miércoles, 27 de marzo de 2019

41 senadores franceses por las libertades en Catalunya





El 24 de marzo de 2019, en el blog de un senador francés, André Gattolin, y con la firma de 41 senadores del actual Senado de la República francesa, dieron a conocer un texto que presentamos a continuación.

En primer lugar, la traducción al castellano del texto francés. La traducción es mía.

A continuación, el documento original en francés, con los nombres de los 41 senadores firmantes y el enlace del que está tomada la información.

Tanto el gobierno francés como el español han criticado, y minusvalorado, el documento de los 41 senadores


1)    Texto de 41 senadores franceses por el respeto de las libertades y de los derechos fundamentales en Catalunya

"Nuestro país es vecino de España y de su gran Región, Cataluña, con quien compartimos una larga historia.
Como europeos y como franceses, nos sentimos concernidos por los graves acontecimientos que se han desarrollado en Cataluña. A propósito del juicio que se está llevando a cabo ante el Tribunal supremo español de ex miembros del Gobierno de la Generalitat de Catalunya, de la ex presidenta del Parlamento catalán y líderes de asociaciones catalanas, nosotros, miembros del Senado de la República:
• pedimos el respeto de los derechos y libertades fundamentales en Cataluña, sin, por supuesto, interferir en los problemas políticos de un país vecino y sin tomar partido en el tema de la independencia de Cataluña;
 • denunciamos las represiones sufridas por legítimos representantes electos, representantes políticos de la Generalidad de Cataluña encarcelados u obligados a exiliarse por sus opiniones en el ejercicio de los mandatos que les han encomendado los electores;
 • constatamos que esta situación es una violación real de los derechos y libertades democráticos;
 • lamentamos que la gravedad de esta situación sea subestimada en nuestro país;
 • pedimos que Francia y los países de la Unión Europea intervengan para restablecer las condiciones para el diálogo con el fin de encontrar soluciones políticas a un problema político”
2)  
  Texte originel

Pour le respect des libertés et des droits fondamentaux en Catalogne
Issus de différents groupes politiques de la Haute Assemblée, 41 sénateurs signent un appel au respect des droits fondamentaux en Catalogne. Ils demandent des solutions politiques au niveau européen, dénonçant «les répressions dont sont victimes des élus légitimes, représentants politiques de la Generalitat de Catalogne emprisonnés ou forcés à l’exil pour leurs opinions dans l’exercice des mandats que leur ont confiés les électeurs».
Texte Complet
·  « Notre pays est voisin de l'Espagne et de sa grande Région, La Catalogne, avec qui nous partageons une longue histoire.
En tant qu’européens et en tant que français, nous nous sentons concernés par les événements graves qui se sont déroulés en Catalogne. Au moment où se déroule le procès devant le Tribunal supérieur espagnol d’anciens membres du Gouvernement régional catalan, de l’ancienne Présidente du Parlement catalan et de responsables associatifs catalans, nous, membres du Sénat de la République :
  • demandons le respect des libertés et des droits fondamentaux en Catalogne, sans bien sûr s’immiscer dans les problèmes politiques d’un pays voisin et sans prendre parti sur le sujet de l’indépendance de la Catalogne ;
  • dénonçons les répressions dont sont victimes des élus légitimes, représentants politiques de la Generalitat de Catalogne emprisonnés ou forcés à l’exil pour leurs opinions dans l’exercice des mandats que leur ont confiés les électeurs ;
  • constatons que cette situation est une véritable atteinte aux droits et aux libertés démocratiques ;
  • regrettons que la gravité de cette situation soit sous-estimée dans notre pays ;
  • demandons que la France et les pays de l’Union européenne interviennent pour rétablir les conditions du dialogue afin de trouver des solutions politiques à un problème politique ».
 Ce texte est à l’initiative de François CALVET, Michel CANEVET, Ronan DANTEC, André GATTOLIN, Pierre OUZOULIAS et Simon SUTOUR. 

Signataires :
Michel AMIEL, Sénateur des Bouches du Rhône
Cathy APOURCEAU-POLY, Sénatrice du Pas de Calais
Eliane ASSASSI, Sénatrice de Seine Saint Denis
Esther BENBASSA, Sénatrice de Paris
Maryvonne BLONDIN, Sénatrice du Finistère
Éric BOCQUET, Sénateur du Nord
Martial BOURQUIN, Sénateur du Doubs
Michel BOUTANT, Sénateur de la Charente
Céline BRULIN, Sénatrice de  Seine-Maritime
François CALVET, Sénateur des Pyrénées-Orientales
Michel CANEVET, Sénateur du Finistère
Laurence COHEN, Sénatrice du Val de Marne
Pierre-Yves COLLOMBAT, Sénateur du Var
Cécile CUKIERMAN, Sénatrice de la Loire
René DANESI, Sénateur du Haut-Rhin
Ronan DANTEC, Sénateur de Loire-Atlantique
Marc DAUNIS, Sénateur des Alpes-Maritimes
André GATTOLIN, Sénateur des hauts de Seine
Fabien GAY, Sénateur de Seine Saint Denis
Guillaume GONTARD, Sénateur de l’Isère
Michelle GREAUME, Sénatrice du Nord
Claude HAUT, Sénateur du Vaucluse
Jean-Michel HOULLEGATTE, Sénateur de la Manche
Sophie JOISSAINS, Sénatrice des Bouches du Rhône
Gisèle JOURDA, Sénatrice de l’Aude,
Antoine KARAM, Sénateur de  Guyane
Joël LABBE, Sénateur du Morbihan
Pierre LAURENT, Sénateur de Paris
Marie-Noëlle LIENEMANN, Sénatrice de Paris
Didier MARIE, Sénateur de Seine-Maritime
Marie MERCIER, Sénatrice de Saône et Loire
Michelle MEUNIER, Sénatrice de Loire-Atlantique
Pierre OUZOULIAS, Sénateur des Hauts de Seine
Angèle PREVILLE, Sénatrice du Lot
Christine PRUNAUD, Sénatrice des Côtes d’Armor
André REICHHARDT, Sénateur du Bas-Rhin
Pascal SAVOLDELLI, Sénateur du Val de Marne
Simon SUTOUR, Sénateur du Gard
Sophie TAILLE-POLIAN, Sénatrice du Val de Marne
Rachid TEMAL, Sénateur du Val d’Oise
Jean-Claude TISSOT, Sénateur de la Loire.

lunes, 18 de marzo de 2019

El papa, satanás y la maldad humana


El papa, satanás y la maldad humana

(Una versión reducida de este texto se ha publicado el 08/03/19 en Noticias de Gipuzkoa, el 09/03/19 en Diario de Noticias de Navarra , en DEIA el 18/03/19 y el 23/03/19 en Noticias de Álava)

La referencia del papa Francisco a “satanás” en el discurso pronunciado en la clausura del Encuentro
sobre “La protección de menores en la Iglesia”, el domingo 24 de febrero, ha sorprendido a muchos,
entre los que me encuentro. Su referencia al diablo ha sido fuente de no pocas descalificaciones,
incluso en medios que, sin ser en absoluto portales religiosos, tampoco marcadamente eclesiófobos,
sin embargo, tratan de ser ecuánimes e independientes en sus informaciones acerca de lo religioso. Lo
que no es frecuente. Por eso, una vez más, he de citar aquí al cotidiano “Le Monde” que titula,
significativamente, su editorial del 25 de febrero (fechado 26) así:” Pedofilia: al incriminar a Satanás, el
Papa Francisco debilita su discurso”. Con este subtítulo: “Aunque a menudo acepta la responsabilidad
de la Iglesia, ahora acusa a ... Satanás. Como si fuera suficiente sacar al diablo del infierno para
exorcizar el mal”. 

Añadamos que no es la primera vez, ni mucho menos, que el papa hace alguna referencia al diablo.
Ya en su primera misa, tras su elección en marzo de 2013, Francisco decía que "El que no ora al Señor, 
ora al diablo. [...] Cuando uno no confiesa a Jesucristo, confiesa la mundanalidad del diablo". 
Incluso, según leo (en “La Vie” 26/02/19), en la Nueva traducción oficial litúrgica de la Biblia, 
se rehabilita la palabra “diablo” en la liturgia católica, de donde había desaparecido desde
hace 40 años.

No soy, en absoluto, un experto bergogliano, pero me parece claro que en algunos aspectos 
(y este es uno) el lenguaje del papa denota una teología y una antropología que creo, desde
mi poquedad de sociólogo de provincias, están ya fuera de contexto. Son referencia, a mi juicio,
extemporáneas (de otro tiempo y contexto) inadecuadas y contraproducentes para una recepción
en nuestros días del fondo de su mensaje. Porque éste, el fondo de su pensamiento, yendo a la raíz 
de lo que quiere decir con sus referencias al diablo, ahora que habla sobre la pederastia en el clero,
considero muy pertinente y necesario. 

El papa parece sostener una imagen antropocéntrica de la maldad en la figura de satanás.
(Nótese que, en la versión oficial castellana de la Oficina de Prensa de la Santa Sede,
con la que trabajo, las referencia a satanás van en minúscula). Quisiera creer, pero
tengo dudas al respecto, que con la referencia a satanás o al diablo, el papa significa 
(¿personaliza?) el “mal”. El “mal” que aparece en muchos momentos de su texto con 
expresiones como “la mano del mal”, “el misterio del mal”, “el espíritu del mal”, “la
manifestación del mal” etc., etc. Personalmente me siento más cómodo, en mayor sintonía,
 con expresiones como misterio del mal, el espíritu del mal, etc., que con un antropocentrismo 
del mal en la figura del diablo, de satanás etc. que creo corresponden a una cosmología, 
antropología y teología propias de otros tiempos, ya fuera de lugar en la Europa cristiana de
hoy, aunque todavía sigue presente en otras latitudes, como en América latina. 


Pero me encuentro plenamente con Francisco en lo que creo que está en la raíz de su planteamiento en esta cuestión del mal. Lo que refleja en estos dos párrafos de su ya mentado discurso: “Ante tanta crueldad, ante todo este sacrificio idolátrico de niños al dios del poder, del dinero, del orgullo, de la soberbia, no bastan meras explicaciones empíricas; estas no son capaces de hacernos comprender la amplitud, la profundidad del drama. Una vez más, la hermenéutica positivista demuestra su propio límite. Nos da una explicación verdadera que nos ayudará a tomar las medidas necesarias, pero no es capaz de darnos un significado. Y hoy necesitamos tanto explicaciones como significados. Las explicaciones nos ayudarán mucho en el ámbito operativo, pero nos dejan a mitad de camino.

¿Cuál es, por tanto, continúa el papa, el “significado” existencial de este fenómeno criminal? Teniendo en cuenta su amplitud y profundidad humana, hoy no puede ser otro que la manifestación del espíritu del mal. Si no tenemos presente esta dimensión estaremos lejos de la verdad y sin verdaderas soluciones”.

