domingo, 14 de abril de 2013

El fraude mundial y el secreto de las fuentes


El fraude mundial y el secreto de las fuentes

 

El 4 de abril de 2013, 36 medios de comunicación de todo el planeta (coordinados por ICIJ, un Consorcio Internacional de periodistas de información) comienza la publicación del expurgue de 2,5 millones de ficheros concernientes a 120.000 truts y sociedades fantasmas de 170 países, ficheros domiciliados en países fiscales. Estos ficheros corresponden a lo que, en términos financieros, se denominan “offshores”, imposiciones de capitales en el extranjero, fuera de control fiscal. Es el fraude a nivel planetario. En esta masa de documentos ya aparecen dos bancos franceses así como el tesorero de la campaña de Hollande en las elecciones presidenciales de 2012 en Francia, Jean-Jacques Augier, quien asegura que no hizo nada ilegal recurriendo a un partenaire chino, para estos montajes offshores.

Ya van saliendo nombres de personas, como se ve. Pero, como firma en el editorial de ese día la nueva directora de “Le Monde”, Natalie Nougayrède, (decididamente llamada a ser líder de opinión en Europa), “la exposición de casos individuales no debe ocultar el fondo del problema: los paraísos fiscales son una amenaza para la democracia. Minan el estado de derecho, con su ocultismo. Son una ganga para todos los defraudadores,” tanto de  capitales públicos como de personas privadas. “En este universo de creatividad jurídica, que parece ilimitada, continúa Nougayrède, hay cantidades colosales de dinero tras las sociedades pantalla. Personas enormemente ricas dispondrían en tales sociedades el equivalente a la suma del PIB de los EEUU y del Japón”.

Concluye Nougayrède su editorial escribiendo que nadie podrá pretender, a la luz de esta investigación, que los dirigentes políticos, a pesar de sus afirmaciones, (por ejemplo, añado yo, las conclusiones del G20 tras las convulsiones financieras de 2007 y 2008 y el Informe Stiglitz encargado por Sarkozy en 2009), se hayan dado los medios necesarios para actuar. Urge reforzar las reglas, los medios de control y la cooperación transfronteriza. La lucha por el blanqueo del dinero pasa por ahí. Y los bancos occidentales, amateurs (“amatrices”, en el original) de esquemas opacos difícilmente podrán evitar dar respuestas claras. Al menos si pretenden que, durante la actual crisis, sean creíbles cuando enuncian profesiones de fe sobre su “ética”.

Ciertamente, pero eso no basta. Urge un auténtico rearme ético donde derribemos de su pedestal al dios Mamon, pues el dinero es, actualmente, más dios que nunca. A gran escala para unos. A pequeña para otros, a la que puedan. Por ejemplo, en el Babelia de “El País” del sábado 13 de abril leía que “de los cuatro libros (de los mas leídos recientemente en lengua castellana), tres pueden descargarse fraudulentamente”. Necesitamos un rearme ético. Por supuesto que si. Rearme ético en los políticos, banqueros y expertos en ingeniería defraudatoria en primer lugar. Pero también en quienes, por ejemplo, tienen a gala bajarse gratis libros de la red (los encuentro en mi vida cotidiana), o engañar en el uso de las viviendas de protección oficial. Por quedarme en estos dos ejemplos.


Pero hay más con “Le Monde”.  El nuevo Ministro de Finanzas francés (el anterior tuvo que dimitir cuando se descubrió que tenía 13 millones “ocultos” en bancos suizos), pide el martes 9 de abril, en el Parlamento galo, que la prensa entregue los ficheros a la justicia. Pues hete aquí que “Le Monde”, en su editorial (no firmado esta vez) del miércoles, anuncia que no piensa hacerlo, apelando al “secreto de las fuentes de los periodistas” y añade que “entregar a la justicia los documentos que fundamentan nuestra investigación supondría exponer cómo se obtuvieron los datos y podría llegar a la identificación de nuestras fuentes”. . Me hierve la sangre leyendo estas cosas.

El tema viene de lejos. Se arguye, por ejemplo, que si no hubiera existido el secreto de las fuentes periodísticas, el caso Watergate no se hubiera producido y Nixon no hubiera tenido que dimitir. No voy a abrir aquí el tema que me da muchas vueltas en la cabeza desde siempre. Porque nosotros los sociólogos cuando publicamos un estudio siempre debemos dar cuenta de las fuentes en las que nos basamos. En cada una de nuestras tablas sin ir mas lejos. (Publiqué una entrada en este blog hace dos o tres semanas sobre este tema ante la renuncia del director de El País de entregar al juez Ruz la fuente, la persona, que le entregó los papeles de Bárcenas”.


Digan lo que digan “El País” y “Le Monde”, no entiendo porqué exigen trasparencia y denigran la opacidad bancaria y de las cuentas de los partidos políticos y la aplican en sus publicaciones.  No entiendo o, para ser mas exacto, entiendo las razones que arguyen, razones que me sirven también para entender (otra cosa sería aprobar, que no apruebo) la opacidad y falta de transparencia de quienes ellos denigran. Y que no le ocurra, a un sociólogo, firmar una investigación sin explicar, con pelos y señales, la fuente, la metodología y los controles que ha utilizado para llegar a las conclusiones a las que ha llegado. Aunque quizás, no lo sé, alguno ya se habrá infectado del ocultismo bancario, financiero, político y mediático.

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