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lunes, 8 de octubre de 2018

“Sabemos ganar las guerras, pero no la paz” General Pierre de Villiers



“Sabemos ganar las guerras, pero no la paz” General Pierre de Villiers
El sábado 6 de octubre asistí, en el marco de “Le Monde Festival”, en París a una entrevista y dos mesas redondas, sumamente interesantes. Dejo, quizá, para otro momento, las notas que guardo de las dos mesas redondas: una sobre el retorno del anticapitalismo y la otra sobre las ventajas y los riesgos de la Inteligencia Artificial y del mundo digital.

Traigo hoy aquí unas notas que tomé en la entrevista de una periodista de “Le Monde” a Pierre de Villiers, Jefe del Estado Mayor del Ejército de Francia, que dimitió en julio de 2017, por la decisión del gobierno de reducir los recursos financieros al Ejercito.

Algunas ideas anotadas de Pierre de Villiers

. En nuestra sociedad se da una falta de sinceridad y de fraternidad. Eso puede encontrar un joven en el Ejercito, que es como una gran familia
. Hay una “obediencia de amistad” entre los jefes y los subordinados
. Son 30.000 los jóvenes que hoy en el ejército “nos defienden”. Los principales problemas: la seguridad y la inmigración descontrolada
. Hoy el ejército debe intervenir en un espacio cada vez más amplio, mientras que el tiempo para tomar decisiones es cada vez menor. Pero la rapidez en la toma de decisiones es crucial para vencer al enemigo.
. Nuestra sociedad es individualista. Se observa también en el ejército. Antes (hace cinco o seis años) cuando los soldados volvían de una misión iban juntos a la cantina a beber algo. Ahora cada uno se va a su ordenador.
. El ejército es una oportunidad para rehacer (“redresser”) un joven desestructurado en la vida civil.
. Debe de instaurarse en el ejército (como debe ser en la sociedad civil) una remuneración económica acorde al compromiso y resultados. Es la meritocracia, también en el ejército.
. ¿Cómo limitar la barbarie de la guerra? La barbarie terrorista es el objetivo que debemos derrotar, no el medio para lograrlo.
. El objetivo debe ser la paz. Hoy se ganan batallas, pero no se obtiene la paz. Sabemos ganar batallas, pero no como lograr la paz. Hoy vivimos con desinhibición ante el terrorismo islamista. (Estoy en lectura del libro de Jean Birnbaum – director de “Le Monde des libres”, un hombre de izquierdas, titulado “La Religion des faibles”, Seuil 2018, que defiende una tesis similar)
. Solamente la fuerza es capaz de hacer recular la violencia. Pero, remacha esta idea: antes de comprometerse en una guerra, en una batalla militar, es preciso saber qué vamos a hacer después de derrotar al enemigo. Lo que exige distinguir la táctica (cómo) de la estrategia (para qué).
.  Preguntado sobre el “me-too” en el ejército, balbucea un poco. Dice que, hay un techo de cristal para las mujeres para llegar a la cúspide del poder (apunta levemente a la maternidad) y que las relaciones chicos /chicas en un ambiente gran crispación, sobre todo cuando hay acciones fuertes, son muy complicadas.
. Preguntado sobre si cabe volver a la “mili universal” responde que es muy difícil para bien encuadrar a 800.000 jóvenes: por problemas de dinero, de alojamiento y de mandos preparados.
. Distingue el manager de una empresa que busca la “performance”, de un jefe (un “chef”), que busca además de la victoria, el honor, la pasión por la patria y su defensa.
. Una frase: “la ética es la estética del corazón”

Mi impresión.

El general de Villiers ama el ejército y, más que probablemente, lo edulcora: el ejército es una gran familia, rehace al joven, inserta socialmente al problemático, se vive “la obediencia de la amistad” etc., etc. Pero tiene un discurso bien construido que vale pena escuchar. Josep Piqué en su libro “El mundo que nos viene” (Deusto, 2018), cuya lectura tengo muy avanzada, insiste en la importancia de los ejércitos en la geopolítica planetaria. De Villiers no abunda en esos temas (porque la entrevistadora tampoco se lo planteó) pero da una imagen, para mi desconocida, del mundo interno del ejército y, sobre todo, de la misión que tiene en su país, según el que fuera el jefe de su mando supremo.

miércoles, 23 de agosto de 2017

Carta del director de "El Ciervo" a Ada Colau

Carta de Jaume Fox, director de “El Ciervo” en el blog de la revista el 23 de agosto de 2017
Excelentísima señora Ada Colau, alcaldesa de Barcelona:
Como ciudadano y contribuyente de nuestra cara Barcelona (digo cara en el sentido de amada, aunque también en el del precio que hay que pagar para vivir en ella), con todo el respeto y la consideración que su persona y la institución que usted preside me merecen la escribo.
Es usted mi alcaldesa porque lo es de todos los barceloneses y quiero decirle lo mucho que me agrada que nuestra primera autoridad, nuestra representante más cercana, sea una mujer. Pero eso no obsta para decirle también que me parece ridículo el doble lenguaje que suele utilizar y que en vez de a los ciudadanos se dirija usted a “la ciudadanía”, palabra que suena tan mal como “populacho” sobre todo porque está traída a este mundo con forceps: ciudadanía –española, por ejemplo, o canadiense como son ambas dos las de mi nieta– es la condición de ciudadano, la cualidad y los derechos y deberes que asisten y obligan al ciudadano y no el promiscuo revoltijo de ciudadanos y ciudadanas a que usted se refiere, pese a que los doctos correspondientes de la Real Academia contemplen, vencidos, este sentido en aras a una falsa corrección política impulsada por pesados/pesadas que suelen para colmo tenerse a sí mismos/ mismas por lo más políticamente incorrecto, rompedor y hasta antisistema que se ha inventado/ inventada. Pero este es otro asunto.
Yo la escribo, alcaldesa, porque quiero hacerle notar que si bien a todos los efectos la considero mi representante, tengo a menudo la impresión de que no me siento correspondido. Es decir, que usted no me considera su representado. Va usted preciándose, sobre todo en estos infaustos días, de que Barcelona es plural en ideas, rica en su diversidad cultural, distinta en su composición social, múltiple y variada en sus colores y acentos, pero toma usted decisiones que no se compadecen con esta pluralidad sino más bien con una concepción parcial, menor y limitada de la ciudad, de los ciudadanos que la forman y de la manera de ejercer el poder (porque se trata de poder: tiene usted en sus manos 2.700 milones de euros, alcaldesa; eso es poder).
En Barcelona hay pobres pero la asistencia social y la dignificación de los barrios no las ha inventado usted. Ni siquiera ha tenido que gastar en ello más de la cuenta. Barcelona lo ha hecho durante décadas y esto ha resultado en una ciudad cohesionada, habitable, vivible (y cara y querida). Hay pobres en Barcelona y también hay ricos. Tiene usted la obligacion de atenderlos y de exigirles colaboración (y lograrla) para que vuelvan a invertir en cultura, en museos, en música, en enseñanza, deportes, vivienda, beneficencia, investigación y lo que haga falta. Y hay una clase media, el grueso de la población, que está viendo, inquieta y a veces indignada, como es usted incapaz de poner orden en las playas y en las calles y hacer algo tan sencillo como que la guardia urbana impida, como en tantos países de nuestro entorno, comportamientos incívicos, que circulen borrachos que gritan y orinan donde quieren, que la gente no ate a los perros, que las bicis vayan por donde les dé la gana, que no paguen el metro, que se vendan cervezas y mojitos insalubres y el top manta campe y acampe por doquier. ¿Cumplir las ordenanzas y hacerlas cumplir no le parece elemental para asegurar la buena convivencia? Lo es y es tarea sencilla a condición de que acepte que tiene usted el mando de la guardia urbana y no tenemos ya edad para practicar el happy flower y tomar a las fuerzas del orden de nuestra democracia por criminales represores al servicio del capitalismo internacional. No es tan difícil, alcaldesa, a condición de que crea en las instituciones. Y a eso iba.
Porque me ha dejado preocupado esa dejación, tal vez bien intencionada, pero permítame que la califique de improcedente, que ha hecho usted del cargo que ostenta. Es un mal síntoma renunciar a encabezar la manifestación con la que sus ciudadanos vamos a responder en masa al terrorismo. La alcaldesa de Barcelona no puede hacer eso. No puede pensar que ella no es la primerísima representación de esta “ciudadanía” a la que cede la cabecera de la manifestación. Como si no fiuera, además, el grueso y no la cabecera lo más importante.
Señora alcaldesa: le ruego que se pregunte, si no lo ha hecho ya, si esta actitud no es un menosprecio a la institución que usted tiene la obligación de honrar, prestigiar y hacer respetar, una institución que viene de muchos siglos atrás y que nos representa a todos los ciudadanos, al pueblo de Barcelona. Sin instituciones y organización el pueblo no es nada; es una abstracción, una masa informe, inútil e inerme. Un pueblo necesita leyes e instituciones para prosperar, tener estabilidad y progreso, asegurar la convivencia y defenderse de los abusos de los poderosos y de los ataques también de locos como esos asesinos de la Rambla.
Póngase al frente, alcaldesa, póngase las pilas, intente comprender la importancia del cargo y del lugar que está ocupando y hágase digna de la institución y de la ciudad. Es inimaginable que su amiga y colega de París no se pusiera no solo delante sino además vara en mano y con la tricolor en bandolera. Y el pueblo, los ciudadanos, orgullosos detrás, arropándola y arropados por ella. Esto es la democracia, la solera, el civismo, la civilización y la historia.
Póngase al frente, alcaldesa, que Barcelona no está ahora mismo para bromas. Por favor. 
Jaume Fox


domingo, 20 de agosto de 2017

El silencio, y sus causas, en las relaciones entre la violencia yihadista y el Islam

El silencio, y sus causas, en las relaciones entre la violencia yihadista y el Islam

Los atentados terroristas de Catalunya han dado, desgraciadamente, actualidad a unas páginas de mi próximo libro que se publicará el mes de octubre próximo. Se titulará, “Morir para renacer. Otra iglesia posible en la era global y plural”. Ed. San Pablo. Corrigiendo ahora las pruebas de imprenta puedo decir que tendrá 312 páginas. Traslado aquí, sin cambio alguno, las paginas 178-191 del texto en el que reflexiono sobre el silencio en gran parte de los medios de comunicación y de no pocos intelectuales (con importantes excepciones que detallo) acerca de las relaciones entre el Islam y la violencia, apoyándome básicamente en un libro del responsable del suplemento semanal, “Le Monde des livres” del cotidiano “Le Monde”, Jean Birnbaum, Un silence religieux. La gauche face au djihadisme, Seuil, París 2017.

9.    La exculturación social de la religión. Un apunte ante el silencio religioso frente al yihadismo

Afirmaba el entonces presidente François Hollande, poco después de la matanza en la redacción de Charlie Hebdo, el 7 de enero de 2015, que los hombres que han cometido estos crímenes “no tienen nada que ver con la religión musulmana”. Poco después insistía su ministro de Asuntos Exteriores Laurent Fabius, “No se repetirá jamás suficientemente, eso no tiene nada que ver con el Islam”. Hay que hacer circular la idea de que ´eso no tiene nada que ver con el Islam´. Cuando la imposibilidad de decir las cosas viene de arriba, eso quiere decir prohibición”. Estas líneas las he extraído de las primeras páginas de un libro escrito por Jean Birnbaum. Conviene precisar, desde ya, que Jean Birnbaum no es un descerebrado miembro del racismo ultra conservador. Bien al contrario, es nada menos que el responsable del suplemento literario “Le Monde des livres” que se inserta semanalmente en la edición de los viernes del cotidiano francés que, como es bien sabido, es de tendencia de izquierdas, no extremista.

La misma idea, “eso no tiene nada que ver con el Islam”, dominó en la inmensa mayoría de comentaristas y articulistas tras los terroríficos años 2015 y 2016 en Francia, así como en Bélgica tras los atentados en París, en Bruselas y en su aeropuerto de Zaventem, en marzo de 2016. Pero no solamente entre los comentaristas. También entre los ciudadanos franceses, particularmente los de confesión musulmana. Así, uno de los recepcionistas del hotel de Paris donde me suelo alojar, Hassan, me respondió a un correo que les envié solidarizándome tras las matanzas del 11 de noviembre de 2015 esto: “Desgraciadamente personas bárbaras que no tienen una onza de humanidad, han actuado con su propio modo de ver las cosas, y no representan en ningún caso a la mayoría de los musulmanes de Francia, comunidad de la que yo formo parte, que no desea otra cosa sino vivir tranquilamente, y en armonía con el resto de la sociedad francesa”.

