martes, 4 de diciembre de 2012

El fracaso de la otra España posible (2007)


El fracaso de la otra España posible

 
                                  (Publicado en El Correo Español el 28.08.2007)


Ésa es, en efecto, una de las notas mayores de esta legislatura, desde hace ya meses, si no años, en periodo electoral. La otra España posible, la España plural, nación de naciones, cosmopolita, con soberanías compartidas o, mejor aún, habiendo superado el concepto de soberanía en favor de los de subsidiariedad, interdependencia y respeto a las minorías, ha saltado hecha añicos. 'Ad calendas grecas'.

Todo comenzó en Catalunya. Muchos vascos, no solamente nacionalistas, pensamos que con Zapatero en La Moncloa y Maragall al frente de la Generalitat, siendo ambos del mismo partido, y con la promesa de Zapatero de aceptar lo que decidiera el Parlament de Catalunya, se abría una posibilidad real para encajar la singularidad vasca y catalana en otra concepción del Estado español. La decepción, al día de hoy, es inmensa. El miedo y el seguidismo del PSOE al PP es total. Más allá de PSC, del PSE y del PSN que, al final, acaban plegándose al PSOE. Navarra es el último episodio, hasta la fecha. Hay que reconocer que, desgraciadamente para los que vemos la política en clave de futuro, el actual Partido Popular (no el único posible, mírese a Francia y Alemania) ha ganado la partida, aunque pírrica, incluso después de Aznar.

Después del portazo, sin discusión, ni siquiera en Euskadi, al plan Ibarretxe (que siempre he pensado que no era, no es, un buen plan de futuro, luego es un error volver al mismo, pero encaró el futuro cuando se hablaba del 'nazi-nacionalismo vasco', del 'Gulag vasco' y lindezas por el estilo, y se acusaba al nacionalismo vasco de ambigüedad, de ahí su mérito), el Parlamento español se cepilla (la expresión es de Alfonso Guerra para el plan Ibarretxe) el Estatut de Catalunya. Estatut aprobado (a diferencia del proyecto del lehendakari) tras larga discusión en la Cámara autonómica, en ausencia de violencia y con mayoría que rondaba el 90%. Lo que no olvidamos, como argumento más que dialéctico, en Euskadi. De tal suerte que Catalunya, de subrayado ejemplo a seguir para los indómitos vascos, se convierte en seria advertencia de lo que nos puede pasar. Ferraz, con su decisión en Navarra, acaba de hacer el resto este verano.

Poco importa lo que pensemos los vascos o los catalanes. Manda Madrid. Sean los catalanes, o los vascos, nacionalistas, populares o socialistas. Piqué, harto, (auto) defenestrado, se marcha. A Maragall su propio partido le obliga a irse a casa. Es lo que hace Puras en Navarra, y queda el PSN destrozado para tiempo. En Euskadi hemos leído a Patxi López, antes de la decisión de Ferraz, apoyar la opción de sus colegas navarros de formar gobierno con Nafarroa Bai. Manuel Huertas, después de Ferraz (EL CORREO, 16-8-07) viene a decir lo mismo. Pena perdida. Manda Madrid.

Si la cuestión estuviera en dilucidar quién gobernará en Madrid el año 2008, desde una perspectiva nacionalista, habría que decir que poco importa. Tanto al PP como al PSOE les interesan los grupos nacionalistas cuando no tienen mayoría absoluta pero, a la hora de la verdad, una vez su gobierno asegurado, el 'niet' es el mismo. (Aunque hace mucho que me ronda la cabeza la idea de un antiguo alto cargo de UCD que me dice, y repite, que solamente el PP, pero con el espíritu de UCD, podrá resolver la cuestión vasca, así como consiguió acabar con el servicio militar y el PSOE logró que España entrara en la OTAN, pero aún no he pensado suficientemente en esta perspectiva).

