Euskadi: un relato y una ética compartida
(Aunque sea mínima)
¿Será posible que el
“suelo ético”, pactado al final de la legislatura de López, (el 22/03/12) -
legislatura en la que los jueces impidieron la presencia de la izquierda
abertzale en el parlamento - por PNV, PSE, y PP, impida que avance la Ponencia de paz y
convivencia que, en principio, debía reunirse el viernes 13 de Septiembre?. A
priori las posturas parecen muy alejadas, como mostraron los medios de
comunicación y, de hecho, el inicio de los trabajos no tuvo lugar en la fecha
prevista
En el blog de
Laura Mintegi leí el 09/09/13 que “nuestra postura desde el inicio es clara. No
nos gustan las maneras ni compartimos un texto que solo interpela a ETA y que
considera la memoria como instrumento de parte, para deslegitimar únicamente a
la otra. Tampoco creemos que la comisión parlamentaria sea el único lugar donde
tenga que debatirse sobre la construcción de la paz y de la convivencia” Y
añade estas dos frases que hago mías. “Pero lo que está en juego es demasiado serio
como para desaprovechar ningún foro ni dejar pasar ocasión alguna. En juego
está el cierre de un ciclo de muchos años de violencia y la posibilidad de que,
por primera vez en varias generaciones, la sociedad vasca no se desangre
lentamente”.
En efecto nos jugamos
mucho. No podemos repetir en Euskadi el cierre en falso del franquismo con el
voluntario olvido, o puesta entre paréntesis, en la transición, de los crímenes
del franquismo, y el fracaso de Zapatero de reabrir el tema de la Memoria Histórica.
A Laura Mintegi me permito pedirle que lea el 4º principio especifico del Plan
aprobado en marzo de 2012 que dice así: “Evitar una verdad a medias, reprimida
o amnésica: configurar a través del relato objetivo de los hechos la verdad
compartida sobre las violaciones de los derechos humanos”. Si no están en la Comisión su relato no se
oirá en el Parlamento Vasco.
Al PSE y al PP les pido, de nuevo, que no echen en
saco roto el “Informa-Base de vulneraciones de derechos humanos en el caso
vasco (1960-2013)”, de junio de este año, (elaborado y firmado, entre otros por
personas, además de competentes, afines a sus posiciones políticas) y que
defiendan sus posiciones en el Parlamento, que para eso está. No en los medios
de comunicación. Especialmente cuando EH Bildu está dentro, y algunos de sus
líderes alardeen, ahora, de pacifistas.
Y al PNV, como a todos,
que más vale desplazar una coma, que enrocarse en su propia verdad. Verdad que
siempre será parcial, por subjetiva e incompleta.
Siempre habrá personas que legitimarán ETA. Como
otros siguen legitimando el nazismo, el leninismo, el franquismo, etc. Es
increíble que, con ETA en sus estertores, todavía sigamos dependiendo de los
más extremistas de sus seguidores. ¿Como el Cid que dicen que ganaba batallas después
de muerto? ¿Vamos a depender de ellos para fomentar la memoria obligada, la
memoria justa, el deber de memoria?.
Pues,en efecto, como escribe Ricoeur “de
todas las virtudes, la virtud de la justicia es la que, por excelencia, se
torna hacia el otro. Se puede incluso decir que la justicia constituye el
componente de alteridad de todas las virtudes y que, gracias a ella, las extrae
del cortocircuito entre sí y sí mismo. El deber de memoria es el deber de hacer
justicia, por el recuerdo, de otro que sí mismo”. (“Memoire, l´histoire, l´oublie” Coll.
Points. Seuil. Paris 2000 p.108). De ahí la deuda
debida pues somos lo que somos, en gran medida en razón de lo que hemos
heredado, de lo que hemos recibido de nuestros antepasados. De ahí, también, la
prioridad moral que adquieren las víctimas aunque líneas más abajo, Ricoeur
señale, recordando de nuevo a Todorov, cuando este advierte “de la propensión a
proclamarse víctima y reclamar sin fin reparación” Y añade, “la victima de la
que aquí hablamos es otra que nosotros mismos”, para que la alteridad de la
justicia no se vea seriamente comprometida y no digamos la universalidad de los
derechos humanos, principio que juzgamos básico para una sociedad que aspire a
algo más que a la mera coexistencia incruenta.
La memoria obligada se corresponde con un deber de memoria por la
deuda contraída con los que más han sufrido y, ello, baja la égida de una
justicia que busca la verdad, toda la verdad, donde el rigor de los
historiadores y demás científicos sociales no debe olvidar, bien al contrario,
la multiplicidad de relatos que provienen de las memorias personales y
colectivas de los actores sociales. Para así ir construyendo, no “un único
relato debido”, imposible e, incluso, sin duda alguna, parcial (en el doble sentido
de incompleto y determinado por una visión concreta) sino uno o varios relatos,
aunque compartidos por diferentes, para
lo que es imprescindible que, al menos, se hayan escuchado en un espacio común.
Por ejemplo en una Comisión Parlamentaria que, lo repito, para eso está. Lo que
facilitará, también, que pueda haber una ética compartida, un suelo ético más
amplio que el ya alcanzado el 22 de
marzo de 2012. Bajo la égida de la universalidad de los Derechos Humanos. Universalidad
que no exime de la necesaria jerarquía de violaciones de los Derechos Humanos
al par que impide el olvide de ninguno.
Caso contrario, viviremos
en las trincheras ideológicas y temo que se consolide en la sociedad vasca, más
allá de lo económico, más allá de la deseada superación de la crisis
financiera, la fractura que se originó con la muerte del pacto de Ajuria Enea y
el aborto del Plan Ardanza: la fractura entre nacionalistas versus
constitucionalistas (o como se digan). Fue un error mayúsculo y, su
reproducción, sería fatal si realmente queremos que ETA sea historia y el deber de justicia una realidad.
Donostia 15 de Septiembre de 2013
Javier Elzo
No hay comentarios:
Publicar un comentario