En efecto, digamos, también con Jean Birnbaum, que no cabe equiparar el Islam con el terrorismo yihadista. Es falso y simplista. Tales simplificaciones ya las hemos vivido en el País Vasco donde “todo era ETA” y nacionalismo equivalía a terrorismo, simplificaciones que no han desaparecido todavía en determinados ámbitos y medios. Pero lo que sostiene Birnbaum es que, a la hora de comprender, dar cuenta de, explicar etc., (que no justificar, por supuesto), los crímenes terroristas, es ponerse la venda en los ojos cuando no queremos ver la justificación que los terroristas dan de sus actos y en qué marco conceptual los inscriben. Y esta es, en gran medida, de carácter religioso en el terrorismo islámico, como lo fue en Euskadi la ideología nacional-revolucionaria convertida en religión laica para pretender justificar el terrorismo de ETA.
El islamólogo Rachid Benzine, en una entrevista[1], recordaba la importancia del wahabismo —la versión radical del islam de inspiración saudí— como “la nueva ortodoxia” y que “el trabajo principal consiste en desmontar los mitos simplistas que constituyen el principal nutriente del Estado Islámico”. Hay que recordar, una vez más, que para combatir el terrorismo, además de la imprescindible actuación de los servicios de inteligencia, de la policía, del sistema judicial, de los medios de comunicación, de los agentes sociales, etc., etc., es fundamental entrar en el núcleo de la justificación que los terroristas, y quienes les socializan y legitiman, se dan de sus propios actos. Aprehender porqué, en el caso del terrorismo yihadista, hay millares de jóvenes en todo el mundo que están dispuestos, incluso, a morir matando. Jóvenes de toda condición social, aunque hay más de la “clase de tropa” en muchos de los ejecutores, mientras que las élites terroristas (perdóneseme la expresión) provienen mayoritariamente de la “alta sociedad”. Como habitualmente ha sucedido en la historia. Recuerden el origen de Bin Laden y el del líder de la matanza de las Torres Gemelas en septiembre de 2001, Mohamed Atta.
Toda explicación vale excepto la religiosa. Parafraseando a Birnbaum cabe decir cómo en la televisión, radios y periódicos, diversos especialistas se relevan para afirmar que los terroristas pueden bien reclamarse de la yihad pero que sus acciones no deben en ningún caso relacionarse a cualquier tipo de pasión religiosa. Se les etiqueta como “Barbaros”, “Energúmenos”, “Psicópatas”, etc., etc.

“Todas las calificaciones eran buenas para descartar la menor referencia a la fe”, escribe Birbaum quien nos muestra modelos y ejemplos de algunos de los discursos habituales de los especialistas contra el terrorismo de matriz islamista extrema que han circulado a lo largo del año 2015 en los medios políticos y mediáticos.  “Los yihadistas son unos monstruos sanguinarios que hay que ponerlos fuera del riesgo de dañarnos, dirá el criminólogo. Los yihadistas son el producto de un desorden mundial del que Occidente es el responsable, corregirá el geopolítico. Los yihadistas son víctimas de la crisis, rectifica el economista. Los yihadistas son críos de las ciudades que se han desbocado, dirá el sociólogo. Los yihadistas son la prueba de que nuestro modelo de integración no funciona, abundará el politólogo. Los yihadistas son los herederos de la ola humanitaria, su movilización es comparable a la de los estudiantes que se comprometen en una ONG en la otra punta del mundo, indicará el antropólogo. Los yihadistas son jóvenes que se ahogan en una sociedad de viejos, se marchan a Siria para desambientarse como otros se hacen cocineros en Australia, precisa el demógrafo. Los yihadistas son hijos de Internet y de los video-juegos, han abusado de Facebook o de la serie Assassin´s Creed, deja caer el experto en lo numérico. Los yihadistas son puros productos de nuestra sociedad del espectáculo, buscan simplemente la celebridad, apunta el mediólogo…”[2]

Qué duda cabe, me permito interrumpir el discurso de Birnbaum, que, aun con cierta exageración y unilateralidad en algún caso, estas explicaciones son exactas y reflejan correctamente gran parte de las motivaciones o causalidades que están en la base de que algunos jóvenes (y menos jóvenes) cometan actos terroristas en el universo yihadista. Pero, subraya Birnbaum a continuación que “desde los atentados de enero de 2015 se han analizado todas las explicaciones, todas las causalidades posibles salvo una: la religión. La religión en tanto que manera de ser en el mundo, fe intima, creencia compartida. Con constancia, este factor, como tal, ha sido reducido al silencio: así como el islamismo no tiene nada que ver con el islam, el yihadismo es extranjero al yihad”. Concluirá Birnbaum afirmando que “vivimos una ceguera profunda que concierne a las relaciones que muchos, más allá de sus ideologías, entretienen con la religión: es la reticencia a contemplar la creencia religiosa como causalidad específica y como fuerza política: nos adherimos a explicaciones sociales, económicas o psicológicas, pero no a la fe”[3].

¿Por qué ese silencio?  Y ¿por qué subtitula su libro Birnbaum, un hombre de izquierdas no se olvide, el silencio de la izquierda frente a la yihah?. ¿Exagera en el papel que le concede al Islam en el terrorismo yihadista?.
Voy a responder a este interrogante en dos planos diferentes. Por un lado mostrando la legitimación que de sus actos ofrecen los islamistas-terroristas y quienes les apoyan. Por el otro, pretendiendo analizar la causa o motivo del silencio del factor religioso en nuestra sociedad, particularmente de quienes se dicen de izquierdas, a la hora de explicar, junto a otros factores por supuesto, la violencia yihadista.

1.1 La auto-legitimación religiosa del terrorismo yihadista.
No me resisto a trasladar aquí una reflexión que me hizo en el hall de la Universidad de Deusto, estando los dos solos, y cuando ya me despedía de él, Dalil Boubakeur, Rector de la Gran Mezquita de Paris, y que había dado una magnifica conferencia, el año 2004, en el Forum Deusto: “no se olvide, profesor, que el Islam nació en la sangre, como muchas veces olvidamos, nosotros, los musulmanes”. En efecto tras la muerte de Mahoma, Ali, su primo, yerno e hijo espiritual, se opuso al fiel compañero del profeta, Abou Bakr. Este último se impuso y fue el primer sucesor de Mahoma como califa. Pero sus dos sucesores fueron asesinados, después Ali lograría el califato antes de ser él también asesinado, así como sus dos hijos.  Desde entonces vive el Islam la cruenta división entre sunitas y chiitas. Con el uso reiterado de la violencia como nos recuerdan los propios intelectuales de confesión musulmana.

