Más allá del pensamiento
binario.
Elogio de la diversidad en la unidad.
Texto para la Lección de
Ingreso de Javier Elzo como Amigo de Número en la Real Sociedad Bascongada de los
Amigos del País/ Euskalerriaren Adiskideen Elkartea
el 10 de Septiembre en el Palacio Intsausti de Azkoitia
Índice:
-
Introducción
-
¿Qué
entendemos por pensamiento binario?
-
Enraizamiento y emancipación
-
La
dimensión temporal: un antídoto del pensamiento binario
-
La
tiranía de la mayoría.
-
Las
leyes de Jante (1933) y la advertencia de Michel Foucault (1975)
-
La contextualización: otro antídoto del pensamiento binario
-
La
auto-determinación de los pueblos y naciones en su tiempo y contexto
-
Cerrando
con Bach
Buenos
días. Egun on guztiori. Gracias a todos ustedes por estar aquí, en este histórico
Palacio de Intsausti, esta mañana de sábado. Gracias particularmente a la Junta
Rectora de la Comisión de Gipuzkoa de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País/ Euskalerriaren
Adiskideen Elkartea y a su Presidente, Juan Bautista Mendizabal Juaristi, por haberme nombrado
Amigo de Número. Gracias también a mi buen amigo y colega Juan José Álvarez
Rubio por haber aceptado pronunciar las Palabras de Recepción en este Acto.
También gracias a los Amigos de la Bascongada aquí presentes, así como a los
que me han comunicado su cercanía y su imposibilidad de estar hoy entre
nosotros. Lo mismo digo de mis amigos y conocidos, de mis colegas en afanes
intelectuales y de quienes me hacen el honor de leer mis textos en libros y
revistas y mis artículos en prensa.
En
fin quiero agradecer a mi familia aquí presente su paciencia conmigo y, de
forma especial, a un ausente que, estoy seguro, hoy estaría feliz entre
nosotros. Un gran Amigo e impulsor de la Bascongada, hace ya años fallecido
quien hubiera leído con detalle y con ojos crítico el contenido de esta Lección
y, a buen seguro, lo hubiera netamente mejorado. Estoy hablando del padre de mi
mujer, Javier Aizarna Azula, cuya biblioteca donó a esta Institución.
Ondo dakizuen bezala, 1764an / Euskalerriaren
Adiskideen Elkartea formalki
osatu aurretik, Europar Ilustrazio ideiak aztertu eta erakartzeko asmoz,
Jauregi honetan elkartzen ziren gai hauetan interesaturik zeuden Pirineo
hegoaldeko solaskide batzuk. Solaskide batzuen hitzetan, solasaldi hauek, 1748
urtean hasi omen ziren, baino ez zen izan 1753arte Junta Académica edo Batzar
Akademikoa finkatu zenik asteroko lan programa batekin, horrelakoa zen programa
hau: Astelehenetan Matematika, Asteartetan Fisika, Asteazkenetan Historia,
Ostegunetan Musika emanaldi edo kontzertu xume bat, Ostiraletan Geografia,
Larunbatetan behin behineko gaiak (gaurkotasuna zutenak) eta Igandetan berriro
Musika.
250 urte geroago ideia honek bizirik
jarraitzea, gaur egungo garaietara egokitua noski, erronka paregabea eta
gainditu ezina iruditzen zait.
250urte iraun duen ikerketa eta jakintza
sakontze erakunde honen partaide izateko gonbidapenak, ohoretzat hartu dut eta
are gehiago txundituta utzi nau. Eskerrik asko benetan Gipuzkoako Batzarrari Akademia historiko bereizia den
honetako partaide izatea deitua izateagatik.
(Como
Ustedes saben bien, bastante antes de la constitución formal de la Bascongada / Euskalerriaren Adiskideen Elkartea en 1764, ya se reunían en
tertulias, en este edificio donde ahora nos encontramos, personas pioneras en
la introducción, aquende los Pirineos, de las ideas de la Ilustración europea.
Las tertulias que según algunos de los asistentes a las mismas se iniciaron el
año 1948, se transformarían, en torno a 1753, en lo que vino a denominarse "Junta
Académica" con un programa de actividades concreto para cada día de la
semana: los lunes Matemáticas; los martes Física; los miércoles Historia; los
jueves Música en forma de pequeños conciertos; los viernes, Geografía; los
sábados los temas del momento y el domingo, de nuevo Música[1].
Que
250 años después, esta idea siga en pie, acomodada a los tiempos actuales, me
parece un reto difícilmente superable. Que me hayan invitado a formar parte de
este empeño de saber y de investigación, largo de 250 años, me honra y, más aún,
me abruma. Gracias, de verdad por
permitirme forma parte de tan selecta e histórica Academia).
En la actualidad vivimos en
la era Internet. Esto supone que nos podemos comunicar con quién prácticamente
queramos a condición, claro está, de que tenga acceso a Internet. En realidad
lo que comunicamos muchas veces es información pero, si comunicar información
es importante, más importante es comprender al otro, sentir con el otro. Y
comprender al otro exige una actitud y unos conocimientos. La actitud es la de
reconocer al otro como otro, saber que el otro es diferente a mí y, al mismo
tiempo, es como yo. Los dos formamos parte de la misma especie humana, aunque
nuestras historias habrán sido diferentes. Supone una actitud de escucha de lo
que el otro nos dice, pero no para replicarle sino para entender por qué dice
lo que está diciendo. Ahora bien, esto último exige un cierto nivel de
conocimiento, conocimiento de la historia de ese otro, o de esos otros, cuando
hablamos de sociedades, de pueblos, de etnias… distintas. Exige saber cuál es
su historia y saber cuáles sus creencias, sus religiones, sus planteamientos,
su gastronomía, cómo entienden la relación en pareja, en la familia, en la vida
cotidiana, los días laborables y los festivos, en la gobernanza etc., etc.
Comprender al otro, reconocer al otro como otro, es cuestión de actitud, de
modo de pensar y, es también cuestión de conocimiento. Pues bien, el
pensamiento binario imposibilita esta comprensión del otro.
¿Qué entendemos por
pensamiento binario?
La
noción del bien y del mal, de lo bueno y de lo malo, son ejemplos perfectos del
pensamiento binario. Hay muchos casos en los cuales aplicamos este modelo de
tipo binario en nuestra forma de pensar, de escribir y de actuar. Así llegamos
al dualismo que no es sino una resultante del pensamiento binario. Es utilizado
a menudo, por ejemplo, en conflictos armados. Todos recordamos al presidente de
EEUU George Bush quién utilizó en vísperas de las dos guerras contra Irak y
Afganistán el término del “Eje del Mal” en contraposición al “Eje del Bien” expresión,
esta última, pensada para calificar, “sotto voce”, al mundo occidental. El
pensamiento binario se monta sobre una lógica que, para definir a un individuo,
a un problema, o a una situación, lo hace presentándolo en el marco de dos
polaridades enfrentadas y situando a su persona, al problema o a la situación,
en uno de los dos polos. En consecuencia el pensamiento binario es incapaz de definir
las cosas como realidades complejas, como lo son la inmensa mayoría de las
realidades. El pensamiento binario busca monocausalidades. Poco importa que el
problema sea complejo, digamos el inicio de Primera Gran Guerra del siglo XX,
el crash bursátil de 2008, la persistencia de ETA casi medio siglo, etc., etc.
Mediante el pensamiento binario se tenderá a presentar un único causante del
problema, un único responsable y una sola víctima de lo sucedido.
Si subimos un poco el peldaño de nuestra reflexión
constataremos cómo el pensamiento binario forma parte de nuestra vida cotidiana
y, cómo a poco que no estemos vigilantes, conforma nuestras estructuras de
pensamiento y nuestros juicios morales. He aquí algunos ejemplos de pensamiento
binario muy extendidos entre nosotros que, si bien nos ayudan a ordenar la
mente, si no sabemos superarlos y, sobre todo, si nos quedamos con un solo polo
del pensamiento binario, nos deformarán el juicio y el comportamiento. Pienso
en lo innato y lo adquirido; lo privado y lo público; el espíritu y el cuerpo;
jóvenes y viejos (en corrección política hablando, personas mayores); individuo
y grupo; clases superiores e inferiores; la naturaleza y la cultura; el
instinto y la inteligencia; el corazón y la razón; sexo y género; nacionalismo
vs. internacionalismo; progresistas vs. conservadores; transhumanistas vs.
bioconservadores; soberanistas y mundialistas; localistas y transfronterizos;
enracinamiento vs. emancipación; ateo y creyente; inmanencia y trascendencia…..
Antes de avanzar quiero decir que, en la realidad de los
hechos, hay situaciones que son nítidamente binarias y que solamente pueden ser
binarias. Una persona ha nacido, digamos, en Gipuzkoa o no ha nacido en
Gipuzkoa. Es imposible haber nacido en Gipuzkoa y en Bizkaia. Se ha nacido en
uno u otro lugar. Otro ejemplo. Una mujer está embarazada o no está embarazada.
No puede estar un poco embarazada o semi-embarazada.
Pero las cosas son mucho más complejas cuando nos referimos
a realidades mentales, emocionales, psicológicas, juicios de valor, actitudes,
sentimientos etc. Un ejemplo de nuestra sociología política habitual lo
mostrará: un ciudadano se dirá vasco y quizás también español y con
sentimientos de pertenencia no necesariamente similares: más vasco o más
español. Otro se dirá solamente vasco en ese registro de la polaridad vasco vs.
español, pero no negará que es también, digamos, donostiarra e, incluso, y con
más fuerza que donostiarra, que del Antiguo o de Gros, al mismo tiempo que
europeo y ciudadano del mundo. Decirse solamente vasco no agota su sentimiento
de pertenencia. Esa persona es, se siente y se dice vasco, sí, pero también,
donostiarra, antiguotarra o grosero, europeo y ciudadano del mundo. El
pensamiento binario, en su radicalidad y en su pobreza semántica, constriñe
fuertemente la rica diversidad de sentimientos de pertenencia de cada
ciudadano. Además, olvida la noción del tiempo y del contexto. Pero antes de
detenernos en los conceptos de espacio y tiempo, como formas elementales de
acceso a la realidad, abordemos otro par binario, cuya superación considero
central en nuestros días.
Enraizamiento
y emancipación
Actualmente, el par “binario pasado vs. futuro”, en una
socio-filosofía de las ideas dominantes ha sido presentado, con energía y
reiteración, con un doble bipolar que sería pensamiento binario si no fuera
porque en su presentación se pide su superación[2]:
la polarización entre el enraizamiento (en el pasado que siempre fue mejor)
dirán unos y la emancipación (liberadora de las ataduras del presente)
sostendrán otros. Pero la realidad humana, tanto a nivel personal como societal,
está hecha de una mezcla de ambos: hay un enraizamiento en la historia, en el
pasado, en lo heredado, así como emancipación constante de sus servidumbres.
Enraizamiento y emancipación conformarían un par binario del
que el polo de la emancipación sería preponderante en la era postmoderna, que
también cabría denominar postindustrial. La emancipación total consistiría en
la creación del hombre nuevo y de todo lo que le concierne, liberándole de lo
que sea pasado. En la contextualización de la vieja binariedad entre lo dado y
lo adquirido, todo lo dado sería despreciado, objeto de liberación, con la
vista puesta en la construcción del hombre nuevo. Nada de lo que nos precede
nos debe condicionar. Todo debe ser construido “ex nihilo”. A lo sumo un pacto
con el pasado según la lectura que de él hagamos nosotros y poniendo nosotros,
en la actualidad, y solamente nosotros, las condiciones del pacto con el
pasado. Un ejemplo muy actual, aunque no suficientemente analizado este lado de
los Pirineos, es el denominado movimiento transhumanista del que ya me he
ocupado, aunque todavía demasiado brevemente, en otros textos[3].
No es nuestra generación la primera que quiere crear el
hombre nuevo, la nueva sociedad. Sin remontarnos al origen de la especie
humana, ya desde el siglo de las Luces (al que le precedió un periodo sombrío y
muy polarizado en la historia) y, sobre todo, desde la revolución francesa y
los totalitarismos del siglo XX (fascismo, nazismo, comunismo y sus
prolongaciones en Oriente con el maoísmo y los jemeres rojos en Camboya) se ha
intentado la construcción de la nueva sociedad, el italiano nuevo de Mussolini,
el III Reich de los mil años de Hitler, la sociedad comunista sin clases de
Stalin, Mao y Pol Pot, exterminando a quienes fuera preciso. (No me olvido de
los armenios, y de su genocidio por el imperio otomano; de los kurdos
perseguidos por los países donde se asientan y algunos más que dejo en el
tintero, pero me limito en este texto que no es de historia sino de sociología,
a algunos casos que me parecen significativos. “Tipos ideales” que diría Weber,
y con concreción histórica). Los tres últimos, los de matriz comunista,
desenraizando sus países del peso de la historia (recuerden el texto original
en francés de “La Internacional”[4])
buscando la emancipación total; los dos primeros pretendiendo purificarla,
dirán, de las excrecencias que en su seno han crecido, particular y
específicamente en el nazismo hitleriano con el holocausto judío, buscando una
arcadia pura y primigenia, un enraizamiento selectivo. Pero siempre en búsqueda
de un hombre nuevo, una sociedad nueva. La diferencia estará en el sentido de
la nueva sociedad, del nuevo hombre: la pureza originaria los fascismos y
nazismos, el nuevo mundo “ex nihilo” los segundos, lo que hará que, en el mundo
occidental democrático, sean vistos diferentemente los totalitarismos del
fascismo (Mussolini y, también Franco) y, particularmente, el nazismo de Hitler
por un lado, siempre denigrados, y los totalitarismos de signo comunista por el
otro, hasta fecha reciente si no magnificados (que también) sí relativamente
absueltos y aun hoy en día en muchos ámbitos y manifestaciones, perfectamente
tolerados. Piénsese en un sencillo detalle: no se verá en la calle a una persona
llevando una camiseta con la efigie de Hitler, de Franco o de Mussolini, pero sí
con la del Che o con la de Mao (y parece que últimamente también con la de
Stalin, en la extinta Unión Soviética).
La rememoración de esta historia extrema nos lleva a la
necesidad de entender la alternativa enraizamiento versus emancipación, no al
modo de un pensamiento binario, holístico en los extremos, sino como un
pensamiento gradual y complementario en el que caben diferentes matices según
nos inclinemos hacia uno u otro polo, el del enraizamiento o el de la
emancipación. En realidad, y si observamos la condición humana, constataremos
que ambos polos están constantemente presentes. Tanto si consideramos la
realidad desde una perspectiva individual como societal.
Desde el punto de vista individual, incluso desde la
formación de la personalidad de cada uno de nosotros, es evidente que estamos
enraizados. Biológica y genéticamente enraizados en el embrión que se
desarrolla en el vientre de la mujer, de la madre. Familiar y culturalmente
enraizados, por el azar de la vida: hemos venido al mundo y pasaremos una serie
de años, los primeros de nuestra vida, en el seno de una familia y de un
entorno geográfico concreto. Aleatorio donde los haya, pues, obviamente, no
decidimos nosotros en qué familia, en qué país y en qué momento de la historia
venimos al mundo. Aleatorio sí, pero también condicionante, si no determinante,
ciertamente de los primeros pasos en nuestra vida, varios años en realidad. Es
el enraizamiento individual. Capital en la vida de una persona. El inmenso Paul
Ricoeur, uno de mis “maîtres à penser”, escribió que “su cristianismo era un
azar convertido en destino gracias a una elección continuada”[5].
Y así con todas nuestras creencias y opciones vitales, seamos o no conscientes
de ello, queramos o no queramos reconocerlo.
Pues, pese a la impronta en nuestros tiempos del concepto de
emancipación, no podemos obviar el hecho de que las sociedades también están
enraizadas, en su historia, en sus creencias, en sus usos y modos de vida, en
su gastronomía, organización social, familiar, religiosa, política etc., etc.
Es llamativo observar cómo en nuestros tiempos de globalización y de culto de
lo nuevo, en algunos aspectos de la vida, como el folklore y determinados
hábitos ancestrales, algunas tradiciones que estaban renqueando, parecen
adquirir nueva vitalidad y presencia societaria. De hecho, en la historia, la
defensa de “lo de siempre”, en gran parte agente identificador de los pueblos,
naciones y estados, ha sido reivindicado, a veces, con la máxima violencia.
Piénsese en la Inquisición que no era otra cosa que un intento de la Iglesia, de
mi Iglesia, intento cruel y despiadado, al par que infructuoso, de mantener
determinada concepción del mundo e impedir todo pensamiento emancipador. Recuérdese
a Galileo (o Servet en la Ginebra de Calvino) aunque el primero se libró de la
tortura por abjurar de sus descubrimientos. Son muestras del totalitarismo
cuando se pretende hacer de una verdad, verdad absoluta, y sostén de una
política y de un poder determinado.
En este punto, hoy, aquí,
quiero honrar el papel de los fundadores de la Bascongada / Euskalerriaren Adiskideen Elkartea,
y el inmenso honor que se me concede, y el desafío que se me impone, al hacerme
miembro numerario de la misma. La Bascongada
/ Euskalerriaren Adiskideen
Elkartea alía, precisamente desde su originaria finalidad, el
enraizamiento en la sociedad vasca pero emancipándola de la ignorancia y
abriéndola a la Ilustración como ya leemos en sus objetivos fundacionales[6].
El totalitarismo acecha cuando se sostiene, sea “manu
militari”, sea de forma más sibilina, el ostracismo del diferente, del que
defiende otra posición que la dominante en ese momento, cuando este pensamiento
socialmente dominante sea el de que “todo lo pasado fue mejor” o cuando, por el
contrario, se defiende que hay que hacer “tabla rasa del pasado”.
En la actualidad, en Occidente, el riesgo es mucho mayor en
esta segunda deriva totalitaria, la que propugna “hacer tabla rasa del pasado”,
la emancipación total del pasado, mientras que en determinadas partes de
Oriente, allá donde se impone el pensamiento islamista radical, manifiestamente
el rechazo de la modernidad y el enraizamiento en el pasado, es el que prima.
En el primer caso, en el mundo occidental, la defensa de la emancipación total
se lleva a cabo por el rechazo o minusvaloración reiterada de la trasmisión, de
la herencia de nuestros antecesores, que impedirían, sostienen sus mentores, la
realización del hombre y de la sociedad nuevos, mientras que en el segundo
caso, allá donde impera el islamismo yihadista, mediante el terror y la
violencia extremas.
La dimensión temporal: un
antídoto del pensamiento binario
La
lógica binaria, cuando aprueba sin reparo, o condena fulminantemente un
comportamiento, no tiene en cuenta la dimensión del tiempo. En efecto una
realidad, un comportamiento, una determinada ley moral etc., puede ser
positivamente valorado en un momento y negativamente en otro. Piénsese en cuestiones
tan fundamentales, tan básicas en nuestra sociedad, como la esclavitud, la
colonización, el voto de la mujer, la violencia de género (figura que ni
existía hace dos o tres décadas), la pederastia y podríamos seguir con infinidad
de ejemplos. La esclavitud, en su sentido fuerte, no fue abolida hasta hace 200
años, con el proceso de descolonización. Esto conllevó a conceder
lecturas diferentes a principios morales del primer siglo de nuestra era
cristiana, Así, por ejemplo, la afirmación de Pablo a los Gálatas (3,28) de que
“no hay ya esclavos ni hombres libres entre vosotros, pues todos sois uno en
Jesucristo” ha sido leído, a partir del actual ideal humanitario de la
igualdad, como “no puede haber más esclavos y hay que abolir la esclavitud”,
cuando durante 18 siglos se ha entendido la expresión paulina como “incluso los
esclavos pueden ser cristianos”[7].
De ahí no hay que concluir que todo es relativo, sino algo mucho más
importante: que la verdad es histórica o, si parece que la afirmación (que
sostengo desde hace mucho tiempo) es demasiado rotunda, que las acentuaciones,
incluso en temas centrales, divergen al albur de los siglos y de los cambios
culturales y sociales. Los ejemplos a aducir son legión y varían según las
sociedades y los tiempos. Redactando este texto, al azar de mis lecturas, me
pregunto, ¿cómo explicar, si no, que 17 mujeres, ex - ministras en diferentes
gobiernos de Francia, hayan esperado a 2016 para sacar a la luz pública que,
ellas mismas, habían sido objeto de acoso sexual en el ejercicio de sus
mandatos?[8].
En
efecto, la dimensión temporal nos hace ver, a poco conocimiento de la historia
que tengamos, que determinados juicios perentorios de valor y descalificaciones
absolutas de ciertos comportamientos, los adoptamos en nuestra vida cotidiana,
muy a menudo de forma inconsciente, a tenor de un esquema binario de
pensamiento que se nos aparece como evidente, de tal suerte que uno de los polos
del pensamiento binario se nos puede presentar, incluso imponer, como personal
y socialmente incuestionable. Se convierte en un pensamiento unidimensional y
totalitario. Tanto que ir a la contra o, más simplemente, contextualizar el
juicio emitido, pueden resultar extremadamente peligrosos para quien lo sostenga
(y no digamos si lo profese) y deberá, en todo caso, prolongar su atrevida
afirmación con una larga y profusa serie de explicaciones y matizaciones que,
en muchos casos, no servirán sino para apuntalar el pensamiento dominante y
desacreditar aún más a quien ose ofrecerle resistencia[9].
Václav Havel ya había constatado esto en la sociedad
checa, que él denominaba post- totalitaria, escribiendo con melancolía que
“cada uno es al mismo tiempo prisionero y guardián de la prisión”[10].
Un
ejemplo particularmente claro de este proceder lo tenemos en nuestros tiempos
con el menosprecio a la transmisión intergeneracional del saber y de los
valores, en el seno de las familias y de la escuela así como en determinadas
comunidades particulares, (las iglesias por ejemplo, donde la palabra
catequesis ha adquirido una connotación intelectualmente negativa y socialmente
indefendible) lo que algunos autores, ya desde Tocqueville y Hanna Arendt han
denominado como la tiranía de la mayoría.
La tiranía de la mayoría.
Un joven pensador francés, profesor de secundaria, ha escrito un impactante
ensayo, traducido a varios idiomas (no al castellano), donde constata que en la
ideología dominante en gran parte de Europa occidental, en la actualidad, se
rechaza la transmisión de saberes, de experiencias, de valores, etc., por parte
de la generación adulta a las nuevas generaciones. “Gracias
a la Web, escribe al inicio de su trabajo, parece que estamos dispensados de
transmitir un saber: solo nos queda proponer cómo “saber-hacer”, cómo
“saber-ser”. Ya que las máquinas se encargar de estocar lo heredado para
nosotros, nuevos horizontes de libertad se nos abrirían”[11],
según esta forma de pensar. Se ha instalado en la sociedad, continúo yo
parafraseando algunas de sus ideas, la necesidad de educar pero sin transmitir.
A los padres y a los profesores se les ha confiado una misión, propiamente
hablando, imposible, impensable hace cincuenta años. La sociedad les ha
encargado la misión de educar, pero dejando al niño, al educando en general,
libre, virgen de toda traza de autoridad, liberado del peso de toda cultura
anterior a su individualidad, particularmente liberado de toda violencia
simbólica, gratuita, violencia que recibirían en la herencia que les impondría
el sistema educativo según las tesis de Bourdieu-Passeron, que mamamos como
estudiantes en los años 70 del siglo pasado y que han conformado gran parte del
acervo educativo posterior, todavía vigente.
La consecuencia es que el
educando tendrá que lanzarse, él solo, en la búsqueda de su saber, de sus
decisiones morales y de su futuro. La resultante dependerá en gran parte del
azar. Del azar de los padres que le hayan caído en suerte, de los profesores,
sea que ejerzan como tales, sea convertidos en meros enseñantes, en nada
educadores. Pues cuanto más eduque el enseñante, cuanto más se involucre en ser
educador, en mayor grado será tenido por culpable, pues estará impidiendo, se
sostiene, la libertad primigenia del educando, la de su espontaneidad,
impidiéndole ser él mismo. En realidad hemos pasado del más que criticable
principio de que “la letra con sangre entra”, lo que personalmente etiqueto como
el reino de la “potestas”, sin aceptar, incluso renegando, del gran principio
de la transmisión de los saberes y de los valores al educando para así
conducirle a la autonomía y responsabilidad propias, esto es al reino de la
“auctoritas”. Hemos dejado solos a los niños y menores, al albur de la
violencia, esta vez más que simbólica, y en nada gratuita, del azar de la Web,
de los contactos y de las imprevisibles experiencias en nada evaluadas. Ya lo
hará él, cuando sea mayor, se dice. Pero, ¿desde qué saberes?, ¿desde qué
valores?. Pues, de los de la mayoría confesante.
Veamos dos textos de
Tocqueville (1835) y Hannah
Arendt (1972) en los que ya escriben, con clarividente premonición,
de los riesgos de la tiranía de la mayoría. Escribirá Tocqueville en su clásico
“La Democracia en América” que, “la inquisición nunca logró impedir que
circularan en España libros contrarios a la religión de la mayoría. El imperio
de la mayoría lo hace mejor en EEUU: ha conseguido suprimir hasta el
pensamiento de publicarlos”[12].
Chantal Delsol en un reciente ensayo (libro de tesis y como tal con algunas
exageraciones hasta el punto de caer, ella también, en lo que pretende
fustigar, el pensamiento binario, precisamente) comentando esta idea de
Tocqueville escribirá: “Tocqueville
considera que la sumisión al imperio de la mayoría es más tiránica que a la de
cualquier tirano: es mucho más difícil para un particular pensar contra el
conjunto de sus conciudadanos que oponerse a un poder establecido. Así la
sociedad democrática deviene rápidamente gregaria y las personas en lugar de
liberarse se someten”[13].
La lectura de la obra de la filósofa Ch. Delsol me sugirió
acercarme a un libro que obliga a pensar pues va en contra de la idea dominante
en el sur de Europa sobre la educación en particular y los esquemas mentales de
funcionamiento en la vida pública, en Suecia, más en general. Podemos leer que “en
Suecia los niños crecen en el seno de una cultura de ´pares´ (de grupo) sin
referencia exterior a su generación (luego a sus padres). Pero la presión de
los ´pares´ es bastante más despiadada que la de la generación precedente; es
posible rebelarse contra esta última pero no contra la primera, salvo a
marginalizarse”[14].
Los autores del libro sobre el modelo sueco citan una reflexión de Hannah
Arendt de los años 70 del siglo pasado que ya había descrito esta situación
hablando de la escuela americana: “liberado de la autoridad de los adultos, en
realidad el niño no ha sido liberado, sino sometido a una autoridad bastante
más horrorosa y verdaderamente tiránica: la tiranía de la mayoría”[15].
En consecuencia, la transmisión, nos diría
nuestro inconsciente colectivo, sería una alineación, puesto que impide al
educando la posibilidad de construir, él solo, en (pretendida) total libertad y
autonomía, sus propios referentes, llevar a cabo sus personales e individuas
elecciones, adoptar sus propios valores, más aún, construir libérrimamente su
propio sistema de valores. Con lo que la apelación a la libertad total se
convierte en la tiranía de la mayoría. Dramático par binario donde los haya.
Las leyes de Jante (1933) y
la advertencia de Michel Foucault (1975).
No me
resisto a incrustar en el texto, a modo de excursus, unas reflexiones que he
encontrado en el referenciado libro de B.
Huteau y J-Y Larraufie, sobre
el modelo sueco unas notas sobre “las leyes de Jante”
que ilustran de forma paradigmática los excesos del binomio individuo –
sociedad cuando se privilegia, de forma excesiva, uno de los dos polos, el de
la sociedad en este caso.
Las Leyes de Jante:
“La noción de comunidad es
muy fuerte en Suecia y el principio de autodisciplina muy presente (con fuerte
pregnancia): lo que lleva a los suecos a considerar que el individuo debe
retirarse ante el grupo. A los suecos les gusta recordar que una cadena no es
fuerte sino en relación a su eslabón más débil. Una especie de inhibición al
desarrollo de las estrategias personales fuertes va en consecuencia a
desarrollarse.
Las leyes de Jante ilustran
esto de forma llamativa. Son una reescritura de los 10 mandamientos citados en
una novela noruega, “Un fugitivo vuelve sobre sus pasos” de Aksel Sandemose,
1933, y rápidamente devenidos muy célebres en todo Escandinavia.
Son estos:
- no te imagines que tú
seas alguien importante
- no te imagines que tú
seas tan bueno como nosotros
- no te imagines que seas
más sabio que nosotros
- no se te meta nunca en la
cabeza que tú puedas ser mejor que nosotros
- no te imagines que
conozcas más cosas que nosotros
- no te imagines que puedas
ser mejor que nosotros en cualquier materia
- no te imagines tener
cualquier valor
- no te está permitido
reírte de nosotros
- no te imagines jamás que
alguien pueda interesarse por ti
- no te imagines que tú
puedas enseñarnos sea lo que sea
Estas 10 reglas son
variaciones de un tema único: no creas que tú tengas nada de especial, o que tú
seas mejor que nosotros.
El eco extraordinario de la
novela y sobre todo de estas diez leyes es revelador de la fuerza de la presión
social como estabilizador en las sociedades nórdicas, en las cuales nadie desea
distinguirse de los demás. En tal modelo no hay necesidad de jefe o de autoridad.
