domingo, 15 de septiembre de 2013

Euskadi: un relato y una ética compartida


Euskadi: un relato y una ética compartida
(Aunque sea mínima)
 

¿Será posible que el “suelo ético”, pactado al final de la legislatura de López, (el 22/03/12) - legislatura en la que los jueces impidieron la presencia de la izquierda abertzale en el parlamento - por PNV, PSE, y PP, impida que avance la Ponencia de paz y convivencia que, en principio, debía reunirse el viernes 13 de Septiembre?. A priori las posturas parecen muy alejadas, como mostraron los medios de comunicación y, de hecho, el inicio de los trabajos no tuvo lugar en la fecha prevista

En el blog de Laura Mintegi leí el 09/09/13 que “nuestra postura desde el inicio es clara. No nos gustan las maneras ni compartimos un texto que solo interpela a ETA y que considera la memoria como instrumento de parte, para deslegitimar únicamente a la otra. Tampoco creemos que la comisión parlamentaria sea el único lugar donde tenga que debatirse sobre la construcción de la paz y de la convivencia” Y añade estas dos frases que hago mías. “Pero lo que está en juego es demasiado serio como para desaprovechar ningún foro ni dejar pasar ocasión alguna. En juego está el cierre de un ciclo de muchos años de violencia y la posibilidad de que, por primera vez en varias generaciones, la sociedad vasca no se desangre lentamente”.

En efecto nos jugamos mucho. No podemos repetir en Euskadi el cierre en falso del franquismo con el voluntario olvido, o puesta entre paréntesis, en la transición, de los crímenes del franquismo, y el fracaso de Zapatero de reabrir el tema de la Memoria Histórica. A Laura Mintegi me permito pedirle que lea el 4º principio especifico del Plan aprobado en marzo de 2012 que dice así: “Evitar una verdad a medias, reprimida o amnésica: configurar a través del relato objetivo de los hechos la verdad compartida sobre las violaciones de los derechos humanos”. Si no están en la Comisión su relato no se oirá en el Parlamento Vasco.

Al PSE y al PP les pido, de nuevo, que no echen en saco roto el “Informa-Base de vulneraciones de derechos humanos en el caso vasco (1960-2013)”, de junio de este año, (elaborado y firmado, entre otros por personas, además de competentes, afines a sus posiciones políticas) y que defiendan sus posiciones en el Parlamento, que para eso está. No en los medios de comunicación. Especialmente cuando EH Bildu está dentro, y algunos de sus líderes alardeen, ahora, de pacifistas.

Y al PNV, como a todos, que más vale desplazar una coma, que enrocarse en su propia verdad. Verdad que siempre será parcial, por subjetiva e incompleta.

Siempre habrá personas que legitimarán ETA. Como otros siguen legitimando el nazismo, el leninismo, el franquismo, etc. Es increíble que, con ETA en sus estertores, todavía sigamos dependiendo de los más extremistas de sus seguidores. ¿Como el Cid que dicen que ganaba batallas después de muerto? ¿Vamos a depender de ellos para fomentar la memoria obligada, la memoria justa, el deber de memoria?.

Pues,en efecto, como escribe Ricoeur “de todas las virtudes, la virtud de la justicia es la que, por excelencia, se torna hacia el otro. Se puede incluso decir que la justicia constituye el componente de alteridad de todas las virtudes y que, gracias a ella, las extrae del cortocircuito entre sí y sí mismo. El deber de memoria es el deber de hacer justicia, por el recuerdo, de otro que sí mismo”. (“Memoire, l´histoire, l´oublie Coll. Points. Seuil. Paris 2000 p.108). De ahí la deuda debida pues somos lo que somos, en gran medida en razón de lo que hemos heredado, de lo que hemos recibido de nuestros antepasados. De ahí, también, la prioridad moral que adquieren las víctimas aunque líneas más abajo, Ricoeur señale, recordando de nuevo a Todorov, cuando este advierte “de la propensión a proclamarse víctima y reclamar sin fin reparación” Y añade, “la victima de la que aquí hablamos es otra que nosotros mismos”, para que la alteridad de la justicia no se vea seriamente comprometida y no digamos la universalidad de los derechos humanos, principio que juzgamos básico para una sociedad que aspire a algo más que a la mera coexistencia incruenta.

La memoria obligada se corresponde con un deber de memoria por la deuda contraída con los que más han sufrido y, ello, baja la égida de una justicia que busca la verdad, toda la verdad, donde el rigor de los historiadores y demás científicos sociales no debe olvidar, bien al contrario, la multiplicidad de relatos que provienen de las memorias personales y colectivas de los actores sociales. Para así ir construyendo, no “un único relato debido”, imposible e, incluso, sin duda alguna, parcial (en el doble sentido de incompleto y determinado por una visión concreta) sino uno o varios relatos, aunque  compartidos por diferentes, para lo que es imprescindible que, al menos, se hayan escuchado en un espacio común. Por ejemplo en una Comisión Parlamentaria que, lo repito, para eso está. Lo que facilitará, también, que pueda haber una ética compartida, un suelo ético más amplio que el ya alcanzado el 22 de marzo de 2012. Bajo la égida de la universalidad de los Derechos Humanos. Universalidad que no exime de la necesaria jerarquía de violaciones de los Derechos Humanos al par que impide el olvide de ninguno. 

Caso contrario, viviremos en las trincheras ideológicas y temo que se consolide en la sociedad vasca, más allá de lo económico, más allá de la deseada superación de la crisis financiera, la fractura que se originó con la muerte del pacto de Ajuria Enea y el aborto del Plan Ardanza: la fractura entre nacionalistas versus constitucionalistas (o como se digan). Fue un error mayúsculo y, su reproducción, sería fatal si realmente queremos que ETA sea historia y el deber de justicia una realidad.
 
Donostia 15 de Septiembre de 2013
Javier Elzo

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