Linchamiento digital
Eusko Ikaskuntza organizó recientemente un Congreso Internacional
que tituló “Del ágora a la cyber-plaza”. Participé en una Mesa Redonda, con
otras seis personas, para debatir sobre lo que denominaron como “lapidación
digital”. Nos lo presentaban diciendo que es fácil encontrar en la actual era
digital, “un aluvión de críticas, a menudo insultantes o con intención de
humillar, que se desencadena a raíz de la publicación de algún comentario en
medios o redes sociales” (…) “que puede tocar a cualquiera y lo puede aniquilar
por expresarse en la red de manera poco prudente, insensata y sin gusto. (…) No
podemos olvidar que la red es la gran plaza del mundo”. Y nos lanzaban una
pregunta. “Como la ira/enojo de las personas se dirige a personas individuales,
es muy difícil evitarla en la era digital pública, ¿qué consecuencias tiene
esto para nosotros? Si existe esa “lapidación digital” que no reconoce al juez
oficial, ¿qué papel ha de jugar el orden jurídico-social y la sociedad frente
al señor de la justicia Online?”. He aquí, resumidamente, las reflexiones que
leí en el Congreso.
1.La red es la
gran plaza del mundo, aunque unos la frecuenten más que otros. Yo tengo twitter
con muy pocos seguidores, me inscribí en Facebook, pero nunca lo consulto, y
mantengo un blog que tampoco lo consulta mucha gente. Es evidente que quien transcurre,
habitualmente, por esa plaza, debe saber las reglas que rigen en la plaza, en
la que hay victimarios redomados que pueden atacar, incluso a los que menos la
frecuenten.
2. En mis lecturas constaté que
aparece con frecuencia el caso de Justine
Sacco, una referencia cruel y exacta de cómo las plataformas digitales
se han convertido en un terreno óptimo para el linchamiento y la humillación. La
protagonista del caso ejemplificador era directora de Comunicación de una
compañía responsable de portales como Match.com, Meetic, Vimeo o Ask.com, y tuitera intensa de bajo impacto, con poca
influencia. Sus 170 seguidores leyeron en diciembre de 2013 su
inesperado último tuit: "Me voy a África. Espero no agarrarme sida. Es
broma. ¡Soy blanca!". Lo publicó antes de subirse al avión, en
Nueva York. Aterrizó en Sudáfrica, doce horas después, inconsciente de la
repercusión que su tuit había despertado. Fue blanco de 100.000 tuits con amenazas,
memes, insultos. La despidió Twitter y
su horda de enjuiciadores. Castigarla fue una obligación moral y una actividad
ociosa. Fue demonizada.
3.
La demonización es
consecuencia de victimarios que aguardan expectantes, en la sombra de las redes
sociales, cualquier desliz. No discriminan usuarios. Encrudecen su
atención en las personalidades públicas, o concurrentes en negocios, pero
extienden su jurisprudencia hasta la más ignota y anónima cuenta. Guillermo
Foucé, profesor de Psicología de la
Complutense de Madrid habla incluso de "troles profesionales". Grupos de personas
"que se pasan todo el día en Facebook o Twitter, y que constantemente juegan a
eso". En ocasiones, afirma, incluso viven de ello.
Es el caso de "personas contratadas por otras que quieren generar
tendencia, crear una historia viral o perseguir a un determinado personaje. De
hecho, los que están más profesionalizados manejan varios perfiles para
retransmitir el objetivo que buscan". Me quedé de piedra al leerlo.
"Los troles son personas que tienden a publicar mensajes
con la intención de provocar opiniones controvertidas, difamando a una persona
determinada, con el objetivo final de suscitar una respuesta negativa, que cree
conflicto", explica Pilar Vecina, directora de un Departamento de
Neuropsicología en Madrid. Algunos señalan aquí al colectivo Anonymus, al menos
en sus orígenes.
4.
Personalmente soy muy sensible al anonimato. No creo haber escrito nunca un
anónimo. Siempre firmo lo que escribo. Jamás contesto a un anónimo que se cuela
en mi blog o en los comentarios a mis artículos de prensa. ¿Qué validez tiene
una conversación en la que no sabes con quien estás hablando? El anonimato "revestido de identidades de fantasía,
sumado a la distancia virtual entre el victimario y la víctima, refuerza la
sensación de impunidad que creen tener los agresores en las redes. Hay mucha
frustración y odio que se está canalizando a través de plataformas que,
inicialmente, fueron concebidas para la conversación, no para los linchamientos
virtuales". (Profesor Orihuela de la Universidad de Navarra)
5.
