domingo, 30 de junio de 2013

Fauré en el Auditorio Nacional


Fauré en el Auditorio Nacional

Ayer, sábado 29, levitamos en el Auditorio Nacional con el Réquiem de Fauré, la Filarmónica de Berlin, con Rattle a la batuta, y el Orfeón Donostiarra de los mejores días. ¡Qué gozada!. Alfonso Aijón (para quien no lo sepa, alma mater de Ibermúsica que se merece el aplauso de todos los melómanos) me decía, justo antes del concierto, que el ensayo había sido soberbio y que Rattle así lo había manifestado. Pero que a veces los ensayos salen mejor que los conciertos, añadió. Al termino del concierto volví a encontrármelo y, a mi interrogación, respondía que el concierto fue soberbio (y dos críticos musicales con quienes conversé eran de la misma opinión) pero que el ensayo fue aún superior. Y añadió Alfonso: con tanto público es difícil controlar el volumen sonoro. Personalmente, sin sus conocimientos, también percibí que en la primera parte, en algunos momentos, la orquesta tapaba un tanto los increíbles pianísimos de las voces blancas del Orfeón para, a partir del Sanctus, conjuntarse plenamente. Para la anécdota, quiero señalar que Rattle se acercó al coro y los levanto en medio de una ovación de gala. Sany (para los que no sepan, José Antonio Sainz Alfaro, director del Orfeón) se paseaba nervioso al inicio (le transmití la opinión de Rattle tras el ensayo) y feliz y relajado al final recibiendo las felicitaciones de todos.

Las opiniones de Aijón sobre las bondades de las interpretaciones en los ensayos y en el concierto me traen a la memoria una anécdota de Mravisky que pretendió anular un concierto pues, aducía, que no lograrían alcanzar el nivel del ensayo.  

Un comentario al paso. Fauré era agnóstico y, salvo error, compuso el Réquiem menos tremendista de entre los más escuchados. Una meditación de menos de 40 minutos. Una oración laica. Maravillosa obra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario