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jueves, 7 de marzo de 2019

Llamativos elogios ante un artículo mío


Llamativos elogios ante un artículo mío

Creo que es la primera vez que me sucede. Un artículo mío, publicado en “El Correo) y que reproduzco aquí abajo fue objeto, que yo haya constatado, de dos recensiones elogiosas, por dos publicaciones de color político antagónico: “esdiario” muy de izquierdas y “periodista digital” muy de derechas. Y ambos con un argumento similar: yo habría “desmontado” o realizado un “magistral repaso” a la “farsa de Sánchez” cuando anunció las elecciones del 28 de abril. Si leen mi texto, verán que digo bastantes más cosas. Pero ser objeto de elogios por de derecha extrema y la izquierda extrema por un mismo texto, y con similar argumento, no recuerdo que me haya sucedido nunca. No se si debo preocuparme por ello.
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Una rectificación necesaria:

Un amigo me envía un tuit en el que me señala que confundo “esdiario” con “eldiario.es” y que el que yo cito, “esdiario”, no es de izquierdas. Le agradecí su puntualización y le contesté diciendo que, en realidad, fue una tercera persona quien me señaló que mi artículo había sido elogiado por dos extremos del arco político. Como no acostumbro a leer los diarios mentados lo di por bueno, sin comprobarlo. Ahora compruebo que los dos periódicos que me elogiaron son de derechas. Ruego disculpas a los lectores del blog.

No sé si debo preocuparme más o menos que antes, pero quien lea mi texto comprobará fácilmente que su objetivo no se centra en criticar a Sánchez. También hablo del PP, del PNV….Decida el lector


JE el 09/03/19
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Mi artículo:

ESTO NO ES SERIO
Si la soberanía reside de verdad en el pueblo, hay que respetarla. La inestable coalición que tumbó a Rajoy por el 'caso Gürtel' se ha roto en una España polarizada
Catedrático emérito de Sociología de la Universidad de Deusto

“El Correo” 19 febrero 2019
En una comparecencia que fue un ejercicio de autobombo con las realizaciones de sus meses de Gobierno, continuas puyas contra la oposición y un primer y repetitivo mitin electoral, el presidente Pedro Sánchez anunció la fecha del 28 de abril para las próximas elecciones generales. Lo que, más allá de la fecha, no debe suponer sorpresa alguna. Llegó al poder por una moción de censura auspiciada por una coalición de partidos más que heterogénea y anunció que convocaría pronto elecciones, aunque sin decir cuándo. Y ahora se ha visto forzado porque la inestable coalición se ha roto. Hay que hacer un poco de historia de estos últimos meses. Lo haré apoyándome, en parte, en el PNV.
«El PNV salva la legislatura a Rajoy a cambio de una subida de todas las pensiones», titula EL CORREO el 26 abril 2018. Además, consigue más inversiones para Euskadi y la promesa de Rajoy de que habría diálogo político en Catalunya cuando se levantase el 155. Pero, un mes después, leemos: «El PNV sentencia a Rajoy» (otro titular de EL CORREO, este del 1 de junio 2018). Y los dos titulares son exactos. Es el PNV quien, acomodándose a diferentes situaciones (lo propio de David frente a Goliat), cambió y, sumados sus votos a los de los demás, salvó en un momento a Rajoy y lo sentenció un mes después. ¿Qué había pasado entre tanto? La sentencia sobre Gürtel en la que la Audiencia Nacional determinó por 2 a 1 -dos de los tres jueces de la Sala- que Mariano Rajoy, junto a otros miembros del Partido Popular, no fue lo «suficientemente creíble» en su declaración como testigo en el juicio.