Por ejemplo, el gran islamólogo Rachid Benzine, mentado más arriba, quien afirmaba ya en 2014, luego antes de los grandes atentados en París y Bruselas, que “frente a la acumulación de comportamientos bárbaros, muchos musulmanes protestan: ´todo esto no es el Islam´, o en las redes sociales ´no en mi nombre´. En efecto no es esa su concepción del Islam, la forma como ellos lo viven en la intimidad de su corazón y en sus familias. Pero es sin embargo el Islam obscurantista que se ha enseñado estos últimos decenios en la mayor parte de los centros de difusión de la doctrina, de la cultura y de la piedad. En casi ninguno de esos lugares se incita a la gente a reflexionar, a desarrollar su espíritu crítico, a hacer prueba de discernimiento. Se les inculca, continua Benzine, una ´historia santa´, maravillosista, que se les pide creérsela literalmente, sin consideración alguna por los géneros literarios y las significaciones profundas, sin espacio a la comprensión de la importancia y de la función de los mitos fundadores. La dimensión histórica del Islam, las condiciones de su emergencia, lo que lo ha configurado desde sus orígenes es completamente ignorado, mientras que son sacralizados acontecimientos y textos que son, en realidad, el fruto de contingencias históricas, donde las disputas por el poder y los intereses egoístas fueron preponderantes”[4].

Tras el ataque a las Torres Gemelas en Nueva York el 11 septiembre de 2001, el gran filósofo Jacques Derrida sostenía en un libro publicado conjuntamente con Jürgen Habermas que “hay que ayudar a lo que se denomina Islam, a lo que se denomina árabe, a liberarse de dogmatismos violentos. Hay que ayudar a los que luchan heroicamente en ese sentido desde el interior”[5].
Esta relación entre la religión y la violencia la he encontrado también en un filósofo musulmán, Abdennour Bidar, que sostiene el movimiento “Not in my name” (No en mi nombre), quien redactó una “Carta abierta al mundo musulmán”. La ha recogido el blog del “L´Oratoire du Louvre”, una Iglesia cristiana protestante sita en el centro de Paris[6]. A continuación, traslado un par de párrafos de la Carta.
“Querido mundo musulmán:… te veo dando a luz un monstruo que se pretende denominar Estado islámico y al que algunos prefieren darle un nombre de demonio: DAESH. Pero lo peor es que te veo perderte - perder tu tiempo y tu honor – en el rechazo a reconocer que este monstruo ha nacido de ti mismo, de tus vagabundeos, de tus contradicciones, de tu descuartizamiento entre pasado y presente, de tu incapacidad demasiado tiempo prolongada a encontrar tu lugar en la civilización humana. (….). Las raíces del mal,… están en ti mismo, el monstruo ha salido de tu vientre del que surgirán otros monstruos, aún peores, mientras no admitas tu enfermedad, para atacar, al fin, esta raíz del mal. 
Incluso los intelectuales occidentales tienen dificultad para apercibirla: la mayoría, han olvidado hasta tal punto el poder de la religión – en bien y en mal, sobre la vida y sobre la muerte-, que me dicen, “no, el problema del mundo musulmán no es el islam, tampoco la religión, sino la política, la historia, la economía etc.”. Ya no recuerdan en absoluto que la religión puede ser el corazón del reactor de una civilización humana. Y que el avenir de la humanidad dependerá mañana, no solamente de la resolución de la crisis financiera sino, de forma bastante más esencial, por la resolución de la crisis espiritual que atraviesa toda nuestra humanidad. ¿Sabremos reunirnos, todos nosotros, a escala planetaria, para afrontar este desafío fundamental?. La naturaleza espiritual del hombre tiene horror del vacío, y si no encuentra nada nuevo para llenarlo, lo hará mañana con religiones cada día más inadaptadas al tiempo presente que, como el Islam actualmente, se dedicarán entonces a producir monstruos”[7].

Creo que queda claro que Birnbaum no exagera y que resulta imposible comprender, explicar, luego luchar con esperanza contra la violencia islamista, sin reconocer el peso que tiene en su interior una determinada lectura de su religión. De ahí que resulte más llamativo todavía el “silencio religioso” de la izquierda europea a la hora de afrontar la yihad terrorista. Quiero decir, la actitud de gran parte de esa izquierda (no solamente la izquierda por supuesto, pero sí en mayor grado), en la erradicación del factor religioso a la hora de comprender y analizar los fenómenos sociales, hoy, aquí, el terrorismo yihadista. Pero no es el único caso.

9.2 ¿Cómo entender la exculturación social de la religión por parte de cierta izquierda europea?

En efecto, como se puede leer en otro libro importante en torno a este tema, “salvo algunos filósofos y muy raros sociólogos, las ciencias sociales desde hace cincuenta años han ignorado la fuerza de lo religioso en una sociedad en Francia (en Francia, en España y no digamos en Euskadi, me permito añadir) en razón de la exculturación religiosa de nuestras sociedades contemporáneas; en razón también de que lo religioso ha sido declarado un vestigio residual del pasado, ignorando la vitalidad religiosa de otros continentes y de otras religiones que el cristianismo. Sin embargo, ¡la Revolución iraní tiene ya cerca de treinta y seis años!”[8].
En la consolidación de este silencio, la tradición de la izquierda política e intelectual ha jugado un papel central. El proyecto de emancipación, que estructura su cultura y su imaginario, designa de entrada la emancipación respecto de la religión, entendida como principal agente de alienación. Aunque bastantes figuras históricas del socialismo, del comunismo o del anarquismo, han tenido seriamente en cuenta las creencias religiosas sin reducirlas a simples prejuicios. Karl Marx sin ir más lejos, como nos muestra Francesc Torralba en un artículo titulado significativamente, “Y, ¿si Marx tuviera razón?”[9]. Un amigo madrileño me envía un texto de Jeremy Corbin, líder del Partido Laborista del que entresaco esta afirmación: “Creo que las comunidades de fe son aliados esenciales en la lucha por una Gran Bretaña mejor”. Claro que Corbin (que no es creyente, dicho sea de paso) no está en España sino en Gran Bretaña.
Aunque en España, Ramón Jáuregui, un gran político del PSOE, para mí incomprensiblemente arrinconado, escribía en un artículo que “el pacto con los líderes musulmanes debe comprometernos de manera recíproca en proyectos de integración social y desarrollo económico, especialmente para jóvenes en riesgo de exclusión, junto a una firme actitud de condena y rechazo a los extremismos doctrinarios (…) La aceptación del hecho religioso y la libertad de la fe no pueden ser coartada para la vulneración de nuestra concepción de la dignidad humana o de la igualdad entre mujeres y hombres, por poner solo esos dos valores de nuestro credo democrático.
Pero ese pacto está por hacer. De hecho, esas políticas tan importantes en zonas de alta concentración inmigrante brillan por su ausencia en las grandes ciudades europeas.(…) No es una tarea fácil, lo sé, pero destruir el relato fanático del ISIS entre los jóvenes europeos, nacidos y educados aquí, es una tarea urgente que no podemos hacer sin contar con la comunidad árabe a la que pertenezcan; y sin establecer, en consecuencia, los términos de una laicidad incluyente en la que las creencias religiosas conviven y contribuyen a la paz y a los valores democráticos[10].
Es cierto sin embargo que, “en realidad, en su conjunto, esta izquierda ha perpetuado una tradición que ve en la religión una quimera sin consistencia. En esta óptica, la religión no representa otra cosa sino una ilusión individual y una fuerza reaccionaria, cuya función sería esencialmente escamotear y ocultar los auténticos retos”. (Birnbaum pp. 35-36).

Con semejante ceguera intelectual es imposible entender el terrorismo yihadista, no sé si el primer problema del planeta como declaró en su día Obama pero, ciertamente, uno de los más crueles y sangrientos. Veamos, sin embargo, lo que opinan al respecto algunas grandes figuras, no creyentes, de la izquierda.

Derrida escribió hace ya cerca de venta años que “nos cegaríamos ante el llamado fenómeno religioso, o retorno de lo religioso hoy, si continuamos oponiendo ingenuamente la Razón y la Religión, la Critica o la Ciencia y la Religión, la modernidad tecnológica y la Religión. Suponiendo que se trate de comprender algo, ¿se comprendería algo de lo que sucede hoy en el mundo con la religión (…) si se continua a creer en esta oposición, incluso a esta incompatibilidad, esto es, si se continua en cierta tradición del Siglo de la Luces?”[11].    

Walter Benjamin en la primera de sus “Tesis sobre la historia”, redactadas en 1940, cerca de la frontera franco-española, escapándose de los nazis, y poco antes de suicidarse, comparó al marxismo o al materialismo histórico con un autómata. Una marioneta que juega al ajedrez y que gana siempre pues es capaz de prever cada movimiento del adversario. Pero hay un subterfugio. La marioneta oculta la presencia de un enano escondido bajo la mesa, un enano jorobado y muy inteligente, que acciona los mecanismos bajo mano. Walter Benjamin desvela el truco: “la marioneta, materialismo histórico, está concebida para ganar siempre. Puede osadamente medirse a cualquier adversario, a condición de que tome a su servicio la teología, que sabemos que hoy es pequeña y fea, y a la que se le pide no hacerse ver”[12]. Jean Birnbaum comentando esta reflexión de Benjamin, escribe que durante mucho tiempo la izquierda ha creído “poder ganar indefinidamente pues con el marxismo y sus derivados pensaba disponer de una baza universal capaz de anticipar la historia” y hacer fracasar a los conservadores y reaccionarios que vivían “aferrados al mundo antiguo”. Pero, continúa Birnbaum siguiendo la metáfora de Benjamin, “bajo la mesa, la teología se activaba discretamente. Y la izquierda continuaba como si nada sucediera (…) hasta que el enano se revuelve. No es justo le grita a la marioneta. Pase que te apoyes sobre mí para epatar a la galería. Pero que tú me olvides, que en tu fuero interno llegues a negar mi existencia, es insoportable. ¿Te crees autónomo, super-inteligente?. Pues bien, mira tu cabeza: ahora que doy vuelta a la mesa, pobre marioneta, tú no eres más que un títere dislocado” (p. 223). Y Birnbaum, continúa citando y comentando textos de Marx para concluir diciendo que “según los criterios del propio Marx, insistamos en ello, cada vez que la historia se encasquilla, la fe retorna” (p.225 y ss.).

Mis conocimientos del pensamiento de Marx no me permiten ni avalar ni infirmar los juicios de Birnbaum pero no puedo no constatar el viraje que muchos intelectuales de izquierda están llevando a cabo en gran parte de Europa occidental (y aunque en menor medida, también en España) en sus posicionamientos acerca de la religión, aun manteniéndose la mayoría en posiciones no creyentes, más agnósticas que ateas. Me permito referenciar aquí un excepcional diálogo entre Edgar Morin y Tariq Ramadan en sus concepciones acerca de Dios y de la fe y que, traducido al castellano, puede consultarse en mi blog[13]. Y, ¿Cómo olvidar el aventajado libro de Gilles Kepel publicado en 1991, (traducido en España en 2005) “La Revancha de Dios”[14], donde ya anunciaba la jihad que ahora estamos viviendo?.
Las últimas líneas del libro de Birnbaum (p. 234) resumen bien su posición de fondo. Leemos que “si la izquierda quiere afrontar el mazazo de lo teológico-político, es urgente que rompa el silencio. Que cese de ocultar la fuerza autónoma del ímpetu religioso. Que se deshaga de las certidumbres y reflejos que se lo impiden. En resumen, que vuelva a ser lo que ella misma fue y que reanude su tradición crítica. Sin lo cual, lo espiritual continuará aterrorizando a los militantes de la emancipación, y les engañará. Y, la religión podría devenir el último suspiro de la izquierda, esta criatura deprimida”. Es la última frase del libro, lo es también de la positiva recensión positiva al mismo que se puede leer, bajo la firma de Nicolas Dutet, nada menos que en el histórico diario comunista francés, “L´Humanité”, del 22 de febrero de 2016, apenas el libro de Birnbaum en la calle.
¿Qué hacer? Por una parte, jamás ceder sobre el imperio de la razón, ni sobre el imperativo de separar lo religioso de lo político; pero, de otra parte, constatar que las fronteras de la razón política no son simples a trazar. En el seno mismo de la izquierda y de la tradición que se reclama de la emancipación, un puñado de pensadores críticos que han llevado a cabo este doble gesto, han mantenido estas dos necesidades. Birnbaum cita, entre otros, a Walter Benjamin, Michel Foucault, Jacques Derrida, Claude Lefort, Regis Debray y yo podría añadir, entre otros, y limitándome a pensadores franceses, a Edgar Morin, Luc Ferry, Comte-Sponville, Alain Touraine… todos de izquierdas y todos no creyentes.
Ninguno de ellos ha considerado que el ejercicio de la política moderna tenía como condición la superación y relegación de lo religioso. Todos tenían conciencia de que para bien distinguir estos dos ámbitos, lo mejor es dar un espacio tanto al uno como al otro. “Es negando su efectiva existencia cuando se corre el riesgo de caer en una violenta indistinción: quien quiera separar lo político y lo teológico debe, de entrada, llevar a cabo un trabajo de vigilante rearticulación” (Birnbaum, pp. 231-232). En efecto, tanto cuando ha habido colusión entre lo religioso y lo político (el estado de cristiandad tantos siglos, las teocracias musulmanas en la actualidad), como cuando se ha propugnado la eliminación de lo religioso de la vida socio-cultural, pretendiendo limitarlo a la esfera de lo exclusivamente privado (en la actualidad en determinado laicismo en España), o en la colusión entre la política y el estado ateo (72 años en la extinta URSS), el conflicto social, tarde o temprano, está garantizado. Un conflicto, a menudo, muy sangriento.
Javier Elzo



[1] En “El País”, 3 de abril 2015
[2] Jean Birnbaum, O. c. p. 23
[3] Jean Birnbaum, O. c. p 23-24.
[4] Publicado en Liberation 16/10/14, luego tres meses antes de la matanza en Charlie Hebdo, y que recoge Birnbaum en la página 59 de su libro
[5] Jacques Derrida y Jürgen Habermas, Le Concept du 11 Septembre, Galilée, 2003, p. 168.
[7] . La traducción es mí y la entresaco de mi libro, “¿Quién manda en la Iglesia? Notas ….”.O. c. p. 165-166. Los subrayados son del autor
[8] . D. Creuzet y J-M Le Gall. “Au péril des guerres des religion”. PUF, 2015, p. 17-18.
[9] Francesc Torralba en el semanario “Vida Nueva”, del 16-22 Abril 2016
[10] En “El País” 01/04/16
[11] Jacques Derrida en “Foi et Savoir”, Seuil, 2000, pp. 45-46. La traducción es mía. El libro está editado en castellano en Argentina pero actualmente descatalogado y prácticamente inencontrable, pese a mis intentos. La citación la traduzco del libro de Birnbaum p. 230.)    
[12] Walter Benjamin, “Sur le concept d´histoire », Œuvres III. Gallimard, coll. Folio Essais, 2000, p. 427, citado por Jean Birnbaum, Un silence religieux, o. c. p. 222.
[13] En http://javierelzo.blogspot.com.es/2016/01/excepcional-dialogo-sobre-dios-entre.html. Está traducido del magnífico libro – dialogo entre Tariq Ramadan y Edgar Morin, “Au péril des idées”, Presses du Chatelet, 2014.
[14] En español publicado por Alianza Editorial, Madrid, 2005, 320 paginas.

miércoles, 3 de agosto de 2016

Tras los funerales del cura degollado, “muerte, ¿dónde está tu victoria?”

Tras los funerales del cura degollado, “muerte, ¿dónde está tu victoria?”

Traslado a mi blog cómo la periodista de “Le Monde” narra los funerales del cura normando degollado por el DAESH. Me deja el corazón encogido ante tamaña inhumanidad apenas consolado por la humana respuesta de tantos y tantos. Pero, sobre todo, el corazón y la razón se abren ante la esperanza de que la confraternización de creyentes de diferentes religiones se abre camino. Las guerras de religión, son ya historia, mal que les pese a unos fanáticos. ¿Será verdad que la violencia es la partera de la historia y que la muerte de un inocente, en este caso un simple cura corriente, a decir de todos los que conocieron, permita decir con Pablo de Tarso, “muerte, ¿donde está tu victoria”?


