El fracaso de las encuestas el 26J
Las encuestas han fracasado estrepitosamente en las
elecciones del 26 de junio pasado. Me voy a limitar
a recordar la última encuesta realizada y publicada. Según " El Periódico
de Cataluña del mismo día de las elecciones, la última encuesta diaria del
Gabinete de Estudios Sociales y Opinión Pública (GESOP) para El Periódico de
Andorra efectuada durante el sábado anterior, día 25, situaba a la suma de
Unidos Podemos y el PSOE en una horquilla de 166 a 174 escaños (han obtenido
156) , Mientras que el bloque conservador, PP y Ciudadanos , se quedaba en la
horquilla de 153 a 161 diputados ( pero han obtenido 169). Pero sobretodo
adjudicaba al PP entre 116-120 escaños cuando de hecho ha obtenido 137. ¿Qué ha
pasado?.
Voy a comenzar trasladando
algunas respuestas dadas por dos responsables de encuestas en España, antes de
proponer mis propias reflexiones en las que añadiré la explicación dada por un
experto en Gran Bretaña, donde, al final, tampoco acertaron las encuestas con
el Brexit.
Algunos responsables de encuestas reconocen paladinamente
que se equivocaron. Así mi buen amigo y colega, José Juan Toharia, responsable
de Metroscopia y que, actualmente, publica los resultados de sus encuestas en “El
País”. En las columnas de ese diario escribe esto: “Lo cierto es que no lo vimos venir. Me refiero al hecho de
que los sondeos de opinión, en general, y en todo caso los de Metroscopia (que
son por los que me corresponde responder), no lograran estimar con mayor tino
el resultado final de estas elecciones. Pocas veces tantos datos han sido
escrutados tan detallada y minuciosamente como en estas semanas pasadas y hasta
la antevíspera misma electoral. (…) Todo invitaba a pensar en un estancamiento
del PP, en un fulgurante ascenso de Podemos de la mano de IU y a costa,
fundamentalmente, del PSOE, y en una básica estabilidad de Ciudadanos: en
conjunto, una situación no muy distinta de la existente. Pero no ha ocurrido
así. ¿Por qué?” (El País, 28/06/16)
Manuel Mostaza Barrios, Director de Operaciones
de “Sigma Dos”, afirma que “en resumen la fragmentación del
electorado, el gran número de indecisos y la volatilidad de las preferencias
han sido las razones de la falta de acierto” (Vanity Fair, subido a Internet a las
11,20 h. del 27/06/16). Concede menor importancia al hecho de que los
encuestados puedan mentir pues estima que en
general la gente no miente en las encuestas. En general es evidente que no
mienten, me permito apostillar, pero muchos, los suficientes como para dar al
traste con toda previsión, incluso el mismo día de las elecciones, obviamente sí.
Basta ver cómo se equivocaron estrepitosamente los pronósticos de las 20.00 de
la noche electoral en las encuestas a pie de urna. Cuestión que requiere
tratamiento propio.
Toharia por su parte
concede una gran importancia a la toma de conciencia del electorado de las consecuencias
del Brexit. Escribe esto en el artículo arriba reseñado: “El Brexit, que
al principio pareció un factor de escasa relevancia electoral, puede haber
acabado resultando decisivo. En la tarde noche del viernes, y según un sondeo
de Metroscopia concluido entonces, apenas el 1% de los votantes potenciales (el
1,4% exactamente: unas 350.000 personas) señalaba que el Brexit le
haría, con total seguridad, cambiar el sentido de su voto. Un 3% adicional (es
decir, unas 750.000) consideraba poco probable que eso ocurriera, pero tampoco
lo descartaba. Pero algo pasó, sin duda, en un sábado de reflexión, pero que,
informativamente, supuso un aluvión sobre las múltiples y graves posibles
consecuencias que el Brexit podría
suponer para Reino Unido, para la UE… y para España. La atención pública se
abrió abruptamente a un nuevo contexto referencial, en el que el atractivo de
apoyar lo nuevo y de infligir un castigo a lo viejo cedió el paso a la
prudencia que parecía imponer la, hasta ese momento inadvertida, gravedad de
los hechos al otro lado del Canal de la Mancha”. Es muy posible, incluso
probable que José Juan Toharia tenga razón, en todo caso gran parte de la razón
o motivo que expliquen tan gigantesco vuelco en 24 horas. Lo veremos los próximos
días y semanas cuando se escudriñen bien los resultados electorales. Pero, al
día de hoy, creo que ya podemos ofrecer también otros motivos.
No puedo competir
con estos dos profesionales que trabajan (y viven) de las encuestas y que obviamente
quieren acertar en sus análisis. Yo avanzaría, también, estos motivos y razones
para explicar los resultados electorales de las encuetas.
1. Es sabido que el PP tiene, históricamente, un voto
oculto. Más ahora que ha sido bombardeado por todos los medios de comunicación,
excepto 13TV, La Razón y ABC, como el responsable de todos los males del país.
Además había que echar a Rajoy, prácticamente el único punto de encuentro de
Podemos, C´s y PSOE. ¡Como para decir a un entrevistador anónimo (en directo o
tras el teléfono) que le vas a votar!.
2. Creo que mucha gente, de hecho, oculta su voto, cuando no
miente descaradamente al manifestar el tenor del mismo. Me parece evidente en
las encuestas a pie de urna, las menos validas de todas pues no hay control científico
del trabajo de campo. Sostengo, desde mis largos años de profesor en Métodos y Técnicas
de Investigación Social, que la calidad del trabajo de campo es mucho más
importante que el tamaño de la muestra. Y la calidad es más difícil de obtener
que la cantidad de muestra que depende, prácticamente, del dinero disponible
para la encuesta.
3. Añádase a ello la dificultad de medir el voto de los que
“No saben/No contestan” en las encuestas. También la creciente volatilidad del
voto, particularmente en los partidos emergentes y en los jóvenes. Luego una
parte del fallo de las encuestas estriba en la inseguridad de las intenciones
de voto manifestadas u ocultadas por una parte menor, pero no despreciable en
absoluto, del votante.
4. La mayoría de los votantes al PP no están, ni se les
espera, en las redes sociales. Y, en la actualidad, las redes sociales están de
moda. Todos los expertos e intelectuales no dejan de hablar de ellos. Yo
tampoco, por cierto. Pero no toda la vida se juega en las redes sociales. ¿Y si
el “Hola” tuviera mayor influencia en el voto, aun sin pedirlo, que las redes
sociales que no paran de solicitarlo?. Y, ¿quiénes leen el Hola y quiénes se
destacan por su mayor presencia en las redes sociales?. Cuestión importante
donde las haya.
5. Un responsable de encuestas en Gran Bretaña dijo (lo oí
en un programa de TV haciendo zaping, sin retenerlo) que el error en las
encuestas ante el Brexit había sido consecuencia de que los institutos de
opinión están en Londres y se creó como una “burbuja previsora”, sospecho que
en lo que se denomina “la cocina de las encuestas” muy influenciada por el peso
de Londres en general y de la City en particular (partidarios del “remain”) la
semana anterior a la elección.
6. Creo que algo similar puede ocurrir en España. Los
hacedores de encuestas, antes de publicarlas, se miran unos a otros de reojo. Y
no quieren equivocarse demasiado. Me duele tener que añadir (porque la mayoría
son sociólogos y algunos amigos) que el color de las encuestas, a menudo,
favorece los intereses del color político del medio que las encarga y publica.
No es difícil comprobarlo. Basta tiempo y paciencia pero estoy falto de ambos. Pero
en este caso, todas las encuestas se equivocaron. En España se creó una burbuja
según la cual el hartazgo de lo viejo era tal que lo nuevo, imparablemente iba a
vencer. Y esta burbuja, no detectada suficientemente, exploto el día de las
elecciones. Pero, y aquí coincido plenamente con Toharia cuando afirma que “el atractivo de apoyar lo nuevo y de
infligir un castigo a lo viejo cedió el paso a la prudencia”.
7. Sin olvidar que
el voto adulto es más fiel y acude en mayor proporción a las urnas que el voto
joven. En las recientes elecciones de Gran Bretaña como en las de España los
mayores vencieron a los jóvenes y fueron ellos, los mayores, los que decantaron
el sentido del voto. Por temor a lo desconocido, muy probablemente. Pero yo no
descartaría otro motivo: la necesidad de reconocimiento en una sociedad donde
lo nuevo es valorado y lo viejo despreciado. Y los mayores (olvidándome voluntariamente
de los políticamente correcto) son viejos.
7. El análisis de Catalunya y Euskadi exige tratamiento
propio. Han sido las excepciones de los resultados en España. Y seguirán siéndolo
pero hoy no toca hablar de esto.
Donostia San Sebastián 28 de junio de 2016
Javier Elzo