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lunes, 10 de febrero de 2020

Un Humanismo para el siglo XXI. (Muy reducido y redactado para "El Correo")


El largo texto de la entrada anterior con este mismo titular, reducido a las dimensiones de un artículo prensa
UN HUMANISMO PARA EL SIGLO XXI
En un mundo conformado por datos digitales y las nuevas tecnologías, incluida la inteligencia artificial, debemos preguntarnos en qué condiciones podemos ser humanistas


“El Correo” Sábado, 8 febrero 2020, 00:29

Hace unos días, invitado por el Grupo Vasco del Club de Roma, impartí una conferencia en la Sociedad Bilbaína que titulé como este artículo. Se asocia el humanismo con el Renacimiento y la Ilustración en un intento de superación de la denominada era obscura del Medievo pretendiendo una vuelta al humanismo greco-latino. Pero olvidamos que el humanismo griego y el humanismo romano conformaban un humanismo intelectual (del que aún somos deudores), pero que era, al mismo tiempo, un humanismo elitista, pues funcionaba en lo social basado en la esclavitud. Solamente las élites disfrutaban de los bienes, siempre bajo el capricho del poder. La esclavitud, de la que aún quedan secuelas, no se abolió hasta bien avanzado el siglo XVIII.
El humanismo supone colocar al hombre y a la mujer en el objetivo central de la labor humana. Pero esta centralidad puede conducir a una deificación del ser humano. Es, de hecho, una religión del hombre que sustituye al dios caído. Como escribe Edgar Morin, a quien sigo en este punto, «debemos dejar de exaltar la imagen bárbara, mutiladora e imbécil del hombre autárquico sobrenatural, centro del mundo, objetivo de la evolución, maestro de la Naturaleza». Morin propugna el humanismo que responde a la fórmula de Montaigne «reconozco en cada hombre a mi compatriota», el de Bartolomé de las Casas reconociendo a los indígenas como personas, el de las Reducciones de los jesuitas en Paraguay, etc., etc.
A su estela y pensando en el siglo XXI abordé dos de sus humanismos: el secularista que deifica a la sociedad (Roberto Calasso, 'La actualidad innombrable'. Anagrama 2018), en el que no me detendré en este artículo, y el tecnológico, digital, transhumanista etc., al que me referiré junto a la inteligencia artificial.
El humanismo digital es un concepto en construcción. En un mundo ahora conformado por datos digitales (los 'big data'), inmateriales, y las nuevas tecnologías NBIC (nanotecnología, biotecnología, inteligencia artificial y ciencias cognitivas), debemos preguntarnos en qué condiciones podemos ser humanistas cuando algunos afirman que los datos nos invadirán y que ya no es posible resistir la inteligencia artificial ni dar vuelta atrás. Ya habríamos sobrepasado el punto de no retorno. Las nuevas tecnologías nos obligarían a vivir en el tiempo real, en la reactividad y en la inmediatez. Como si la humanidad no pudiera permitirse el lujo de pensar, proponerse aplazar o diferir decisiones, darse un tiempo para pensar con otras personas.
Hoy las tecnologías se presentan como fatales e inexorables y nos pesan hasta el punto de que algunos nos anuncian que la humanidad pronto abandonará la escena, que será ocupada por la tecnología sin límites. O por los ciborgs, donde lo propiamente humano será cada vez menor y menos autónomo. Así en la robótica.
El Parlamento europeo consideraba en febrero de 2017 que «los robots autónomos más sofisticados pudieran ser considerados como personas electrónicas responsables, obligadas a reparar todo perjuicio causado a un tercero». Pensaban los eurodiputados en robots que «adoptan decisiones autónomas o que interactúan de manera independiente con otros», sean personas o cosas. Las cosas son aún más preocupantes en la robótica militar, con los denominados «sistemas de armas letales autónomas» (LAWS es el acrónimo en inglés), diseñados para disparar misiles, en determinadas circunstancias concretas, sin intervención humana alguna; nada que ver con los códigos de los que disponen los presidentes para ordenar lanzamientos de misiles. En el supuesto que presentamos, el robot 'decide' autónomamente lanzar el misil.
De hecho, aun con otros términos, la cuestión ya afloraba hace tiempo. Así, una de las figuras mayores de la cibernética, Warren Sturgis McCulloch, afirmaba en 1943 que «las maquinas hechas por la mano del hombre no son cerebros, pero los cerebros son una variedad, mal comprendida, de la maquinas computadoras». De tal suerte que Paulin Ismard, quien sugiere el Derecho Romano aplicado a los esclavos como modelo legal para los actuales robots, afirma que «el hombre y la maquina serían dos sistemas cibernéticos, en esencia idénticos, de tal suerte que el pensamiento humano es fundamentalmente asimilable al cálculo» y actúan, ambos, cerebro humano o artificial, en razón a su propia ecuación vital.
Abogo por un humanismo basado en la fraternidad universal que, en su aplicación al siglo XXI exigiría no olvidar que esos robots, supuestamente autónomos y con capacidad de adoptar decisiones que se nos escapan, son creaciones nuestras. Dependen, en un sentido en nada figurado, de cómo los hayamos educado, con qué fines, con qué objetivos, con qué límites. Si un misil se dispara de forma que decimos que es autónoma, sin intervención humana, estamos, voluntaria e irresponsablemente, olvidando que somos nosotros, hombres y mujeres, quienes los hemos diseñado para que así actúen. Si después escapan a nuestro control, no podemos olvidar que son tan hijos nuestros como nuestros hijos biológicos (que también escapan a nuestro control), y nosotros, padres o creadores, somos los primeros responsables de sus actos. De ahí la necesidad de un humanismo para el siglo XXI.
JAVIER ELZO Catedrático emérito de Sociología. Universidad de Deusto


jueves, 12 de septiembre de 2019

Le pape et l´ombre d´un schisme. (Editorial de Le Monde 13/09/!8)


¿Es pensable un editorial así en la prensa española? 


Le pape et l’ombre d’un schisme
Le Monde 13 septembre
Editorial. L’opposition à François, qui se manifeste jusqu’au sein de la curie, s’est radicalisée, au point de mettre en cause sa légitimité.
Editorial du « Monde ». De retour d’un voyage qui l’avait conduit dans trois pays africains, le pape François a tenu une conférence de presse, mardi 10 septembre, dans l’avion, pour répliquer à ceux qui vont jusqu’à mettre en cause sa légitimité. « Je prie pour qu’il n’y ait pas de schisme, mais je n’ai pas peur », a lancé le pontife argentin. Au regard de la théologie catholique, un schisme se définit comme un « refus de soumission au pape ou de communion avec les membres de l’Eglise qui lui sont soumis ». C’est ce qui s’était produit en 1988 lorsque Mgr Lefebvre avait défié Jean Paul II en consacrant des évêques traditionalistes sans l’aval de Rome, ce qui lui avait valu d’être excommunié.
L’Eglise catholique est-elle au bord d’un nouveau schisme ? Fortement ébranlée par les affaires de pédophilie qui nuisent gravement à son image, elle est secouée par une crise sévère. Depuis son élection en 2013, Jorge Bergoglio est l’objet de critiques de plus en plus vives de la part des courants conservateurs, notamment américains. On lui reproche pêle-mêle ses ouvertures – prudentes – sur les questions de la famille, voire de l’homosexualité, ses propos sur la justice sociale, les migrants, le capitalisme et la mondialisation. Pour le pape, toute critique, dès lors qu’elle est « loyale », est acceptable. « Je tire toujours un avantage des critiques, a-t-il expliqué, toujours. Quelquefois cela me fâche, mais on y gagne. » Et il a ironisé sur ceux qui le jugent « trop communiste » « Les choses sociales que je dis, c’est la même chose que ce qu’avait dit Jean Paul II. La même chose ! Je le copie ! »
François n’est pas le premier pape à être critiqué, mais l’opposition à son pontificat, qui se manifeste jusqu’au sein de la curie, s’est radicalisée, au point de mettre en cause sa légitimité ou de le faire passer pour un hérétique. Le livre qui vient de paraître, Comment l’Amérique veut changer le pape (Bayard), par Nicolas Senèze, journaliste à La Croix, a mis en lumière ce qui prend l’allure d’un complot. « C’est un honneur que les Américains m’attaquent », avait réagi le pontife le 4 septembre. Il y a un an, un ancien nonce à Washington avait accusé l’évêque de Rome de complicité avec des pédocriminels et avait demandé sa démission, recueillant le soutien d’une vingtaine d’évêques américains.
Trop iconoclaste, pas assez orthodoxe, ce pape qui n’hésite pas à dénoncer les maux de son Eglise dérange. Face à ses détracteurs, François a choisi de contre-attaquer. « Critiquer sans vouloir entendre la réponse et sans dialogue, a-t-il averti, ce n’est pas vouloir du bien à l’Eglise, c’est poursuivre une idée fixe, changer le pape, ou faire un schisme. » Reprochant à ses adversaires d’instiller de l’idéologie dans la doctrine de l’Eglise, il a ajouté : « Quand la doctrine ruisselle d’idéologie, il y a la possibilité d’un schisme. » En évoquant publiquement, et pour la première fois, une telle hypothèse, il montre qu’il prend le risque au sérieux. Il le dramatise pour mieux le conjurer et désigne ses adversaires comme des dissidents.
En déployant une telle stratégie, le pape affiche sa détermination: il ne se laissera pas intimider. Il va en donner une nouvelle preuve en octobre lors d’un synode des évêques sur l’Amazonie, qui pourrait, pour pallier le manque de prêtres, prévoir d’ordonner des hommes mariés. François est décidé à poursuivre son chemin, fût-il hétérodoxe. L’ombre d’un schisme plane ? Il ne s’en effraie pas.
Le Monde