Y dos párrafos más abajo remacha su pensamiento con estas palabras: “Y de la misma manera que debemos tomar todas las medidas prácticas que nos ofrece el sentido común, las ciencias y la sociedad, no debemos perder de vista esta realidad y tomar las medidas espirituales que el mismo Señor nos enseña: humillación, acto de contrición, oración, penitencia. Esta es la única manera para vencer el espíritu del mal. Así lo venció Jesús”. Pero, y aquí está mi “pero” fundamental, en torno a estas frases, en dos ocasiones, menta directamente a satanás, lo que, dicho sea, modesta pero claramente, considero fuera de lugar. Llega incluso a provocar el rechazo explicito de todo el mensaje del papa.

A continuación, transcribo las dos ocasiones en las que Francisco menta directamente a satanás. Están en la misma pagina 3ª de su discurso, pagina de la que he extraído los fragmentos arriba citados. 

Escribe Francisco:

 “El consagrado, elegido por Dios para guiar las almas a la salvación, se deja subyugar por su fragilidad humana, o por su enfermedad, convirtiéndose en instrumento de satanás”. (yo subrayo)

“Y esto me lleva a pensar en el ejemplo de Herodes que, empujado por el miedo a perder su poder, ordenó masacrar a todos los niños de Belén. Detrás de esto está satanás”. (yo subrayo)
 
Repito que, modestamente, entiendo que estas referencias a satanás están de más y se refieren a 
una teología y a una antropología ya caduca en Europa. Además, lo esencial de su discurso está 
en mostrar que, sin renunciar, en lo más mínimo, al sentido común y a lo que las ciencias humanas 
u otras puedan ofrecer, el papa nos muestra que no podemos olvidar (ni debemos olvidar, desde
una visión pertinentemente religiosa) el misterio del mal que acompaña a la humanidad 
desde la noche de los tiempos, misterio al que las religiones, que también nos acompañan
desde la noche de los tiempos, han tratado de dar respuesta o, al menos, alivio, consuelo, fuerza,
determinación, esperanza, plenitud y sentido. En el cristianismo con un Dios humano que muere
ajusticiado en la cruz, muerte interpretada por no pocos, como Pablo de Tarso, como la victoria
sobre la muerte y sobre el mal que, a lo largo de los siglos, se ha personalizado en la figura del diablo,
de satanás. Personalmente no tengo necesidad de satanás para reconocer el mal en el mundo, 
ni del Dios de Jesús presentado como el que vino a redimirnos del pecado de Adán, propulsado, 
según algunos, por la serpiente que se hubiera servido de Eva para sus fines. ¡Qué antropología 
en este texto, que algunos autores datan de unos 8 y hasta 10 siglos antes de Cristo, y del que tanto
nos cuesta desprendernos! 


El espíritu del mal. ¿Dónde nace este espíritu?. ¿Es que habría como una lucha entre dos principios, el principio del bien, el Dios creador bueno y el principio del mal, el Ángel caído, ¿Satanás, como nos enseñaron en la catequesis de críos?  El papa Benedicto XVI nos señala, sin embargo, que “la fe nos dice que no hay dos principios, uno bueno y uno malo, sino que hay un solo principio, el Dios creador, y este principio es bueno, sólo bueno, sin sombra de mal. (….) Así pues, vivir es un bien; ser hombre, mujer, es algo bueno; la vida es un bien. Después sigue un misterio de oscuridad, de noche. El mal no viene de la fuente del ser mismo, no es igualmente originario. El mal viene de una libertad creada, de una libertad que abusa.

¿Cómo ha sido posible, cómo ha sucedido?. Esto permanece oscuro, continúa Benedicto XVI. El mal no es lógico. Sólo Dios y el bien son lógicos, son luz. El mal permanece misterioso. Se lo representa con grandes imágenes, como lo hace el capítulo 3 del Génesis, con la visión de los dos árboles, de la serpiente, del hombre pecador. Una gran imagen que nos hace adivinar, pero que no puede explicar lo que es en sí mismo ilógico. Podemos adivinar, no explicar; ni siquiera podemos narrarlo como un hecho junto a otro, porque es una realidad más profunda. Sigue siendo un misterio de oscuridad, de noche”.

Este texto magistral de Benedicto XVI (03/12/18) no habla de satanás, habla del misterio del mal, consecuencia de “una libertad que se abusa”. Un mal que es poderoso.

El mal, lo que denominamos, falto de palabras ante lo innombrable, ante lo transcendente, 
“el espíritu del mal” está ahí. Misterio insondable que tantas y tantas reflexiones ha ocasionado 
a lo largo de los siglos. Me permito recomendar el libro del filósofo de la religión Ingolf U. Dalfert,
“El mal. Un ensayo sobre el modo de pensar lo inconcebible”, ediciones Sígueme, 2018. No se lee
como una novela. Exige esfuerzo, como esfuerzo exige comprender Auschwitz, por dar un ejemplo 
del mal absoluto. Como me decía, días pasados, un amigo judío, Auschwitz es el ejemplo de que
en todo humano hay una potencialidad de mal que escapa al mero entendimiento. 

Ante la pederastia de parte del clero católico, la justicia debe actuar, con sus propias y seculares armas, porque se ha cometido un delito. La Iglesia debe ayudar a la justicia en su labor. Pero, como se dice en el punto de reflexión 14 que se abordó en Roma, debe mantenerse la presunción de inocencia “hasta que se pruebe la culpabilidad del acusado” y añade “evitar la publicación de listas de acusados (…) antes de la investigación previa y la condena definitiva”. Este punto, aunque es prácticamente imposible de cumplir, como se observa en la justicia ordinaria (de ahí la pena de banquillo, cuando no la de telediario, si se es famoso), me parece, que sería deseable, en todo proceso judicial, salvo riesgo de reiteración delictiva.

