miércoles, 27 de diciembre de 2017

Los otros dos bloques en Catalunya


Los otros dos bloques en Catalunya


Una versión reducida de este texto, concluida la misma noche electoral, fue publicada en “El Correo” de Bilbao el día siguiente, 22 de diciembre. Manteniéndolo prácticamente idéntico, con algunos añadidos que retiré del texto que envié a “El Correo” por razones de espacio, lo llevo a este Blog el día hoy, una semana después, con el mismo título.

El artículo de “El Correo” lo envié a varios amigos, bastantes de ellos catalanes. Los comentarios recibidos, todos muy correcta y amigablemente redactados, me confirman, si falta hacía, de la polaridad reinante: “ha ganado el independentismo y él debe gobernar”, “hemos vencido al Estado” etc., sin que falte otro amigo constitucionalista que me dice que, “a fin de cuentas, el 155 ha sido un éxito” y que “como nadie podrá formar gobierno habrá nuevas elecciones en mayo” y entonces se desfondará totalmente el independentismo. Aunque también algunos juzgan positivamente mi texto como “sensato”, y abriendo horizontes. Mientras otros, guardan silencio.

Personalmente, aun consciente de la enorme dificultad de que lo que propongo, o algo similar, salga adelante, sin embargo, me reafirmo, en la bondad intrínseca de mí propuesta: hoy Catalunya necesita un gobierno transversal lo más amplio posible.

El lector de este Blog juzgará.

Los datos definitivos, resultado de la consulta electoral del 21 de diciembre pasado nos dicen que ha aumentado claramente la participación; que este aumento ha sido mayor en Barcelona y en la zona metropolitana, donde se concentra el mayor voto unionista; que sin embargo “JxCat” y ERC se mantienen y suman cuatro escaños más que en 2015; que C´s gana 12 escaños mientras el PP se hunde, en fin que el independentismo, a pesar de perder unos pocos apoyos, por la debacle de la CUP, sigue superando claramente al voto constitucionalista y mantiene la mayoría en el Parlament. En fin, los Comunes bajan un poco.

Con la victoria parlamentaria, aunque pequeña, sería legal y legítimo, que el independentismo, tratara de conformar un gobierno. Por otra parte, C´s, siendo la lista más votada en escaños y en votantes, podría intentar, también legítimamente, conformar un gobierno unionista, aunque los números se lo ponen mucho más difícil. Pero no me gusta ninguna de las dos soluciones. Perpetua unos bloques.
Catalunya lleva meses, incluso años, viviendo momentos dramáticos. Un buen amigo mío, profesor en la Universidad Ramon Llull de Barcelona, Josep Carbonell, próximo a los socialistas, habla de “descenso a los infiernos”. Escribe: “he visto cómo las amistades se han roto, las familias han puesto líneas rojas en sus encuentros para evitar hablar de política y no romperse, he visto a mucha gente gritando tener razón y otros callando perplejos”. Catalunya está rota en dos bloques y los resultados de ayer lo confirman.

Por otra parte, en las últimas fechas se han alzado voces, en el campo académico, social, cultural, religioso, etc., pidiendo restablecer los puentes rotos de la convivencia en Catalunya, así como de “reencontrar el camino de una verdadera y respetuosa cooperación entre el gobierno del Estado y el de la Generalitat, para recomponer el entendimiento, asegurar el bien común de todos los ciudadanos y garantizar el respeto a las legítimas instituciones del autogobierno sin humillaciones", escribe el Arzobispo de La Seu d´Urgell, otro buen amigo catalán, Joan-Enric Vives, según leo en “La Vanguardia” el lunes pasado.
Así mismo, el organismo Justicia y Pau, de clara coloración catalanista y próxima a la Iglesia en un comunicado del pasado 14 de diciembre declaraba que “sean cuales sean los resultados electorales, será urgente abrir un diálogo sincero y una negociación política seria entre los múltiples actores implicados que permita buscar con voluntad y constancia una solución justa, duradera y democrática. Para hacer posible este diálogo y negociación es necesario un escenario que revierta las condiciones de excepcionalidad actuales, reconozca el conflicto, evite la judicialización y garantice el pleno respeto a los derechos humanos. El diálogo sólo será fructífero si se destierran actitudes de confrontación, que usan un lenguaje agresivo o que pretenden la derrota o la humillación del adversario. Con una firme actitud de respeto y escucha hacia las posiciones distintas de la propia y la voluntad de llegar a una solución que cuente con el máximo apoyo social posible”.
Joan Carbonell, ya citado arriba, escribe que “nos hará falta una etapa de reconciliación, de encuentro, de respeto, de afecto. Las heridas tardarán años a cicatrizar, pero no podemos renunciar a buscar la unidad en lugar de la división. Si volvemos a ser un solo pueblo, lo podremos todo”.
En las personas y miembros de los partidos catalanes he percibido talantes diferentes. Entre los miembros de “C´s”, “PP”, la CUP y en no pocos de “JxCat”, hay que mirar con lupa para encontrar un planteamiento realmente conciliador. En el PSC, los Comunes y muchos del ERC, sin embargo, aun defendiendo cada cual sus posiciones, he constatado otro talante. Para mí, estos son los dos bloques principales hoy en Catalunya. El bloque de la intransigencia frente al bloque del entendimiento, más allá de las diferentes opciones políticas acerca de la independencia de Catalunya, en cada uno de los bloques. Creo capital situar el contencioso catalán en el ámbito de la convivencia civil antes que en el de la, por otra parte, legítima divergencia política que, sin embargo, veo radicalizada en una polaridad que lleva, al final, a la ruptura de la sociedad. Algunos, muchos, incluso la mayoría, verán mi planteamiento, mi lectura de la realidad como quimérica, del ámbito de los buenos deseos y no en el de las realidades tangibles. Pero yo defiendo que no es quimérico, sino realistamente utópico lo que sugiero. La quimera es un cuento de hadas, como un articulado de buenos propósitos. La Utopía es otra cosa. La utopía, amén de una ilusión a alcanzar y unos ideales por los que luchar, presupone la toma de conciencia del camino a recorrer, del esfuerzo a invertir, de las inercias a superar, de los conciudadanos a convencer. Para una Catalunya razonablemente cohesionada.  
Políticamente hago mía la opinión de Joan Rigol, ex presidente del Parlamento catalán, quien afirmaba que ha llegado el momento de "recuperar las instituciones y desde allí trabajar para la reconciliación. Se necesita tiempo para digerir estos últimos meses, pero creo que el Estado ha aprendido de lo que ha sucedido. Y nosotros también. Tendremos que renovar el diálogo, pero, como punto de partida, con el reconocimiento de que Cataluña es un sujeto político en sí mismo". (Le Monde, 18/12/12)
Pero, aun si se pusieran de acuerdo, tendrían que superar un escollo de los de 8.000 metros: el sistema judicial que no entiende de otra lógica que la interpretación por cada juez de la letra de la ley. En España, nadie tiene tanto poder, con tantas consecuencias sociales y políticas como la de algunos jueces a tenor del cargo que ocupan. Pero este gravísimo tema exige tratamiento propio.


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