellos ha considerado que el ejercicio de la política moderna tenía como condición la superación y relegación de lo religioso. Todos tenían conciencia de que para bien distinguir estos dos ámbitos, lo mejor es dar un espacio tanto al uno como al otro. “Es negando su efectiva existencia cuando se corre el riesgo de caer en una violenta indistinción: quien quiera separar lo político y lo teológico debe, de entrada, llevar a cabo un trabajo de vigilante rearticulación” (Birnbaum, pp. 231-232). En efecto, tanto cuando ha habido colusión entre lo religioso y lo político (el estado de cristiandad tantos siglos, las teocracias musulmanas en la actualidad), como cuando se ha propugnado la eliminación de lo religioso de la vida socio-cultural, pretendiendo limitarlo a la esfera de lo exclusivamente privado (en la actualidad en determinado laicismo en España), o en la colusión entre la política y el estado ateo (72 años en la extinta URSS), el conflicto social, tarde o temprano, está garantizado. Un conflicto muy sangriento.
Javier Elzo
Catedrático Emérito de Sociología




[1] . “Un silence religieux. La gauche face au djihadisme”. Seuil 2016, página 13.
[2] Jacques Derrida y Jürgen Habermas, Le Concept du 11 Septembre, Galílee, 2003, p. 168.
[4] . Esta traducción la entresaco de mi último libro, “¿Quién manda en la Iglesia? Notas para una sociología del poder en la Iglesia Católica del siglo XXI”. Ed. PPC, Madrid 2016, 336 p. Ver pp. 165-166
[5] . D. Creuzet y J-M Le Gall. “Au péril des guerres des religion”. PUF, 2015, p. 17-18.
[6] Jacques Derrida en “Foi et Savoir”, Seuil, 2000, pp. 45-46. La traducción es mía. El libro está editado en castellano en Argentina pero actualmente descatalogado y prácticamente inencontrable, pese a mis intentos. La citación la traduzco del libro de Birnbaum p. 230.)    
[7] Walter Benjamin, “Sur le concept d´histoire », Œuvres III. Gallimard, coll. Folio Essais, 2000, p. 427, citado por Jean Birnbaum, Un silence religieux, o. c. p. 222.
[8] En http://javierelzo.blogspot.com.es/2016/01/excepcional-dialogo-sobre-dios-entre.html. Está traducido del magnífico libro – dialogo entre Tariq Ramadan y Edgar Morin, “Au péril des idées”, Presses du Chatelet, 2014.
[9] En español publicado por Alianza Editorial, Madrid, 2005, 320 paginas.

miércoles, 4 de mayo de 2016

La extrema derecha está conquistando a los jóvenes en Francia


 

La extrema derecha está conquistando a los jóvenes en Francia

Pensando que dentro de un año hay elecciones presidenciales en France, una encuesta realizada a los jóvenes en edades comprendidas entre los 18 y los 25 años de edad, de la que se hizo eco “Le Monde” el 3 de mayo, muestra cómo la extrema derecha aparece como la opción preferida de los jóvenes

He aquí algunos resultados mayores

1.     Mostrándoles una lista de personalidades políticas se les preguntaba, para cada una de ellas, si su presencia les incitaría a ir a votar en la elección presidencial de 2017. Estas son las personalidades más mencionadas.

1.     Marine Le Pen (36 % de menciones positivas)

2.     Emmanuel Macron (34%)

3.     Nicolas Sarkozy (32%)

4.     Alain Juppé (32 %)

5.     Jean-Luc Mélenchon (28%)

Hay que llegar al puesto 9º para encontrar al actual Presidente Hollande

Obsérvese que los mencionados en 1º, 3º y 4º lugar son personalidades de la derecha (Sarkozy y Juppé) o de la extrema derecha (Le Pen). También que Macron, en 2º lugar, es uno de los ministros que menos a la izquierda se posiciona. Mélenchon, por el contrario, cabe situarlo claramente en la izquierda, si no en la extrema izquierda.

2.     Después se les pregunta a los jóvenes por las razones por las que las personalidades mencionadas les incitarían a ir a votar el año próximo. Me limito aquí a trasladar las razones dadas en el caso de Marine Le Pen. Son respuestas múltiples.

1.     Sus ideas, su programa (52%)

2.     El hecho de que ella renueva la vida política (37%)

3.     Deseo frenarla (“faire barrage”), (26%)

4.     El hecho de que esté próxima de las preocupaciones de los jóvenes (22%)

5.     Su pertenencia política

6.     Su personalidad (19%)

7.     Ninguna otra razón (24%

 

Salvo el 26% a quienes la presencia de Mari Le Pen les motivaría para ejercer su voto con la intención de frenarla, en todas las demás menciones los jóvenes manifiestan su acuerdo, con la persona, sus ideas y su hacer político. No hay duda posible: la extrema derecha ha conquistado a gran parte de la juventud francesa. Es inevitable preguntarse por qué. También por qué, en la juventud española, se inclinan por la izquierda extrema cuando no la extrema izquierda.

3a. Se les pregunta, en la eventualidad de que tuvieran que votar el próximo domingo en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, qué candidato tendría más posibilidades de que le votaran, en la hipótesis de que la derecha presente a Sarkozy. Estos son los resultados. Una sola respuesta.

1ª. Marine Le Pen (27% de sufragios expresados)

2º. Nicolas Sarkozy (21%)

3º. Jean-Luc Mélenchon (17%)

4º. Francois Hollande (13 %)

5º. Francois Bayrou (10%)

 

Nótese que los sufragios expresados a la derecha (Sarkozy) y extrema derecha (Le Pen) suman el 48% mientras que los de la izquierda (Mélenchon y Hollande) el 30 %. Es más difícil situar a Bayrou. Él se dice centristas. Muchos le sitúan en el centro derecha pero, en las últimas elecciones presidenciales, apostó, en la segunda vuelta, por Hollande.

3b. En la hipótesis de que la derecha presente a Alain Juppe, estos son los resultados. Una sola respuesta

 

1º. Marine Le Pen (29%).  + 2% que en abril 2016

2º. Alain Juppé (29%).  – 8% que en abril 2016, por eso lo sitúo 2º

3º. Jean-Luc Mélenchon (15%)

4º. Francois Hollande (14%)

 

Nadie llega a la cifra del 10 % de sufragios expresados, y desaparece Bayrou cuyos votos (preferencias de voto) cabe pensar que han ido a Juppé. En total la derecha y extrema derecha obtendría, en esta hipótesis, el 58 % de los sufragios y la izquierda el 29 %. Claro que aún falta mucho para las elecciones. Pero creo que lo esencial es constatar, al día de hoy, la fuerte presencia de la extrema derecha en la juventud francesa.