jueves, 20 de diciembre de 2018

Chalecos amarillos y la yihad en Estrasburgo



Chalecos amarillos y la yihad en Estrasburgo


. A tenor del perfil sociológico medio (según trabajos de campo publicados en “Le Monde” el 11/12/18), la mayoría de los Chalecos Amarillos (CH.AM) son hombres y mujeres de unos 45 años de media, que trabajan, pertenecen a las clases bajas (populares llaman los franceses) o clase media baja. Están sobrerrepresentados los empleados medios, artesanos, comerciantes, pequeños empresarios en detrimento de cuadros, clase media alta y alta, así como la clase obrera. Son básicamente gente de las provincias, de localidades pequeñas o rurales, con ingresos modestos, con poca o nula visibilidad mediática, pocos dados a manifestaciones públicas y que se han hecho fuertes encontrándose los sábados, por ejemplo, en las rotondas de las carreteras.

. Descubren que las rotondas son nuevos espacios de sociabilidad real, directa, sin intermediarios, encontrándose entre iguales, sin nadie por encima, como en Facebook y en las redes sociales. La iglesia de Francia acaba de ofrecer sus espacios, a creyentes y no creyentes, para un dialogo franco, libre, sobre estas cuestiones.

. Además, en las Rotondas tienen la capacidad de llamar poderosamente la atención, perturbando la vida normal: simplemente interrumpiendo el tráfico. En la vida moderna un gran numero de huelgas se concretizan interrumpiendo o dificultando seriamente la movilidad. Y no es casual, sino causal, que muchas huelgas (de trenes, aviones, taxis, buses, metros etc.), se convoquen cuando se prevé una mayor afluencia de gente.

. El grave error de Macron es no haber tenido en cuenta la dimensión emocional y de cercanía con la gente. Se ha considerado por encima de la media. Y lo está, intelectualmente hablando. Pero en ningún lugar está escrito que un intelectual sea un buen gobernante. Y el caso de Macron lo confirma, si falta hacía.
    
. Pero hay que añadir que los franceses quieren un presidente que les de prestigio, de quien enorgullecerse, aunque sea jupiterino, como Macron (y en su día Mitterrand y De Gaulle, pero eran otros tiempos), y, al mismo tiempo, que sea como ellos, un presidente normal, como Hollande. Misión imposible. Macron y Hollande han salido esquilmados.
 
. El movimiento de los CH. AM no tiene representantes. Más aún, tiene a gala no tenerlos. Quiere ser un movimiento horizontal y no uno vertical. Idea que está en el aire del tiempo actual y que es propiciado, en gran medida, por la dinámica de las redes sociales, con el beneplácito de algunos intelectuales. Tiene sus ventajas: sale de la base, es espontaneo y difícilmente manipulable. Pero también tiene sus inconvenientes. Uno, que ahora se subraya mucho, es la dificultad de la negociación y del diálogo. ¿Con quién dialogar o negociar, si no hay quien represente al movimiento? Y, también, ¿cómo pararlo?, ¿quién decide pararlo?, ¿quién decide que ya se han logrado los objetivos?  Añádase a ello que es un movimiento muy diverso y muy extendido en gran parte de
la geografía de Francia.

. El movimiento de los CH.AM es, y pretende, ser pacifico. Y lo es en la inmensa mayoría de sus participantes. Pero en los sábados que han protagonizado se ha constatado un doble fenómeno: un descenso en el número de manifestantes y un incremento, sea en los actos violentos al termino de las manifestaciones, sea en la gravedad de mismos, o ambos a la vez, pese a un aumento espectacular de las fuerzas del orden. Dos cosas que decir en este aspecto:
            A). La ausencia de representatividad dificulta enormemente, dicen los expertos, la previsibilidad de los actos de violencia
            B). Algunos analistas señalan que, aunque el movimiento de los CH. AM es de manera clara no violento, precisamente dada su horizontalidad y permeabilidad, ha permitido que se infiltren entre ellos los denominados “casseurs” (literalmente rompedores, los que rompen cosas, inmuebles, vitrinas, establecimientos, coches, etc.) que aquí algunos llamarían “radicales” y yo los etiqueto de “violentos” haciendo de un epíteto un sustantivo.  

Y ahora, tras el atentado en Estrasburgo

. Hay chalecos amarillos que aceptan la tesis del complot en el caso de los muertos en Estrasburgo, como si fuera algo del gobierno para acabar con su movimiento. Pero la mayoría de entre ellos no están de acuerdo con esta visión de las cosas y lo ven como algo diferente. Tesis que comparto plenamente. Aunque al suceder al mismo tiempo, ambos eventos tienen relaciones, aun espurias. Por ejemplo, cómo garantizar el derecho pacifico a la manifestación de los CH. AM, cuando gran parte de los efectivos policiales están particularmente cansados. De hecho, se han suspendido partidos de futbol. Los CH.AM se enfrentan a un difícil dilema:  No admiten ponerse en el mismo plano que la yihad de Estrasburgo, pero tampoco admiten que hayan de parar sus protestas por lo allí sucedido, incluso sabiendo la extrema dificultad de controlar las gravísimas violencias en sus manifestaciones.

. Según las fuerzas de seguridad calculan que en Francia habría unos 25.000 radicalizados yihadistas. Estrasburgo siendo uno de los feudos, algo así como Mollenbeck en Bélgica. Un criminólogo defendía que el asesino de Estrasburgo pudo tener la ayuda de alguna célula, pero, tras ser abatido el jueves, la hipótesis es que actuó solo.

. Anótese, en este contexto que la mayoría de los 6 muertos en los cuatro primeros sábados se habían originado en las rotondas. Más que en el tiroteo de Estrasburgo. Aunque, con significación diferente, para pensar.

. No hay que olvidar el poder de la violencia. Los vascos sabemos algo de ello cuando gritábamos, refiriéndonos a ETA, “sin las pistolas no son nada”. Hay un acuerdo bastante generalizado en los analistas franceses en pensar: 1) que sin las violencias en los sábados de las manifestaciones de los CH. AM, posiblemente (algunos dicen probablemente) el movimiento ya se habría desinflado; 2) Sin los actos violentos, Macron no hubiera decretado las medidas que adoptó (en favor de la capacidad de compra, uno de los dos grandes argumentos para las manifestaciones) y que ahora tendrá que detraer de otras partidas de los presupuestos del Estado. La tarta no se estira. Se corta diferentemente. Y, 3) es muy peligroso que se extiende la idea en la población de que para obtener resultados hay que manifestarse con violencia. 

