Una nueva izquierda conservadora
(Un texto reducido de este tema lo publiqué en “El Diario Vasco”
(01/05/13)
En las grandes manifestaciones contra “el
matrimonio para todos” en Francia ha habido muchos católicos de derechas. En
algunos medios se habla y escribe con preocupación, que comparto, del
resurgimiento de un neo catolicismo, esta vez anti mayo 68. Pero sería
encerrarse en argumentos ideológicas del siglo XIX, y condenarse a no entender
lo que está sucediendo en Francia, limitarse a explicar estas manifestaciones
como un movimiento de católicos de derechas o, sin más, de gentes de derechas y
de extrema derecha. Pues también había personas de izquierdas, cristianas y no
cristianas.
(Por cierto el pasado domingo 26 de mayo, a punto de coger el tren en la estación de Montparnasse, de vuelta a casa, me topé con una marea de manifestantes, provenientes sin duda alguna de Iparralde pues, muchos, llevaban ikurriñas junto a la bandera – emblema de los manifestantes, varios niños cogidos por la mano).
Chantal Delsol, filósofa e historiadora
de ideas políticas, saluda la presencia de estos manifestantes de izquierdas,
que denomina como los orvelianos, como “el nacimiento de una izquierda
conservadora”. (En “Le Monde” 25/05/13).
Políticamente son “antifascistas”, incluso “antisistema” pero, también
“antitotalitarios”, lo que dice Delsol es “un gran progreso para los
socialistas”. Yo diría más bien que es un progreso para los leninistas como
Zizek, aunque cabe preguntarse a estas alturas si es posible ser leninista no
totalitario, cuestión que “mutatis mutandis” cabe a aplicar a no pocos
católicos de derechas, teólogos, obispos y cardenales comprendidos (y alguno de
izquierdas también). También digo que sería un gran progreso para los piquetes
“antitrabajo” de tantas huelgas como la fracasada del jueves pasado, 30 de mayo
Hanna Arend decia que el totalitarismo
consiste en la creencia de que todo es posible. Pues bien, algunas derivas del
matrimonio gay (en mi opinión una conquista que considero definitiva, con la
universalización del término matrimonio) bajo la desgraciada fórmula que ha
adoptado la legislación francesa de “matrimonio para todos”, es un ejemplo de
ello, sostiene Delsol. Esta expresión muestra la necesidad del límite y de la protección.
Ante uniones aberrantes, incestos, poligamia, hijos a la carta, etc., etc.
Así, al albur de las manifestaciones
contra “el matrimonio para todos” está creciendo una nueva ecología que Delsol
lo plantea así: “¿por qué aplicar el principio de precaución en nuestras
relaciones con la naturaleza y jamás en
las reformas de la sociedad?”. Para concluir que, en el seno de la izquierda,
estén surgiendo, además de los ecologistas de la naturaleza, los ecologistas
del hombre.
“En
medio de defensores del oso blanco, de la naturaleza en estado puro - por
ejemplo rechazando toda organismo genéticamente modificado (abreviado OGM, o OMG, o GMO, este último del inglés
Genetically Modified Organism) que leo en Google que se puede definir como un organismo vivo
(vegetal o animal) en el que el material genético (ADN) ha sido alterado de
manera artificial, confiriéndole una determinada característica o propiedad que
no posee de manera natural- fumadores de hachís en sandalias, los orvelianos,
dirá Delsol, son los únicos que recusan el liberalismo, y no solamente donde
les apetece, sino que rechazan todo tipo de totalitarismo, imitando a Orwell
que no se limitaba a rechazar el fascismo”.
Los nuevos ecologistas de la persona
humana, o de la raza humana, expresiones que prefiero a la francesa de
“ecologistes de l´homme”, además de criticar el individualismo hedonista que
nos invade, sostienen que la libertad de elección tiene sus límites. Debe estar
al servicio de la persona. La mera libertad no debe ser el faro supremo que
guíe la conducta humana, sino la justicia, el bien común, y la ayuda al
necesitado honrado, esto es, a la persona en estado de necesidad que lucha por
salir de ella, en la medida de sus posibilidades. Eso sí, sin trampas.
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