Mis cuatro textos publicados tras la entrega de las armas de ETA
9 de abril de 2017
Con motivo de la entrega de sus
armas por parte de ETA a la Justicia francesa, con mediadores internaciones y
de algunos miembros de la sociedad vasca, el 8 de abril de 2017, recibí varias
propuestas de los medios de comunicación para que manifestara mis reflexiones
al respecto. Cuatro de la prensa escrita, una de la radio y otra de la
televisión. Reproduzco en esta entraba a
mi blog, mis cuatro textos a la prensa escrita y comento mis intervenciones
en la radio y en la televisión.
A. En la prensa
escrita. Me han solicitado y publicado cuatro artículos. Son estos.
. “Verdad, Memoria e Historia, Justicia y Perdón”.
(Publicado en DEIA, Noticias de Gipuzkoa y Noticias de Álava el 1º de Abril de
2017)
. “El Perdón, camino para la reconciliación”. (Publicado en el semanario “Vida Nueva”, n.º 3030, de abril de
2017)
. “Por la ´amnistía del corazón´, en Euskadi”. (Publicado en “El
Periódico de Catalunya y en alguno más de la misma “marca” el sábado 8 de
Abril)
. “Para la
convivencia activa en Euskadi”. (Publicado en “La Vanguardia” el domingo 9 de
abril)
B. Desde Catalunya Radio me
llamaron para una entrevista radiofónica, no recuerdo si el 5 o el 6 de abril.
La conversación se prolongó durante 40 minutos. No tengo ni idea de lo que
emitieron en antena. El viernes 7 de abril me grabaron, durante unos 20 o 25
minutos en la 6ª TV. En Internet he visto que reproducían un par de frases que,
fuera de contexto, no reflejan apenas mi pensamiento. Pero esto lo tengo
asumido. Yo soy responsable de los que firmo y de los que digo, y se emite, en
directo (o falso directo). Obviamente no me responsabilizo de los cortes que
pueda sacer de mis entrevistas. Pero he de añadir dos cosas a este respecto. La
primera para decir que, habitualmente, los medios de comunicación han reflejado
fidedignamente mis puntos de vista. La segunda, que, desgraciadamente, la
afirmación anterior era mucho más exacta hace años que ahora. En la actualidad
muchos medios de comunicación han perdido calidad y ecuanimidad.
1.
Verdad,
Memoria e Historia, Justicia y Perdón
(Publicado en DEIA, Noticias de Gipuzkoa y Noticias de Álava el 1º de
Abril de 2017)
En una semana, ETA habrá
entregado a la Justicia las pocas armas que le deben quedar, mediante una
asociación o colectivo civil en Iparralde. Pero ha dejado una larga estela de
dolor y sufrimiento que la sociedad vasca debe gestionar. Reflexiono, en lo que
da sí un artículo de prensa, sobre la imprescindible búsqueda de la Verdad, las
relaciones entre la Memoria y la Historia, la no menos imprescindible Justicia,
y la dimensión personal y política del Perdón.
Verdad. La búsqueda de la Verdad debe ser, en la actualidad, uno de
los principales objetivos a perseguir. La Verdad, tras tantos años de dolor,
con la mayoría de las víctimas (exceptuadas las asesinadas), y allegados o
testigos, todavía presentes, exige, de entrada, que se les escuche. Creo que es
imperativo en estos tiempos, cuando a ETA ya le falta disolverse
definitivamente, que toda persona que tenga algo que decir en orden a la
clarificación de estos años de dolor, deba poder hacerlo. Sin eliminar a nadie,
dando la posibilidad, a todos, de ofrecer su testimonio, sus vivencias. Y,
todos quiere decir todos. Con garantías de que se respete su intimidad, aunque
para la Historia, será necesario conocer su identidad, que podrá desvelarse,
pasado un tiempo, si así lo desea el declarante. En la era digital, se puede
mandar un tuit, escribir un comentario en el anonimato, y así nos va. Pero no
vale para el esclarecimiento de la Verdad. Ya sé que algo de esto se está
haciendo. Bien hecho. Creo que es fundamental.
Como creo fundamental que se
esclarezca, hasta donde sea posible, los casos que deben quedar sin dilucidar
todavía. Obviamente, si las armas que entregue ETA ayudan a ello, mejor. Pero,
no se espere al esclarecimiento de todos los hechos para avanzar tras el final
de ETA. Otros países, Alemania, Francia, Gran Bretaña etc., no esperaron a
resolver los casos pendientes para normalizar su vida.
Memoria e Historia. El pensador Tzvetan
Todorov, recientemente fallecido, escribió que “los individuos y los grupos
tienen el derecho de saber, y por tanto de conocer y dar a conocer su propia
historia; no corresponde al poder central (del Estado) prohibírselo o
permitírselo. (…) no corresponde a la ley contar la Historia: le basta con
castigar la difamación, o la incitación al odio racial” (yo eliminaría el
epíteto “racial”, me basta el sustantivo). Las diferentes Memorias, personales
y colectivas, dan lugar a diferentes relatos. He escrito, en libros, revistas y
artículos de prensa sobre las trampas y debilidades de la memoria. He referido,
entre otros, a Paul Ricoeur quien describe tres formas de memoria: memoria
impedida (buscando el olvido de lo que no queremos admitir de nuestro pasado);
memoria manipulada (al servicio de una identidad, de ahí “el frenesí de
conmemoraciones” dirá Ricoeur) y memoria obligada, “deber de memoria”, por la
deuda contraída con los que más han sufrido y, ello, baja la égida de una
Justicia que busca la verdad, toda la verdad, donde el rigor de los
historiadores y demás científicos sociales no debe olvidar, bien al contrario,
la multiplicidad de relatos que provienen de las memorias personales y
colectivas de los actores sociales.
Ciertamente no todos los relatos merecen el mismo juicio ético, el de los
asesinos y el de los asesinados, el de los torturadores y el de los torturados,
el del victimario y el de la víctima, el del que prioriza el valor de su patria
(sea esta la que sea) sobre el de la persona concreta. Pero solamente la
escucha de los diferentes relatos permitirá que el juicio ético sea más
ecuánime. Y solamente la escucha de todos los relatos, el respeto a todas las
memorias, permitirá a la Historia, la historia con mayúsculas, escrita por
profesionales, ir construyendo la verdad de lo sucedido. Aun sabiendo que nunca
se llegará a una historia, o a un relato unánimemente admitido. Basta mirar a
la historiografía del franquismo, la de la primera guerra mundial (1914-1918)
y, en estos días, la de la revolución rusa de 1917, para constatar que no hay
un único relato, aunque, en lo esencial, la investigación histórica no
ideologizada, llega a acuerdos básicos. Pasará lo mismo con ETA, pero dentro de
unas décadas.
Justicia y perdón. Una sociedad no puede permitirse que nadie actúe
contra los derechos humanos básicos, asesinando, aterrorizando, torturando,
extorsionando, etc., etc., etc. Es labor de la Justicia saldar las cuentas de
los daños causados y padecidos.
Los teóricos del derecho distinguen
diferentes modelos de justicia. La justicia de excepción (para momentos
excepcionales, como ahora en Francia, como en España contra ETA sin que todavía
haya sido abolida); la justicia transitiva (la que se aplica ahora en Colombia,
se aplicó en Irlanda del Norte, etc., a la salida de un enfrentamiento violento
entre partes, que algunos quieren aplicar en Euskadi, otros la rechazan por lo
que tiene de impunidad); la justicia de vencedores y vencidos, con impunidad
para los primeros y vengativa para los vencidos (la del franquismo); la
Justicia de la Amnistía, la del olvido, (la de la transición española); la justicia restaurativa, por la que
personalmente me inclino, que consistiría en “un proceso en el que todas las
partes implicadas en un delito en particular se reúnen para resolver
colectivamente la manera de afrontar las consecuencias del delito y sus
implicaciones para el futuro” (Tony Marshall).
Nos queda, también, la posibilidad del perdón.
El perdón nos introduce en otra
dimensión más allá de la justicia (insoslayable, por supuesto) y sienta, o
fortalece, las bases de la reconciliación entre víctimas y victimarios. Para un
cristiano, además, es imposible asistir a la eucaristía y no sentirse
interpelado cuando rezamos “perdona
nuestras ofensas como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden”. No se entiende a un cristiano que no trate de perdonar. Aun cuando
sea difícil, en muchos casos.
Pero el perdón no es privativo de los cristianos, como
mostré en estas mismas páginas reflexionando sobre la dimensión política del
perdón (22/08/15). Escribí que “quien perdona de verdad sale de la situación de
duelo y lleva mejor la del sufrimiento. Aunque el daño no se olvide y, en el
fondo de uno mismo, tenga que luchar contra el rencor. Rencor que, si se
transforma en odio, le impedirá, por siempre jamás, liberarse del duelo y
vivirá ahogado en el sufrimiento. ¡Dichoso el que logre perdonar! ¡Dichosa la
sociedad que, asumiendo todo su pasado, busque la concordia, mirando al futuro!
El perdón es revolucionario”.
Si a la Justicia Restaurativa añadimos la capacidad de
escuchar el dolor del “otro”, padecer con el “otro”, como se vivió, por
ejemplo, en la extraordinaria experiencia de Glencree, y se está viviendo
ahora, en la discreción, en no pocas experiencias entre nosotros, cabe pensar
un futuro para Euskadi donde impere la convivencia activa, más allá de la mera
coexistencia pacífica. ¡Gure esku dago!.
2. El
Perdón, camino para la reconciliación
(Publicado en el semanario “Vida
Nueva”, n.º 3030, de abril de 2017)
José María Tojeira, provincial de los jesuitas el año 1989 que
asesinaron a Ellacuria y compañeros, expuso en el Centro Pignatelli de Zaragoza
en 1996 la expresión "Verdad, justicia, perdón", que se haría
paradigmática. Así, un grupo de expertos del Consejo Mundial de las Iglesias,
la hizo suya el año 2009. Yo también me adherí, pensando en la reconciliación
en Euskadi y la incorporé a mis textos. Actualmente, cuando ETA, al fin entrega
las pocas armas que le deben quedar a la Justicia, reflexionando, completo la
expresión de Tojeira que quedaría así: Verdad, Memoria e Historia, Justicia y
Perdón.
A la cuestión de VIDA NUEVA de “¿Qué puede hacer la Iglesia hoy por la
reconciliación en el País Vasco?, respondo que los católicos deben participar y
colaborar, con las gentes de buena voluntad, en la búsqueda de toda la Verdad
en lo que supuso el terrorismo de ETA, en la construcción de la “Memoria
debida” a los que más han sufrido, superando la “Memoria impedida” y la
“Memoria manipulada” (Ricoeur); aportar su testimonio para que los
historiadores con el paso del tiempo vayan haciendo la Historia de lo ocurrido;
así mismo, superando el olvido y la impunidad, propugnar una Justicia
restaurativa, más allá de la excepcional, de la transitiva, no digamos de la
vengativa. Pero, quizá, de forma más singular, la Iglesia, los católicos,
empezando por la Jerarquía, debe mostrar la virtud sanadora del Perdón. Sí, el perdón nos introduce en otra
dimensión más allá de la justicia (insoslayable, por supuesto) y sienta las
bases de la reconciliación entre víctimas y victimarios.
Debiéramos
meditar, aplicar, y mostrar estas frases incómodas de los evangelios: “si yendo
a presentar tu ofrenda al altar, te acuerdas allí de que tu hermano tiene algo
contra ti, deja tu ofrenda allí, ante el altar y ve primero a reconciliarte con
tu hermano; vuelve entonces y presenta tu ofrenda” (Mt. 5-23-24). O esta otra
en Lc. 6/ 32-33, “si queréis a los que os quieren, ¡vaya generosidad! También
los descreídos quieren a quien los quiere. Y si hacéis el bien a quien os hace
el bien, ¡vaya generosidad! También los descreídos lo hacen”. Además, es
imposible asistir a la eucaristía y no sentirse interpelado cuando rezamos “perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos
ofenden”. El perdón no es privativo de los cristianos,
(hay perdones laicos) pero no se entiende a un cristiano que no trate de
perdonar. Aun cuando sea difícil, en muchos casos.
3. Por
la “amnistía del corazón”, en Euskadi
(Publicado en “El Periódico de
Catalunya y en alguno más de la misma “marca” el sábado 8 de Abril)
Al día siguiente del jueves 20 de octubre de 2011, fecha en la que
ETA anunció que dejaba definitivamente las armas (que parece que las entregará
este sábado, aunque - no seamos ingenuos- no las que sirvan para esclarecer las
causas pendientes), participé en un programa de TV3 en Barcelona. Estaba en el
plató Eulàlia Lluch, una de las hijas de Ernest Lluch. Eulàlia animó a la
sociedad vasca para hablar y dialogar sin deseos de venganza sobre el futuro
abierto. Ninguna palabra de más, ninguna manifestación de odio, ninguna
descalificación innecesaria, nada de que nadie se pudriera en la cárcel. Decía
que, desde su punto de vista, lo que procedía era lo que su padre defendió con
tenacidad y coraje, y con mucha incomprensión. Nos impactó a los cuatro que
estábamos en el plató.
El 7 de noviembre de 2013 se presentó en la Universidad de Deusto
la iniciativa Glencree, que discretamente llevaba funcionando desde 2007,
poniendo en contacto experiencias de víctimas de diferentes victimarios. Ese
día intervinieron Fernando Garrido,
hijo del gobernador militar de Gipuzkoa, que ETA asesinó en 1985, y Asun Lasa,
hermano de Joxan, torturado y asesinado por la Guardia Civil en lo que ha
pasado a la historia como el caso Lasa y Zabala. “Conocer de cerca que en el otro lado también hay dolor me
ayudó a ver que hay mucho sufrimiento en las diferentes violencias y no solo en
la que yo he sufrido”, dijo Garrido.
Es el reconocimiento, todavía no asumido por muchas personas, de
que hay “otras víctimas”, aunque ya sabemos que el mundo de ETA, merced a estas
“otras víctimas” intenta legitimar su terrorismo y construir un relato que lo
diluya en “la violencia padecido en el País Vasco”. Solo convencerá a los
suyos. La asignatura pendiente de la izquierda abertzale, hoy, Sortu es decir
pura, lisa y llanamente, que la violencia terrorista es condenable. Como lo es,
que reconozca el Estado, de una vez por todas, que algunos miembros de las
Fuerzas de Seguridad aplicaron la tortura y los malos tratos. Soy plenamente
consciente que diciendo esto me tratarán de equidistante. Ya lo tengo asumido.
Mi posición la he desarrollado en un libro, cuyo título refleja bien mi
pensamiento: “Tras la losa de ETA”.
Mirando
al futuro, Euskadi necesita revisar su historia, levantar el velo de los
silencios sobre todas las víctimas. Necesitamos conocer la verdad. Toda la
verdad. Euskadi necesita un enorme ejercicio de verdad y humildad. Necesitamos
desempolvar tanta miseria, tanto olvido, tanto odio, tanto fanatismo.
Necesitamos escuchar más relatos, muchos relatos de tanta gente que ha sufrido
tanto. Sin descartar a nadie. Necesitamos la verdad, sí, en pro de la
conciliación, en el marco insoslayable de una justicia, resueltamente
restaurativa.
En fin,
necesitamos transitar de las memorias, individuales o colectivas, siempre
parciales, a la historia con mayúsculas, escrita por profesionales no
excesivamente ideologizados. Pero, exigirá tiempo. Una generación como poco. Y,
si entre tanto, ¿tratáramos de aplicar la dimensión revolucionaria del perdón,
la amnistía del corazón?
4.
Para
la convivencia activa en Euskadi
(Publicado en “La Vanguardia” el domingo 9 de abri)l
Al fin, ETA habrá entregado a la
Justicia las pocas armas que le deben quedar, y las que desee entregar, pues,
es inimaginable que entregue un arma que pueda servir para dilucidar las causas
aún pendientes. Ahora, a ETA, le falta disolverse. Quizá la actual cúpula de
ETA lo haga pronto, pero, ¡cuidado!, queda mucha gente en su mundo que no se ha
dado por vencida. Entre tanto, la sociedad vasca debe gestionar su futuro,
sobre la imprescindible búsqueda de la Verdad, congeniar la Memoria y la
Historia, la Justicia y la dimensión política del Perdón.
La búsqueda de la Verdad debe
ser, en la actualidad, uno de los principales objetivos a perseguir. Creo que
es imperativo que toda persona que tenga algo que decir en orden a la
clarificación de estos años de dolor, deba poder hacerlo. Sin eliminar a nadie,
dando la posibilidad, a todos, de ofrecer su testimonio, sus vivencias. Y,
todos quiere decir todos.
El pensador Tzvetan Todorov, escribió que “los individuos y los grupos
tienen el derecho de saber, y por tanto de conocer y dar a conocer su propia
historia; no corresponde al poder central (del Estado) prohibírselo o
permitírselo. (…) no corresponde a la ley contar la historia: le basta con
castigar la difamación, o la incitación al odio racial”. Yo eliminaría el
epíteto “racial”, me basta el sustantivo “odio”, pero, delimitando su alcance.
No es posible que, cuando ETA asesinaba y nos gritaban, a dos pasos, “ETA
mátalos”, tuviéramos una policía meramente notarial, y una justicia ausente,
mientras que ahora escruten con lupa lo que alguien escribe en un tuit.
Las diferentes memorias, personales y colectivas, dan lugar a diferentes
relatos. Paul Ricoeur, propone tres formas de memoria: memoria impedida
(buscando el olvido de lo que no queremos admitir de nuestro pasado); memoria
manipulada (al servicio de una identidad, de ahí “el frenesí de
conmemoraciones” que subraya Ricoeur), y memoria obligada, el “deber de
memoria” por la deuda contraída con los que más han sufrido y, ello, baja la
égida de una Justicia que busca la verdad, toda la verdad, donde el rigor de
los historiadores y demás científicos sociales no debe olvidar, bien al
contrario, la multiplicidad de relatos que provienen de las memorias personales
y colectivas de los actores sociales.