. En fin, otra diferencia de calado. Los miembros de ETA, IRA y Brigadas Rojas se caracterizaron por un fuerte componente ideológico que podía provenir, (limitándonos a ETA) básica y generalmente de la propia familia o de la captación por amigos en acampadas, algunos Gaztetxes, Herriko Tabernas etc. Con un fondo de reivindicación nacionalista-revolucionaria. En el caso del yihadismo tradicional, eran algunos imames quienes hacían la labor de proselitismo. Con un fondo religioso que, en la laicista Francia, y más en su izquierda, les está costando entender. Pero, en la actualidad, no pocos de los miembros del Yihad, así el terrorista de Estrasburgo del martes 11 de diciembre, provienen de la delincuencia común y se han radicalizado en las cárceles, siendo, quizá, la dimensión religiosa un añadido frente a una radicalidad antisistema, con una banalización de la violencia, en la que algunos parecen encontrar un sentido a sus vidas.

Donostia 14 de diciembre de 2018
Javier Elzo

(Texto publicado el domingo 16 de diciembre en Noticias de Gipuzkoa y en DEIA el lunes 17.)

lunes, 10 de diciembre de 2018

Los Derechos Humanos, y la irrupción de VOX y los “chalecos amarillos”





Los Derechos Humanos, y la irrupción de VOX y los “chalecos amarillos”

La espectacular performance de la derecha extrema española con la entrada de VOX con 12 miembros en el Parlamento de Andalucía, la enorme dificultad del gobierno francés para responder a las movilizaciones (via redes sociales, de los “chalecos amarillos”) huérfanos de dirigentes reconocidos, y, mucho más grave, su desbordamiento por los actos vandálicos protagonizados por puñados de extremistas, tanto de derechas como de izquierdas, manifiestamente bien entrenados, (¿por quién?, ¿dónde?, ¿con qué objetivo, si tal objetivo existe?., etc., etc.),  coinciden en el tiempo con el 70 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DD. HH) aprobada en las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948. Declaración Universal en el sentido de que se pretende que afecte a todas las personas pero que fue aprobada por solamente 50 naciones y, no pocas, con reticencias.

Los países colonizados por las grandes potencias, en África y Asia, no estaban representados. El comité redaccional de la Declaración estaba pilotado por una mujer fuera de serie: Eleanor Roosevelt, la viuda del presidente estadounidense. Era un comité internacional, conformado, entre otros, por un libanés un chino, un británico, un ruso, un canadiense, y un vasco -francés, el bayonés René Cassin, que debió tener un papel sobresaliente en la propia redacción del documento. etc. La constitución del comité muestra el deseo de llegar a un texto que puedan compartir todas las culturas del mundo. Trataron de encontrar un denominador común para defender los DD. HH, tanto desde el punto de vista político como civil, pero también económica y socialmente. Pero hay un acuerdo en señalar que la Declaración está basada en los valores liberales de Occidente. De hecho, sigue siendo, criticado por China y por el mundo musulmán. Claro que, al mismo tiempo, sirve de referencia a militantes por los DD. HH en esos países.

Siguiendo a Juan José Solozábal en una conferencia en Donostia hace un año, señalaría cuatro puntos en la Declaración: la importancia capital de su sustentación en la dignidad de la persona humana; su carácter de ley positiva no meramente enunciativa; su universalidad a todos los individuos, aunque también cabe ampliarla, señala Solozábal, a los pueblos y citó el caso de Palestina (cuestión muy debatida) y por último la jerarquización de los diferentes derechos, con las discusiones que ambas notas conllevan. En efecto, cabe preguntarse cómo congeniar y jerarquizar el derecho individual (a no ser objeto de un acto terrorista, un colono israelí en territorio palestino, por ejemplo) con el colectivo de un pueblo expoliado a su supervivencia como tal pueblo (de nuevo Palestina, en este contexto).

Esta cuestión de los derechos individuales versus los derechos colectivos (de grupos concretos, como la familia; los menores- ahora muy en boga con el tema de la pederastia del clero; las mujeres – piénsese en el movimiento #MeToo- o más amplios, las naciones sin estado, por ejemplo) ha sido objeto de disputa ya desde el final de la segunda guerra mundial e, incluso, no pocos, sitúan en la humillación alemana en Versalles al final de la 1ª guerra mundial, una de las causas de la segunda.

Sugiero la lectura de un libro de apasionante lectura, aunque le sobra la premiosidad geográfico - lugareña de algunas páginas. Me refiero a la publicación de Philippe Sands “Calle Este-Oeste” (Anagrama 2017). Presenta la figura de dos juristas, Hersch Lauterpacht y Raphael Lemkin, quienes acuñaron los conceptos de “crimen contra la humanidad”, el primero, y “genocidio”, el segundo, y que fueron utilizados por primera vez en los juicios de Núremberg. Con la idea “crímenes contra la humanidad” se busca proteger al individuo, a las personas concretas, frente a la violencia en guerras y toda suerte de conflictos armados. Mientras que con el término de “Genocidio” se trata de la protección de grupos, de colectivos como tal, particularmente cuando se busca que desaparezcan como tales colectivos. El ejemplo que nos viene a la cabeza es el exterminio de los judíos, de los gitanos y de los homosexuales en la Alemania nazi.

Se dijo que la Declaración estuvo motivada por el genocidio judío pero los investigadores no encuentran trazas de esta preocupación en la redacción de la Declaración. Es evidente que la Declaración Universal de 1948 privilegió “los crímenes contra la humanidad” de las personas individuales como tales personas. La filosofía subyacente del texto es la protección de las personas individuales. La mayor parte de los 30 artículos de la Declaración están redactados así: “Toda persona tiene derecho a …” o, en menos casos, “cada individuo tiene derecho a…”. Hay que mirar con lupa para salir de este registro individualista. Valga como botón de muestra (y son pocos esos botones), la redacción del muy importante punto 29.1 de la Declaración: “Toda persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que sólo en ella puede desarrollar libre y plenamente su personalidad”. En una Declaración de Derechos se exigen Deberes respecto de la comunidad, y para poder desarrollarse plena y libremente.

Pero habrá que esperar a futuras declaraciones para encontrar, nítidamente, la defensa de determinados derechos colectivos. Por ejemplo, en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos aprobado, también en la ONU, el 16 de diciembre de 1966, en cuyo Preámbulo se referencia la Declaración Universal de DD. HH de 1948. Pues bien, en el Artículo 1 se puede leer esto: “Todos los pueblos tienen el derecho de libre determinación”. Obviamente en este caso, como con la Declaración de DD. HH de 1948, hubo países que no lo apoyaron, o cosa peor, lo firmaron, pero no lo aplicaron. ¿Algún ejemplo? La tortura, pese a ser condenada, expresamente, por la declaración de 1948, sigue campando a sus anchas, incluso en países tenidos por democráticamente avanzados. En cuanto al no reconocimiento del derecho de libre determinación no creo que hay que mirar muy lejos: hay presos políticos catalanes, tan pacíficos como Mandela, por defenderlo.

Y, en estas, un partido ultranacionalista español de derechas, VOX, irrumpe en el escenario político al grito de ¡España!, ¡España!, ¡España!, un partido antieuropeo y anti-autonomista español, aunque aquí le acompañan Ciudadanos y el PP de Aznar-Casado. Por otra parte, (y la otra parte no es solamente geográfica) tenemos a un colectivo periférico en un mundo prepotentemente mundializado, digitalizado, teóricamente virtual, pero no por ello menos real, los “chalecos amarillos”, que pone en jaque (con la ayuda inestimable de la extrema violencia callejera) a una nación - estado, Francia, cuyo presidente tiene a gala defender la soberanía europea, parece soñar con un ejército europeo, en detrimento, declara, de los nacionalismos (no así de los patriotismos, ¡estúpidos juegos de palabras!) y de los populismos (otro término ambiguo, donde los haya.

Todo esto me lleva a pensar en la enorme importancia de reflexionar sobre el tenor de los DD. HH, en su jerarquización, en su contextualización, y en la complejidad de su implantación. No nos engañemos, conjugar derechos individuales y colectivos no es tarea fácil. Exige apostar por la deliberación social, en la imperiosa necesidad de desarmar el lenguaje, en superar la cultura de la queja que nos invade, así como el escarnio anónimo al diferente, en cuyo cultivo han surgidos los fascismos de derechas e izquierdas a lo largo de la terrorífica historia del siglo XX que, tan prontamente, parecemos dispuestos a olvidar.

Donostia San Sebastián, 3 de diciembre de 2018
Javier Elzo

(Texto publicado en DEIA y en Noticias de Gipuzkoa el 7 de diciembre de 2018)


domingo, 9 de diciembre de 2018

Los chalecos amarillos, síntoma de otra fractura social






Los chalecos amarillos, síntoma de otra fractura social

El movimiento de los llamados “chalecos amarillos” que tantos quebraderos de cabeza ha ocasionado al gobierno de Francia, a dirigentes políticos, y líderes de opinión, creo que denota una fractura inédita en el mundo occidental, que ya se había mostrado con la elección de Trump en los Estados Unidos y el Brexit en Gran Bretaña. Sin hablar de la emergencia de la derecha extrema en media Europa occidental. No todo es lo mismo, pero hay algunos elementos comunes que debemos tener en cuenta.

Para el escritor británico David Goodhart autor del ensayo “The Road to Somewhere” (“La ruta a alguna parte”, C. Hurst & Co. Publishers Ltd, 2017) que, aunque no traducido al francés, ni al castellano, lo está leyendo media Francia, los “chalecos amarillos” representan lo que él denomina como la gente de “alguna parte”, de “algún sitio” (somewhere) frente a la gente de “ninguna parte”, de “ningún sitio” (anywhere). La fractura somewhere vs. anywhere, suplantaría, según él, la clásica de izquierda-derecha. Los “anywhere” (los de “ningún sitio”) que yo etiquetaría de cosmopolitas, si no internacionalistas, meritocráticos y rabiosamente individualistas, conformarían la nueva clase dominante, los poderosos de la era global, digital, medioambiental, ecologista, ciudadanos del centro del mundo, un centro poliédrico, pero interconectado, conformado por las cada vez mayores ciudades, en cuyo núcleo urbano el hábitat está muy, muy caro, donde se afana la elite de los grandes diplomas, multilingüe (con un inglés dominante).

Ese mundo, sin necesidad de empujones, simplemente por su saber hacer, su saber aprender, sus constates desplazamientos (virtuales y reales) y su cuidado mundo de relaciones, arrincona al mundo periférico, (así lo denomina el ensayista francés Christophe Guilluy en su best seller de ensayo “La France périphérique“, Flammarion 2015) donde muestra cómo las clases populares, excluidas de los beneficios de la mundialización, son relegados a las pequeñas ciudades, a las aldeas rurales, a lugares alejados de las grandes metrópolis. Es la gente que vive anclada en su hábitat, establece sus relaciones con lugareños (aun sin renunciar a Internet y a las redes sociales que les sirven para organizar manifestaciones, como ahora los “chalecos amarillos”) gentes que miran el mundo desde un lugar determinado (los somewhere de Goodhart). Yo les llamaría localistas, aunque abiertos. Con Internet. Es gente que se tiene que desplazar para ir al trabajo. Para ellos, el coche es un instrumento de trabajo. Y cuando Macron ha subido la tasa a los carburantes, han explotado: es esa gota la que ha desbordado el vaso de una humillación inconfesada por inconfesable, de un arrinconamiento despreciativo. No están en contra de la ecología, como refiere lucidamente Goodhart en una entrevista (Le Monde 28/11/18, que sigo en estas líneas). Pero, cuestionan por qué “la ecología burguesa de los “bobos” (acrónimo de “burgueses bohemios”) parisinos, tendría que ser pagada por las gentes de la Francia periférica”. Tienen una identidad más ajustada a un territorio concreto, y los rápidos cambios de los últimos decenios les perturban. Particularmente, sin ser xenófobos, ante una inmigración que perciben súbita y más numerosa de la que realmente se da.

Las personas que he denominado” internacionalistas, cosmopolitas”, representarían, en el mundo occidental opulento, según Goodhart, en torno al 25 % de la población, cifra que me vale para Euskadi, pero rebajaría al 20 % en España. Por otra parte, los localistas, aun abiertos al mundo, via Internet, Goohhart los cifra en el 50 % de la población, porcentaje que yo dejaría en un 40 o 45 %, quedando el resto, en torno a un tercio de la población, como los relegados del sistema.

En los Estados modernos habría una tensión entre, por una parte, la igualdad ante la ley (cada persona un voto) y la desigualdad (creciente en las últimas décadas) en la consideración social y en la capacidad de gasto, lo que acaba originando una diferencia de estatus social, amargamente sentida, incluso por los que disponen de unos ingresos correctos que les permiten, por ejemplo, disfrutar de un par de semanas de vacaciones.  La fractura es tanto o más emocional, sentimental, que meramente crematística. En este contexto, pretender, como preconizan las élites internacionalistas, generalizar la movilidad social y la meritocracia como fundamente de la sociedad, es fuente de conflictos sin fin. Como escribe Goodhart, “en la actualidad se acepta la economía de mercado, pero no la sociedad del mercado”. La gran masa de la población no quiere renunciar a la protección de la sociedad del bienestar, creada después de la segunda guerra mundial y a los Derechos Humanos, cuya Declaración Universal celebramos el 10 de diciembre en su 70 aniversario. La gran conquista de Occidente.

Creo que los análisis de Goodhart y Guilluy, ayudan a entender lo que está sucediendo con los nuevos movimientos sociales en el Occidente rico y explican, en gran medida, el triunfo de Trump, el Brexit, los “chalecos amarillos de Francia” y, en parte también, el auge de la extrema derecha en media Europa. De España y Euskadi, con sus propias singularidades, hablaremos, quizá, otro día. No siempre hay que estar mirándose el ombligo. Conviene mirar, también, las barbas del vecino.

Donostia 29 de noviembre de 2018
Javier Elzo

(Publicado en “El Correo” el 2 de diciembre de 2018)

miércoles, 1 de agosto de 2018

A vueltas con Nicaragua


A vueltas con Nicaragua

Sigo, desde la prensa española e internacional, y sin profundización especial, la situación en Nicaragua. Constato en las informaciones y comentarios una clara unanimidad contra Ortega y su régimen, también en los obispos europeos y nicaragüenses, en organismos internacionales como Amnistía Internacional y en algunas personalidades nada sospechosas de ser de derechas como Boff y Pepe Múgica, entre otros. Pero en ATRIO, en una entrada de Antonio Duato, en la que nos traslada un largo y documento texto, y en un correo de Benjamín Forcano, amigos los dos, plantean una visión radicalmente diferente del contencioso nicaragüense, en la que, aún con matices, creo que ambos coinciden.

A riesgo de equivocarme, creo que lo esencial de sus planteamientos (la contradicción principal que dice Forcano) se encuentra en estas dos citaciones de ambos textos:

En el texto que nos trae Antonio Duato:

”Nicaragua no solo ha establecido una economía que trata a los pobres como productores, con resultados notables que ha elevado su nivel de vida en 10 años, sino que también tiene un gobierno que rechaza consistentemente al imperialismo estadounidense, aliándose con Cuba, Venezuela y Palestina, y a voces que apoyan la independencia puertorriqueña y así como la solución pacífica a la crisis coreana. Nicaragua es miembro de la Alianza Bolivariana de las Américas y de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe, una alternativa latinoamericana a la OEA, que no incluye a los EE. UU. ni a Canadá. También se ha aliado con China para un proyecto de canal interoceánico y con Rusia para la cooperación en asuntos de seguridad. Por todas estas razones, Estados Unidos quiere instalar un gobierno nicaragüense amistoso con los Estados Unidos”.

En el correo de Benjamín Forcano:

“Fueron pasando los años y con ellos se fue consolidando económica y
políticamente la alianza (ALBA, CELADE…) de países latinoamericanos,
alianza que desenmascaraba y repelía la dominación gringa.
El sandinista Daniel Ortega  siguió acentuando su independencia de USA en política  internacional y aseguraba nuevas  relaciones de colaboración  con Rusia, China (acuerdo para construir un canal interoceánico),  Irán, Libia, Cuba, Venezuela,…El ejército nica dejó (tras su ultimo envío a la guerra de Irak)  de participar en guerras imperiales y el presidente Ortega siguió avanzando en esta línea mediante la presidencia brillante  en la Asamblea de la ONU  a través de su ministro  Miguel d’Escoto “

En mi opinión aquí está le meollo del asunto. Estoy ahora en otros temas, que me están ocupando mucho tiempo y no quiero desviarme de ellos para profundizar en la cuestión “nica”. Me exigiría volver a temas que ya he abordado y actualizarlos y concretarlos a Nicaragua. Diré telegráficamente esto:

-        En mis tiempos de estudiante, en Lovaina, la pugna entre los países capitalistas y los de matriz comunista junto a los movimientos de liberación era enorme. Vivimos leyendo a Poulantzas, Marta Harnecker, Althusser, Franz Fanon… el golpe contra Allende el 11 de septiembre de 1973, la larga marcha de Mao, y, para los vascos su influjo en ETA y su mundo.

-        Influjo que, una vez derrotada ETA, volvió a parecer en la izquierda abertzale, con un alineamiento, tímido pero real, con los planteamientos bolivarianos. Lo estudié, críticamente, en su día. Está en mi blog.

-        Ya sabemos, de siempre, que América Latina es el cuarto trasero de EEUU. Ya sabemos que la situación en Oriente Medio no es sino consecuencia de conflictos de intereses de grupos capitalistas. 

     También sabemos que, ahora mismo, se está jugando ese mismo conflicto en África con un protagonismo muy acentuado, los últimos años de China. (Y no me olvido de Bélgica en el Congo- Zaire. Lovaina está en Bélgica)
-       
      Hemos vivido la confrontación entre Aron y Sartre, entre el capitalismo productivo y el financiero (del que no hemos salido), entre el capitalismo y el comunismo real (el de la URSS y sus países controlados) etc., etc., del que creímos salir con la caída del muro de Berlín.
-   
         Ya veo que me enrollo. Escribiría, páginas y páginas y páginas. Pero quiero mostrar mis cartas antes de cerrar que no concluir estas líneas: prefiero la amistad de Francia, Alemania, y Europa en general que la de los países que conforman los que prefieren en la alianza bolivariana, aun sin negar lo que de positivo han tenido en la disminución de las diferencias de clase. Pero son dictaduras. Y Europa es mi sueño, la vieja Europa, madre y madrastra: no China, ni Rusia, Venezuela, Corea del Norte, la Cuba de Castro, la Venezuela de Maduro. Y puesto a elegir entre vivir en EEUU (a donde he rechazado acudir en algún caso) o en China, me quedo con EEUU. En EEUU puedo, al menos protestar.

domingo, 27 de mayo de 2018

Breverías 2: la omnipresencia del mundo secular


Breverías 2: la omnipresencia del mundo secular


El pensamiento secular omnipresente, ¿también en Ia Iglesia? De un libro excepcional de Roberto Calasso, a leer y releer.

“El pensamiento secular es lo que queda después de un proceso de vaciamiento progresivo que opera desde hace unos cuantos milenios. Animales, dioses - en plural y en singular-, demonios, ángeles, santos, almas, espíritus y, en fin, hasta los principios y voluntades han sido gradualmente evacuados. Se han convertido en materia de investigación. Siguen presentes, pero en los libros. En el ínterin, el pensamiento cotidiano iba prescindiendo de ellos con creciente entusiasmo.

Homo saecularis habla con muchas voces, con frecuencia divergentes. La que se hace oír principalmente es progresista y humanitaria. Aplica preceptos de herencia cristiana reblandecidos y edulcorados. Mezcla tibia y pálida, se combina, en sentido inverso, con el movimiento en curso en la propia Iglesia, que busca parecerse cada vez más a una entidad asistencial. El resultado es que los secularistas hablan con una contrición propia de eclesiásticos a la vez que los eclesiásticos quisieran hacerse pasar por profesores de sociología”

Roberto Calasso. “La actualidad innombrable”. Anagrama, Barcelona, 2018, 173 p. La citación está en la página 44.

domingo, 15 de abril de 2018

La “curva del elefante”, o la distribución de la riqueza




La “curva del elefante”, o la distribución de la riqueza

Confieso que, hasta hace pocos meses, no había oído hablar de la “curva del elefante”, un gráfico que ya circulaba en ámbitos socioeconómicos para visualizar la distribución mundial de las riquezas e ingresos de las personas. Es un gráfico que muestra dos cosas. Por un lado, la distribución de los ingresos, en percentiles, desde los pobres (digamos el 30 % de la población más pobre del planeta) a los más ricos (digamos el 10 o el 20% más rico, más pertinente que el 1%), con todas las comparaciones intermedias posibles. Pero al mismo tiempo esta “curva del elefante” (llamada así porque se asemeja a un elefante sentado de perfil), en su evolución, permite mostrar la modificación de los ingresos de los diferentes colectivos de personas a lo largo de los últimos 25 o treinta años, esto es, desde que la mundialización se instaló en el planeta.  Lo que permite a los estudiosos decir a quienes ha beneficiado la mundialización y a quienes ha desfavorecido. Además, entendiendo este favorecimiento o desfavorecimiento, tanto en el nivel de vida de los individuos (y colectivos de individuos) a lo largo de su tiempo biográfico, de su vida, como en comparación con otros colectivos, próximos y lejanos.

En la versión disponible de la curva en el World Inequality Report 2018 (Informe, cuyo Resumen Ejecutivo de 20 páginas se puede consultar en castellano, gratuitamente, en la Red), se constata que, en el periodo considerado (1980-2016), la clase media asiática aumentó fuertemente sus ingresos y que, en algunos lugares como en China, hasta triplicarse e incluso cuadruplicarse. Por otro lado, la clase obrera occidental y la clase media son ciertamente más ricas que la clase media asiática, pero sus ingresos apenas han aumentado. Finalmente, las personas más ricas del planeta han visto que sus ingresos y riqueza al menos se duplican.

Branko Milanovic, economista serbio-estadounidense, es uno de los mayores estudiosos de estos temas y fue leyendo uno de sus artículos que tuve conocimiento de la “curva del elefante” en “Le Monde” (15/12/17). Le sigo aquí, parcialmente. Tiene varias publicaciones en castellano. La última, “Desigualdad mundial. Un nuevo enfoque para la era de la globalización”, en Fondo de Cultura Económica 2017.

Pues bien, en el texto de “Le Monde” podemos leer cuales son, a su juicio, claramente, los ganadores y perdedores de la globalización. Los ganadores son los ricos de todo el mundo y los habitantes de Asia, el continente asiático. Los perdedores, las clases medias occidentales. Estos están atrapados entre dos fuegos. El fuego de la competencia de las personas más entrenadas y ansiosas por realizar el mismo trabajo por un salario más bajo, deseosos de subir en el escalafón social, personas que, en su gran mayoría, residen en Asia, por un lado, y la indiferencia de sus compatriotas ricos occidentales con respecto a sus dificultades, por el otro. Esto último, la indiferencia de los más ricos, o de los mejor asentados del mundo occidental, ante la caída en el escalafón social de parte de la clase media con la que conviven, es una de las razones que se esgrimen, creo que con razón como ya he mostrado en estas páginas, para explicar la salida del Brexit, el triunfo de Trump, el auge de la derecha xenófoba y el de algunos populismos de izquierdas. Pero hay que añadir, inmediatamente, que no es tanto, aunque también, que determinadas capas de la sociedad occidental (grosso modo la clase media baja y parte de la clase media - media) haya perdido capacidad adquisitiva sino, sobre todo, según esta línea de análisis, que comparativamente a otros colectivos, próximos y lejanos, sienten, con razón, haber descendido en el escalafón social. Todo es relativo, salvo para quien no pueda pagarse una semana de vacaciones al año, o el recibo de la luz, que tampoco es lo mismo.

Quizá algún lector recuerde mi artículo, en estas mismas páginas, comentando un gran libro de Michel Camdessus (02/12/17). Escribí que el escenario más probable, según Camdessus y su equipo, habla de un crecimiento medio anual del 4%, en el periodo 2016-2050, en los países emergentes y en desarrollo. El mundo será mucho más rico. La renta media mundial por persona habrá pasado de 15.000 euros en la actualidad a 35.000 Euros en 2050. Pero las desigualdades sociales irán en aumento, aunque, salvo bolsas de pobreza, hasta los más pobres, serán menos pobres. Y añadía, que los países llamados emergentes (China, India, Brasil, Indonesia, México, Rusia y Turquía) pesarán más del 50 % del PIB mundial, mientras que los del G7 (Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y Japón) disminuirán al 20 %, cuando en 1980 representaban el 52 % del PIB mundial. El centro del mundo ya ha basculado del Atlántico al Pacifico. Ningún país europeo en 2050 tendrá peso suficiente para sentarse en el Club de dirigentes del planeta, salvo que se unan en una Europa fuerte. Pues bien, el Informe sobre “La Desigualdad global 2918”, arriba mentado, lo confirma plenamente.

En el cuerpo de ese Informe, pero esta vez solamente en inglés, hay un apartado consagrado a España. Es el quinto punto de la 4ª Parte del Informe donde se detiene, con detalle, en las desigualdades en EEUU, Francia, España y Reino Unido. Podemos leer que el promedio de riqueza media por adulto en España, el año 2013 (último año sobre el que ofrece datos), era de 143.880 €. Pero, la distribución de la riqueza arroja estas increíbles cifras: la riqueza media del 10% de la población española más rica era de 813.330 € por adulto, de 132.700 € en el 40 % de la clase media, y desciende al 18.890 € en el 50 % más pobre de la población.  Visto de otra forma: la participación de la riqueza personal atribuible al 50% inferior siempre ha sido muy pequeña, alcanzando un máximo del 9% en 1992, pero retrocedió a poco más del 6% en 2013, aproximadamente igual a su nivel al comienzo del período (1984 en España). La proporción de riqueza personal del 40% medio se concentró entre el 32% y el 39% de la riqueza neta total, permaneciendo por encima del 35% durante la mayoría del período observado, mientras que la parte del 10% superior ha fluctuado entre el 53% y el 61%. Añadir que, en Europa, donde está España, es la zona del planeta donde la desigualdad es menor, se me antoja pobre consuelo. Aunque contextualiza los datos. Todo es relativo, en efecto.

En diciembre de 2016, participé en dos Coloquios, uno en Zarautz, organizado por “zarautzOn”, y otro en Donostia, organizado por “Ingeniería para la Cooperación”, sobre las desigualdades sociales. Centrándome en la CAV, trabajé mucho con tres Informes. El resumen del resumen de mis pesquisas fue que la sociedad vasca, en su conjunto, no se había empobrecido en los últimos 30 años, bien al contrario, pero la distancia entre los más ricos y los menos había aumentado. La crisis de 2008 habría ocasionado 38.000 pobres más, pero también habría aumentado quienes tienen “pleno bienestar” (147.000 personas), en detrimento, en parte, de los que han descendido, comparativamente, en la escala social (221.000 personas). Euskadi is not different. Aquí también vale la curva del elefante.

Donostia San Sebastián 10 de abril de 2018

(Publicado en DEIA y en Noticias de Gipuzkoa el 14/04/18)

sábado, 23 de diciembre de 2017

Aprender a vivir en el pluralismo

Aprender a vivir en el pluralismo

Artículo publicado en el Suplemento “Alfa y Omega” de ABC el 21/12/17

Nietzsche en “La Gaya Ciencia” en 1882, escribió que “¡Dios ha muerto y nosotros somos quienes lo hemos matado! (…) ¿No estamos forzados a convertirnos en dioses, al menos para parecer dignos de los dioses? No hubo en el mundo acto más grandioso y las futuras generaciones serán, por este acto, parte de una historia más alta de lo que hasta el presente fue la historia”. Había que matar a Dios para liberar al hombre, haciéndolo dios. Peter Berger, en un libro magistral, “Los numerosos altares de la modernidad” (Sígueme, 2016) recordando este texto, relata la siguiente anécdota: “el área metropolitana de Boston, donde vivo, tiene más universidades y centros de educación superior por kilómetro cuadrado que ninguna otra parte del mundo. A resultas de ello, encontramos algunas de las pegatinas de coche más curiosas. Vi la siguiente, justo saliendo del patio de Harvard: Querido señor Nietzsche: Usted está muerto. Sinceramente suyo: Dios. Esto se acerca bastante a la realidad empírica de nuestro tiempo”.

Pero, el pensamiento de Nietzsche ha anidado, y con fuerza entre nosotros, en Europa y en España. La secularización ha devenido secularismo que no es sino la manifestación de una religión laicista, fundamentalista, excluyente de lo religioso.

El gran sociólogo aragonés, José Casanova, profesor en la Universidad Georgetown de Washington escribe que “para comprender la secularización en Europa es muy importante comprender primero el proceso de confesionalización” (en un trabajo publicado en Deusto “Secularización y laicidad en España y Europa”). En efecto, no se puede entender la fuerte presencia en España del laicismo integrista excluyente de lo religioso en la vida pública, si no se tiene suficiente perspectiva histórica, no tan lejana en el tiempo, cuando la religión católica era, de facto, la religión del Estado Español.

Para superar esta situación necesitamos aprender a vivir en el pluralismo. El pluralismo, amén de una filosofía de vida, es un hecho social empírico, una constatación sociológica planetaria (salvo pocas excepciones, como Corea del Norte, Arabia Saudita…) y supone, en el cristianismo, la superación del Estado de Cristiandad. El pluralismo religioso conlleva la desinstitucionalización política de la religión. En esta situación sociológica, la duda aparece como un elemento esencial. De la fe religiosa sí, pero de la increencia, también.

Ante la duda que concita los pluralismos hay dos respuestas nefastas muy presentes en nuestra sociedad: el relativismo y el fundamentalismo. El relativismo supone que todo vale, que cada cual pueda opinar libremente de lo que quiera. Además, muchos lo hacen con el convencimiento de que esa es la auténtica forma de pensamiento de la modernidad, la forma superior de pensamiento, a la que no se tardará en darle el epíteto y el marchamo de pensamiento tolerante, con lo que prostituimos el término de tolerancia, que queda degradado a la idea de que cada cual puede pensar lo que quiera (sin violencia añaden algunos) sin necesidad de dar cuenta de porqué piensa como piensa. El relativismo conduce al individuo hacia el nihilismo moral; el relativismo socava el consenso moral sin el cual no puede subsistir ninguna sociedad.

El fundamentalismo, es la respuesta del débil que no es capaz de aceptar la duda en su vida y necesita una serie de certezas para estar seguro de lo que dice. Es la consecuencia del miedo al vacío. El fundamentalismo responde a la demanda de superar la incertidumbre. Escribe Berger que “el fundamentalismo balcaniza una sociedad, llevando, o bien a un conflicto permanente, o bien a la coerción totalitaria”.

En este segundo supuesto entronco aquí con el gran filósofo Marcel Gauchet, quien en un libro ya clásico de 1985 “El Desencantamiento del mundo”, y en 2017, en el inmenso cuarto volumen de “L´avènement de la democractie” (no traducido) sostenía la tesis del “cristianismo como la religión de la salida de la religión”, pero no en el sentido “de que la gente ya no cree en Dios. ¡Realmente no creían más en otros tiempos! (….) La salida de la religión es la salida de la organización religiosa del mundo”, lo que obviamente es otra cosa bien distinta. Pero añade que “lo que sucedía en el campo de lo religioso está destinado a recomponerse fuera de la religión”, dando paso a lo que denominará la “teología política y la política anti-teológica”, la substitución, lo digo con mis palabras, del referente heterónomo religioso por el referente heterónomo político. Lo aplica a Donald Trump, cuyas primicias afirma haber conocido en su juventud en el anarquismo: “no he visto tantas personas autoritarias como en el mundo libertario”, escribe.

En nuestra sociedad estamos viviendo este traslado del fundamentalismo religioso (el estado de cristiandad) al fundamentalismo secularista que desea limitar la dimensión religiosa al ámbito de lo privado y a los templos. Nada de misas en la televisión, los belenes a los domicilios privados, eliminación de cruces en los lugares públicos, no digamos de capillas etc., etc. Sí, vivir el pluralismo respetuoso del otro es una asignatura todavía pendiente en muchos españoles. Creyentes y no creyentes.

Javier Elzo

Catedrático Emérito de Sociología. Universidad de Deusto

sábado, 2 de diciembre de 2017

Una mirada rigurosa al planeta de 2050

Una mirada rigurosa al planeta de 2050

(Una redacción bastante abreviada de este texto se ha publicado en DEIA y en Noticias de Gipuzkoa el 02/12/17)

En un libro excepcional, todavía no traducido al castellano, - pero ¿lo traducirán? - , del bearnés afincando en Baiona, Michel Camdessus, quien fuera director general del FMI y gobernador del Banco de Francia, titulado “Vers le monde de 2050”. Fayard 2017, traigo aquí lo que él considera (en reflexión con un grupo de trabajo planetario de primer nivel) las grandes tendencias del mundo con la vista puesta en 2050. Son estas:

La cuestión demográfica: un mundo de viejos (Europa), un continente de jóvenes (África). Las previsiones demográficas son formales. En Europa, de 738 millones de personas en 2015 pasaremos a ser 640 en 2100, y muy envejecidos. África de 1.200 millones en 2015 se prevé que tendrá 4.400 millones en 2100, en una población mundial estimada en 11.200 millones de personas. Será la reserva juvenil del planeta. Y el mar Mediterráneo es el “rio Grande” que nos separa de ellos. Y no hay, ni habrá, muro ni Trump que impida que los tengamos entre nosotros. Camdessus lo dice así: “de la forma como gestionemos en los próximos 35 años la caída demográfica de Europa y el doblamiento de la población africana, dependerá el futuro de la humanidad”.

Un mundo en crecimiento continuado. El escenario más probable habla de un crecimiento medio anual del 4%, en el periodo 2016-2050, en los países emergentes y en desarrollo. El mundo será mucho más rico. La renta media mundial por persona habrá pasado de 15.000 euros en la actualidad a 35.000 Euros en 2050. Insisto que las cifras hablan de rentas medias, pues la desigualdades sociales irán en aumento, aunque, salvo bolsas de pobreza, hasta los más pobres, serán menos pobres. Pero, insisto en ello, en valores absolutos, no en comparación con los más ricos. Los índices de pobreza son relativos, relacionados con los niveles de bienestar del conjunto poblacional de referencia.

El gran avance de las economías emergentes. Los países llamados emergentes (China, India, Brasil, Indonesia, México, Rusia y Turquía) pesarán más del 50 % del PIB mundial, mientras que los del G7 (Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y Japón) disminuirán al 20 %, cuando en 1980 representaban el 52 % del PIB mundial. El centro del mundo ya ha basculado del Atlántico al Pacifico. Sin embargo, el PIB por cabeza será de 78.700 dólares en los países del G7, mientras que en los países emergentes se quedará en 29.000. Camdessus señala, y será una de sus ideas básicas, que una nueva gobernanza mundial se impone. También apunta, con datos, que ningún país europeo en 2050, tendrá peso suficiente para sentarse en el Club de dirigentes del planeta, salvo que se unan en una Europa fuerte. Lo que exige, añado yo, acabar de una vez por todas con la pretendida soberanía de los Estados-Nación. Actuales o futuros.

Una urbanización galopante. Peor aún, si todo sigue igual, vamos a un gigantismo de grandes urbes: Tokio 38 millones de habitantes, Shanghái 35, Yakarta 31, Delhi 25…. Gigantismo de empresas, con poderes en pocas manos, desertización rural de personas que van a mal vivir en inmensas concentraciones urbanas. En 2050, en una población mundial de 9.700 millones de personas, 2.000 millones corren el riesgo (según Naciones Unidas) de vivir en bidonvilles, en favelas, ciudades de miseria…¡Y se organizan Congresos millonarios, a 990 € la entrada, sobre los “Smart city”!. ¡Ciudades inteligentes!

Globalización de las finanzas: mercados financieros más integrados y estables. Este es un tema en el que Camdessus invierte, en la segunda parte de su libro, bastantes páginas. Por algo fue director del FMI. Dos de sus ideas retengo aquí: la absoluta necesidad de regular los mercados financieros si no queremos car de nuevo en otra crisis mundial (hipótesis que no descarta y que apunta en varios momentos del libro) y la absoluta necesidad de que las finanzas estén al servicio de la economía, luego de la sociedad. La fluctuación endogámica de las finanzas, en busca de aumentar los números en las pantallas del ordenador, destruyendo las economías de algunos países, sin regulación alguna, es un potente factor criminógeno, todavía no controlado.

La explosión de las clases medias en las economías en desarrollo. Nada de eso ocurre entre nosotros (en Euskadi como en España), donde, como consecuencia de las crisis de 2008, parte de la clase media baja ha descendido hacia la clase baja. Pero, nosotros, formamos parte de las economías ya desarrolladas y no de las “economías en desarrollo”, en las que, según prospectivas que aporta Camdessus, en 2050, el 82% de la población mundial pertenecerá a las clases medias o altas. El gran salto se producirá, sobre todo en América Latina y en Asia. Camdessus es rotundo: “por primera vez en la historia, la mayoría de la humanidad la conformará la clase media” (p.62). Claro que habrá que ver tener en cuenta para ello el aspecto que refiere a continuación.
 
La escasez creciente de los recursos naturales. En efecto algunos bienes básicos como el agua, fuentes de energía, ciertos minerales para las últimas tecnologías, terrenos cultivables etc., etc., serán insuficientes si los nuevos miembros de las clases medias, adoptan el modelo de consumo desenfrenado y el estilo de vida de las actuales clases medias del mundo opulento. Esta situación nos lleva a una “guerra” por el control de esos bienes. Para superar ese riesgo, Camdessus aboga por una moderación en los hábitos de vida y una gobernanza planetaria. Apuestas que desarrollará en la segunda parte de su libro.

El cambio climático: es urgente actuar. La conferencia de Paris de diciembre de 2015 alcanzó un consenso inaudito en 196 países, sobre las causas del cambio climático en la que la acción humana, en gran parte con la fuerte emisión de gas carbónico, es determinante. Si los compromisos de Paris se mantuvieran “la perspectiva de aumento en los próximos cincuenta años, sería mas de tres que de dos grados, lo que haría inhabitable parte del planeta, particularmente África” donde reside la mayor concentración de población joven. Pero, con Trump en EEUU y con los comportamientos de China, ya se puede decir que no se van a cumplir los acuerdos de Paris de 2015. El 13 de noviembre de 2017, 15.364 científicos de 184 países publicaron un grito de alarma sobre el estado del planeta, apelando a la acción de la sociedad civil. Proponen una serie de medidas concretas.  http://abonnes.lemonde.fr/planete/article/2017/11/13/le-cri-d-alarme-de-quinze-mille-scientifiques-sur-l-etat-de-la-planete_5214185_3244.html

He aquí algunas:

        Privilegiar las reservas naturales y. si es posible, conectarlas
        Suprimir toda deforestación en el planeta
        Impedir la eliminación de animales en extinción, particularmente los grandes depredadores para mantener el equilibrio ecológico
        Reducir el despilfarro alimenticio y reducir el consumo de carne animal y reorientarla hacia la alimentación de origen vegetal
        Reducir la tasa de fecundidad en determinados países.
        Sensibilizar y educar a los niños en la relación con la naturaleza
        Promover fuentes de energía verdes
        Reducir las desigualdades sociales en el planeta


Un progreso tecnológico fulgurante. Los microprocesadores doblan su velocidad cada 18 meses, reduciendo el precio. En 2050, un solo ordenador tendrá la capacidad de todos los actuales ordenadores de Silicon Valley. Las ventajas para la sanidad parecen gigantescas. No pocos apuestan por el movimiento transhumanista, que no solamente prolongará vida a los 200 y más años. Algunos sueñan con abolir la muerte. Además, ya estamos en la era eugenésica. Ya es posible manipular el embrión para que salgan “chicos rubios con ojos azules” o producir Bill Gates en cadena, esto es, personas super - inteligentes. El mundo feliz de Aldous Huxley. Entre tanto trabajamos gratis para las GAFA, siglas de G-oogle, A-pple, F-acebook y A-mazon. Sin cobrar y algunos hasta pagamos por trabajar para ellas. “La técnica incontrolada sirve básicamente para esclavizar al hombre. La economía está igualmente incontrolada” (Edgar Morin, Paris 21/09/14).

Las nuevas caras de la violencia. Básicamente con esta expresión se está pensando en la violencia terrorista de signo islamista que ha adquirido una dimensión prácticamente planetaria. Esta violencia se caracteriza más por el miedo que provoca (de ahí la apelación de terrorista) que por el número de muertos que genera. No recuerdo quien dijo que la violencia tradicional, particularmente las guerras entre países, matan estadísticamente, la violencia terrorista simbólicamente. Actualmente hay pocas guerras entre países. Hay mas guerras civiles en el interior de algunos países y la violencia terrorista. Quiero añadir que, a menudo, la lucha antiterrorista no respeta los DDHH. Así, el 15 de noviembre de 2017, la Liga de los DDHH en Francia ha sometido al Tribunal Constitucional de su país cuatro cuestiones acerca de una ley, muy mayoritariamente aprobada, apenas 15 días antes en el Parlamento francés.   

