Una gracia presidencial bienvenida
El Presidente de la República francesa, François
Hollande, ha decidido y decretado, el 28 de diciembre, día de los santos
inocentes, un indulto total a Jacqueline Sauvage, una mujer de cerca de 70 años,
quién tras matar, por la espalda, a su marido que la había maltratado durante
47 años, había sido condenada a 10 años de cárcel. En dos ocasiones los Tribunales
habían confirmado la sentencia pues, argüían, Jacqueline Sauvage no había mostrado
señales de arrepentimiento.
Parece, por lo que leo y veo en la prensa
francesa, que el caso Sauvage se había convertido en un símbolo en la lucha de la
violencia contra las mujeres.
Parece que la población publicada en Francia y
la clase política aplaude la decisión de Hollande, mientras que hay jueces que
la critican, porque, dicen, que el ejecutivo se inmiscuye en lo judicial,
argumento de peso, ciertamente.
Mis tripas, mi corazón y mi razón dan la razón a
Hollande y me confirman en la idea de que “el derecho de gracia” puede ser una ocasión
para remediar auténticas barbaridades de sesudos magistrados. El caso de
Jacqueline Sauvage me parece un ejemplo paradigmático de ello.
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