Los otros dos bloques en Catalunya
Una versión reducida
de este texto, concluida la misma noche electoral, fue publicada en “El Correo”
de Bilbao el día siguiente, 22 de diciembre. Manteniéndolo prácticamente
idéntico, con algunos añadidos que retiré del texto que envié a “El Correo” por
razones de espacio, lo llevo a este Blog el día hoy, una semana después, con el
mismo título.
El artículo de “El Correo”
lo envié a varios amigos, bastantes de ellos catalanes. Los comentarios recibidos,
todos muy correcta y amigablemente redactados, me confirman, si falta hacía, de
la polaridad reinante: “ha ganado el independentismo y él debe gobernar”, “hemos
vencido al Estado” etc., sin que falte otro amigo constitucionalista que me
dice que, “a fin de cuentas, el 155 ha sido un éxito” y que “como nadie podrá formar
gobierno habrá nuevas elecciones en mayo” y entonces se desfondará totalmente
el independentismo. Aunque también algunos juzgan positivamente mi texto como “sensato”,
y abriendo horizontes. Mientras otros, guardan silencio.
Personalmente, aun
consciente de la enorme dificultad de que lo que propongo, o algo similar, salga
adelante, sin embargo, me reafirmo, en la bondad intrínseca de mí propuesta: hoy
Catalunya necesita un gobierno transversal lo más amplio posible.
El lector de este Blog
juzgará.
Los datos definitivos, resultado
de la consulta electoral del 21 de diciembre pasado nos dicen que ha aumentado
claramente la participación; que este aumento ha sido mayor en Barcelona y en
la zona metropolitana, donde se concentra el mayor voto unionista; que sin
embargo “JxCat” y ERC se mantienen y suman cuatro escaños más que en 2015; que C´s
gana 12 escaños mientras el PP se hunde, en fin que el independentismo, a pesar
de perder unos pocos apoyos, por la debacle de la CUP, sigue superando
claramente al voto constitucionalista y mantiene la mayoría en el Parlament. En
fin, los Comunes bajan un poco.
Con la victoria parlamentaria,
aunque pequeña, sería legal y legítimo, que el independentismo, tratara de
conformar un gobierno. Por otra parte, C´s, siendo la lista más votada en escaños
y en votantes, podría intentar, también legítimamente, conformar un gobierno
unionista, aunque los números se lo ponen mucho más difícil. Pero no me gusta
ninguna de las dos soluciones. Perpetua unos bloques.
Catalunya lleva meses, incluso años, viviendo momentos
dramáticos. Un buen amigo mío, profesor en la Universidad Ramon Llull de
Barcelona, Josep Carbonell, próximo a los socialistas, habla de “descenso a los
infiernos”. Escribe: “he visto cómo las amistades se
han roto, las familias han puesto líneas rojas en sus encuentros para evitar
hablar de política y no romperse, he visto a mucha gente gritando tener razón y
otros callando perplejos”. Catalunya está rota en dos bloques y los resultados
de ayer lo confirman.
Por otra parte, en las últimas
fechas se han alzado voces, en el campo académico, social, cultural, religioso,
etc., pidiendo restablecer los puentes rotos de la convivencia en Catalunya, así
como de “reencontrar el camino de una verdadera y respetuosa cooperación entre
el gobierno del Estado y el de la Generalitat, para recomponer el
entendimiento, asegurar el bien común de todos los ciudadanos y garantizar el
respeto a las legítimas instituciones del autogobierno sin humillaciones",
escribe el Arzobispo de La Seu d´Urgell, otro buen amigo catalán, Joan-Enric
Vives, según leo en “La Vanguardia” el lunes pasado.
Así
mismo, el organismo Justicia y Pau, de clara coloración catalanista y próxima a
la Iglesia en un comunicado del pasado 14 de diciembre declaraba que “sean
cuales sean los resultados electorales, será urgente abrir un diálogo sincero y
una negociación política seria entre los múltiples actores implicados que
permita buscar con voluntad y constancia una solución justa, duradera y
democrática. Para hacer posible este diálogo y negociación es necesario un
escenario que revierta las condiciones de excepcionalidad actuales, reconozca
el conflicto, evite la judicialización y garantice el pleno respeto a los
derechos humanos. El diálogo sólo será fructífero si se destierran actitudes de
confrontación, que usan un lenguaje agresivo o que pretenden la derrota o la
humillación del adversario. Con una firme actitud de respeto y escucha hacia
las posiciones distintas de la propia y la voluntad de llegar a una solución
que cuente con el máximo apoyo social posible”.
Joan Carbonell, ya citado
arriba, escribe que “nos hará falta una etapa de reconciliación, de encuentro,
de respeto, de afecto. Las heridas tardarán años a cicatrizar, pero no podemos
renunciar a buscar la unidad en lugar de la división. Si volvemos a ser un solo
pueblo, lo podremos todo”.
En las personas y miembros de
los partidos catalanes he percibido talantes diferentes. Entre los miembros de
“C´s”, “PP”, la CUP y en no pocos de “JxCat”, hay que mirar con lupa para
encontrar un planteamiento realmente conciliador. En el PSC, los Comunes y muchos
del ERC, sin embargo, aun defendiendo cada cual sus posiciones, he constatado
otro talante. Para mí, estos son los dos bloques principales hoy en Catalunya.
El bloque de la intransigencia frente al bloque del entendimiento, más allá de
las diferentes opciones políticas acerca de la independencia de Catalunya, en cada
uno de los bloques. Creo capital situar el contencioso catalán en el ámbito de
la convivencia civil antes que en el de la, por otra parte, legítima
divergencia política que, sin embargo, veo radicalizada en una polaridad que
lleva, al final, a la ruptura de la sociedad. Algunos, muchos, incluso la
mayoría, verán mi planteamiento, mi lectura de la realidad como quimérica, del
ámbito de los buenos deseos y no en el de las realidades tangibles. Pero yo
defiendo que no es quimérico, sino realistamente utópico lo que sugiero. La quimera es un cuento de hadas, como un articulado
de buenos propósitos. La Utopía es otra cosa. La utopía, amén de una ilusión a
alcanzar y unos ideales por los que luchar, presupone la toma de conciencia del
camino a recorrer, del esfuerzo a invertir, de las inercias a superar, de los
conciudadanos a convencer. Para una Catalunya razonablemente cohesionada.
Políticamente hago mía la
opinión de Joan Rigol, ex presidente del Parlamento catalán, quien afirmaba que
ha llegado el momento de "recuperar las instituciones y desde allí
trabajar para la reconciliación. Se necesita tiempo para digerir estos últimos
meses, pero creo que el Estado ha aprendido de lo que ha sucedido. Y nosotros
también. Tendremos que renovar el diálogo, pero, como punto de partida, con el
reconocimiento de que Cataluña es un sujeto político en sí mismo". (Le
Monde, 18/12/12)
A
la vista de estas reflexiones, y de los resultados electorales, mi propuesta
para Catalunya sería la de un gobierno trasversal conformado por un tripartito:
ERC, con Oriol Junqueras como presidente (aglutina más que Puigdemont), PSC y
los Comunes. Conforman si, solamente 57 escaños, mientras que C´s y el PP se
quedan en 40. Debería contar con la abstención de algunos parlamentarios de
“JxCat”. Además de tener la mayoría parlamentaria, y también la de la mayoría moderada
de la población catalana, conformaría un gobierno plural y transversal que
acogería lo más pactista de los partidos políticos hoy en liza en Catalunya. La
prioridad de las prioridades hoy en una Catalunya fragmentada.
Pero,
aun si se pusieran de acuerdo, tendrían que superar un escollo de los de 8.000
metros: el sistema judicial que no entiende de otra lógica que la
interpretación por cada juez de la letra de la ley. En España, nadie tiene tanto
poder, con tantas consecuencias sociales y políticas como la de algunos jueces
a tenor del cargo que ocupan. Pero este gravísimo tema exige tratamiento
propio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario