martes, 19 de mayo de 2015

Relato compartido del proceso vivido por el Foro Ciudadano de Azpeitia


Relato compartido del proceso vivido por el Foro Ciudadano de Azpeitia

Marzo de 2014 - marzo de 2015

La mayoría de nosotros acudimos a nuestro primer encuentro entre nerviosos y muy nerviosos. Otros se sentían inseguros, o temían que la experiencia pudiera agravar sufrimientos en vez de curarlos, o eran escépticos, pensando que pudiera tratarse de una cuestión política. Ninguno de nosotros sabía claramente a qué veníamos, por qué nos habían invitado, con qué clase de personas nos encontraríamos y cómo se desarrollaría la experiencia. Pero la curiosidad en la mayoría, la necesidad de tales foros y la motivación personal en algunos, así como la seriedad de la convocatoria –pues habíamos recibido una carta del Ayuntamiento– nos animaron a asistir a la reunión y a aceptar la invitación. Al llegar, pudimos percatarnos que conocíamos a varias personas, lo cual tranquilizó a algunos, pero, aunque no nos conociéramos, vimos que nos encontrábamos en un espacio de diferentes vivencias, origen, edad y formas de violencia.

El proceso vivido ha sido para todos mejor y más fecundo de lo esperado. Lo vivido durante este año ha superado, entre otras cosas, el recelo inicial de que los partidos políticos, al invitarnos a participar en este Foro, quisieran utilizarnos para lavar su imagen. Pero no ha sido así; todos y todas hemos sido protagonistas del proceso. Nos hemos encontrado aquí como personas, ha sido un proceso personal, se ha impuesto la humanidad. A pesar de que nuestras vivencias y las lecturas de lo sucedido no eran iguales, nos hemos sentado juntos una vez al mes, compartiendo las propias vivencias y escuchando con respeto las ajenas. Cada uno, cada una, ha expresado a fondo sus sufrimientos, reconociendo los del otro, escuchándolos con respeto. La transparencia de la palabra y la sinceridad han destacado.

Hemos detectado los temas y los nudos de dificultad ligados a la convivencia, pero hemos visto  también que todavía queda mucho por profundizar y trabajar.

Hemos sido un grupo, un grupo de personas en el que la palabra de una no tenía ni más importancia ni menos que la de la otra. El nivel personal del grupo ha sido impresionante; todas personas de grandes valores, tanto a nivel grupal como a nivel individual. En las reuniones nos hemos sentido a gusto y cada vez más relajados, gracias al apoyo de todo el grupo. Con todo, no dejábamos de notar cierto nerviosismo al comienzo de cada reunión. A veces, el miedo a ser mal interpretados o a que nuestras palabras pudieran herir ha hecho que nos sintiéramos incómodos o que hayamos callado ciertas cosas. Además, eran historias que nos removían por dentro, y que había que digerir; no siempre resultaba fácil escuchar; luego había que seguir reflexionando. Además, el hecho de hablar y desahogarse suponía revivir ante desconocidos experiencias dolorosas; es un ejercicio muy duro. Pero, al mismo tiempo, las situaciones de sufrimiento compartidas y vividas nos han unido más.

Tenemos muchas cosas que resaltar en el proceso vivido.  Hemos compartido momentos difíciles, emotivos, también buenos y divertidos. Nos hemos contado las vivencias más duras, sin suavizar ni mitigar nada de modo artificial, pero siempre sin dureza de ningún tipo, sin odio ni resentimiento. Ha sido un ejercicio de sinceridad. En el grupo se percibía el deseo de relatar vivencias y ello nos ha llevado a vivir momentos tan emotivos como duros. Ha sido duro expresar los propios sentimientos, pues eso conlleva volver a recordar lo sufrido. Aun así, nos hemos contado lo vivido y hemos escuchado las vivencias del otro con interés, con curiosidad, con respeto, y sin juicios. Ésa ha sido la característica principal del grupo: el respeto. Este proceso nos ha enseñado que también los otros han sufrido como nosotros; nos hemos puesto en el lugar del otro, hemos ejercitado la empatía, hemos afirmado y reconocido el dolor del otro como parte de nuestra realidad más amplia.

Todos y todas hemos realizado un gran esfuerzo, máxime teniendo en cuenta que somos personas que hasta ahora han estado bastante alejadas entre sí: nos hemos acercado mutuamente, hemos mostrado cuidado y respeto mutuos.

El grupo ha sido reflejo de lo vivido en Azpeitia y en el País Vasco en general; ha sido un verdadero proceso. A pesar de que no estaban representadas todas las realidades, ha albergado una gran pluralidad, tanto de género como de edad, experiencias, itinerarios ideológicos y trayectorias sociales.

No obstante toda la diversidad, nos hemos comprendido y acercado los unos a los otros; quienes hemos estado tan alejados hemos sido capaces de juntarnos, de hablar, de estar presentes sin ánimo de hacer daño. Hemos visto que las barricadas no son inevitables. Hemos tenido la oportunidad de conocer y de respetar las razones y las conductas de personas que en otro tiempo considerábamos “enemigas”, la oportunidad de percibir que la verdad de cada uno es una parte de toda la verdad. El proceso no ha sido fácil, pues ha puesto de manifiesto nuestros límites, y hemos tomado conciencia de las dificultades que tenemos ante determinadas palabras o puntos de vista. Sin embargo, hemos concluido que podemos vivir juntos, sin renunciar cada uno a su punto de vista, siempre que no imponga el suyo a los demás. Hemos de asimilar una nueva cultura política, mirar el pasado de manera crítica y cambiar las actitudes que tengamos que cambiar.

Este proceso nos ha brindado una ocasión, nunca tenida a nivel personal, para hablar sobre tantos temas y sentimientos que llevamos dentro, para sentir que alguien tiene interés en escucharlo, y para saber que sobre esos temas se puede hablar. Más todavía, que de esos temas hay que hablar y que, a pesar de que tengamos enfoques distintos y desacuerdos sobre muchas cuestiones, a cada uno se le debe respeto.

Por nuestra parte, he aquí el mensaje que quisiéramos hacer llegar a toda la gente de Azpeitia: que si nosotros, que no somos los mejores, hemos sido capaces de hacer lo que hemos hecho, también lo es toda Azpeitia, también lo es toda Euskal Herria. Que, para encontrar una salida a la historia de violencia que ha vivido y vive nuestro pueblo, es más importante la responsabilidad que la culpa, es más importante el sufrimiento que la ideología, es más importante el empeño por construir un futuro mejor compartido que la asignación de las culpas del pasado. Y que para ello es imprescindible caer en la cuenta de que hay que confiar tanto en una misma como en el otro, y mostrar la humanidad que nos une. Hemos de mirar adelante, sin necesidad de olvidar el pasado y sin odio. Las nuevas generaciones han de conocer lo sucedido, para que no se repita.

22 de abril de 2015

Miembros del Foro Ciudadano de Azpeitia: Alaitz Aguado, Jexux Aizpurua, Eneritz Albizu, Miren Alcedo, Jabier Altuna, Joxe Arregi, Felipe Murillo, Miren Odriozola, Manoli Uranga, Eneka Urbieta eta Mertxe Urtuzaga Otaegi.

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