viernes, 19 de abril de 2002

¿Hay que ilegalizar Batasuna? I y II (Abril de 2002)


(Publicados en “El Correo y el DV, los días 16 y 19 de Abril de 2002)

 ¿Hay que ilegalizar Batasuna? I.


La reflexión sobre la posible y, a lo que parece, probable ilegalización de Batasuna, puede abordarse, al menos, desde cuatro ángulos distintos. Desde la perpectiva propiamente legal, desde el ángulo de la ética, desde la dimensión humana y desde la acción politica.


La perspectiva legal. No voy a entrar en esa cuestión por incompetencia manifiesta, pero sí quiero manifestar mi desazón ante la cronología y la lógica de los hechos. El Gobierno Espanol, desde hace tiempo, busca declarar ilegal a Batasuna. Lo intentó hace meses pretendiendo, infructuosamente, que lo hiciera la Union Europea. Al no conseguirlo, pues le dijeron que el Batasuna era un partido legal, decidió que hay que modificar las leyes para que lo que ayer fuera legal hoy deje de serlo. Pero yo no veo en qué Batasuna sea hoy tan diferente de lo que ha sido Herri Batasuna desde su creación para merecer tal cambio en la legislatura vigente.



Por otra parte, algunos artículos de las leyes vigentes como, por ejemplo, los referidos a las manifestaciones y la apología del terrorismo no han sido prácticamente aplicados creando una situacion de impunidad en las gentes de HB y, mas aún, en los jóvenes de la kale borroka que ya señalamos en nuestro Informe sobre la violencia juvenil del año 1995. Si determinadas  leyes parecen deber modificarse, hágase pero sin ilegalizar por tanto a un partido político que, se quiera o no, recibe el refrendo de miles y miles de ciudadanos.

Ultimamente el Ministro Rajoy con ocasión de alguna detención de un miembro de Batasuna (o de Jarrai, o Segi) señala que tales hechos prueban que Eta y Batasuna son la misma. Con esa lógica parece evidente concluir que Eta, obviamente, fuera de la ley, también deba estarlo Batasuna. Sostengo, por contra, que una cosa es que Eta (y Batasuna y Segi y una larga serie de organismos) estén en lo que, ellos mismos denonimaron en su dia como MLNV, y otra decir que todos son lo mismo. En fin, resulta preocupante que en un Estado de Derecho, cuando no se ha sido capaz de condenar acciones ilegales de un organismo se opte, asimilándolo sin más a otro, Eta, se decida ilegalizarlo. Cambiando a proposito las leyes. Esto me trae muy malos recuerdos. Por eso la desazón que señalaba líneas arriba.


La perpectiva ética. Aquí la pregunta es otra : ¿Que diagnóstico ético cabe hacer del comportamiento de Batasuna actuando como organizacion politica ?. Creo que en este punto estamos sobradamente cargados de razones, intelectuales y emocionales, para repudiar sin paliativos de ningún género el proceder de la dirección de Batasuna. Ha sido en sus manifestaciones donde se ha gritado “Gora Eta militarra”, “Eta, herria zurekin”, “Eta matalos”... Son ellos los que han cedido parte de su espacio electoral a Eta. Son ellos los que cuando Eta asesina miran a otro lado, se lamentan y no siempre y, si han de dar explicaciones, todo lo engloban en el conflicto no resuelto, en la ineficacia de las condenas etc. Batasuna no es Eta, ciertamente, pero es hija de Eta al par que su soporte sociológico. De ahí que nunca Batasuna se haya opuesto a Eta.

La dirección de Batasuna merece además la reprobacion de la sociedad vasca por su comportamiento ante el sufrimiento de tanta gente que debe vivir atemorizada. Solamente por pensar de forma distinta a ellos. Es una especie de terrorismo intelectual el que Eta y Batasuna ejercen sobre las mentes de los ciudadanos vascos. Ante esta grave acusacion Batasuna responde con sus presos, pero no valen equidistancias. Sus gentes son perseguidas cuando se sospecha que pueden cometer atentados o porque los han cometidos. Ciertamente ha habido y hay abusos (torturas, malos tratos, detenciones por defender ideas sin relacion alguna con el terrorismo) pero todavia hay una justicia independiente y los detenidos pueden defenderse. Sin embargo los condenados por Eta son asesinados sin apelacion posible, sin defensa alguna más que la que le pueda proporcionar su prudencia y la pericia de sus escoltas. Todo esto es obvio pero desgraciadamente no lo es para la dirección de Batasuna quienes, puestos en la alternativa de optar entre una decision de Eta de asesinar a personas concretas en razón de sus objetivos politicos y el derecho a la vida de esas mismas personas, siempre han optado por la decision de Eta. Si la cuestion de la ilegalizacion se planteara en términos éticos, del deber ser, no cabe duda alguna y Batasuna debería ser ilegalizada.     

La cuestion humana. En Euskadi no hay, afortunadamente, dos comunidades enfrentadas como en Irlanda, Palestina o en los Balcanes. Además, hay que decirlo una y mil veces, la inmensa mayoria de los ciudadanos vascos se sienten vascos y españoles al mismo tiempo, aunque con un claro ascendiente hacia lo vasco.

Además, en muchas familias sus miembros se situán en posiciones muy divergentes en el espectro identitario. Y la mayoría de esas familias se acomoda razonablemente bien con esta situacion. Lo anterior es todavía más cierto, si pensamos en los lugares de trabajo, de ocio, reunión, en la sociedad vasca en suma. Esta es la realidad sociológica vasca. La pregunta se impone. En este ámbito de las relaciones humanas, de la cotidianidad de nuestras familias, de nuestras escuelas, de nuestros lugares de trabajo, de nuestra sociedad civil, la ilegalizacion de Batasuna, ¿va a resolver problemas o los va a agudizar ?. Mi respuesta es que va a agudizar el conflicto. ¿Como podremos, en efecto, convivir con, digamos, 150.000 o 200.000 ilegales con los que nos topamos en nuestra familia, en nuestro vecindad, en nuestro trabajo, en nuestro taller, escuela, universidad, hasta en la propia policía ?.

Ya sé que a este argumento se puede oponer otro que debo considerar. Hay un número muy importante de amenazados que se quejan de la indiferencia de la sociedad vasca, de la nacionalista básicamente, y que están clamando por el aislamiento de Batasuna. Entienden que no es posible que la sociedad vasca siga dando vueltas a los temas, políticos y otros, como si en su seno no hubiera una proporción importante de conciudadanos que viven bajo la continua amenaza de ser asesinados. Exigen una rebelión cívica, un enfrentamiento directo con Batasuna y, consecuentemente, están por su ilegalización. Creo comprender suficientemente su estado de ánimo y me siento emocionalmente próximo a ellos, así como a algunos de sus planteamientos pero disiento, intelectualmente, de su análisis. Entre otras, por estas dos razones. En primer lugar porque la ilegalización de Batasuna no veo en qué iba a mejorar la situación de los amenazados. Además, frente a la dirección de Batasuna, creo más eficiente su aislamiento institucional (no gobernar con ellos), político (no utilizar sus votos en las cuestiones de calado político), socio- institucional (por ejemplo no saliendo a manifestarse con ellos en cuestiones que afecten a derechos humanos, pues ellos no los aplican en el derecho a la vida de los que difieren de sus planteamientos) y un etcétera a discutir. Pero estoy en contra, por contraproducente, amén de imposible en muchos casos, del aislamiento social puro: no entrar en sus tiendas, no saludar a sus gentes, excluirlos de tertulias de amigos etc.

Así mismo sigo defendiendo la vía del diálogo, del encuentro, de la discusión con Batasuna. Sin angelismos, ciertamente. Puede haber momentos en los que ese diálogo sea imposible. Batasuna no es un partido como los demás. De ahí que tampoco puede pretender a un tratamiento como los demás. Además, ya lo he dicho mas arriba, la situacion en Euskadi, afortunadamente para nosotros, no es tan grave como en Palestina, aunque, a la postre hay dos formas de abordar los conflictos violentos de larga duración: la formula Sharon o la formula Barak. La eliminación del adversario sin poner las bases para la resolución definitiva del conflicto o el diálogo prolongado y constante luchando al mismo tiempo, con determinación e inteligencia, contra el terrorismo, siempre bajo la égida de los derechos humanos. Puede ser más lento, y aún eso está por ver, pero es más duradero y más justo. Esto nos lleva a la perspectiva política, objeto del próximo artículo.



