domingo, 29 de marzo de 2009

Por la rotación de lendakaris (2009)


(Publicado en "El Correo" el 29 de marzo de 2009)

No es bueno gobernar a tenor de lo que digan las encuestas. Hay que tener convicciones y proyectos y no ser una veleta según venga la dirección del viento. Un político de altura debe ser capaz de poner proa a lo que lleve madurado, y considere bueno para su país, incluso defendiéndose de sus propios partisanos. Se lo he escuchado varias veces a Jordi Pujol y a alguno más. Creo que tienen razón.

Pero así mismo me parece un contrasentido querer gobernar al margen de lo que, una y otra vez, está solicitando la mayoría del pueblo. Me temo que es lo que puede suceder si, como parece, al final se conforma un gobierno PSE-PP en Vitoria - Gasteiz. Sostengo que este gobierno, no solamente es legal y legítimo sino que tiene una serie de virtualidades positivas que no se le pueden, ni deben, negar. Pero, en mi modesta opinión de simple ciudadano, y más allá de mis opciones políticas bien conocidas, sostengo también que hay otra formula de gobierno notoriamente mejor. Es lo que intento mostrar en estas líneas.



Que gobiernen juntos el PSOE y el PP tiene aspectos positivos innegables. El primero y fundamental es la alternancia en el poder y, concomitantemente con él, poner freno al riesgo de que se constituya en Euskadi una especia de PRI (como en México) por la prolongación del mandato del PNV. La alternancia en el poder es una de las bendiciones de la democracia. Permite que circulen las elites en la gobernanza y los ciudadanos de diferente color político-partidista ven a sus representantes, con sus sensibilidades, dirigiendo el país. En el caso de Euskadi el PSOE no puede ser el eterno Poulidor de Ajuria Enea.

Ciertamente el riesgo del PRI vasco está ahí en la larga lista de organismos oficiales o para oficiales que controla pero, salvo miopía personal, no parece que los años que lleva el PNV gobernando hayan generado mayores escándalos, comparativamente hablando con lo que vemos, en estas mismas fechas, en otros lares y partidos políticos, según vemos en la prensa. No porque las gentes del PNV sean de “cuerpo santo” sino porque, entre otras razones, el sistema fiscal vasco permite un mayor y mejor control y porque la prensa vasca, en su gran mayoría, no es nacionalista y hace su papel de control.

Hay otra razón a tener en cuenta a la hora de valorar positivamente la alternancia en el poder. A veces los nacionalistas no somos conscientes de que entendemos que Euskadi, Euskal Herria es como un coto nuestro de propiedad privada. Nosotros y “ellos”, los “otros” vascos. De ahí que nos irrite que la lehendakaritza pase a los “otros”. Pero, si pensáramos bien, además de reconocer, con la inteligencia del corazón, que los “otros” también son vascos, comprenderíamos que, así, Euskadi, con un lehendakari socialista, es, también, más Euskal Herria.

Por estas, y otras razones, entiendo positivo que un socialista alcance la lehendakaritza.

Sin embargo creo también que, tras los resultados electorales del 1 de marzo, un gobierno PSE-PP presenta también muchos problemas. Empezando, y ahora entenderán la entrada de este artículo, por ser el menos deseado por la población vasca. Lo veíamos en la última encuesta preelectoral realizada por el CIS en enero pasado: puestos ante diferentes alternativas para formar gobierno en el País Vasco solamente el 4,6 % de vascos optan por la conformada por el PSOE-EE y el PP. Es de todas las opciones que les presenta el Centro de Investigaciones Sociológicas, agencia Oficial del Estado Español no se olvide, es la que me apoyos recibe de los ciudadanos vascos. Los vascos, ya en esta encuesta, optan mayoritariamente por un gobierno transversal, PNV- PSE, PSE-PNV. Lo mismo, y con mas rotundidad lo vamos a encontrar en el último Euskobarómetro (en nada dependiente del mundo nacionalista vasco, como es bien sabido) de noviembre de 2008, donde casi uno de cada dos, el 49 % exactamente, así se manifiestan.  Yo no echaría estos datos en saco roto. Reflejan las opiniones y deseos de cómo los vascos, en su mayoría, desean ser gobernados: conjuntamente por el PSE y el PNV.

Quienes han tenido la amabilidad de leer mis artículos estos años saben que yo soy uno de esos vascos que apuesta por la trasversalidad. Los hay también en el espectro político, más allá de lo que, en la coyuntura actual, legítimamente, piensen. Lo mostré en el Prologo al libro, recientemente editado, de Maria Antonia Iglesias, “Memoria de Euskadi”. He aquí algunos ejemplos. Dirá Atutxa que “la transversalidad, que algunos la ven como un término maldito, existe: ni el PP con el PSOE a solas pueden hacer cómoda la vida, ni tampoco la parte nacionalista a solas. Hace falta el entendimiento entre las dos sensibilidades. Por eso falló Lizarra”. Patxi López dirá que “el PSE había valorado siempre que, al igual que el PNV no puede o no debe hacer política sin nosotros, nosotros no podemos hacer política sin el PNV. Desde la etapa de Txiki Benegas hasta nosotros…ese es el eje central del país”. Ramón Jáuregui dirá que “el PNV y el PSOE conforman el eje grueso de la composición sociológica vasca”.

Ya en la noche electoral, en la antena de TV3 de Catalunya y, a los dos días, en estas páginas, propuse la idea de que se conformara un gobierno de coalición PNV-PSE, PSE-PNV con rotación de lendakaris: dos años con un lendakari del PSE y otros dos del PNV. Hoy sigo pensando que es la mejor solución por razones de urgencia inmediata y por razones de fondo a medio y largo plazo. Para empezar, los socialistas ya sabrían lo que es tener un lendakari de su color político, luego su legítimo sueño de llegar a Ajuria Enea se habría cumplido. Pero, deben de saber que no tienen detrás la mayoría sociológica del electorado vasco. De ahí la necesidad de un “arreglo” por utilizar la expresión de Eguiguren (no Egurbide): alternar la lehendakaritza con el PNV.

Hay, para ello, razones de urgencia, decía. Necesitamos en estos tiempos de profunda crisis social, económica, financiera y ética un gobierno fuerte y estable. Y eso exige aritmética parlamentaria sólida. Lo han pedido los empresarios y los que hacen una lectura no ideologizada de la realidad social. Necesitamos amarrar los proyectos en curso, con la inyección de la savia socialista en el tejido para-oficial vasco. (Sin desperdiciar el enorme caudal de otros partidos, en especial el de las gentes del PP, huérfanos demasiados años de un buen líder, cuestión que requiere tratamiento propio). Cuando estamos a punto de caer en recesión no podemos permitirnos mayorías de 38-39 frente 37-36 pendientes de que un parlamentario pierda un avión, tenga un ataque de apendicitis o dé a luz un vástago.

Pero además de la urgencia está el problema de fondo: o construimos el país unos contra otros o lo hacemos unos con otros. O avanzamos hacia la acumulación de fuerzas para vencer al contrario (y el que esté libre de culpa eche la primera piedra) o nos convencemos de que teniendo sentimientos de pertenencia diferentes, acentuaciones diversas, hemos de encontrar un ámbito de acuerdo en el que la gran mayoría, al menos dos tercios, se sienta cómoda.

Por favor, léase y atiéndase lo que nos dicen, mil y una veces, los ciudadanos vascos. Según el CIS de enero de 2009, el último estudio hasta la fecha, el 63% de los vascos quieren vivir en un Estado (España) sea como en la actualidad (32 %), sea con más competencias (31%), mientras que el Estado independiente es defendido por el 26 %. Preguntados directamente si quieren la independencia el 39% se posicionan a favor y el 45% en contra. En fin, el 10 % se dice español o más español que vasco, el 36 % tan vasco como español y el resto, el 48% vasco o más vasco que español.

Siendo esto así, ¿estamos obligados, a que nos gobiernen siempre en coalición?. No necesariamente. De hecho ha habido mayorías nacionalistas vascas y, entiendo, que ahora que tienen la posibilidad quieran hacerlo, otros, con mayoría de signo distinto: llamémosle constitucionalistas si así prefieren. Pero no deben olvidar que, para que les dé la aritmética, ha hecho falta impedir la presencia en el Parlamento Vasco, por primera vez, a la izquierda abertzale, sin que nadie haya explicado, convincentemente, porque EHAK haya podido participar y no ANV o Askatasuna.

Añádase a ello que el PSE y PP solamente se han unido para gobernar en Navarra y en la CAV cuando están a la greña en el resto de España. Deberían pensar seriamente los políticos socialistas (y me gustaría añadir que algún día también los populares) que no basta con hablar de transversalidad sino, llevarla a la práctica cuando, como ahora, con tan escasos apoyos en el parlamento, van constituir un gobierno, en nada trasversal, incierto, débil y que, desgraciadamente, puede fomentar el frentismo en el ámbito nacionalista. Ahora la pelota está en su tejado. Es su hora.


Donostia 25 de marzo de 2009

Javier Elzo

Catedrático Emérito de la Universidad de Deusto

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