Me detengo en este punto para manifestar mi sorpresa democrática, por decirlo así, dado el gigantesco poder que hemos concedido a los magistrados, cuya competencia y honestidad no pongo en absoluto en duda, aunque muchas veces difieren en sus decisiones. Recuérdese, por ejemplo, cómo el Tribunal Constitucional anuló en junio de 2012, por seis votos a cinco, la sentencia del Supremo de marzo de 2010 que, por nueve votos a siete, había prohibido la inscripción de Sortu en el registro de partidos con las consecuencias políticas consiguientes. Al final, decía, los magistrados tienen más poder que el pueblo soberano.
Rajoy era presidente porque, tras unas elecciones, consiguió el apoyo de la Cámara de los representantes del pueblo pretendidamente soberano. Pero soberano de verdad, es el juez. (¿Hay que poner ejemplos?). No digo que un presidente de Gobierno democráticamente elegido sea inmune a la Justicia. Solamente digo que, a veces, hasta un solo juez, con sus decisiones, puede más que cientos de miles de personas con sus votos. Y el presidente de Gobierno ha de sufrir el veredicto de las urnas, del pueblo soberano, cada cuatro años. Un magistrado no. Solamente, y si es el caso, el de otro magistrado.
El hecho es que, tras la decisión, dos a uno, sobre el 'caso Gürtel', se impulsó una moción de censura cuyo objetivo era, simplemente, echar a Rajoy. La aritmética exigía los cinco votos del PNV y, tras mil y una cábalas, este se adhirió a aquel conglomerado heterogéneo de opciones políticas que no tenía un proyecto común de Gobierno. La ejecutiva del PNV se explicó diciendo que ya no había estabilidad para el Gobierno del PP por la «amplísima mayoría de oposición» que, más pronto que tarde, acabaría tumbando a Rajoy. Además, había obtenido promesas de calado de Sánchez (transferir, tras 38 años de demora, ¡38 años!, las competencias pendientes del Estatuto de Gernika) y temía que si Ciudadanos llegaba al poder, como aventuraban entonces algunas encuestas, quitaría a Euskadi si pudiera las competencias que ya tiene transferidas, empezando por la educación. Y que el partido de Albert Rivera pelearía a muerte para tumbar el Concierto Económico, la joya de la corona de la autonomía vasca. Ahora, todo eso está en el aire.
Pues bien, el miércoles pasado todo esto se derrumbó, auspiciado por otra coalición, tan heterogénea como la que tumbó a Rajoy y ahora ha tumbado a Sánchez. Además, en pleno macrojuicio del 'procés', del que no veo qué puede salir de positivo para la gobernanza de España o de Catalunya. Una España que, lo vengo repitiendo, estará jurídicamente unida -el ministerio fiscal repitió en el juicio del 'procés' el mantra inexacto de que la soberanía reside exclusivamente en el Parlamento español-, pero España está emocionalmente desmembrada con una extrema polarización de personas. Por un lado, están quienes necesitan actos de afirmación nacional con profusión de banderas rojigualdas y discursos explosivos (Casado ha logrado que se añore a Rajoy) y, en el otro polo, están otros ciudadanos del Estado español que no quieren saber nada de decirse españoles. No se sienten, en absoluto, españoles.
Todo esto no es serio. Si la soberanía reside de verdad en el pueblo, hay que respetarla. Una decisión de la Justicia que divide al propio tribunal, y menos aún una moción de censura sin proyecto político compartido, no justifican derrocar a un presidente democráticamente elegido -aunque no con mi voto- que debía presentarse al veredicto popular año y medio después.
Esto no es serio, repito. Así se entiende el creciente desapego de la población hacia la política y la emergencia de partidos extremistas de todo color político.
Javier Elzo


