Entre Rusalka y Wozzeck
Esta tarde he visto y escuchado en directo, la
representación en el MET, de Rusalka de Dvorak, en un cine de Donosti. Magnificas
las voces, magnifica la puesta en escena de una música hechizante que va a más
del primero al tercer acto. El arranque con las ninfas, por una asociación de
ideas que se me escapa, me ha llevado al arranque y final del Anillo de Wagner.
Es una música para una escena de humanos y extrahumanos, los dioses, las
ondinas y los nibelungos en Wagner, y las ninfas, brujas- Jezibaba- y duendes
del agua en Rusalka.
Estamos en un mundo, con humanos y, lo digo así,
extrahumanos, que puebla toda la música hasta el siglo XX, y en no pocas obras
del siglo XX también. Trabajando estos meses la cuestión de la búsqueda de la autonomía
de la ética y del hacer de los humanos, en el tiempo presente, frente a la
heteronomía de (vuelvo a utilizar el mismo término) de los extrahumano, en el
pasado aún reciente, me viene a la cabeza, a botepronto, Wozzeck de Berg como música
enteramente autónoma. Libreto y música acongojonantes. En abril volveré a sumergirme,
por cuarta vez que recuerde, en los poco más de 100 minutos de esta obra
paradigmática del siglo XX. Un mundo sin dioses o de hombres que se creen dioses.
Es muy duro ser (pretender ser) Prometeo.
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