La presión del grupo es suficiente para asegurar la autodisciplina y orientar
el grupo”[16].
Nos vienen, así,
naturalmente a la cabeza, las descripciones de la disciplina de Michel
Foucault, que se aplican bien a la sociedad sueca: lo que permite al poder disciplinario ser a la vez absolutamente
indiscreto puesto que está en todas partes y siempre en vigilia, es que no deja
en principio ninguna zona de sombra y que controla sin cesar incluso a los
mismos que están encargados de controlar; y es absolutamente ´discreto´ pues
funciona en permanencia y en buena parte en silencio. La disciplina ´pone en
marcha´ un poder relacional que se sostiene en sí mismo por sus propios
mecanismos y que, al estallido de las manifestaciones, sustituye el juego
ininterrumpido de las miradas calculadas[17].
Estas reflexiones de
Foucault en la década de los 70 del siglo pasado son aplicables a la sociedad
sueca actual, a decir de B. Huteau y J-Y Larraufie pero,
me parece obvio que lo son también a la sociedad española y vasca de nuestros
días[18].
Quizás algún día tenga la fuerza para profundizar en este tema.
La
contextualización: otro antídoto del pensamiento binario
Una concepción radicalmente rousseauniana de la sociedad (según
la vulgata “la naturaleza es sabia y la sociedad la corrompe, luego si el niño
se pervierte lo es por influencia de la sociedad”) al final es la que
verdaderamente pervierte a la sociedad pues impediría toda deliberación social
conducente, si se hace bien, a la humanización de las relaciones entre las
personas. Solamente la cultura de la fraternidad (tanto en su versión laica
como la religiosa en determinadas religiones del planeta) es capaz de crear una
sociedad donde los más débiles, débiles precisamente por naturaleza (piénsese
en los ciegos, sordos, minusválidos físicos, psíquicos, mentales etc., etc.) no
sean dejados a su (mala) suerte. La fraternidad es una construcción humana que
solamente ha sido posible una vez haber superado el género humano el estatus
elemental de supervivencia. Soñar en la naturaleza pura como remedo a los
evidentes males y egoísmos de la raza humana supondría, sea entronizar al niño
salvaje (y la realidad ha mostrado que de eso nada[19])
o, como Wagner en Parsifal, depositar la redención en el idiota inocente.
En realidad los humanos hemos de habérnoslas con lo que la
herencia nos ha dado y con la cultura que estamos constantemente construyendo.
No podemos, salvo cometer gravísimos dislates, obviar ambos aspectos. Un
ejemplo, muy en moda, lo muestra: es el debate entre sexo y género que en el
mundo intelectual occidental (no así en otras partes del planeta, como tenemos
tendencia a olvidar en Europa) se ha escorado hacia el género, en detrimento
del sexo. Recuérdese el aforismo de Simone de Beauvoir, “la mujer no nace sino
que se hace”, tantas veces repetido por los movimientos feministas de primera
generación y todavía en vigencia en los más radicalmente escorados hacia la
denominada “ideología de género”, en la actualidad. Pero la realidad es más
rica y compleja. Los hombres y mujeres somos seres sexuados y nacemos con un
sexo determinado. Otra cosa es lo que queramos hacer con el sexo que la
naturaleza nos ha otorgado. (No soy capaz de explicar, científicamente, los
componentes de todo tipo que hacen que de un embrión en poco más de un 50% de
los casos nazca una mujer y en poco menos del 50% un hombre). Luego nacemos
mujer y hombre y en un altísimo porcentaje de casos con esa condición hemos de
morir. Pero, personalmente, no veo problema alguno que una persona,
precisamente porque es una persona, no un mero individuo, decida en el
deambular de su vida cambiar de sexo. Así como creo que no podemos, ni debemos,
obviar la condición que la naturaleza nos ha otorgado, tampoco hago de la
naturaleza, y lo digo con muy firme y reflexionada convicción, supremo y único
árbitro de la condición personal en la raza humana. Para que no haya dudas de
mis planteamientos: no acepto, sin más, dejar la salida de la vida al fatum de
la naturaleza. El azar de la naturaleza no puede ser el único, ni el prioritario,
menos aún el último criterio de comportamiento humano. Pero otra cosa es no
tenerla en cuenta. Sí, la realidad es compleja. No valen los atajos ni las
posturas extremistas. Tampoco aquí planteamientos binarios.
La auto-determinación de
los pueblos y naciones en su tiempo y contexto
Tras mis lecturas para preparar este texto quiero detenerme
en un librillo, claro, profundo y esclarecedor del reputado filósofo político
canadiense, de marcada tendencia liberal, como a él mismo le gusta proclamar,
Will Kymlicka[20],
lectura que mantenía en secano por mor de mi extenuante, aunque apasionante,
labor de sociólogo empírico, tantos años en mi vida profesional.
Plantea dos cuestiones desde una perspectiva liberal
igualitarista: si debe haber limitación a la movilidad de las personas, más
allá de las actuales fronteras jurídico-territoriales y, ya dadas y constatadas
estas en la realidad, si un grupo social, sea étnico, sea religioso,
lingüístico etc., o una conjunción de estos u otros elementos, tiene derecho a
conformar nuevas fronteras, esto es, si tiene derecho a la secesión. Desde la
perspectiva liberal igualitaria, en su radicalidad, en la que se inscribe Kymlicka,
se debería responder afirmativamente a ambas cuestiones. En otras palabras,
habría que abolir las fronteras y aceptar el principio universal de que cada
grupo social, “unidad nacional” dirá él, pueda ejercer el derecho de secesión.
Pero este planteamiento que, él etiqueta de utópico y yo
denominaría quimérico, aunque coincido con él en considerarlo profesoral, se da
de bruces con la realidad. Kimlicka, partiendo de un análisis de las prácticas
de las democracias liberales “reales”, las que realmente existen y se dan en el
mundo occidental (al que él limita sus análisis) constata que todas las
democracias tienen y defienden sus fronteras. Introduce el concepto o principio
de nacionalidad, “esto es, la localización de las fronteras intenta demarcar
comunidades políticas discretas, y la función de estas fronteras es, en parte,
proteger a las culturas nacionales”[21]
.
En efecto, todas las culturas no forman un continuo, aún en
la doble tesis de 1º) la unidad del género humano y 2ª, la igualdad de derechos
de los individuos (personas diría yo), sea cual sea su condición de raza, sexo,
credo, etc., y, por supuesto, el azar de su lugar de nacimiento. Si al norte o
al sur de Rio Grande, por citar un ejemplo del propio Kymlicka. La historia de
las culturas y la historia de la construcción de los actuales Estados muestra
que la raza humana se ha constituido en grupos o comunidades “discretas”, cada
una con sus características, valores, estilos de vida. No como departamentos
estancos, pero tampoco como como meras partes de un continuo.
Kylimcka distingue los Estados - Nación paradigmáticos, de
los que señala Inglaterra, Francia, Alemania e Italia, en los que el resultado
de los programas de construcción nacional ha sido la expansión de una cultura
nacional a todo el territorio, distingue, repito, de los Estados
multinacionales, países en los que las minorías territorialmente concentradas
se han resistido a la integración en la cultura social dominante. Y señala
concretamente a Canadá, Suiza, Bélgica y España, países en los que una o más
minorías nacionales, con sus propias lenguas e instituciones diferenciadas,
existen paralelamente a la cultura societaria dominante. En los Estados
multinacionales, afirma Kymlicka, los individuos comparten la ciudadanía pero no
necesariamente una identidad nacional. Es obvio que leyendo a Kymlicka una
parte de mi cerebro enciende la cuestión vasca. No voy a abordarla aquí. Tampoco
mostrar cómo la resuelve Kymlicka, él pensando obviamente en su país. Me
limito, hoy, aquí, a presentar y comentar cómo aborda su reflexión[22].
Es como una propedéutica.
Parte de una distinción radical. O bien analizamos la
problemática desde su vertiente conceptual, teórica, profesoral, libresca
cabría decir, o desde la practica consuetudinaria de los pueblos, naciones y
estados realmente existentes en este y aquel lugar del planeta. Si abordamos la
problemática desde el primer punto de vista nos las veremos con los principios
generales establecidos en toda suerte de Cartas, Declaraciones de Derechos, Constituciones
etc., etc. Es seguro que llegaremos a maximalismos que tranquilizan la
conciencia (la adormecen incluso) y, de hecho, imposibilitan las acciones
posibles. Es una vieja cuestión (muchas veces reiterada en el mundo católico,
por ejemplo) sobre si la moral debe hacerse desde los principios o desde las
practicas, otro pensamiento binario donde los haya. Kymlincka lo plantea en
toda su crudeza al inicio de su análisis. Si se establece el principio de la
igualdad moral de todas las personas, independientemente, entre otras
características, de su lugar de nacimiento, ningún Estado debiera impedir su
libre circulación, allá donde desee cada cual, lo que exigiría la abolición de
todas las fronteras. (Por cierto, es el espacio Schengen en la UE). Así mismo,
aplicado el principio a una colectividad se pregunta Kylimcka, “si la mayoría
en cualquier territorio concreto no desea seguir formando parte del Estado al
que pertenece (….), ¿por qué no puede permitírseles la secesión o la unión con
otro Estado?”[23].
Claro que, constata Kymlicka, nada de eso sucede en el
concierto de las naciones y este planteamiento de nada sirve más que para “la
filosofía académica” que así deviene irrelevante o, añado yo, para la
pretendida justificación de los extremistas de todo signo si no se le coteja
con el principio de la realidad de los hechos y de los valores y priorizaciones
de las personas concernidas. Permítanme una alusión al contencioso vasco. Por
una parte leemos que la soberanía reside exclusivamente en el Parlamento Español
(lo que es falso pues ya la comparte con el Parlamento Europeo), pero también
leemos que la soberanía reside exclusivamente en el Parlamento Vasco (lo que
además de falso, pues debe compartirla, sin ir más lejos, con las Juntas
Generales), obviando que, para no pocos, el Parlamento Vasco no representa más
que a una parte del pueblo vasco, Euskal Herria, Vasconia.
De ahí que Kymlicka decida partir de la realidad de los
hechos y mediante una serie de consideraciones, lo digo con mis palabras, y con
mi aquiescencia, pasar del pensamiento binario al pensamiento gradual. En otras
palabras, poner en relación, en interconexión profunda, los principios (que
cada persona o grupo social, del ámbito que sea, haya establecido o propugne
para el futuro) con la cruda y dura realidad de los hechos y de las opciones de
valor que defiendan las personas o colectivos a los que haya de aplicarse la
medida, sea esta la que sea. Esto exige deliberación sobre los principios y
valores prioritarios, por un lado, y el análisis, lo más científico posible, de
las relaciones sociales, de las creencias, de los valores de las personas, por
el otro. Esto es, poner en comunicación deliberativa la ética (los principios)
y la sociología (o las ciencias sociales en general) que aporten la lectura
científica de la realidad social, lo más objetiva posible, esto es, controlando
o, al menos, no enmascarando, la subjetividad del científico social.
No se trata de exigencias binarias: lo teórico (“el derecho
a”) frente a la realidad de los hechos (los actuales Estados) sino de gradaciones
entre polos que, estos sí, pueden ser radicalmente binarios, con consecuencias
prácticas que impiden todo ajuste racional así como la resolución, lo más justa
posible, lo más democrática posible, de las opciones en cuestión. Entonces
constataremos que las cuestiones de identidad y sentimientos de pertenencia hay
que plantearlos más allá de consideraciones binarias, vasco vs. español,
derechos frente a realidades fácticas o históricas, por ejemplo. Hay que hacerlo
desde una perspectiva contextual y temporal, tratando de conjugar principios
teóricos y realidades fácticas, entre otras, las de los diferentes sentimientos
de pertenencia de los habitantes de la Vasconia actual (sita en España y en
Francia) con las diferentes soluciones que, unos y otros, propugnan, pero
sabiendo conjugar mayorías estadísticas (así los habitantes del Estado español)
con las minorías (de la nación vasca) en este caso. Aceptando la singularidad
vasca que, en su gradación real, se sitúa entre el polo de la secesión y
creación de un nuevo Estado vasco, frente al de la integración indiferenciada
en el Estado español. Se trata de debatir esta gradación de la forma más
democrática y justa posible. Es la solución del pacto frente a la de la imposición,
sea esta del tipo que sea, venga de donde venga, la ejerza quien la ejerza.
Cerrando
con Bach
Aquí cierro, que no concluyo, estas reflexiones que me seguirán
ocupando los próximos meses, si tengo fuerzas, y que quizás concluyan en un
libro, si encuentro editor. Soy plenamente consciente de que solamente he dado
unas pinceladas al título de la conferencia, “más allá del pensamiento binario”
y que apenas he dicho algo del subtítulo, “elogio de la diversidad en la
unidad”, que constituye, sin embargo, el meollo de mis inquietudes y de mis
preguntas. Preguntas a las que las respuestas que tengo en la cabeza no me
acaban de satisfacer plenamente. Me sucede a menudo.
Por ejemplo, cada vez que, ante la hoja en blanco, me
pregunto, - y perdonen el salto en el vacío-, por qué nos gusta tanto Bach,
Juan Sebastián Bach. Todos los esbozos de respuesta que me he dado y escrito me
dejan insatisfecho. No tengo respuesta racional, trasladable al papel o al
ordenador, a esta cuestión. Pero he aquí que, de las lecturas de este verano,
en un libro pequeño y no recomendable a cualquier persona de más de 65 años,
particularmente en sus dos últimas reflexiones, entresaco de la anteúltima
sobre la relación entre la música y la muerte esta idea: “el modus operandi de
la experiencia musical, la fuerza vital de su inutilidad, la maestría sin
control que puede ejercer sobre nuestras mentes y cuerpos, sigue siendo tan
inextricable como la música en sí”[24].
Pero antes, George Steiner, pues de él estoy hablando, ya nos había advertido
que “el lenguaje es aquello que la música no es”.
Es hora, pues, de cerrar el lenguaje de las palabras y,
recordando las reuniones de la Junta de Academia, precursora de la Bascongada,
en esta misma casa, en la que, según alguno de sus asistentes, jueves y
domingos se hacía música, es hora, pues, de dejar paso al inextricable lenguaje
de la música, que nos ofrece, dixit Steiner al cerrar su reflexión, “la certeza
de que nuestras vidas se verían inconcebiblemente empobrecidas” si no la escucháramos.
Paso ya, sin más dilaciones y divagaciones, a Juan Sebastián Bach.
Eskerrik asko.