¿Hay que ilegalizar Batasuna? y II.



Tras haber abordado en el anterior artículo las perspectivas legales, éticas y humanas de la posible ilegalización de Batasuna reflexionamos ahora desde la perspectiva política, probablemente la más importante de las cuatro perspectivas en este momento. La pregunta aquí es muy simple: la ilegalización de Batasuna, ¿supondría una ventaja o una desventaja para acabar lo mas rápida, eficaz y definitivamente con Eta?. Se pueden presentar argumentos a favor y en contra. Veamos algunos.

Se dice que puede ser eficaz pues ya se ha intentado todo lo demás, sin éxito. Parecería que solo queda por ensayar la ilegalización del brazo político de Eta. Pienso, sin embargo, que no se ha ensayado todo, ni mucho menos. Uno de los peores momentos de Eta, si no el peor, fue tras la caída de la cúpula de Eta en Bidart. Sin embargo, una reacción inteligente de HB (para sus fines, claro está) con el Plan Oldartzen, la ruptura del Pacto de Ajuria Enea y, por último, el rechazo del PP, con el seguidismo del PSOE, al Plan Ardanza dio al traste con una ocasión de oro. Habrá que volver, es mi opinión, a un nuevo Plan que aglutine al menos a tantos como el Pacto de Ajuria Enea.

Es sabido, por otra parte, que no todos, ni la mayoría, de los votantes a Batasuna aprueban las acciones de Eta. En este orden de cosas se arguye que si Batasuna fuera ilegalizada muchas de esas personas abandonarían Batasuna, ya más que incómodas ante la nueva situación. Me parece argumento a tener en cuenta máxime ahora que se ha desgajado de Batasuna el colectivo Aralar e, incluso recientemente, ha surgido la propuesta donde están además de Aralar, EA, Batzarre, AB, etc. Esta situación, por otra parte, resta valor al planteamiento de quienes se oponen a la ilegalización cuando afirman, con razón, que lo que hay que perseguir son los delitos y no las personas en razón de sus ideas. Pero no veo diferencias entre las ideas finales que defienden Aralar y Batasuna  mientras que esas diferencias son evidentes en su modo de hacer política y en sus relaciones con Eta, por lo que hoy es posible defender los planteamientos finalistas de Batasuna en una organizacion política legal, Aralar, desmarcándose nítidamente de la violencia y de su legitimación. En consecuencia no vale decir “no estoy de acuerdo con Eta pero soy de Batasuna” y escudarse en la libertad de ideas para condenar la ilegalización.

Pero el efecto de la ilegalización de Batasuna puede ser bien distinto, especialmente en los mas aguerridos de entre ellos y, quizás también, entre los que dudan y están incómodos en Batasuna, precisamente por la actitud que su dirección mantiene hacia Eta. Mi hipótesis es que los primeros, los que aprueban las acciones de Eta no solo no saldrían de Batasuna sino que se arredrarían. Respecto de los demás tengo muchas dudas. Quizás con los que más claramente están contra las acciones de Eta, mediante una campaña inteligente del nacionalismo vasco valorizando Aralar y el último movimiento de EA, Aralar etc., la ilegalización podría tener efectos positivos. Hay que añadir que sería necesaria la misma inteligencia política en el PP y en el PSOE. Pero aún en esta hipótesis, la más favorable, hay que señalar que como consecuencia de la ilegalización de Batasuna, la diferenciación, real al día de hoy, entre Eta y Batasuna se difuminaría y nos encontraríamos, no con unos (pocos)  centenares de ilegales aguerridos y dispuestos a todo, como ahora con los militantes de Eta y la kale borroka, sino con muchos miles enardecidos por la ilegalización. Huelga decir que en la hipótesis mas pesimista, esa cifra puede multiplicarse por dos e incluso por tres. Creo que correríamos un riesgo real de que se produjera un apiñamiento, un cerrar filas, un sentimiento de resistencia, de consecuencias imprevisibles. Podría dar lugar a una guerra de guerrillas con un ejército en la sombra de varios miles de personas dispuestas a todo.

Como corolario a lo anterior hay otro riesgo sobre el que es preciso reflexionar seriamente, y es el de hacer de Batasuna (ya uno con Eta por mor de la ley que no de la realidad social, insisto) el referente del nacionalismo vasco como pudo serlo Eta en el tardofranquismo y en los albores de la democracia hasta las primeras elecciones libres. No hay que olvidar que Eta fue, incluso para muchos hoy furibundos antinacionalistas, uno de los referentes de la lucha antifranquista mientras otros no tuvimos nunca duda de la compleja naturaleza de Eta y nos posicionamos hace treinta y más años contra Eta. Muchos desde el nacionalismo vasco. Pues bien, la ilegalización de Batasuna afianzaría y apuntalaría la polarización nacionalismo vasco versus nacionalismo español. Sin embargo, en el País Vasco no hay solo ni principalmente un conflicto entre nacionalistas y no nacionalistas, ni entre demócratas y violentos. Estamos ante algo más complejo: qué modelo de sociedad y soberanía se quiere implementar, qué modo de identidad se proyecta para el futuro y aquí la linea divisoria pasa por un modelo esencialista, vasco o español, de signo nacional-estatalista (una nación, un estado) frente a un modelo de soberanías compartidas, de identidades múltiples en estados cosmopolitas y plurinacionales. En otras palabras, sociedades unitarias frente a sociedades plurales, sociedades multiétnicas y multinacionales frente a sociedades interétnicas e inter-nacionales. El primer modelo nos lleva al pasado. El segundo abre vías para el futuro. En el primero se inscribe, en mi opinión, la ilegalización de Batasuna. El segundo, es la puerta para la resolución definitiva del contencioso vasco.

Pero además debemos preguntarnos en qué va a consistir concretamente la ilegalización de Batasuna . Para empezar en que no van a poder presentarse, con ese nombre, a las elecciones. Pero Batasuna puede muy acomodarse a determinadas exigencias que se quieren imponer a los partidos políticos y presentarse, de nuevo, como un partido legal. Por ejemplo, pueden prescindir de presos políticos en las listas electorales, eliminar o camuflar la utilización de determinados símbolos, tener aún más cuidado en la forma de expresarse (ya aprendimos a entendernos y a escribir entre líneas durante el franquismo y entonces todo estaba ilegalizado), de tal suerte que, con la inventiva que les caracteriza, reinventarán La Codorniz y así un largo etcétera. Ya lo hacen. Recuérdese: los jueces y fiscales se vuelven locos para poder encontrar delitos en sus textos a los que imputar la incitación a la violencia o la apología del terrorismo. El último ejemplo lo tenemos en el intento de aplicarlo a Otegi tras el reciente Aberri Eguna. ¿Cómo van a probar que el nuevo partido político promueve el terrorismo, que es cómplice del terrorismo, peor aún, que es lo mismo que Eta, como pretende el Ministro Rajoy? 

Concluyendo. Si abordáramos la cuestión de la ilegalización de Batasuna bajo el prisma de la ética, de la legitimidad moral, no veo duda posible: su dirección se ha ganado hace mucho tiempo la reprobación de la inmensa mayoría de la sociedad vasca. Obviamente, no cabe duda alguna, tampoco, de la necesidad de aplicar la ley hacia las acciones delictivas en que puedan incurrir. Por el contrario no veo la pertinencia de la ilegalización de Batasuna cuando muchas leyes imputables no se le han aplicado. En fin, tengo muchas dudas sobre la eficacia de la ilegalización tanto desde la perspectiva política como desde la humana y, tras analizar y sopesar las posibles ventajas y desventajas de tal medida, creo que las incertidumbres y los riesgos que conllevaría la ilegalización son muy superiores a sus posibles ventajas. La conclusión se me impone: aplíquese la legislación vigente, modifíquese este o aquel articulado de la ley si es preciso, búsquese la unidad de los partidos políticos en la lucha antiterrorista, pero no se cambie la ley “ad casum” para ilegalizar a Batasuna, excluyendo así del juego democrático a miles y miles de vascos. Con el riesgo añadido de convertirlos en un ejército en la sombra.

En la Abadia de Scourmont, Pascua de 2002

Javier Elzo

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