¿Qué justicia se ejerce en las redes sociales? Nadie evalúa la solidez de las
pruebas; no hay abogado, ni juez, ni posibilidad de apelar o de presentar
alegaciones. En los linchamientos no hay garantías procesales ni
proporcionalidad de las penas, y los inocentes pueden resultar atropellados. Además,
¿cuándo se da por terminado el castigo? ¿Qué pena es suficiente? ¿Quién cuida
los derechos del acusado? Y quizá peor:
¿quién decide qué es un crimen, y qué no? ¿Quién controla a los controladores?
6. Preparando mi intervención, leí esta
noticia: “El periodista y tertuliano Alfonso Rojo ha sido condenado a 20.000
Euros por insultar a Pablo Iglesias, después de que
la Audiencia Provincial de Madrid considere probado que vulneró el derecho al
honor del político. El periodista llamó “gilipollas”, “chorizo”, “mangante” y
“estafador” a Pablo Iglesias en varias tertulias y en su cuenta de
twitter”. (La Vanguardia 22/09/16). Luego es posible actuar contra la
difamación y el insulto. Y me pregunto, ¿por qué si una persona, en un tuit
insulta a otra gravemente, “vulnerando su derecho al honor”, la persona
ofendida, pidiendo amparo, no puede actuar la Justicia?
7. Es
obvio que la respuesta a la pregunta de Eusko Ikaskuntza, en parte se responde
diciendo que hace falta una justicia (y una policía) especializada en los
delitos informáticos específicos “de vulneración al derecho al honor de los
ciudadanos”. Y aquí una pregunta de fondo: ¿qué hay que priorizar?, ¿el derecho
a la libertad de expresión o el derecho al honor de los ciudadanos injustamente
proscritos, muchas veces sin pruebas comprobables y sin posibilidad real de
defensa? ¿Cómo defenderse de un linchamiento?
8.
Pero esto es anterior a la era digital, aunque ahora aumentado. En el fondo
estamos en una sociedad en la que, en nombre de la libertad de expresión,
llevamos muchas décadas legitimando el que cada cual pueda decir lo que le venga
en gana sin dar cuenta de porque dice lo que dice y, en el caso de que acuse a
alguien de algo, no tenga que dar cuenta de los datos que posee para ello, ni
de las fuentes en las que se apoya. Y en el anonimato. Así se ha creado y
fortalecido la sociedad del insulto gratuito. El ágora ya no es un espacio para
el debate sino para la difamación gratuita. El año 2006, la
revista Time declaró personaje del
año a los internautas. En la portada del 29 de agosto pasado se preguntaba
por qué “estamos perdiendo Internet hacia la cultura del odio”. Y no solamente
Internet, añado yo.
(Texto íntegramente publicado, el sábado 15 de Octubre, en
DEIA y en Noticias de Gipuzkoa en formato papel, y en formato digital en DEIA).
Hola Javier, desde hace tiempo le vengo dando vueltas a esto de estar "en la red" como vulgarmente se dice. Yo también tengo mi cuenta de Facebook. Me la hicieron unos colegas para que figurara como seguidor de su Facebook y la verdad es que nunca la utilizado por varios motivos: desconozco su funcionamiento y no necesito estar continuamente comentando fotos, frases peregrinas, explicar por donde ando o transmitiendo en directo mis vacaciones. El Twitter ni lo tengo ni lo necesito ni tampoco me apetece estar leyendo memeces de deportistas, actores, políticos.....Lo del linchamiento digital es algo discutible. Un personaje público hace un comentario en alguna de estas redes y automáticamente es contestado bien por gente que le apoye y otra gente que lo machaque. El que publica esos comentarios a eso está expuesto y lo tiene que aceptar. Otra cosa bien distinta es, como el caso del torero Víctor Rubio, que el linchamiento digital al que se vio sometido quede impune. Eso es un atentado al derecho al honor que todos tenemos la obligación de defender. Se descubre quien escribe esos comentarios y alega que su cuenta de twitter se la han hackeado. Como se legisla eso. Siempre se va por detrás a la hora de legislar delitos informáticos, cosa que es normal, pero dada la magnitud que estos procederes están alcanzando deberíamos contar cuanto antes con una legislación que nos protegiera de esos ataques cuando sin comerlo ni beberlo eres víctima de ellos. Al final se acaba chocando con lo que comentas al final de tu artículo: Libertad de expresión vs derecho al honor. Muchos años llevamos escuchando esos términos y todavía no se han establecido legalmente los límites de cada uno de ellos
ResponderEliminarHe estado trabajando el día de hoy en la preparación de una conferencia que debo dar en Madrid el 1º de Diciembre próximo sobre el tema de cómo hacer para que las ciudades sean espacios de realización personal.