Donostia San Sebastián 9 de septiembre de 2016
Javier Elzo
[1] Este detalle
de las actividades esta tomado del texto del Marques de Narros, “Elogio de D. Javier María de Munibe”, p
28-29, asistente a los mismos, citado en la página 164, en el imprescindible
trabajo de Joaquin Iriarte, S.J, “El
Conde de Peñaflorida y la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País,
(1729-1785), Estudio Histórico/Social y Filosófico”. Prólogo de José
Ignacio Tellechea Idígoras. Epílogo del P. Gabriel de Inchurraundieta, S. J.,
Colección Ilustración Vasca Tomo IV, Ed. RSBAP, Donostia San Sebastián, 1991,
353 páginas.
[2] Chantal Delsol, “La haine du monde. Totalitarismes et postmodernité”, Cerf, París, 2016, véase.el
primer capítulo de su libro.
[3] Una
redacción de mis reflexiones puede consultarse en mi blog en este enlace: http://javierelzo.blogspot.com.es/2015/12/el-transhumanismo-mas-alla-de-la.htmltare
[4] “Du passé faisons table rase”.
[5] Paul Ricoeur, “Vivant jusqu´ à la mort, suivi de Fragments“. Seuil, Paris, 2007. Ver páginas 99 – 103.
[6] Como es
sabido la finalidad de la
Sociedad venía expresada en el artículo 1º de sus estatutos: "cultivar la
inclinación y el gusto de la Nación Bascongada hacia las Ciencias, Bellas
Letras y Artes, corregir y pulir sus costumbres, desterrar el ocio y sus
funestas consecuencias y estrechar más la unión de las tres Provincias de
Álava, Bizkaia y Gipuzkoa, y de todo el País Vasco".
[7] En Alfred Grosser “Les
identités difficiles”. Presses de Sciences Po. Paris,
2007, 2ª edición. P127
[8] En “Le Monde” 14 de mayo de 2016
[9] Entre
nosotros, todavía hoy en día, cuesta admitir que explicar, comprender,
aprehender desde dentro, la violencia terrorista de ETA no supone, en absoluto,
justificarla. O afirmar que toda violencia injusta, a veces con
consecuencia de muerte, sea la que sea la causa, sea quien sea el ejecutor y
sea quien sea su víctima, es condenable. Quien lo pretenda, como poco, corre el
grave riesgo, verificado por la historia reciente, de ser etiquetado de
“equidistante”.
[10] Václav Havel en “Essais Politiques”,
Paris, Calmann-Levy, 1990, p.59, citado por Ch. Delsol, o. c. p.171-172. (Dudo
que algún día me atreva a reseñar las autocensuras que me impongo cuando hablo
y, sobretodo, cuando escribo)
[11] Francois-Xavier Bellamy. “Les déshérites, ou l´urgence de transmettre”. Plon, 2ª. Edition,
Coll. J´ai lu. Paris 2016, p 14-15
[12] Alexis de Tocqueville, “Democratie
en Amerique”, Vol I, II parte, Cap. VII, citado por Chantal Delsol, o. c. p. 167-168
[13] Chantal
Delsol, o. c. p, 168.
[15] Hannah Arendt, “La crise de culture”, Paris, Gallimard, 1972, p.232. citado por
Huteau y Larraufie, o. c. p. 124. También Ch. Delsol en ´La haine du monde´, o.
c. p. 168, trae, y comenta en su libro, esta reflexión de H. Arendt.
[17] Michel Foucault, Surveiller et Punir, 1975
[18]
Es una idea que vengo propugnando desde hace muchos años. En el par binario
“libertad versus seguridad”, ya antes del 11 de septiembre con el ataque a las
Torres Gemelas, en Occidente se había privilegiado la seguridad (que se ha
convertido en un mantra que ya se me hace insufrible) frente a la libertad,
manifiestamente en horas bajas. Somos cada vez menos libres. Estamos cada día
más controlados, más vigilados, más regulados, más amenazados de todo tipo de sanciones.
Como me decía un amigo, un conductor de un coche es un trasgresor en potencia y
un viajero de un avión un terrorista en potencia. Y los ejemplos a aducir son
legión. Foucault, como Orwell, fueron unos adelantados a su tiempo, pero sus
trabajos nos han mostrado que, pese a tener razón, y habernos advertido de la
deriva de la seguridad a ultranza en la que hemos caído, los intelectuales rara
vez son tenidos en cuenta cuando piensan a contracorriente del pensamiento
dominante y tenido por políticamente correcto por la mayoría de la población y
vehiculado por toda suerte de medios de comunicación, tradicionales y
electrónicos.
Llamativamente, en España, hay una modalidad de libertad, sin
embargo, que es fuertemente defendida, particularmente por la judicatura y por
los medios de comunicación social. Es la acuñada como “libertad de expresión”.
En consecuencia, cada cual puede decir lo que quiera (con algunas excepciones
como decir algo sospechoso de apología del terrorismo o de violencia de
género), sin dar cuenta de por qué dice lo que dice, independientemente del
daño injusto y ofensivo que pueda causar a las personas físicas (la pena del
telediario es un ejemplo de ello) y a sus sentimientos (hacer una obra de arte
con hostias consagradas que no se diferencian físicamente nada de las no
consagradas, otro ejemplo que me viene a la cabeza). Tema este de la libertad y
la seguridad que se me antoja capital, en el que, de momento, lo repito, la
seguridad ha logrado arrinconar a la libertad.
[19] François-Xavier
Belamy, en el libro referenciado (ver páginas 113-116), nos muestra la
experiencia del “Sauvage de l´Aveyron”, un niño de unos diez años que creció
entre animales y cuya socialización completa fue imposible.
[20]
Will Kymlicka. “Fronteras territoriales”.
Ed. Trotta, Madrid 2006, 80 páginas.
[21] Kymlicka o.
c. p. 44
[22] Ciertamente
abordándola como lo hace, nos trae al espíritu aquello de que en la pregunta
está la respuesta. O como afirmaba Celibidache cuando dirigía Bruckner que en
el inicio está la conclusión.
[24] George Steiner, “Fragmentos”. Siruela,
Madrid 2016, ver la reflexión titulada ¿Por qué lloro cuando canta Arión?,
paginas 63-74.
Javier Elzo dijo, entre muchas otras cosas; sin mal decir o en todo caso mal diciendo poco:
ResponderEliminar""""Así mismo, aplicado el principio a una colectividad se pregunta Kylimcka, “si la mayoría en cualquier territorio concreto no desea seguir formando parte del Estado al que pertenece (….), ¿por qué no puede permitírseles la secesión o la unión con otro Estado?”[23].
Claro que, constata Kymlicka, nada de eso sucede en el concierto de las naciones y este planteamiento de nada sirve más que para “la filosofía académica” que así deviene irrelevante o, añado yo, para la pretendida justificación de los extremistas de todo signo si no se le coteja con el principio de la realidad de los hechos y de los valores y priorizaciones de las personas concernidas. """"
El caso Canadiense es un caso especial. Son descendientes de franceses que defienden a Francia y a la lengua francesa frente a la inglesa dominante en su región: los locos infames de HB/Bildu, además de justificadores políticos de los criminales de ETA (criminales obtusos porque el objetivo único no era el de liberarnos por el ¿socialismo? y por la ¿independencia?; era el de tomar el poder y usarlo para sus propios y exclusivos fines de grupúsculo hiper minoritario; que el síndrome cavernario exclusivista endémico vasco ha ido amplificando de manera recursiva; erróneamente; a la manera imparable del caos matemático que puede producir catástrofes, con la ayuda también del PNV que juega a auto considerarse inocente de todo; los culpables, bien es sabido, son siempre los demás) ; citaban en sus periódicos el caso canadiense como prueba supuesta de nuestra maldad casi infinita española, de su bondad, al contrario, casi infinita vasca; porque habían hecho un referendum en Québec. Sin drase cuenta, estos tristes binaristas ¿fascistas?; que se trataba culturalmente y sociológicamente de filo-franceses defendiendo a la lengua francesa; a la cultura central francesa y a la nación central y centralista francesa; gente que está en contra de cualquier autonomía futura ni para la parte vasca de Francia ni para la parte catalana de Francia. De esta manera; estos locos indecentes; buscando sólo su provecho egoísta de grupúsculo, invertían la situación y nos hacían pasar a los Españoles por muy malos y a los descendientes centralistas de la colonización Francesa (que yo apoyo a Francia y a parte de su colonización pasada) por muy buenos (otra vez el binarismo falso y reductor; insano en este caso). En realidad, ocurre lo contrario, desde el punto de vista de las autonomías que nosotros los españoles hemos concedido a vascos , catalanes, gallegos,...Hemos sido mucho más descentralizadores nosotros, desde 1975, que Francia desde hace 3 o 4 siglos y mucho más democráticos con nuestras periferias y sus lenguas peculiares, que el país vecino. Pero cuando ves que si les das la mano, ellos te rompen el brazo hasta el codo o el hombro, pidiendo siempre locamente más; amenazando de romper irremediablemente a España; y depués querrán siempre más de Francia; y después de Italia y después de Alemania; no te queda más remedio cuando despiertas o te despiertan; que avisarles de que se ha llegado al tope democráticamente admisible.
Los Quebequeses, que yo medio apoyaba; pero porque apoyo y apoyaba a Francia, donde he vivido; cometieron el error de convocar dos referendums separatistas, perdidos ambos (o ganados ambos; desde el punto de vista de que la convivencia económica/social/cultural entre comunidades diferenciadas, es más rica, dinámica y fértil en convivencia juntos; que separados y a las greñas de artificio que vengan).
ResponderEliminarUn referendum; si se mal convoca (y se malconvocan porque todo referendum usurpa las funciones de los políticos ya elegidos); su resultado ha de ser para siempre o bien para un tiempo que previamente se haya definido con perfecta claridad en la propia pregunta. Ya hemos visto a estos pobres escoceses y a los catalanes enloquecidos por culpa los criminales extremistas vascos, pidiendo repetir el que perdieron; se supone que lo quieren repetir un número "n" de veces; hasta que lo ganen. Y a partir de este momento ya será para siempre. Si el tema de la dislocación/partición/atomización/disgregación de todas las naciones del mundo (porque Francia era y es tan diversa como España. Y Italia. Y Alemania. Y el Reino Unido. Y Méjico. Y Argentina. Y Chile y el Perú. Y China y Japón...) no fuera tan grave; si no estuviéramos ya hartos de esta locura infame, ¿fascista?, aunque ellos se autodenominen ¿socialistas?; criminal y la vez mentirosa; nos reiríamos aunque sólo para no llorar.
Por otra parte; aunque tengan mayoría en su zona minoritaria; no se les puede permitir la secesión a los minoritarios; porque el mundo entero se disgregaría en une nube de naciones-insectos infértiles y al final probablemente caóticas. El referendum es en realidad, si se analiza un poco, un instrumento de abuso, antidemocrático, que puede ser utilizado, para sus fines, por los enemigos de la democracia infiltrados en ella; para tomar decisiones cuyo alcance futuro es muy difícil de valorar; porque además su resultado termina casi siempre siendo en realidad una cuestión que se resuleve de una manera casi aleatoria o bien que depende de unos factores ajenos a la pregunta/ley objeto de la consulta . Si no recuerdo mal, el general De Gaulle; que me caía bien; convocó un refrendo, después de los eventos extemporáneos del 68 en que subieron de golpe el salario mínimo, en Francia (¿quién lo hizo?) del orden del 28 % (un incremento, de una sola vez, enorme); para garantizar un apoyo pasivo/activo obrero a la causa loca de esa invención falsa que era y es la ¿"revolución"?; sobre el tema; precisamente del que hablamos, de la descentralización. Y lo perdió. ¿ Perdió Francia la posibilidad de una descentralización efectiva hacia una *nación de unión de autonomías*, como la que se inició en España a partir de la muerte de Franco o perdió De Gaulle, que de hecho renunció a su cargo; o perdieron ambos ? Yo afirmo que todo referendum está viciado por al menos dos intenciones (o más de dos intenciones subyacentes). La primera está en la pregunta; la segunda en las consecuencias que se deriven del triunfo del sí o bien del triunfo del no, en respuesta a la pregunta. Hay por otra parte un sesgo flagrante, obvio e importante y reduccionista hacia el binarismo; porque en la respuesta a una pregunta que frecuentemente es de por sí ya muy imprecisa o mal definida; no se puede, además, contestar (sí, pero...) o bien (no, pero...). Todo queda reducido a *todo sólo blanco* o a *todo sólo negro*.
(Sigue de lo anterior)
ResponderEliminar**De convocarse un referendum para la secesión de una parte de una nación; que no ha de convocarse, como hemos visto; debiera de ser con votación de toda la nación; obviamente; y no de sólo una parte, como lo claman los locos catalanes. A la inversa, si Portugal, por ejemplo, desease unirse a la España de las autonomías, bastaría con que la mayoría de los portugueses así lo hayan decidido. (O por voluntad del parlamento y del gobierno. A ver cuando reunificamos de una vez toda la península ibérica; en vez de darnos contínuamente, con insistencia, la espalda).**
Por último: ¿ Aceptarían los catalanes que Lérida pasase a ser de Aragón y Tarragona de Valencia; los vascos que Álava fuera de Castilla y Léon ; por votaciones de sólo Lérida; de sólo Tarragona o de sólo Álava ? Que me contesten únicamente después de que hayan abandonado la pésima idea de los intempestivos y antidemocráticos refrendos.
Es interesante haber leído este artículo en francés para refrescarse un poco la memoria (está en inglés también, en Wikipedia; pero no en español).
ResponderEliminarhttps://fr.wikipedia.org/wiki/R%C3%A9f%C3%A9rendum_sur_la_r%C3%A9forme_du_S%C3%A9nat_et_la_r%C3%A9gionalisation
Hay que decir que la wikipedia, es para cuestiones de Historia o de Geografía o también de Matemática o bien de la cuestión de ¿ Quién es quién ? bastante útil para una primera orientación. Y se puede mejorar;
Destaquemos este fragmento que muestra fehacientemente que no se contesta siempre, en los referendums, a la pregunta hecha, sino que se contesta, en realidad, a *una pregunta no formulada* de adhesión o no a la política general llevada a cabo por el partido o la persona convocante del referéndum :
""Une analyse des corrélations de vote par département révèle de fortes corrélations entre tous les référendums organisés par le général de Gaulle et son successeur Pompidou : « si la “réponse” électorale est similaire lors de ces cinq consultations, on est tenté d’en déduire que la “question” posée était perçue comme identique ou, en d’autres termes, que ces cinq référendums avaient le même enjeu. » « Tous les votes “Oui” aux référendums de la séquence 1958-1972 sont très fortement corrélés au vote “de Gaulle” lors du second tour de la présidentielle de 1965 » et « le “Oui” au référendum d’avril 1969 est bien corrélé avec le vote Pompidou deux mois plus tard ». Les chercheurs en concluent que « la structure territoriale du vote “Oui” lors des six premiers référendums de la Ve République est identique à la structure territoriale d’un vote de droite lors du second tour d’une élection présidentielle. »