ARTICLE SÉLECTIONNÉ DANS LA MATINALE DU 02/08/2016Découvrir l’application

A Rouen, l’adieu au père Hamel, « un pas considérable » dans le rapprochement entre religions
LE MONDE | 02.08.2016 à 22h46 • Mis à jour le 03.08.2016 à 11h51 | Par Cécile Bouanchaud (envoyée spéciale à Rouen)
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Sous le ciel capricieux du début du mois d’août, alors que les rues de Rouen sont désertes, une foule aux cheveux grisonnants et à la mine sérieuse converge vers la majestueuse cathédrale gothique de la cité normande. Une semaine jour pour jour après la mort du père Jacques Hamel, égorgé par deux hommes se revendiquant de l’organisation Etat islamique, à Saint-Etienne-du-Rouvray (Seine-Maritime), c’est dans ce monument, le plus prestigieux de la ville, qu’ont été célébrées les obsèques de cet homme décrit par tous comme modeste.
L’archevêque de Rouen, Dominique Lebrun, qui présidait la célébration, a mis l’accent sur l’importance de la paix et de la tolérance, appelant dans un discours sans équivoque à la fraternité entre les différentes communautés religieuses.
« Il a baptisé ma fille »
Dans la foule regroupée sur le parvis de la cathédrale de Rouen, le message semble être entendu : « Il faut porter ce discours de paix et d’espérance. Et ce malgré l’attaque dramatique qui a frappé les catholiques », réagit Josiane, qui était également présente à la messe de dimanche. Et d’ajouter, alors qu’elle se fait fouiller par deux policières :
« En cela, la communauté musulmane a posé des gestes forts, j’ai été surprise par leur dignité et leur respect durant la communion de ce week-end. »
A quelques dizaines de mètres, Sandrine, le regard dans le vague, les jambes flageolantes, lutte pour se tenir bien droite devant les fleurs déposées sur le parvis de la cathédrale. Elle désigne le bouquet de roses blanches qu’elle a placé au milieu des dizaines d’autres. Sur le sien, un petit chat noir en bois est collé sur une tige. « C’est un clin d’œil, le père Hamel avait un chat noir – ça ne lui faisait pas peur – c’est moi qui l’ai récupéré », raconte cette quinquagénaire, « agnostique », mais qui connaissait bien Jacques Hamel, en raison de son engagement dans différentes associations de la région rouennaise.
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Sous la pluie, des gens attendent devant la cathédrale de Rouen, où se déroulent les obsèques du Père Jacques Hamel, mardi 2 août.Sous la pluie, des gens attendent devant la cathédrale de Rouen, où se déroulent les obsèques du Père Jacques Hamel, mardi 2 août. JOEL SAGET / AFP
Il est 13 heures passées, la cérémonie commence dans une heure, et cette employée de mairie ne sait pas si elle aura la force d’affronter l’émotion collective qui l’attend dans la cathédrale. Mais il est déjà trop tard. Depuis quelques minutes, l’édifice, l’un des plus grands de France, et qui peut accueillir 1 700 personnes, est complet. Deux paroissiennes de Saint-Etienne-du-Rouvray se désolent d’avoir fait le déplacement pour rien. « Des gens qui ne vont jamais à la messe sont entrés par curiosité, et nous, qui avons fait de la route, on ne peut pas entrer », lâche Gigi, qui suivra la cérémonie sur l’écran géant, en compagnie de son amie Micheline. « Je connaissais bien le père Hamel, il a baptisé ma fille, et je le voyais tous les dimanches à la messe », confie cette dernière, qui, trop émue pour en dire plus, se contente de rappeler « c’était un homme simple, un homme bon ».
Les symboles du martyr
14 heures. La cloche sonne une première fois le glas. Derrière un prêtre portant une imposante croix en bois sans ornements, le cercueil du père assassiné, soutenu par quatre porteurs, traverse lentement le parvis devant près d’un millier de personnes s’apprêtant, malgré la pluie, à suivre la retransmission de l’office.
Une fois à l’intérieur, le cercueil porté devant dans la nef gothique est posé sur un tapis, à même le sol, entouré de quatre grands cierges blancs. L’aube du prêtre et son étole rouge – symbole du martyr – ont été posées dessus. Une photo représente Jacques Hamel en costume-cravate, loin de l’image, plus médiatisée, où on le voit, pendant l’un de ses offices« Nous voici rassemblés comme Jacques Hamel n’aurait pas aimé : dans une église solennelle, avec des personnalités et une foule, devant des caméras… Nous voici aussi comme le père Jacques aurait aimé : se mettre ensemble, communier, en étant attentifs les uns aux autres, sans exclure personne », analyse Dominique Lebrun en déclaration liminaire de la cérémonie.
image: http://s1.lemde.fr/image/2016/08/02/534x0/4977640_6_c350_une-photo-du-pere-jacques-hamel-lors-de-ses_5d3abb4e8af0303362f0dd53ec5daa1e.jpg
Une photo du père Jacques Hamel, lors de ses obsèques dans la cathédrale de Rouen, mardi 2 août.Une photo du père Jacques Hamel, lors de ses obsèques dans la cathédrale de Rouen, mardi 2 août. CHARLY TRIBALLEAU / AP
L’engagement envers les autres
Car effectivement, personne n’a été exclu de cette cérémonie : plusieurs personnalités de différents cultes ont pris place aux premiers rangs, comme le président du conseil régional du culte musulman de Haute-Normandie et représentant de la mosquée de Saint-Etienne-du-Rouvray, Mohamed Karabila, ou encore le rabbin Michaël Bitton. Du côté des personnalités politiques, le ministre de l’intérieur, chargé des cultes, Bernard Cazeneuve est assis aux côtés du président du Conseil constitutionnel et ancien élu de la région, Laurent Fabius, et d’Hervé Morin, le président du conseil régional de Normandie.
Plus discrète, jusque dans son silence avant les funérailles, la famille de Jacques Hamel est installée également au premier rang, non loin des religieuses présentes lors de l’attaque à Saint-Etienne-du-Rouvray et de M. Coponet, grièvement blessé lors de l’attentat. D’un ton calme, la sœur de Jacques Hamel, Roselyne, revient sur une anecdote qui a scellé la foi de son frère alors qu’il était jeune :
« Notre frère, pendant son service militaire en Algérie, a choisi de servir comme simple soldat. (…) Il me confiait qu’au cours d’une fusillade dans une oasis, il avait été le seul survivant et il s’était souvent demandé : pourquoi moi ? Aujourd’hui Jacques, tu as ta réponse : Dieu t’a choisi pour être au service des autres. »
La voix chevrotante, luttant pour retenir ses larmes, Jessica, l’une des nièces du père Hamel, tient à souligner cet engagement envers les autres, qui dépassait largement le cadre de la religion. Pour se donner la force d’avancer sans « la patience et la gentillesse » de son oncle, Jessica repense à un message qu’il lui avait inspiré après les attentats de janvier 2015 :
« Après “Charlie Hebdo”, j’avais posté cette phrase : “Oh mon Dieu, puissions-nous garder tolérance et discernement.” Je ne pensais pas devoir m’appliquer cette phrase avec autant de force et de conviction. »
« Le chemin sera dur »
Un discours de paix repris à plusieurs reprises, notamment par l’archevêque de Rouen, lors de son homélie inspirée, dans laquelle il s’adresse d’abord aux djihadistes : « Vous que la violence diabolique tourmente, vous que la folie meurtrière démoniaque entraîne à tuer. » Dominique Lebrun, selon qui ce « mal est un mystère », appelle à « tenir bon » par la paix, mais convient que « le chemin sera dur » et qu’il ne s’agit pas « d’excuser les assassins, ceux qui pactisent avec le diable ». Il estime surtout que, dans ce chemin vers la paix, « les paroles et les gestes nombreux de nos amis musulmans, leur visite sont un pas considérable ». Une homélie qui scelle la volonté affichée par les leaders religieux depuis une semaine de renforcer la solidarité entre les confessions.
A 17 heures, alors que sonne une nouvelle fois le glas et que le cercueil quitte la cathédrale sous les applaudissements, escorté par une procession de prêtres, la foule hagarde peine à quitter le parvis. Un groupe de trois amies restera une heure sur la place malgré la fine pluie qui a chassé les plus téméraires. Deux d’entre elles, une chrétienne et une musulmane, ne s’étaient pas vues depuis plusieurs mois. « Il aura fallu cet événement pour que l’on se retrouve », remarque l’une d’elles, qui a assisté à toutes les cérémonies depuis l’attentat. « C’est terrible à dire mais peut-être qu’il fallait en arriver là pour réaffirmer avec force les liens entre les communautés religieuses », ajoute son amie, persuadée qu’il y aura « un avant et un après l’attaque de Saint-Etienne-du-Rouvray ».
  • Cécile Bouanchaud (envoyée spéciale à Rouen)
    Journaliste au Monde


En savoir plus sur http://www.lemonde.fr/religions/article/2016/08/02/a-rouen-l-adieu-au-pere-hamel-un-pas-considerable-dans-le-rapprochement-entre-religions_4977641_1653130.html#I7Kj15fwxMLAlrGY.99

sábado, 16 de julio de 2016

La felicidad en la era del terror


La felicidad en la era del terror
Xavier Mas de Xaxàs, Barcelona

La Vanguardia, 16/07/2016 03:32 | Actualizado a 16/07/2016 04:42

Subo este artículo, recién leído, por su pertinencia y el resumen de los últimos atentados yihadistas. Llamo la atención sobre los dos últimos párrafos. El anteúltimo por el relato que le hizo un reclutador de yihadistas en Souse que refleja perfectamente la lectura que esos terroristas hacen de su lucha y cómo la justifican. Respecto del último párrafo personalmente creo que hay que darle la vuelta a su planteamiento. La cuestión no está en el hecho de que en Europa no haya líderes capaces de haber “barrido de un plumazo a los dos, al radicalismo islamizado y al populismo filofascista” porque “hoy no es tan fuerte”. La pregunta es saber qué es lo que ha hecho, y no ha hecho, Europa (y no solamente Europa) para que se hayan instalado en la escena occidental el “radicalismo islamizado y el populismo filofascista”. Así se entenderá también, (que no justificará), al menos parcialmente, el planteamiento del reclutador de yihadistas de Souse.

¡Ah!. Y el título es sensacional. Me viene a la memoria el libro de Alan Riding, “Y siguió la fiesta. La vida cultural en el París ocupado por los nazis”. Galaxia Gutenberg. Barcelona 2011. 512 paginas, 25 €.
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La felicidad en la era del terror

Xavier Mas de Xaxàs, Barcelona. La Vanguardia, 16/07/2016

A pesar de los fuegos artificiales, de la felicidad culminada con una selfie en el paseo de los Ingleses de Niza, hay un gran desorden, un gran vacío, una crisis económica (austeridad), de valores (inmigración) y de proyecto (Brexit). El terror más simple parece imparable en esta Europa de líderes incapaces.oru

Niza, 14 de julio, fuegos artificiales, conciertos junto al mar, el paseo lleno, rebosante de gente feliz. La fiesta nacional francesa, el espíritu de la revolución. Hoy no seríamos felices sin el triunfo de las ideas que impulsaron aquella revolución. Gracias a ella, nuestros antepasados dejaron de ser lo que heredaban, de replicar el mundo de sus padres. Los anclajes morales y tradicionales que decidían su destino saltaron por los aires. La revolución industrial y el libre mercado hicieron el resto. No todos consiguieron lo que querían pero todos prosperaron. Han pasado más de dos siglos y nosotros somos el fruto del sistema que entonces se puso en marcha, de las ideas que conquistaron el mundo, de la paz, la democracia y el libre mercado.

Niza, 14 de julio, la noche en calma y un hombre de 31 años al volante de un camión que atropella a los paseantes, los ciudadanos felices, los niños que aplauden la magia de los fuegos de artificio.

El terrorista es musulmán, un padre de familia, pobre y pequeño delincuente, condenado en marzo a seis meses de cárcel por una pelea de tráfico.

Al reiterar la fortaleza de Francia, el presidente de la República ha apuntado al Estado Islámico (EI). Pesan los atentados que esta organización ha firmado en el último mes: 50 muertos en una discoteca gay de Orlando (12 de junio), 45 en el aeropuerto de Estambul (28 de junio), 22 en un restaurante de Daca (1 de julio) y al menos 292 en Bagdad (3 de julio). Pesan también los atentados de marzo en Bruselas (32 muertos) y los del pasado noviembre en París (130). Hay más ataques y más muertos, pero estos son los más importantes, los que remueven las conciencias y precipitan las reacciones de nuestros líderes: señalar al islamismo radical, enviar tropas a Iraq y Siria. Es la dinámica natural de la guerra, como si el EI fuera un estado nación al que poder derrotar en el campo de batalla. Pero el EI es mucho más que un territorio, es una idea.
Ahora está claro que los planes para recuperar Mosul, la gran ciudad del norte de Iraq en manos del EI, se van a acelerar. Estados Unidos y Rusia están de acuerdo y por primera vez en cinco años el resto de actores –sobretodo Turquía, Iraq e Irán– también lo están.

Arabia Saudí, como siempre, mantiene la ambigüedad, el apoyo al islamismo radical, la exigencia de un cambio de régimen en Damasco, la caída de El Asad y su sustitución por una democracia de raíz islámica.

Sea con o sin el apoyo de los saudíes, Mosul caerá y Al Bagdadi, el líder del EI, correrá la misma suerte que Osama Bin Laden. Lo matará un drone o un comando secreto.

Esta victoria, sin embargo, no servirá de mucho. Otro yihadista reemplazará a Bagdadi, otros jóvenes musulmanes seguirán sus órdenes de atacar a los occidentales, estén donde estén. A este esfuerzo, a esta guerra santa, seguirá apuntándose gente muy diversa, radicales y fracasados en busca de una identidad –en este caso el islam– que les dé una justificación, la que sea, para acabar con todo. El radicalismo se islamiza.

Nunca sabremos de verdad por qué Mohamed Lahouaiej Bouhlel quiso transformarse en el terrorista de Niza. El ministro francés del Interior no tiene pruebas de que fuera un yihadista y no se parece mucho a los militantes adiestrados, con experiencia en Iraq y Siria, que fueron suicidas en París y Bruselas. Se parece más a Omar Sadiqui, el asesino de Orlando, un homosexual reprimido que quiso morir matando lo que nunca tuvo el coraje de asumir. Durante el asalto a la discoteca aseguró que actuaba en nombre del EI y Amaq, la agencia de noticias del grupo, confirmó que era uno de los suyos, pero no está claro que actuara siguiendo órdenes y no hay evidencias de ningún contacto con el EI.

Tampoco hace falta. A Bagdadi le basta con lanzar el mensaje, inspirar a los desalmados con la idea de que el progreso no emana de la revolución francesa y que la revolución industrial se ha hecho a costa de ellos y de medio mundo.

Hace un año, en una calle de Souse, la misma ciudad tunecina donde parece que el terrorista de Niza tiene sus raíces familiares, un reclutador de yihadistas me habló del bien que hay detrás de las masacres de occidentales, mujeres y niños incluidos. Dijo que nadie era inocente, que el islam verdadero luchaba por otra idea de progreso, que la paz, la democracia y el libre mercado no eran la base de la felicidad. Me dijo que nuestra paz descansaba sobre las cenizas de muchos pueblos, que la democracia ha de estar supeditada a la ley de Dios, que el libre mercado crea desigualdades materiales, que alimenta el odio y la envidia, que el progreso occidental destruye la familia, la moral y la tradición. Me aseguró, con una sonrisa amable, que la suya es una guerra en nombre de Dios, a vida o muerte, sin prisioneros.

Dentro de un año Marine Le Pen puede alcanzar la presidencia francesa agitando la xenofobia, exacerbando el pánico a esta batalla de ideas, al terrorismo sin sentido aparente que alienta el reclutador de Suose. Hace un tiempo Europa habría barrido de un plumazo a los dos, al radicalismo islamizado y al populismo filofascista. Pero hoy no es tan fuerte. A pesar de los fuegos artificiales, de la felicidad culminada con una selfie en el paseo de los Ingleses de Niza, hay un gran desorden, un gran vacío, una crisis económica (austeridad), de valores (inmigración) y de proyecto (Brexit). El terror más simple parece imparable en esta Europa de líderes incapaces.