En realidad el problema es mucho más importante que saber si nos esperan cuatro años más de Zapatero o cuatro de Rajoy en La Moncloa, cuestión esta que, llevo meses diciéndolo, dependerá no poco, para más inri, de lo que haga ETA. El problema es resolver el nudo gordiano de la política: Quién es el sujeto político en una Europa que se está haciendo, y cómo se dilucida la capacidad de decisión de unos ciudadanos que lo son, al mismo tiempo pero con intensidad y sentimientos de pertenencia distintos, de una localidad, de una región, de un Estado, de Europa y del mundo entero. Mi apuesta está apuntada en las primeras líneas de este artículo (ya lo he comentado con más detalle en otros anteriores), y creo que coincide, al menos parcialmente, con la de Maragall, Imaz, gran parte del socialismo vasco y del socialismo catalán, de Pujol y Mas, de gentes del Bloque Galego y con algunos también de ERC, EA (Galdos y bastantes más), Aralar (Zabaleta cada vez más con talla de estadista) e IU, sin olvidar en el Partido Popular la apuesta de quienes sostienen, en vez de renegar, las formas de pensar y hacer política en la Transición. La mayoría de estos últimos están agazapados; otros, pocos, dando la cara, y no es cosa de nombrarlos aquí, aunque alguno muy significado esté en las portadas de los medios estos días.

Ciertamente este PSOE de Ferraz ha mostrado que no es gente de fiar. No cumple con la palabra dada. Siento la crudeza, pero hay que ser claro. Entiendo la tentación nacionalista de volver al esquema de Lizarra de 'acumulación de fuerzas'. Pero sería un gravísimo e imperdonable error. Es volver a mirar al pasado entreteniéndose excesivamente en avatares del presente. En Euskadi, tenemos dos problemas políticos mayores. El primero, la violencia y extorsión de ETA y su gente. Son quienes, al no poder lograr sus objetivos políticos por las vías democráticas, justifican el uso de la violencia para alcanzarlos. Con ellos sólo cabe deslegitimarlos incansablemente, con un diálogo inteligente también, y detener a los terroristas. El segundo, anterior y posterior a ETA, es de orden estrictamente político. Pero en la actualidad se sigue hablando de conceptos de soberanía e independencia. Así planteado el asunto, además de falso -pues ya no hay soberanías, menos aún independencias, absolutas- no aporta solución. Es muy sencillo de entender. Si se defiende que la soberanía reside en Madrid y que todo lo que decidamos los vascos debe llevar el refrendo posterior de Madrid, muchos vascos diremos que por qué. A lo sumo acataremos, pero nos revolveremos y, siempre que sea posible, no obedeceremos. Vean la neo-historia de las banderas. Ciertamente, las leyes hay que cumplirlas pero, pregunto, ¿por qué es más grave no poner la bandera española que incumplir las trasferencias del Estatuto de Gernika? Y ya no me vale que digan que son cosas distintas. Llevamos así treinta años.

Hay que mirar a largo plazo. Somos un pueblo viejo, como recuerda, con razón, Ibarretxe. Y, lo que es más importante, con voluntad de no querer diluirse en la pretendida globalidad. Bien al contrario, esta sociedad se dice y se siente mayoritariamente vasca y nacionalista, pero no es antiespañola a condición de que no le pisen el callo. Es preciso encontrar un entronque en España y en Europa desde la vasquidad, desde el mayoritario sentimiento de que somos, primera y básicamente, vascos, y queremos decidir nuestros asuntos, hasta donde sea posible en un mundo interdependiente, por nosotros mismos, como vascos. Necesitamos foros para avanzar en este objetivo y líderes, en Euskadi y en España, que miren al futuro. Por lo visto en esta legislatura, poco nos importa que gobierne Rajoy o Zapatero en Madrid en 2008. Pero será importante quién lidere el nacionalismo vasco: si el futuro presidente del PNV mirará al futuro de Euskadi concitando, una y mil veces, voluntades en la Euskadi también plural, o se quedará en el cortoplacismo, buscando, en el presente y el pasado inmediato, ejemplos para lanzar dardos contra el adversario.

Javier Elzo
Catedrático de Sociología en la Universidad de Deusto

No hay comentarios:

Publicar un comentario