El creyente, la comunidad de creyentes, debe adentrase en su fe y preguntarse cómo, más allá de la debilidad humana (de la que los curas y religiosos no están excluidos, pues no son supermanes, superhombres), ha podido el espíritu del mal ser más fuerte que el mensaje evangélico que es tan rotundo con los daños a los niños. Así Jesús dijo que quien dañara un niño "más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos, y le hundan en lo profundo del mar." De ahí la imprecación del papa Francisco, que ya he mentado arriba y repito aquí: “tomar las medidas espirituales que el mismo Señor nos enseña: humillación, acto de contrición, oración, penitencia. Esta es la única manera para vencer el espíritu del mal”.

Cuando escribí mi libro “Tras la losa de ETA” (PPC. 2014), entre mis lecturas traje a colación, hablando del perdón y la reconciliación, algunas reflexiones del gran filósofo y musicólogo Vladimir Yankélèvitch, de origen ruso, huido a Francia por el antisemitismo de su país y que luchó en la resistencia contra el nazismo. En el prólogo de su desgarrador libro “Lo imprescriptible” de 1971, escribe esto:” entre el absoluto de la ley del amor y el absoluto de la libertad del mal, hay un desgarro que no puede ser enteramente resuelto. No pretendemos reconciliar la irracionalidad del mal con el amor todopoderoso. El perdón es fuerte como el mal, pero el mal es fuerte como el perdón”. ¡Uuuuf!.

Esta idea me persigue, con desasosiego, desde que leí el libro, hace muchos años. Será la condición humana que diría Malraux. Solo así trato de entender (que no justificar) la supuesta pederastia (algunas están sub judice) de algún cura amigo (más de uno desgraciadamente), aunque en otros casos la sentencia es firme y debe cumplirse. Solo así trato de entender tanta maldad entre nosotros, en las guerras, en los secuestros y asesinatos sin olvidar a las torturas que hemos vivido tantos años en Euskadi. La maldad de sojuzgar a tantas mujeres a prostituirse muchas veces en condiciones infrahumanas. Tenía razón Yankélèvitch “entre el absoluto de la ley del amor y el absoluto de la libertad del mal, hay un desgarro que no puede ser enteramente resuelto”. Y con ello tenemos que vivir, pero sin olvidar lo que el todavía joven Paul Ricoeur afirmaba, “Solo el bien construye”. Y el mal destruye, siempre, me permito añadir.

Por eso el bien, como el mal, son propiedades exclusivas de la persona. Los animales no tienen ética, no saber distinguir el bien del mal. Algunos animales (perros, gatos, caballos, delfines etc.) pueden tener apego a personas y, en determinadas circunstancias ayudarlas. Y si los animales no tienen ética menos aun el reino vegetal y la naturaleza, aunque sean vivas, como lo es un árbol, por ejemplo. Pero de ahí a decir que la naturaleza es buena, o sabia, hay un largo paso que yo no doy. La naturaleza, como el reino animal siguen unas leyes, no sé si de orden físico, químico, cósmico u otro que se me escapa. Pero tienen capacidad de decidir, no tienen juicio ético, no tienen, en suma, libertad. Solamente los seres humanos tenemos libertad para decidir esto o aquello, de ahí que solamente el género humano puede hacer el mal, pero también el bien. Un mal y un bien, no circunstancial, como un tsunami cuando unas placas teutónicas entrechocan. Un tsunami no lo decide nadie, aunque genere el mal. Pero una violencia injusta puede ser querida, voluntariamente querida y decidida, incluso fría y racionalmente decidida, por una persona humana. En el mal ejercicio de su libertad. De ahí que gran parte del esfuerzo intelectual debe ser el de entender, comprender, aprehender desde dentro, por qué, en razón a qué mecanismos, objetivos, ideales o ideologías, se genera la maldad humana, el mal.

Y para esta labor no tengo necesidad alguna de Satanás, Belcebú o Mefistófeles que los dejo para la lectura del Fausto de Goethe o para deleitarme, por ejemplo, con los Fausto que llevaron a la ópera Gounod y Berlioz, el Mefistófeles de Boito, todos en el siglo XIX, sin olvidar, ¡cómo olvidar!, el Comendador de Mozart que empuja a los infiernos, fuertemente sujeto en sus manos, a D. Giovanni, en los años postreros del siglo XVIII. Pero algo debía remorderle en su cerebro a Mozart que le llevó a concluir su obra con el pastiche del ultimo cuadro con la moralina de que "tal es el fin de quienes hacen el mal: la muerte del pecador siempre refleja su vida", aunque esta escena, muchos directores en el pasado lo omitían, creo que, con razón, pues no añade nada a la inmensidad de esta obra.
  
Javier Elzo, marzo de 2019


Leo en Le Monde (20/03/19) en el Suplemento “Science et medecine”, firmado por Nathaniel Herzberg que “L´homme n´a pas le monopole de la culture”. Y ofrece varios ejemplos de animales con capacidad de transmitir conocimientos. Luego, mi texto parece necesitar si no un correctivo, sí un interrogante. Tomo nota.


jueves, 14 de marzo de 2019

"Lo de Alsasua". Gran artículo de Sánchez Ostiz








Leo en DEIA del día de hoy este artículo del escritor Miguel Sánchez Ostiz que suscribo plenamente.

Vergüenza de país, vergüenza de Justicia, vergüenza de políticos, vergüenza de tanta prensa y de tantos defensores de DDHH que miran a otro lado.