Ciertamente no todos los relatos tienen el mismo valor, el de los
asesinos y el de los asesinados, el de los torturadores y el de los torturados,
el del victimario y el de la víctima, etc. Pero solamente la escucha de los
diferentes relatos, de todos los relatos, el respeto a todas las memorias,
permitirá a la historia con mayúsculas, escrita por profesionales, ir
construyendo la verdad de lo sucedido. Aun sabiendo que nunca se llegará a una
historia, o a un relato unánimemente admitido. Basta mirar a la historiografía
del franquismo, a la de la primera guerra mundial (1914-1918) y, en estos días,
a la de la revolución rusa de 1917, para constatar que no hay un único relato,
aunque, en lo esencial, la investigación histórica no ideologizada, llega a
acuerdos básicos. Pasará lo mismo con ETA, pero dentro de unas décadas.
La Justicia debe saldar las
cuentas de los daños causados. Los teóricos del derecho distinguen la justicia
de excepción (hoy en Francia, en España contra ETA sin que todavía haya sido
abolida); la justicia transitiva (la que se aplica ahora en Colombia, antes en
Irlanda del Norte, que algunos quieren aplicar en Euskadi, otros no por lo que
tiene de impunidad); la justicia de vencedores y vencidos, con impunidad para
los primeros y vengativa para los vencidos (la del franquismo); la Justicia del
olvido, (la de la transición española); la justicia restaurativa, por la que personalmente abogo, en la que las
partes implicadas en un delito se reúnen para resolver colectivamente la manera
de afrontar las consecuencias del delito y sus implicaciones para el futuro.
(Tony Marshall).
El perdón nos introduce en otra dimensión más allá de la justicia
(insoslayable, por supuesto) y sienta, o fortalece, las bases de la
conciliación entre víctimas y victimarios. Si a la Justicia Restaurativa
añadimos la capacidad de escuchar el dolor del “otro”, padecer con el “otro”,
como se vivió, por ejemplo, en la extraordinaria experiencia de Glencree que
puso en contacto víctimas de diferentes
victimarios en Euskadi, y se está viviendo ahora, en la discreción, en
no pocas experiencias entre nosotros, cabe pensar un futuro para Euskadi donde
impere la convivencia activa, más allá de la mera coexistencia pacífica.
No quiero parecer pesimista; pero o los del PNV han perdido definitivamente el "seny", como los catalanes enloquecidos por la búsqueda insensata del Eldorado falso; solitario-loco-e-independiente y además socialista real; o ETA ha entregado las armas; sin más; directamente al PNV; que ahora reclama; insensato; la co-soberanía (¿ En la parte francesa también ?); vasquito que vienes al mundo, te guarde Dios; una de las múltiples Vasquias, ha de helarte le corazón.
ResponderEliminarQuiero precisar un poco más. Con el tono que ha elegido el PNV en este día del hiper-super-nacionalismo, (que sólo ellos tienen derecho ¿divino o bien armado?, a tener); está, queriéndolo o no; preparando ya las condiciones para que se vaya gestando *la próxima organización criminal y terrorista en Vasquia*; dentro de probablemente unas muy pocas décadas; con las mismas excusas que ETA (socialismo primero, independencia luego), o con otras excusas distintas. Recuerdo haber oído decir, a un tipo como Paul McCartney (no eran tan malos músicos, esos reino-unidenses..(el talentoso Lennon se dejó llevar por la mala influencia de Yoko, pero se le perdona), que él era muy consciente de la responsabilidad que él tenía como hombre famoso -y por tanto público-; que tenía por ello que cuidarse mucho de lo que decía a los medios de comunicación; ya fuera en el tema del consumo de las drogas o en el tema de la política. Da pena ver que ese recato sabio de un simple músico; no lo entienda aún el partido mayoritario en estas tierras, que nos ha gobernado o co-gobernado estos últimos casi 50 años, que queremos retornen al *equilibrio sin maximalismos*; con España y las demás autonomías y no contra ellas. Las armas de ETA no han sido entregadas; la locura que sólo puede llevar al crimen, repetir lo ocurrido; sigue, como no cambie ya el PNV; que es el que tiene que cambiar a la vez que el *brazo cultural y político de ETA, que gobierna en muchos ayuntamientos locales*; abandonar la locura de Sabino Arana, que creó (dándose cuenta de ello, o no), el terrorismo de ETA que hemos sufrido durante medio siglo. Y, a cambio, ser autonomistas y colaboradores.
ResponderEliminar