Mirando al futuro

Michel Camdessus dedica dos terceras partes de su libro a presentar los 5 objetivos más urgentes para las próximas tres décadas. En primer y principal lugar “erradicar la pobreza”. Estima que es posible lograrlo en más del 80 % del planeta, previendo en 2050, todavía, una gran bolsa de pobreza en África. 2º objetivo: unas finanzas controladas y al servicio de la economía, luego de la sociedad, con los paraísos fiscales ya eliminados. 3º Una nueva gobernanza para un mundo multipolar, multiétnico para no caer en un G2: EEUU y China (con permiso de India). 4º. Aplicar un poso de sabiduría ante los cambios climáticos y la escasez de recursos energéticos y 5º, pero no el menos importante, otro estilo de vida más sobrio, otra ética mundial, a nivel social y personal.


Libro magistral. Confío que lo traduzcan pronto. Entre tanto, que traigan a Camdessus a Hegoalde para darnos un par de conferencias en castellano. 

viernes, 22 de septiembre de 2017

¿Qué mundo después de Amazon?

¿Qué mundo después de Amazon?

En el mundo actual el “homo economicus” suplanta al “homo politicus”. Tener es más importante que saber. Un saber en 144 caracteres. Por otra parte, la emoción (los emoticones) es más importante en las tomas de decisiones que la reflexión. Son muchos los que piensan que vivimos una americanización de la sociedad occidental, de una Europa declinante, a punto de convertirse en el museo del mundo, en una especie de geriátrico que acabará sumergido por la mano de obra de otros países que necesitará para mantener su opulento bienestar. Recientemente Régis Debray, en su publicación “Civilisation” reflexiona cómo hemos devenido americanos. (Gallimard, París, 2017), aunque es cierto que estos pronósticos se llevan haciendo desde hace décadas. Recuerdo cómo lo repetía el sociólogo Alberto Moncada, viniera o no a cuento, quién llegó a escribir dos libros sobre el tema, “La americanización de los hispanos” (1986) y “España americanizada” (1995), ambos editados en Plaza y Janés. Sin olvidar al ya clásico estudio de Oswald Spengler, “La decadencia de Occidente”, cuyo primer volumen se editó en 1918, hace casi un siglo.

En todo caso es evidente el peso del imperio americano. No solamente por la supremacía armamentística con 700 bases militares en los cinco continentes y con un presupuesto de defensa que se acerca a la suma de los de los demás países del mundo reunidos. Es que, además, en la era digital, EEUU controla el mundo tecnológico con lo que algunos denominan GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple). Así piensa, entre otros muchos, Yann Moulier-Boutang, economista nacido en Francia pero que enseña en Shanghái. Moulier-Boutang, que acuñó el concepto de renta básica universal, declara en una entrevista que “yo veo muchos de mis alumnos sin empleo, pero están todo el día trabajando gratis para las GAFA. Todos trabajamos para las GAFA sin cobrar y algunos hasta pagan por trabajar para ellas.”.

Millones de humanos dedican gran parte de su vida a generar dividendos para las GAFA. Les damos, gratis, lo que necesitan: nuestra vida y milagros, nuestros deseos, nuestras apetencias. Cada minuto que pasamos en pantalla es dinero para las GAFA. Se van apropiando de todos los signos que los humanos generamos en la pantalla: del presupuesto de una empresa al cumpleaños de la abuela. Cuanta más atención les prestamos, más datos les damos y más rentables son. Lo convierten en dinero, acompañándolos de publicidad viralizada, en información mercancía para su provecho o para venderla a otras empresas.

En Silicon Valley se encuentra, en realidad, el centro del poder del mundo que lo manejan, cada vez menos personas. Peter Berger escribe que “no es algo accidental que el Cinturón de la Biblia se solape con el Cinturón del Sol; la región más conservadora a nivel religioso de los Estados Unidos coincide en parte con una de las más dinámicas del punto de vista económico”. ¡Ah, la ya más que centenaria tesis de Max Weber sobre la relación entre la ética del protestantismo y el espíritu del capitalismo, resurge en plena era digital! Y, en ese Cinturón, está Silicon Valley.
De todos los GAFA, es Amazon el que tiene las perspectivas más halagüeñas a medio y, sobre todo, largo plazo. La empresa, que se introdujo en Bolsa en 1997, cuando su actividad se limitaba a la librería, ha subido desde entonces al rango de indiscutible número uno del comercio online, llegando incluso a convencer a sus competidores de que utilicen sus servicios. A esto ha sumado otro importante pilar de crecimiento al convertirse en una de las compañías líderes en nube, del mundo (cloud computing) y siempre busca nuevas actividades para imponer su liderazgo.
Según los expertos sus perspectivas de crecimiento son inmensas, sabiendo que el comercio electrónico sólo pesa 8% del comercio mundial. Todo lo contrario de Apple, Facebook y Google, cuyo negocio principal - los teléfonos inteligentes para el primero, la publicidad de los otros dos - muestran perspectivas de crecimiento limitado. Amazon puede laminar no solamente todo pequeño comercio (prácticamente ya no quedan librerías ni tiendas que vendan música grabada en EEUU) sino también grandes superficies de distribución. Desde enero 2017 se han cerrado, en EEUU, 138 boutiques de JC Penney, 68 en Macy, 54 en Sears. Amazon pretende convertirse en la "tienda de todo", la tienda que vende todo. Harrods planetario y a domicilio.
No quiero derramar lágrimas de cocodrilo, ni ser hipócrita. Yo también compro libros y música en Amazon. A veces porque es más barato, muy a menudo más cómodo, sobre todo cuando quiero hacer un regalo: en un click, sin moverme de casa, al día siguiente puedo poner un libro, a mil kilómetros de distancia. Además, todavía entre nosotros, sin cobrar nada el envío (En EEUU parece que ya hay que pagar si el producto cuesta menos de 35 Dólares). Pero hay más: muchos libros descatalogados me los encuentra Amazon. Un ejemplo: un libro de un profesor mío en Lovaina, que lo tenía perdido, editado el año 1954, lo encontré en Amazon. Pero no solo libros. Amazon acaba de comprar, el 28 de agosto pasado, por 13.700 millones de dólares (calderilla para Amazon), Whole Foods (la cadena de supermercados reputada por sus productos orgánicos). Y lo ponen, muy bien empaquetado, en la puerta de casa. ¿Quién puede seguir ese ritmo?
Algunas empresas lo intentan. Doy dos ejemplos de librerías que es lo mío. La Casa del Libro en Madrid intenta ofertas (no cobrar el IVA un día, no cobrar el gasto de envío otro, etc.) en un intento desesperado de no sucumbir al envite de Amazon. Otras abren los días de fiesta, en las zonas de marcha, donde anda la gente, cuando disfruta del ocio de los findes. Recientemente buscaba mi mujer un libro en euskera editado hace cuarenta años y lo encontró en Iberlibro, una franquicia internacional a la que se han adherido librerías de medio mundo. El libro en cuestión llegó desde Barakaldo, en una librería que lleva el delicioso nombre de “Almacén de los libros olvidados”. Les invito a que lo visiten.
No entiendo porque las autoridades mundiales permiten (aún en lo poco que pueden) semejantes monopolios que arrasan la vida ciudadana. Sin comercio de proximidad no hay vida social. Entre tanto solo se me ocurre que los pequeños comercios pongan el acento en el servicio: buen género, llevar las compras a casa, estar disponibles cuando el cliente lo requiera, unirse entre varios etc., y no sigo pues, con razón, me pueden decir aquello de “zapatero a tus zapatos”. Pero el mundo después de Amazon se me antoja muy triste y peligroso. ¡Donde ha quedado aquello de Schumacher, “small is beautifull”, frente al gigantismo que nos invade, nos destroza, y en el que, por unos céntimos de euro, caemos como tontos, y nos hacemos voluntariamente esclavos de los amos del mundo que saben todo lo que quieren de nosotros! Para su provecho, claro.

Texto publicado en DEIA y en Noticias de Gipuzkoa el 16 de septiembre de 2017