sábado, 21 de diciembre de 2013

Otra vez la cuestión del aborto


Otra vez la cuestión del aborto

 
Quería dedicar un buen rato de este sábado a la lectura del nuevo proyecto de ley del aborto. Como todos los sábados, por sus suplementos literarios, compro en el quiosco “El País” y ABC. Los abren así, en sus portadas.

“El País”: A cinco columnas: “Aborto: España retrocede 30 años” Justo encima, también a cinco columnas: “El gobierno Rajoy aprueba la reforma más restrictiva de la democracia”. Leo en la portada el titulo de su editorial: “Regreso al pasado”.

“ABC”. Con fondo de vientre desnudo de una mujer embarazada este titular: “El aborto se limita al riesgo grave para la salud de la madre y a la violación”. Justo encima “El PP tumba la reforma de Zapatero”. Debajo del gran titular: “El gobierne vuelve al espíritu de la ley socialista de 1985 y suprime el aborto libre en as primeras 14 semanas”. Su editorial lleva este titulo” “Rajoy cumple con la reforma del aborto”

Aquí acabó mi lectura de los dos diarios. El resto estará presentado en razón de sus pre-supuestos ideológicos. Y ya me pilla muy cansado para desentrañar lo que de verdad dice la ley. Lo dejo para más adelante.

Mi opinión sobre este tema lo he publicado muchas veces. Abajo podrán leer, si les interesa mi opinión, uno de mis últimos textos al respecto. Es de 2009 aunque después he escrito varias cosas sobre la maternidad y, aunque menos, también sobre la paternidad.

Pero entretanto he seguido unas reflexiones que me ha ido enviando Benjamin Forcano. He releído lo que escuche a Diego Gracia y Alonso Bedate cuando pasaron por el Forum Deusto. Y la duda a la que hago referencia en mi texto de 2009, que traslado aquí abajo, se ha disipado. Es la diferencia que hay entre embrión y feto. Lo digo con las palabras de Benjamin Forcano.

"Trabajos como los de Byme y Alonso Bedate hacen pensar que el cuándo (de la constitución individual) debe acontecer en tomo a la octava semana del desarrollo, es decir, en el tránsito entre la fase embrionaria y la fetal. En cuyo caso habría que decir que el embrión no tiene en el rigor de los términos el estatuto ontológico propio de un ser humano, porque carece de suficiencia constitucional y de sustantividad, en tanto que el feto sí lo tiene. Entonces sí tendríamos un individuo humano estricto, y a partir de ese momento las acciones sobre el medio sí tendrían carácter causal, no antes” (Diego Gracia, Etica de los confines de la vida, III, pp. 130-131).

Queda claro de esta manera que quien siga esta teoría puede sostener razonablemente que la interrupción del embrión antes de la octava semana no puede ser considerada como atentado contra la vida humana, ni pueden considerarse abortivos aquellos métodos anticonceptivos que impiden el desarrollo embrionario antes de esa fecha. Esto es lo que, por lo menos, defienden no pocos científicos de primer orden (Diego Gracia, A. García-Bellido, Alonso Bedate , J.M. Genis-Gálvez, etc).

Esta hipótesis, suficientemente demostrada permite, a quien se apoya en ella, defender como no atentatorias contra la vida y como respetuosas de la vida aquellas acciones que se producen en el proceso constituyente del embrión antes de constituirse en feto, es decir, en estructura clausurada.

La teoría expuesta modifica notablemente muchos puntos de vista y establece un punto de partida común para entendemos, para orientar la conciencia de los ciudadanos, para fijar el momento del derecho a la vida del prenacido y para legislar con un mínimo de inteligencia, consenso y obligatoriedad para todos”.
 

Valdría la pena escucharles, digo yo.

 

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Mi texto de 2009


Aborto: convicciones y una duda

Ante el aborto tengo algunas convicciones y una duda de fondo. Desde el momento de la concepción hay vida. El “nasciturus”, el embrión que, salvo interrupción voluntaria o fortuita, se convertirá en un ser humano, como Usted y como yo, ya tiene sus señas de identidad. Únicas. No hay ni habrá otro ser humano como él.

Este ser humano en potencia necesita, para crecer y subsistir, que una mujer, su madre biológica, le lleve en su vientre. Es un ser distinto a su madre aunque sin su madre no llegaría a nacer. Necesita a su madre para que, en su caso, el derecho a la vida se lleve a efecto. No es un derecho absoluto. Se mata, legalmente, a la gente. Pero es difícil negar ese derecho a un “nasciturus” aunque puede lesionar, incluso gravemente, los derechos de su madre.

La inmensa mayoría de madres desean dar esa vida al “nasciturus” que llevan en el vientre. También para la inmensa mayoría de mujeres abortar es un drama. De ahí que las madres son las que más tienen que decir cuando se enfrentan a un embarazo no deseado. Pero no son las únicas que tienen algo que decir sobre el “nasciturus”. Pienso en el padre de ese “nasciturus”, de quien nadie se acuerda, que tendrá algo que decir, ¡pienso yo!, aunque más en unos casos que en otros. Y también la sociedad tendrá algo que decir cuando se trata de interrumpir, voluntariamente, la vida de un “nasciturus”.

Mi duda de fondo está en saber si cabe asimilar el “nasciturus” a una persona humana. Si lo que está en potencia es lo mismo que lo ya es realidad, luego si es sujeto de los mismos derechos. En este punto hay opiniones científicas, filosóficas y religiosas encontradas, entre personas con sólidos conocimientos, y de cuya honradez intelectual y moral no tengo derecho a dudar. Así como tampoco tengo duda alguna de que un “nasciturus” humano es muchísimo mas que un lince y, en derecho, exige más protección que el lince. El niño es el gran olvidado de nuestra sociedad.

Personalmente sostengo que la realidad de la existencia del aborto y su mala regulación exigen alguna solución jurídica a las mujeres que se enfrenten al drama del aborto, al  par que reclamo una política social y familiar que frene su aumento. Una sociedad no puede mirar a otro lado cuando ya había más de 100.000 abortos el año 2006 en vergonzante aumento, a diferencia de lo que sucede en otros países europeos de nuestro nivel de vida.

Vería la regulación mas justa si antes de dar el paso del aborto hubiera más recursos, más intentos, más cariños, más apoyos a muchas madres que tras hablar con el padre y con las familias de ambos, quizás encuentren el arrope preciso para no interrumpir su embarazo. Pienso que es también necesario que la sociedad, tras valorar, más que ahora, el derecho a la vida del “nasciturus”, ayude efectivamente a la madre a que dé a luz al niño. Por ejemplo para entregárselo a tantas familias que van lejos, hasta China incluso, para adoptar los niños que no pueden tener. Aunque, me temo que la madre, tras salir el niño de su vientre y acogerlo en su regazo no quisiera desprenderse de él.


Donostia 20 de marzo de 2009

Javier Elzo

(Para “El Diario Vasco”)

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