EliminarEn mis lecturas constato que hay una línea de trabajo que aboga por implementar, entre otras cosas, el uso de las nuevas tecnologías, lo numérico le llaman algunos. Es la apuesta por los los smart cities (ciudades inteligentes) que buscan conciliar el desarrollo económico, la reducción de la impronta medioambiental y la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos, todo ello apoyándose sobre tecnologías disponibles, en particular las numéricas.
Pero, en mis lecturas (estoy trabajando con el número de Septiembre-Octubre de la revista francesa, “Futuribles” que aborda la renovación de las utopías urbanas), constato también lo que otros estudiosos definen como las “vulnerabilidades intrínsecas ligadas al todo numérico” que agrupan en estas tres categorías.
- Sobre las economías de energía en primer lugar, pues lo que se supone de economía en la materia puede ser menos importante de lo previsto. En efecto lo numérico exige mucha energía y representa desde ya el 10% del consumo mundial de electricidad
- Sobre los recursos naturales también pues lo numérico es también un gran consumidor de material raras lo que plantea, a la vez, el problema de la disponibilidad de esos recursos y el reciclaje de los desechos.
- Sobre los riesgos cibernéticos en fin, pues la ciudad inteligente será vulnerable al vandalismo, a los fallos técnicos y naturales (depende en particular de la red eléctrica) y a los ciberataques. En este sentido, como el ciberespacio, precisa una reflexión estratégica.
Además, se refieren a Tensiones sociales con estas palabras. Sobre el plan social la smart city puede igualmente exacerbar las tensiones entre los barrios hiperconectados y las zonas urbanas en abandono (en déshérence). Por otra parte la predominancia que se concede a la clase creativa, en las nuevas ciudades en vías de desarrollo, suscita críticas sobre el hecho de que no hay lugar en ellas para los pobres.
Como decían nuestras abuelas, ¡que Dios nos pille confesados!
Así mismo. las intrusiones repetidas en la vida privada y el mercadeo de las informaciones, cuyos derechos escapan al individuo, pueden también ser una fuente de rechazo particularmente en el seno de las clases más creadoras”. Diferentes estudios lo muestran.
Te escribo todo esto, amigo José Maria, no solamente por contestarte, es que acabo de recibir una Alerta de “El País” en el que leo esto “Dos ciberataques masivos este viernes contra el proveedor de Internet Dyn están interrumpiendo el servicio de páginas webs de grandes compañías, comoTwitter, Spotify, Amazon y Netflix, así como los periódicos The New York Times yFinancial Times. El ataque afecta a usuarios de todo el mundo, aunque inicialmente se limitó a los de la Costa Este de Estados Unidos”.
Javier Elzo
Uffff¡¡¡¡, Javier. soy más joven que tú y me llevas traineras de ventaja en lo que a lo digital, numérico o como se quiera llamar, se refiere. ¿Como eres capaz de preparar una conferencia sobre todo eso que explicas?. Me supera. Lo leo y releo y no termino de saber a que se refiere. Me supera. Mil felicitaciones por haber sido capaz de adaptarte y entender toda esa terminología.
EliminarPerdona, José Mª, el retraso en contestar. He sido abuelo por tercera vez de una preciosa Ainhoa que ha nacido en Grenoble donde reside mi hija. Allí he pasado unos días y después he tenido compromisos en Madrid y en Arantzazu. Ahora me estoy poniendo al día en mis correos.
EliminarEl tema de la ciudad, aunque lo he tocado poco, es apasionante. Ya preparé un largo texto para un Congreso en Barcelona de hace un par de años. Supongo que lo habré subido a este blog. En 2050 se prevé que más de mitad de la población planetaria vivirá en grandes ciudades. El reto es cómo trabajar para hacerlas más humanas, más habitables. Algunos piensan en que la solución nos vendrá por las nuevas tecnologías, por lo numérico. Ahí está el movimiento transhumanista (por el que apuestan gigantes como Google) al que sucederá en breve la salvación por la bioneurología. Avances que requieren reflexión y control.
Apreciado Javier, cuando más pienso en este tema más me viene a la cabeza 'Alicia en el País de las Maravillas', y una cita de la Reina de Corazones: '¡Que le corten la cabeza!' Diferentes palabras, pero veo el mismo fondo en estas 'lapidaciones' digitales. Y es que hay mucho 'perfecto' suelto con hacha incorporada.
ResponderEliminarDesde que leí, de adolescente, "Doña Perfecta" de Pérez Galdós, tengo a los perfectos como una de los perfiles mas peligrosos de personas. El perfecto, ademas de estúpido pues la perfección no existe, acabo siendo totalitario y se pretende poseedor de la única verdad. Si ademas tiene el hacha en su mano...
Eliminar