JE

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“Lo de Alsasua”

POR MIGUEL SÁNCHEZ OSTIZ * 
DEIA - jueves, 14 de marzo de 2019

ME falta una elemental serenidad para comentar “lo de Alsasua”, es decir, la reciente sentencia contra los muchachos de la localidad, por parte de la Audiencia Nacional, y el bochornoso episodio de Casado-Inda-Beltrán en el bar Koxka, la víspera de hacerse pública la sentencia, cuando ya se había filtrado el fallo.
Nunca me ha quedado tan claro lo que es una sentencia ideológica, por parte de quien la dicta, como en este caso. Basta asomarse a los argumentos en los que se basa el fallo para comprobarlo y sentir vértigo. Habla la sentencia de la “notabilísima gravedad” de los hechos. Lo que a no pocos nos parece de “notabilísima gravedad”, es la forma en que se llevó la instrucción, el juicio en primera instancia, la construcción del relato encaminado a la condena, el linchamiento mediático, el aprovechamiento político, las patrañas, la inadmisión de evidentes pruebas de descargo... Lo que causa alarma es ver cómo, después de mucho pelear, se han admitido pruebas contundentes de descargo -como el vídeo del guardia de la camisa impoluta-, que no se han tenido en cuenta; cómo se tienen en cuenta testimonios cuyo valor se pone en duda por quien los emplea; cómo se buscó una condena ejemplar y plenamente ideológica con abrumador apoyo mediático y social desde el primer momento, convirtiendo una pelea de bar en una trinchera política que divide y enfrenta a la ciudadanía; cómo se emplean agravantes delirantes, como es el de la discriminación ideológica; cómo se dan hechos probados sin pruebas, por meras elucubraciones propias de una sobremesa...
Resultado: 13 años de cárcel descartando el terrorismo. Barrionuevo y Vera, que sí fueron condenados por terrorismo, apenas estuvieron 4 meses en la cárcel. Los muchachos de Alsasua llevan casi dos años y medio en prisión. Los ejemplos para afirmar esa desproporción sobran y no habría espacio para reseñarlos. Alsasua convertida en una trinchera y en un símbolo de enfrentamiento ideológico por parte de un tribunal de excepción, de unos políticos que sacan réditos de la sentencia y de los medios de comunicación que la celebran y azuzan a sus seguidores. Y como no participes del linchamiento o aplaudas la sentencia, eres un seguidor de ETA.
Me parece por completo malicioso el buscar como escenario de un montaje publicitario, electoralista y sectario, el bar Koxka de Alsasua porque eso es de buscarruidos y buscapleitos. De eso se trataba sin duda, de que hubiera algún incidente al que sacarle partido, con colaboración policial encima y un nutrido grupo de hombres de mano. No hubo incidente alguno por mucha mentira que los interesados hagan rodar de manera indecente.
Un bar no es un espacio público, como puede serlo una plaza, sino un negocio particular dirigido al público, que no es lo mismo. No puedes hacer en él lo que te dé la gana. Y menos utilizarlo, como en este caso, para tus negocios particulares, porque del pingüe negocio de la política y la desinformación maliciosa se trataba.
Lo que ha venido después es la indecencia y la mentira que no cesa, la intoxicación del público, sobre todo de los adeptos, ya muy intoxicados y encendidos, que aceptan lo que les conviene. Malos tiempos estos para la duda.
¿Se pidió al dueño del bar que se identificara para poder acceder a su negocio como se ha dicho? ¿Quién, con qué autoridad? Me gustaría saberlo con certeza y que no se trate de una noticia falsa de respuesta a la del bando de los provocadores que poco bien hace a quien ha sido abusado. ¿Qué autoridad va a aclarar ese incidente? Como viene sucediendo desde octubre de 2016, la realidad de lo sucedido queda dañada por su relato mediático. ¿A quién creer? Pues está claro que cada cuál a los suyos, aunque sería deseable una visión no sesgada de lo sucedido. ¿Es eso posible? Me temo que no, Hay demasiado dolor y daño de por medio y el disentir tiene precio. Se hace difícil convivir de manera apaciguada y cortés con quien celebra alborozado el fallo de la Audiencia Nacional como si de un puntillazo al enemigo se tratase.

* Escritor

jueves, 7 de marzo de 2019

Llamativos elogios ante un artículo mío


Llamativos elogios ante un artículo mío

Creo que es la primera vez que me sucede. Un artículo mío, publicado en “El Correo) y que reproduzco aquí abajo fue objeto, que yo haya constatado, de dos recensiones elogiosas, por dos publicaciones de color político antagónico: “esdiario” muy de izquierdas y “periodista digital” muy de derechas. Y ambos con un argumento similar: yo habría “desmontado” o realizado un “magistral repaso” a la “farsa de Sánchez” cuando anunció las elecciones del 28 de abril. Si leen mi texto, verán que digo bastantes más cosas. Pero ser objeto de elogios por de derecha extrema y la izquierda extrema por un mismo texto, y con similar argumento, no recuerdo que me haya sucedido nunca. No se si debo preocuparme por ello.
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Una rectificación necesaria:

Un amigo me envía un tuit en el que me señala que confundo “esdiario” con “eldiario.es” y que el que yo cito, “esdiario”, no es de izquierdas. Le agradecí su puntualización y le contesté diciendo que, en realidad, fue una tercera persona quien me señaló que mi artículo había sido elogiado por dos extremos del arco político. Como no acostumbro a leer los diarios mentados lo di por bueno, sin comprobarlo. Ahora compruebo que los dos periódicos que me elogiaron son de derechas. Ruego disculpas a los lectores del blog.

No sé si debo preocuparme más o menos que antes, pero quien lea mi texto comprobará fácilmente que su objetivo no se centra en criticar a Sánchez. También hablo del PP, del PNV….Decida el lector


JE el 09/03/19
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Mi artículo:

ESTO NO ES SERIO
Si la soberanía reside de verdad en el pueblo, hay que respetarla. La inestable coalición que tumbó a Rajoy por el 'caso Gürtel' se ha roto en una España polarizada
Catedrático emérito de Sociología de la Universidad de Deusto

“El Correo” 19 febrero 2019
En una comparecencia que fue un ejercicio de autobombo con las realizaciones de sus meses de Gobierno, continuas puyas contra la oposición y un primer y repetitivo mitin electoral, el presidente Pedro Sánchez anunció la fecha del 28 de abril para las próximas elecciones generales. Lo que, más allá de la fecha, no debe suponer sorpresa alguna. Llegó al poder por una moción de censura auspiciada por una coalición de partidos más que heterogénea y anunció que convocaría pronto elecciones, aunque sin decir cuándo. Y ahora se ha visto forzado porque la inestable coalición se ha roto. Hay que hacer un poco de historia de estos últimos meses. Lo haré apoyándome, en parte, en el PNV.
«El PNV salva la legislatura a Rajoy a cambio de una subida de todas las pensiones», titula EL CORREO el 26 abril 2018. Además, consigue más inversiones para Euskadi y la promesa de Rajoy de que habría diálogo político en Catalunya cuando se levantase el 155. Pero, un mes después, leemos: «El PNV sentencia a Rajoy» (otro titular de EL CORREO, este del 1 de junio 2018). Y los dos titulares son exactos. Es el PNV quien, acomodándose a diferentes situaciones (lo propio de David frente a Goliat), cambió y, sumados sus votos a los de los demás, salvó en un momento a Rajoy y lo sentenció un mes después. ¿Qué había pasado entre tanto? La sentencia sobre Gürtel en la que la Audiencia Nacional determinó por 2 a 1 -dos de los tres jueces de la Sala- que Mariano Rajoy, junto a otros miembros del Partido Popular, no fue lo «suficientemente creíble» en su declaración como testigo en el juicio.
Me detengo en este punto para manifestar mi sorpresa democrática, por decirlo así, dado el gigantesco poder que hemos concedido a los magistrados, cuya competencia y honestidad no pongo en absoluto en duda, aunque muchas veces difieren en sus decisiones. Recuérdese, por ejemplo, cómo el Tribunal Constitucional anuló en junio de 2012, por seis votos a cinco, la sentencia del Supremo de marzo de 2010 que, por nueve votos a siete, había prohibido la inscripción de Sortu en el registro de partidos con las consecuencias políticas consiguientes. Al final, decía, los magistrados tienen más poder que el pueblo soberano.
Rajoy era presidente porque, tras unas elecciones, consiguió el apoyo de la Cámara de los representantes del pueblo pretendidamente soberano. Pero soberano de verdad, es el juez. (¿Hay que poner ejemplos?). No digo que un presidente de Gobierno democráticamente elegido sea inmune a la Justicia. Solamente digo que, a veces, hasta un solo juez, con sus decisiones, puede más que cientos de miles de personas con sus votos. Y el presidente de Gobierno ha de sufrir el veredicto de las urnas, del pueblo soberano, cada cuatro años. Un magistrado no. Solamente, y si es el caso, el de otro magistrado.
El hecho es que, tras la decisión, dos a uno, sobre el 'caso Gürtel', se impulsó una moción de censura cuyo objetivo era, simplemente, echar a Rajoy. La aritmética exigía los cinco votos del PNV y, tras mil y una cábalas, este se adhirió a aquel conglomerado heterogéneo de opciones políticas que no tenía un proyecto común de Gobierno. La ejecutiva del PNV se explicó diciendo que ya no había estabilidad para el Gobierno del PP por la «amplísima mayoría de oposición» que, más pronto que tarde, acabaría tumbando a Rajoy. Además, había obtenido promesas de calado de Sánchez (transferir, tras 38 años de demora, ¡38 años!, las competencias pendientes del Estatuto de Gernika) y temía que si Ciudadanos llegaba al poder, como aventuraban entonces algunas encuestas, quitaría a Euskadi si pudiera las competencias que ya tiene transferidas, empezando por la educación. Y que el partido de Albert Rivera pelearía a muerte para tumbar el Concierto Económico, la joya de la corona de la autonomía vasca. Ahora, todo eso está en el aire.
Pues bien, el miércoles pasado todo esto se derrumbó, auspiciado por otra coalición, tan heterogénea como la que tumbó a Rajoy y ahora ha tumbado a Sánchez. Además, en pleno macrojuicio del 'procés', del que no veo qué puede salir de positivo para la gobernanza de España o de Catalunya. Una España que, lo vengo repitiendo, estará jurídicamente unida -el ministerio fiscal repitió en el juicio del 'procés' el mantra inexacto de que la soberanía reside exclusivamente en el Parlamento español-, pero España está emocionalmente desmembrada con una extrema polarización de personas. Por un lado, están quienes necesitan actos de afirmación nacional con profusión de banderas rojigualdas y discursos explosivos (Casado ha logrado que se añore a Rajoy) y, en el otro polo, están otros ciudadanos del Estado español que no quieren saber nada de decirse españoles. No se sienten, en absoluto, españoles.
Todo esto no es serio. Si la soberanía reside de verdad en el pueblo, hay que respetarla. Una decisión de la Justicia que divide al propio tribunal, y menos aún una moción de censura sin proyecto político compartido, no justifican derrocar a un presidente democráticamente elegido -aunque no con mi voto- que debía presentarse al veredicto popular año y medio después.
Esto no es serio, repito. Así se entiende el creciente desapego de la población hacia la política y la emergencia de partidos extremistas de todo color político.
Javier Elzo


miércoles, 6 de marzo de 2019

Mini - guerra de religión y, de nuevo, la caduca y criminógena soberanía


  

Mini- guerra de religión y, de nuevo, la caduca, aunque criminógena, soberanía

(Es una actualización de un texto que publiqué hace dos semanas, en el que incido más en la dimensión criminógena de la soberanía)  

Avanzamos ya en este año 2019 con múltiples incertidumbres. Sin salir de España, la cuestión territorial con Catalunya en primer, pero no único lugar; el nuevo gobierno en Andalucía; elecciones autonómicas y municipales aquí y allá; trascendentales elecciones al parlamento europeo con una derecha extrema de malos recuerdos al alza y, todo ello, con un gobierno muy en minoría en Madrid y la irrupción de Vox en el panorama político español.

Es cierto que la historia nunca se repite plenamente, pues las circunstancias cambian. La acertada expresión de Ortega y Gasset de “yo soy yo y mi circunstancia”, vale también para las realidades sociales. Sobre todo, si realizamos sociología comparativa. Así, hay debates que, cual Guadiana, reaparecen con tintes novedosos y, claro está, con protagonistas diferentes pero que, mirando con detenimiento, reproducen querellas que atraviesan décadas y siglos. Es lo que, de forma inusitada, presenciamos en la actualidad en el universo social, cultural y político de la España de nuestros días, en varios aspectos.  Por hacerlo corto y breve hoy me centraré en dos cuestiones. Por un lado, lo que denomino, el debate soterrado entre la eclesiofobia reinante y la emergencia de un neocatolicismo de vieja escuela. En segundo lugar, apuntaré a la aporía de pretender resolver la cuestión territorial en la España de 2019, en base al concepto de soberanía. Es lo que nos depara el próximo juicio a los presos políticos catalanes (sé que la expresión no gusta a muchos, pero defiendo el derecho, yo también, a la pacífica y respetuosa libertad de expresión) juicio que, parodiando a García Márquez, vamos a vivir en una (larguísima) crónica de una condena anunciada.

La emergencia social de un viejo catolicismo que creíamos, ilusamente, fenecido, no solamente en VOX y aledaños, y que se enfrenta, envalentonándose, a una eclesiofobia que, ésta, lleva décadas bien despierta y, entre burlona y belicosa, campando en cierta izquierda caviar (“la gauche caviar” que se decía en torno al mayo francés de 1968). Esta última, vive y se agita, bajo el manto del laicismo excluyente de lo religioso, de mala copia francesa, y desea encerrar a los cristianos en sus templos y sacristías, así como limpiar la vida y los edificios públicos de toda referencia religiosa. Estas dos polaridades, el del neocatolicismo añorante del estado de cristiandad, ya felizmente en sus estertores, y el fundamentalismo laicista, en esquemas de finales del siglo XIX, desgraciadamente rampante (también en Euskadi), se retroalimentan reforzándose, bajo el esquema de “yo” o el “otro”, mientras la pluralidad respetuosa se difumina, aminora, en una timorata, aunque imprescindible, defensa del “yo” y el “otro”, postura que es objeto de mofa y escarnio por los mentores del neocon católico y del laicismo excluyente, como se puede constatar en la lectura de los medios, en nada marginales, que les sostienen sin vergüenza, sin rigor ni decoro alguno. Desconocen el término y la práctica de la “ecuanimidad”.

Un triste ejemplo. Al poco de las elecciones andaluzas del 2 de diciembre pasado, el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, publicó su carta semanal sobre el tema y que adelantó Alfa y Omega (06/12/18). Podemos leer esto. “Me alegro de que esta sociedad andaluza haya sido capaz de dar un vuelco de este calibre, rompiendo una inercia casi imposible de superar. Andalucía se sitúa como pionera de un cambio social que esperamos en la sociedad española”, escribe el prelado cordobés, sin mencionar concretamente a ningún partido.
Sí lanza un mensaje al actual Gobierno andaluz, que es a la vez análisis de las causas del resultado electoral: “No se puede estar contradiciendo la sensibilidad de un pueblo religioso y cristiano, un pueblo que pide respeto para sus tradiciones religiosas y está dispuesto a respetar a los demás. No se puede estar atacando la libertad religiosa impunemente, reclamando la propiedad pública de la mezquita-catedral de Córdoba con argucias que no se sostienen ni por parte de los que las montan. […] No se puede trocear España, sin que eso tenga un precio político. No se puede pretender eliminar el derecho de los padres a elegir la educación que quieren para sus hijos, introduciendo leyes de ingeniería social. No se puede eliminar la vida inocente al inicio o al final de la vida, y esperar que encima les voten. Los andaluces son sensibles a todo esto, y han querido decir en las urnas cuál es el futuro que quieren para ellos y para sus hijos”.
Quiero recordar en este contexto la Carta Pastoral “Preparar la Paz” del 29 de mayo de 2002, firmada por todos los Obispos de Euskal Herria del momento, Ricardo Blázquez, Juan Mª Uriarte, Miguel Asurmendi y Karmelo Etxenagusia, pero significativamente no por el Arzobispo de Pamplona, Fernando Sebastián, donde se podía leer que “ni la aspiración soberanista, ni la adhesión a un mayor o menor autogobierno, ni la preferencia por una integración más o menos estrecha en el Estado español son, en principio, para la Iglesia, “dogmas políticos” que requieran un asentamiento incondicionado. En este punto, el pensamiento social cristiano afirma como un derecho cívico la libertad de sostener y promover por vías pacíficas cualquiera de estas opciones”. Esta carta abrió la caja de los truenos y enervó al ejecutivo que presidía Aznar, que pidió a la Conferencia Episcopal Española (CEE) una réplica al mismo.

Así la Asamblea Plenaria de la CEE aprueba en noviembre de 2002, con 63 votos a favor, 8 en contra y 5 abstenciones, la Instrucción Pastoral titulada “Valoración moral del Terrorismo en España”, donde se puede leer que: “poner en peligro la convivencia de los españoles, negando unilateralmente la soberanía de España, sin valorar las graves consecuencias que esta negación podría acarrear, no sería prudente ni moralmente aceptable”. Y de ahí surgen los pronunciamientos de algunos obispos de que “la unidad de España es un bien moral”, lo que jamás dijeron los obispos vascos o catalanes de la unidad de Euskadi o de Catalunya. Y ahí seguimos.

Por otra parte, iniciamos 2019, con los peores augurios, en el contencioso territorial, en estos tiempos focalizado en Catalunya, pero no se olvide esa parte importante de la sociedad vasca, manifiestamente descontenta con la situación política, y con la de los presos, particularmente con la de los presos gravemente enfermos (problema que también se vive en otras partes, como en Valencia y que ahora parece preocupar a políticos vascos de los que antaño enarbolaban aquello de “que se pudran en la cárcel”).

Hace años, un significado político vasco, socialista, con fuerte presencia en Madrid, de cuyo ejecutivo llegó a formar parte, (y de quien he defendido que sería un excelente presidente de España) escribió que “en el siglo XXI las soberanías o son compartidas o son peligrosas”. Otro político, este del PP, y que también se sentó en la mesa del Consejo de Ministros, propuso la solución de la soberanía compartida para solventar el lacerante quiste del Peñón de Gibraltar. El lehendakari Urkullu en el pleno de Política general en el Parlamento Vasco del 25 de septiembre de 2014, reiteró su apuesta por la soberanía compartida en clave de bilateralidad Estado-Euskadi, trasladando a lo político el esquema del Concierto económico vasco. “Soberanía compartida desde la libertad de pacto y para evitar el incumplimiento unilateral de los pactos alcanzados”.

Esta idea de las soberanías compartidas la vengo sosteniendo desde mis años de estudiante en Lovaina, idea recibido de uno de mis profesores en Lovaina que más huella me ha dejado: Paul M. G. Levy. En su juventud luchó contra el “rexismo”, (viene de Christus Rex), un catolicismo integralista, fascista y que, bajo el liderazgo del tristemente célebre León Degrelle, se asoció al nazismo en Bélgica. Paul M. G. Levy nos decía (¡qué clases aquellas, sin tantas chorradas, pretendidamente pedagógicas, como muchas ahora, cuando el profesor tenía algo propio que decir) que, en una situación socio política en grave conflicto, la pretensión de poseer toda la verdad era criminógena, y que debemos superarla en el respeto a las diferencias. Había que solventar los inevitables conflictos, sostenía, mediante la deliberación continuada. Lo que exigirá cesiones. Por parte de todos. Es cuestión de prioridades. Y en una sociedad rica, más aún, opulenta como la nuestra, la primacía debe ir a la convivencia en el respeto y aplicación de los Derechos Humanos. Pero eso es imposible, radicalmente imposible, si en un conflicto territorial, como el catalán, como el español, como el vasco, defendemos el principio de la soberanía absoluta. En estos temas, además, nadie está en posesión de la verdad absoluta. Absolutamente nadie, y de alguna de sus lecturas recomendadas por Paul M. G. Levy, aun retengo la del hoy olvidado Gastón Bouthoul, en su pionero Tratado de Polemología. Por eso sostengo que el concepto de soberanía debe ser enviado al baúl de las cosas, no solamente inútiles, sino polemógenas. Nos va en ello nuestro futuro en paz.

En la era de la mundialización vengo sosteniendo, insistentemente, que los conceptos de independencia y de soberanía (particularmente el concepto de soberanía absoluta) amen de irreales, pues todos somos interdependientes, están no solamente obsoletos, pese a que grupos extremistas se reclaman de ellos, incluso con violencia, sino también criminógenos o polemógenos. España, el Estado Español, de facto y de iure, ya ha aceptado trasferir parte de su soberanía a la Unión Europea y, de iure, aunque no de facto, también a las Comunidades Autónomas. Aunque parece que, tras 39 años, ¡sí, 39 años!, se va a cumplir casi todo el Estatuto Vasco. Y será, si lo es, por un plato de lentejas: los votos del PNV a los presupuestos del gobierno de Sánchez. Aunque ahí están Ciudadanos y Vox que, con sumo gusto, nos quitarían la Autonomía y al PP, ¡bueno! al PP tampoco le hace mucha gracia, dejémoslo ahí.

Personalmente llevo años propugnando substituir los conceptos de independencia y soberanía, y con ellos el Estado Nación, por los de subsidiariedad, competencias y responsabilidades solidariamente compartidas, en una Europa fuerte, unida pero no uniforme. Además, a poco que pensemos, nos separan de esa situación, al menos en el Estado Español (pongan España si prefieren) más las palabras que las realidades.

Sin embargo, en el reciente Procès contra los políticos catalanes independentistas, el expresidente Rajoy no paró de hablar de la soberanía española y de su responsabilidad de mantenerla intacta. Es la idea de la soberanía la que planea sobre el juicio, lo que me conforma, si falta había del carácter polemógeno de un concepto que hace tiempo además es ya caduco.

Javier Elzo