sábado, 14 de julio de 2018

Tras un artículo injurioso de Rubén Amón contra José María Setién



Tras un artículo injurioso de Rubén Amón contra José María Setién

El pasado día 12 del presente mes de julio de 2018, Rubén Amón publicó un artículo, particularmente injurioso, en “El País”, titulado “Monseñor Setién y la serpiente de la paz”. Lo reproduzco en su integridad aquí abajo. Su lectura me impulsó, el mismo día, a escribir un comentario en la edición digital de “El País”. No di con la pestaña correspondiente y decidí enviarlo a “Cartas a la directora”. Pasados dos días no he visto que la hayan publicado. De ahí que suba a este blog, primero el artículo de Rubén Amón y, a continuación, mi breve comentario al mismo.

1.    El artículo de Rubén Amón en “El País” (12/0718)
No parece probable que monseñor Setién resucite al tercer día. Las fechorías de su existencia le han hipotecado el reino de los cielos. Y lo sustraen a la convención de una elegía edulcorada.  Por eso no tiene derecho el pater soberanista a la diplomacia del estilo sepulcral, género literario que exalta los méritos del difunto a costa de esconder los errores. Y que acostumbra a resumirse en un epitafio presuntuoso y grandilocuente. El dolor que ocasiona la esquela y la tradición coral de las plañideras encubren incluso al finado más feroz y despiadado.
Acaso Setién permanezca a la categoría, más aún despojado de la cruz y del hábito episcopal que disfrazaban su ambigüedad con el terrorismo. No porque hubiera urdido un atentado o porque los hubiera legitimado con el agua bendita de las cañerías, sino porque contribuyó a los mensajes de indulgencia y de empatía, como si fuera posible asumir una posición de equidistancia entre el verdugo y la víctima en el nombre de la otra mejilla.
Setién no tuvo compasión con los muertos de ETA y sí tuvo condescendencia con los pistoleros, hasta el extremo de elevarlos al rango de revolucionarios. Era la perspectiva desde la que podían justificarse las matanzas. No sólo porque representaban la factura inevitable de la guerra de ocupación, sino porque el niño, el guardia civil, el periodista o el soldado eran los mártires necesarios del camino hacia la normalidad, entendiéndose como normalidad la amnesia y la obscenidad con que han sido asimilados en las instituciones los próceres intelectuales del terrorismo.
Tiene escrito Edmund Burke que la victoria del mal solo requiere que los buenos no hagan nada. Y no se le podrá reprochar a Setién el defecto de la pasividad. Al contrario, especuló en el bando del mal y convirtió los confesionarios en zulos. E hizo de las homilías un ejercicio de apología de la resistencia y de la independencia que hubiera asumido como propias cualquier clérigo yihadista.
No fue un hombre de Dios Setién. Ni un hombre de Iglesia. El mensaje de la tolerancia del cristianismo y su vocación universal se resintieron de un sesgo oscurantista y despiadado. Setién simpatizaba con el soberanismo acariciando con su anillo a los chacales. Y abasteciéndolos de promesas ultraterrenas, ninguna tan atractiva como la independencia de Euskadi.
No ha vivido para bendecir el nacimiento de la nueva patria con el incienso de la pólvora antigua, pero casi llega a tiempo de votar en el referéndum que han amañado el PNV y Bildu en la estrategia de la desconexión y en la provocación mimética del soberanismo catalán. El clero vasco y catalán extremista simpatizan en la pira de la Constitución. Y veneran la serpiente de la paz que monseñor Setién custodiaba en su regazo, recreándose en el desamparo de las víctimas de ETA y evocando aquél siniestro pasaje del Don Carlos de Schiller en el que el marqués de Poza recrimina a Felipe II haber predispuesto la paz... de los sepulcros. Dice Rubalcaba que en España se entierra muy bien. Y tiene razón, pero monseñor Setién se merece una fosa común sin epitafio.

2.    MI comentario enviado el mismo día 12 a “El País” y no publicado, al menos a día de hoy.

Apoyándome en su citación de
Edmund Burke de que “la victoria del mal solo requiere que los buenos no hagan nada”, siendo lector asiduo de “El País”, a veces con dificultad, no puedo dejar pasar que el resentimiento, insulto y odio que anidan en el texto de Rubén Amón, queden sin un breve comentario mío. Setién cometió errores en su dilatada vida como obispo, pero nunca insultó y, menos aún, odió. El odio es mal consejero. También para un periodista. De Setién me queda, entre otras muchas cosas, su denodado esfuerzo por traer la pacificación al País Vasco, y que nunca hay que responder al insulto. Por eso, aquí, hoy, ahí me quedo.

lunes, 21 de septiembre de 2015

El efecto boomerang (Ante las elecciones catalanas del 27 de Septiembre de 2015)


El efecto boomerang (Bumerán, por lo que veo)


(Ante las elecciones catalanas del 27 de Septiembre de 2015)

 

El sábado 19, al conocer en “La Vanguardia Digital”, de la que soy suscriptor, el avance de su encuesta sobre las intenciones del voto al 27 de Septiembre, envié a Cartas al Director el siguiente correo. No sé si lo han publicado. En la edición digital no está. Al subirlo a mi blog, este lunes a la tarde, tras leer y escuchar lo que ha pasado en el fin de semana, me reafirmo en lo que dije el sábado pasado a la noche

 

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El sondeo de “La Vanguardia” y, al menos otros dos que he conocido este sábado noche, día 19, muestra una elevada probabilidad de que los partidos llamados soberanistas venzan en las elecciones del 27-S, en número de escaños y, quizás también, en porcentaje de votos. A diferencia de las estimaciones de hace dos o tres semanas. ¿Qué ha pasado?. Avanzo una hipótesis. Desde la ultima semana de agosto todos medios de comunicación de la prensa escrita - en papel o electrónica-, radio o televisión, emitidos desde Madrid no han parado de bombardearnos sobre las plagas bíblicas que azotarán a Cataluya si fuera independiente. Supongo a los catalanes hartos, heridos y cabreados al considerarlos ineptos y estúpidos para decidir lo mejor para sus vidas. En consecuencia, es mi hipótesis, por un efecto boomerang, algunos indecisos se han pasado, digámoslo así, al bando soberanista catalán. Como esta última semana sigan así, las estimaciones del pasado fin de semana se confirmarán, aumentadas, el domingo 27. Como decimos en Euskadi, muchos “separatistas” son fruto del hartazgo que les producen los separadores o los asimilacionistas que "tanto monta, monta tanto".


P.D. Jueves 24/09/15
Esta mañana, al abrir LV digital veo que han publicado, en un encuadre, mi carta. Hay 35 "comentarios". Lo pongo entrecomillado pues, además de no haber ninguno firmado con nombre y apellido, la gran mayoría son improperios. Algunos contra mi. Otros, los más, se lanzan entre sí los "comentaristas". Triste. Muy triste. Me confirmo en la idea de que, entre nosotros, los "comentarios" en la prensa electrónica, son vomitorios de gente resentida. Muy triste, lo repito. No pasa así en "La Croix", ni en "le Monde".