La reconciliación: Glencree, Deusto, Zaragoza
48 horas muy positivas por la paz (7- 9 de Noviembre en Deusto y
en Zaragoza)
El Centro de Glencree, en medio de la nada,
fue en su día un cuartel militar, después un hospital y en la actualidad un
Centro que trabaja por la paz y la reconciliación allí donde ha habido
conflictos armados que han generado víctimas de diferentes partes del
conflicto. La experiencia ligada al conflicto vasco comenzó a mediados del año
2007 con un colectivo de diez víctimas, unas de ETA, otras de los Gal, Batallón
Vasco o de abusos de la Fuerzas de seguridad del
Estado, a las que después se adhirieron otras quince más.
Como cuenta Galo Bilbao, profesor de Ética en
la Universidad
de Deusto “el motor de arranque que posibilita eliminar las vendas ideológicas
que impiden ver al otro como víctima y reconocerlo como tal, es el ejercicio de
narración del propio relato de victimación padecido y el consecuente proceso de
victimación o construcción de la identidad de víctima, acompañado del
correspondiente ejercicio de escucha del relato del resto de participantes. El
contacto personalizado se muestra como un elemento importante para facilitar
una puesta en cuestión de los estereotipos mutuos”[1].
Del breve Manifiesto de junio de 2012 que
firmaron al término de la experiencia, traslado aquí algunos párrafos:
“Somos capaces de identificar algunos rasgos
que nos caracterizan a todos. Somos personas afectadas, personalmente o a través
de un familiar directo, por un hecho violento traumático e intencionado
(asesinato, tortura, amenaza…) que causó un sufrimiento injusto y prolongado. Posteriormente hemos
padecido la negación, el olvido o el abandono por parte del perpetrador y hemos
recibido respaldo desigual de la sociedad y de las instituciones. Queremos
hacer con nuestra realidad individual y con nuestra experiencia en común una
contribución positiva en favor de la convivencia.
Hemos llegado a esta conciencia compartida
escuchando al otro, dialogando y buscando el encuentro, más allá de
divergencias ideológicas legítimas, que ni disfrazamos ni artificialmente
acallamos.
El conocimiento directo de las diversas
experiencias individuales nos permite proclamar que la violencia padecida por
todos nosotros es injustificable y que por ello demanda el
cumplimiento y la satisfacción de derechos (a la verdad, a la justicia, a la
memoria, al reconocimiento y la reparación), para todos de manera equitativa.
Aspiramos, porque así lo hemos experimentado
en esta iniciativa, a una convivencia pacífica, respetuosa y constructiva en el
seno de una sociedad plural, libre y justa.
Para el logro de esta aspiración social son
deseables y necesarios los gestos de reconocimiento del daño causado y la asunción
de responsabilidad por parte de todos los perpetradores de la violencia
injustamente padecida por tantas personas.
Una invitación a la sociedad
Queremos invitar a la sociedad en su
conjunto, a sus asociaciones e instituciones, a los ciudadanos individualmente,
a realizar
su propia revisión autocrítica del pasado mediante un
compromiso ineludible con la verdad y con la justicia. Sanar las heridas obliga
a un proceso que no está exento de tensiones o conflictos. Nosotros los hemos
vivido tal vez como nadie. Esperamos que esta experiencia compartida anime a
otros y a otras a hacer sus propios procesos”. (Hasta aquí el Manifiesto de
Glencree).
xxxxx
El 7
de Noviembre de 2013 asistí en Deusto Forum, de la Universidad de Deusto
a la presentación de la experiencia Glencree a la comunidad universitaria así
como al publico interesado. Saludé a amigos que trabajan estos temas en la universidad, gente asidua a Deusto
Forum y algunas personalidades relevantes del País Vasco como el Presidente del
Tribunal Superior de Justicia, el Fiscal General, el Subdelegado del Gobierno
español en Bizkaia etc., indicador evidente del interés que la experiencia
suscitaba entre la autoridades y entre el público. La sala Ellacuria con
capacidad de 180 personas estaba prácticamente llena.
En
Mesa expositora además del Presidente de Deusto Forum, el Catedrático de Penal
Juan Ignacio Etxano y Galo Bilbao, uno de los tres dinamizadores de la
experiencia Gleencree (dinamizadores que los intervinientes a la experiencia
consideraron clave por su buen hacer) y dos de los participantes a la
experiencia Glencree: Fernando Garrido hijo del gobernador
militar de Guipúzcoa que ETA asesino en 1985 así como a junto a su mujer y a
otro hijo, hermano de Fernando, y Asun Lasa, hermano Joxan, torturado y
asesinado por la Guardia
Civil , en lo que ha pasado a la historia como el caso Lasa y
Zabala. De sus palabras (rellené seis paginas en mi cuaderno de notas) subraya
aquí unas pocas, lo más literalmente que pude recoger.
Asun
Lasa. Estaba muy emocionada. Hablaba con voz baja. A veces no se entendía bien.
Retuve esto. “Necesita estar con otras víctimas”. Pasamos miedo sin saber cómo
reaccionar. Fue duro encontrarnos en el aeropuerto. Gracias a los dinamizadores
la cosa se suavizó mucho. Ya en la casa me tocó hablar de las últimas. “Escuchaba
y sentía mucho dolor. Todos teníamos dolor. Todos teníamos lagrimas”. -. Es
importante que los jóvenes sepan que esto existe. “¿Qué puedo hacer para que
esto no vuelva a repetirse?”. “Entiendo a la gente que odia por lo que le han
hecho y que lo digan, pero la más beneficiaria de esta experiencia (de
Glencreen) soy yo misma”. Insiste mucho en buscar espacios de escucha. Y esta
idea que creo haber recogido literalmente: “Yo no soy responsable de lo que
siento pero sí de lo que hago con lo que siento”.
El
viaje de vuelta a Donosti lo hice con Asun Lasa. Una mujer con la sonrisa en los labios, poco habladora, no saca a la conversación el tema de la historia de su
hermano y su familia salvo que tú preguntes algo. Se le nota el dolor y su
ideología pero, en contra de lo que se piensa, ha logrado controlar ambas sin
negarlas, ni ocultarlas. Es una mujer que vive con su triste experiencia,
omitiendo sus opciones políticas. Cuando ya llegamos a su localidad y nos
despedíamos (yo continuaba viaje a Donosti) le dije algo así como: “En estos
casos se dice que me alegro de haberte conocido (era en efecto la primera vez
que nos vimos). Pero hoy no puedo decirlo, pues si tú no hubieras pasado por
donde has pasado, muy probablemente no nos hubiéramos conocido”. Su respuesta
fue antológica: “Sí, lo que paso fue muy duro. Pero gracias a la experiencia
Glencree lo he superado y he conocido a gente que de otra forma no hubiera
conocido. Ha sido un placer charlar contigo”. Con un beso nos despedimos, yo
con el corazón encogido.
Fernando
Garrigo, que después he sabido que es un montañero experimentado (nos dijo que
pensaba subir al emblemático Txindoki el día siguiente) tiene las ideas muy
claras. “La experiencia Glencree es positiva en todo. A veces traumático y duro
pero, al final, muy positivo. “Nada de política, nada de ideología. No era el
sitio de reivindicar eso”. Las reuniones en Dublin (Glencree está a una hora de
Dublin) fueron la base de todo. Ver el dolor de los del “otro lado”…Se te rompe
algo. Tienes una sensación desesperada. Nueva. “Fuimos como conejillos de
indias, una gotita de agua que puede ayudar a la gente a pensar”. Es necesario
que esta experiencia se conozca fuera de Euskadi. “Recomiendo el documental de
ETB que se pasó el día pasado”.
Del
turno de preguntas anoté estas ideas: “muchas personas están deseosas de que haya
experiencias de este tipo. La gente está menos enfrentada de lo que dan a
entender los medios de comunicación” (Asun Lasa). “Estas noticias tendrían que
salir más en los medios de comunicación. Cuando sacamos el manifiesto apenas
tuvo eco” (Fernando Garrido). Después supe, por una fuente segura que no cito
por ser esa fuente un periodista y acomodarme a su ética de no dar cuenta de
sus fuentes, que un importante medio de comunicación en Madrid cuyo director
lleva viviendo (y haciendo vivir a su periódico) sacando a la luz publica toda
la escoria de la sociedad (y en especial la de los políticos), que prohibió a
sus periodistas que fueran a cubrir la presentación de Glencree en Madrid.
Algún día, alguien, hará una historia, con mayúsculas, del nefasto papel de muchos
de los medios de comunicación, particularmente los afincados en Madrid, en todo
lo relacionado con el terrorismo etarra. No solamente les ha dado multitud de
páginas, a cual más escabrosa (lo que obviamente no era difícil, dadas las
salvajadas cometidas por el terrorismo etarra) sino que ha ayudado a su
perdurabilidad. ¡Cuanta propaganda gratis!, ¡cuanto afianzamiento de los
elementos más extremistas del mundo etarra con los exabruptos e insultos-
cuanto más soeces y dañinos mejor- les dedicaban esos medios!, ¡Cuanto han
contribuido al desmembramiento emocional de España, aliándose así a los
objetivos de los etarras!. [2]
En el
turno de preguntas alguien preguntó que por qué tenemos que reconocer algo a
los terroristas?. Contestaron desde la
Mesa que hay dos opciones: aplastar a todo aquel que haya
hecho algo grave (asesinatos, torturas hasta la muerte, etc.) o tratar de
convivir sin olvidar.
En la
cena posterior a la sesión - como es habitual en Deusto Fórum- coincidió que tuviera enfrente a
Asun Lasa y Fernando Garrido que visibilizaban cómo, sin renunciar a sus
opciones políticas personales, le habían antepuesto el dolor y el sufrimiento
de las víctimas. El haber escuchado el relato del ´otro lado´, en expresión de
Garrido, les había ayudado a su sanación del dolor superando el riesgo de la
perpetuación del sufrimiento, y de caer una segunda victimación insuperable.
Al día
siguiente cogí el Alvia de la mañana para Zaragoza, impactado por la
experiencia Glencree a cuya presentación había asistido la víspera en Deusto. Durante el actual año 2103, el Centro Pignatelli de Zaragoza lleva
organizando su habitual Seminario Internacional sobre la paz, bajo el título “Los derechos humanos en tiempos de crisis”. Lo cerramos el 8 y 9 de noviembre de 2013
José María Tojeira, Superior de los jesuitas en “El Salvador” cuando, el
poder militar, asesinó a Ellacuria, sus
compañeros y dos acompañantes, y yo mismo. Era el octavo fin de semana del
Seminario anual y nos habían pedido que reflexionáramos sobre “Vulneración de los derechos humanos:
justicia o/y reconciliación”,
Tojeira en “El Salvador” y yo en Euskadi. El viernes a la tarde una conferencia
pública y, el sábado un largo encuentro cerrado, de casi cuatro horas, con una
treintena de personas asiduos al Seminario anual. A este seminario cerrado
asisten miembros de organizaciones pro-derechos humanos, cristianos de base, ex
militares y militares en activo (alguno en Donosti), profesores, penalistas,
filósofos, pedagogos, casi por mitades hombres y mujeres. Entre estas una mujer
extraordinaria que investiga el papel de las madres, viudas e hijas en los
procesos de paz. Otra que nos puso los pelos de punta con la persecución de la
comunidad Baha´i en Irán.
En
Zaragoza tenían ya mi texto enviado unos días antes, pero yo no era capaz de
sustraerme a la experiencia vivida en Bilbao la tarde - noche anterior. E hice
referencia a ella en mi exposición, no sin temor ante la acogida que podía
tener. Pero ésta fue magnifica. En la asistencia se encontraba un militar ya
retirado (no sé si coronel o general) que nos dijo que había coincidido diez
años con el asesinado Gobernador militar de Gipuzkoa en la Academia militar de
Zaragoza, y que asintió a mi exposición con dolor y calor. Lo mismo que otro
militar, hoy en plaza en San Sebastián, un miembro de la Inteligencia española
que había trabajado, entre los lugares, en los Balcanes y que sostenía que el
contencioso vasco era incomparablemente menor que lo que él había vivido en sus
misiones. Y oyéndole a Tojeira hablar de los miles y miles de muertes en El
Salvador, sentía hasta vergüenza de hablar de la ¨cosa nostra” vasca. Sentí una
profunda sensación de que la convivencia era posible en Euskadi. Incluso la
reconciliación si la experiencia de Glencree, los encuentros de victimarios y
victimas son más conocidos,
valorados y aireados que las malas
noticias.
[1] Galo Bilbao Alberdi, “Glencree: una valiosa aportación a
la convivencia”, Bakehitzak (Palabras de paz en euskera) revista de Gesto por
la paz, nº 86, pp. 37-41. Galo Orio fue uno de los miembros del equipo
dinamizador de la experiencia “Glencree” que fue propuesta, impulsada y financiada
por la Oficina
de la atención a las víctimas del terrorismo, del Gobierno cuya directora era
Maixabel Lasa. En ese ejemplar de Bakehitzak aparece la lista de las 25
personas que participaron en la experiencia y que firmaron a su finalización el
Manifiesto. En la lista encontramos concejales de PSE, victimas de innumerables
amenazas, familiares de asesinados por ETA (la mayoría), familiares de
asesinados por el Batallón Vasco Español, familiares de muertos bajo la tortura
de la Guardia Civil …
[2] Mientras redacto estas líneas, entre mis lecturas está el
fascinante (aunque a veces premioso) libro de Christopher Clark “Les
somnambules. Été 1914:
comment l´Europe a marché vers la guerre”. Ed. Flamarion. Paris
2013. En las páginas 231-245 el autor reflexiona, con infinidad de referencias de la
época, sobre el papel de muchos medios de comunicación en la creación de un
estado de opinión favorable al enfrentamiento armado. Más aun, en las
decisiones de los políticos, en algunos casos son presos de los medios de
comunicación, en otros manipulados esos medios (corrompidos financieramente)
por los gabinetes de prensa de los diferentes departamentos de los gobiernos.
Me es imposible leer estas páginas referidas a la colusión entre prensa y
política (con consecuencias en la opinión pública) en los años inmediatamente
anteriores a la explosión de la primera guerra mundial, sin pensar en la
actitud de la prensa madrileña actual con el tema de ETA y el terrorismo. Que
cabría extender a otros temas donde, según el color político, se resaltan unos u
otros casos de corrupción: Que hace un siglo pasase lo mismo no me tranquiliza
en absoluto. Y compruebo que Internet, las redes sociales etc., no han cambiado
gran cosa esos hábitos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario