“Abusos de menores y credibilidad de la Iglesia”
(Complemento y continuación de mi texto de 3 de
octubre de 2018)
Enviado el 17 de noviembre por emails
(Materiales para la conferencia de Javier Elzo en la
Universidad de Granada, Cátedra de Teología, el 19 de noviembre de 2018)
Guion del texto.
-
Una carta de Francisco sobre la pederastia del
clero y un esbozo de priorización de los temas a abordar
-
Breve recordatorio de algunos Informes
importantes sobre el tema
o
Boston 2001
o
Australia 2017
o
Pensilvania 2018
o
Alemania 2018
-
La imposible contextualización de la pederastia
clerical
o
Diferentes lecturas de la esclavitud
o
“Peder…asco” de González Faus
o
Christine Angot y su novela “Una
semana de vacaciones”
o
Una Carta firmada por 60 personalidades francesas en 1977
acerca de la pederastia
o
Contextualizar no supone justificar, sino tratar de entender
-
Algunas reacciones, particularmente en las Iglesias de España y
Francia
o
En el Vaticano: cal y arena
o
Una carta de Ricardo Blázquez (septiembre de
2018)
o
Comunicado de la
Conferencia episcopal española (octubre de 2018)
o
“Perdón”: Un
documento de algunas instituciones católicas de España
o
El presidente
del Órgano contra la pedofilia de los obispos franceses (septiembre 2018)
o
La reacción de los obispos de Francia (noviembre de 2018)
-
Mirando al futuro: algunas cuestiones cruciales (desde la
sociología)
o
La pederastia y el celibato
o
Conflictos en la Iglesia y pederastia clerical
o
La difícil relación de la Iglesia con el placer sexual.
o
La disociación entre una sociedad erotizada y el rigorismo eclesial,
laudatorio de la castidad y la virginidad.
o
La masculinidad del “staff” eclesial y la relegación de la mujer
en la responsabilidad y en la toma de decisiones
o
Mas que una anécdota: mi irritación y escándalo ante una votación
en el Sinodo de 2018
o
Del rey destronado (el sacerdote, en la era de la cristiandad) al
rey entronizado (el niño en la era secular)
o
Una cuestión lateral del encubrimiento.
o
Reiterando lo esencial, lo más urgente y lo más importante
o
Un apunte sobre la credibilidad futura de la Iglesia
o
Cuestiones no tratadas:
§
Profundizar en la impronta de la pederastia clerical en el futuro
de la Iglesia
§
El futuro de los sacerdotes y religiosos abusadores
§
La lectura de los MCS y de los TIC´s de la pederastia clerical
§
…..
§
…..
1. Una carta de Francisco sobre la pederastia
del clero y un esbozo de priorización de los temas a abordar
La carta del papa Francisco al pueblo de Dios, de 20
de agosto de 2018, comienza así:” «Si un miembro sufre, todos sufren con él» (1
Co 12,26). Estas palabras de San Pablo resuenan con fuerza en mi
corazón al constatar una vez más el sufrimiento vivido por muchos menores a
causa de abusos sexuales, de poder y de conciencia, cometidos por un notable
número de clérigos y personas consagradas. Un crimen que genera hondas heridas
de dolor e impotencia; en primer lugar, en las víctimas, pero también en sus
familiares y en toda la comunidad, sean creyentes o no creyentes. Mirando hacia
el pasado nunca será suficiente lo que se haga para pedir perdón y buscar
reparar el daño causado. Mirando hacia el futuro nunca será poco todo lo que se
haga para generar una cultura capaz de evitar que estas situaciones no solo no
se repitan, sino que no encuentren espacios para ser encubiertas y perpetuarse.
El dolor de las víctimas y sus familias es también nuestro dolor, por eso urge
reafirmar una vez más nuestro compromiso para garantizar la protección de los
menores y de los adultos en situación de vulnerabilidad”[1].
Desde
esa fecha hasta el día de hoy han pasado casi tres meses en los que no he
dejado prácticamente de trabajar en el tema de la pederastia del clero. Con
fecha de 3 de octubre subí a mi blog un primer texto al respecto, largo de 43
páginas, que titulé “La pederastia en el clero: breves apuntes para una
lectura sociológica”, advirtiendo en la cabecera que era un texto provisional[2]. Envié el texto a
unos sesenta amigos, así como a algunos portales de ámbito religioso. Recibí
algunos comentarios que voy introduciendo en ese texto para su posterior remodelación.
Las páginas siguientes son un complemento al citado texto, pensado, básicamente,
para mi intervención en la Universidad de Granada el 19 de noviembre de 2018,
con una conferencia bajo el titular: “Abusos de menores y credibilidad de la
Iglesia”. Obviamente en algunos aspectos tendré en cuenta mi texto del 3 de octubre,
pero, de forma muy limitada, pues la mayor parte del contenido del presente
texto es nuevo.
En primer lugar, apuntaría a dos prioridades que me parecen
incuestionables. Lo más urgente y lo más importante es ayudar a las víctimas,
por un lado, y hacer lo necesario para que estos abusos no vuelvan a repetirse,
por el otro.
Inmediatamente después y en gran parte en relación con lo
anterior, de nuevo dos aspectos: detectar, apartar y castigar a los violadores,
sin olvidar su rehabilitación, en primer lugar, y preguntarse, cuestión crucial
entre todas, cómo se ha llegado a esta situación. Solamente cuando se entiende
una realidad, por dramática que sea, se es capaz de afrontarla con inteligencia
y capacidad de superarla. Esta segunda dimensión es muy cuestionada bajo el
principio de que entender equivale si no a justificar, sí a minusvalorar la
gravedad del problema, sea justificar, contextualizando, los abusos sexuales
del clero. Plenamente consciente de este riesgo, sin embargo, creo que debo
abordarlo.
En tercer lugar, también dos aspectos, a mi juicio
importantes, aunque secundarios. Por un lado, otra cuestión que es también
lacerante, particularmente para la iglesia, para los sacerdotes y para los
creyentes, reside en la modalidad de información pública y publicada que se dé
a esta situación. Por el otro, la dimensión de la pederastia del clero, en
relación con la pederastia en la sociedad en general y en algunos ámbitos más
concretos en particular. De nuevo aquí nos enfrentaremos a sospechas de
blanqueo, de minusvaloración de la gravedad de la pederastia clerical en el
magma de la pederastia de la sociedad en su conjunto. No abordaré estas dos
cuestiones en el presente texto.
No me olvido,
está en el titular de la conferencia en Granada, de las consecuencias para la
Iglesia de la pederastia de parte de clero católico.
2.
Una sucinta mención a cuatro grandes
investigaciones sobre la pederastia en el clero.
No son muchos los
estudios serios realizados sobre el tema que nos ocupa. Me limito en estas
paginas a referenciar cuatro, de forma muy resumida, que el lector interesado
puede consultar, de forma más extensa, en mi texto del 3 de octubre ya mentado.
El primero de
ellos es el de Richard Sipe [3],
basado en información recolectada durante 25 años sobre más de tres mil
sacerdotes, que “se considera el estudio de referencia sobre sexualidad en el
clero. De hecho, sus estadísticas sirvieron para orientar la investigación
periodística, de impacto mundial, sobre abusos sexuales del clero en Boston en
2001 (este trabajo del equipo periodístico de The Boston Globe fue
llevado al cine por el filme Spotlight, ganador del Oscar a la Mejor Película
en 2015). Richard Sipe concluye que los abusadores de menores representan solo
el 6% del clero”. Aporta más datos sobre la sexualidad en el clero, en los que
no entramos aquí.
Otra referencia fundamental,
quizá la más importante de todas, aunque todavía es incompleta, es la realizada
en Australia por la Comisión
Real de Respuestas Institucionales al Abuso Sexual Infantil “. Se
presentó el 6 de febrero de 2017. Tiene 18 volúmenes, la mayoría, si no todos,
con más de un centenar de páginas, cada uno. La Comisión indicó que habían detectado 4444 hechos de pederastia
atribuibles a la Iglesia Católica entre 1980 y 2015. En torno al 7% de los
sacerdotes australianos serían autores
presumibles de pederastia. Apuntemos que la Recomendación
16.18 del Informe reza así: “La Conferencia de Obispos Católicos de Australia
debe solicitar a la Santa Sede que considere introducir el celibato voluntario
para el clero diocesano”.
Más de un año después, el 22 de
octubre de 2018, con más informaciones, pero aún no todas (faltan,
particularmente las más difíciles de obtener, las de origen familiar) el primer ministro de Australia, Scott
Morrison, pidió disculpas de forma pública a los miles de víctimas de abusos
sexuales en el país. Distintas investigaciones revelaron que, durante décadas,
cerca de 10.000 niños sufrieron abusos sexuales en instituciones oficiales y públicas de Australia, incluidas
las de las iglesias[4].
En
agosto de 2018 tuvimos conocimiento de Informe del Gran Jurado de Pennsylvania, de más de 1300 páginas sobre
los abusos sexuales cometidos en seis de las ocho diócesis del estado[5]. El
informe identifica a 301 sacerdotes predadores, con nombre y apellido, y a más
de 1000 menores que sufrieron abusos (algunos escalofriantes), pero
considera que hay muchos más niños que no han denunciado, o cuyas denuncias se
extraviaron. Se habla de miles durante
60 años. El informe señala a los superiores que no supieron proteger a
los niños. Los líderes de la
Iglesia prefirieron proteger a los abusadores y a su institución,
principalmente. “Debido al encubrimiento, todas las instancias de
abuso que hemos encontrado ya han caído en prescripción”.
El
Gran Jurado reconoce que «ha cambiado mucho en los últimos quince años.
Acordamos escuchar a cada una de las seis diócesis que hemos investigado» (…) Cinco
obispos nos enviaron declaraciones y el sexto, el obispo de Erie (Lawrence T.
Persico), vino personalmente. Su testimonio nos impresionó porque fue directo y
sentido”. Pero, “durante décadas. Monseñores, obispos auxiliares, obispos,
arzobispos, cardenales fueron protegidos, muchos, incluidos algunos cuyos
nombres están en el informe, fueron promovidos. Hasta que esto no cambie,
creemos que es demasiado pronto para cerrar el capítulo del escándalo sexual en
la Iglesia católica”.
La Jerarquía de la Iglesia
Católica de Estados Unidos, y en una nota de prensa el Vaticano, han dado por válido
la mayor parte del Informe, aunque algunos obispos, así como expertos
independientes, han puesto en duda algunos detalles del Informe.
Detengámonos, por último, en el
Informe alemán de septiembre de 2018[6].
Harald Dressing, psiquiatra experto en
abusos sexuales desde hace treinta años, director del Informe, realizado con
investigadores de las universidades de Giessen, Mannheim y Heidelberg, a
petición de la Conferencia Episcopal Alemana, señaló a los obispos alemanes, en
la presentación del estudio, que estaba conmocionado por la magnitud de los
abusos cometidos por el clero católico desde el final de la segunda guerra
mundial.
El informe
registra 3.677 niños y adolescentes que han sido abusados sexualmente por 1.670
religiosos. "Esto es solo la punta de un iceberg cuyo tamaño no
conocemos", admitió el psiquiatra. Sobre la base de los 38 000 documentos
de personal religioso disponibles para los investigadores, estiman que el 5,1%
de los sacerdotes alemanes y el 1% de los diáconos cometieron esos abusos.
Pero, una vez más, estos son solo órdenes de magnitud, con muchas zonas
obscuras. El informe también menciona archivos destruidos en dos diócesis y
casos de "manipulación". La comisión también señala niveles
divergentes de colaboración, con solo 10 de las 27 diócesis que proporcionan
datos que datan de 1946. Las otras 17 se centraron en la década de 2000.
Después de
cinco años de trabajo, este estudio fue presentado el 25 de septiembre de 2018
a los miembros de la Conferencia Episcopal, pero no constituye las conclusiones
oficiales de la Iglesia Católica Alemana que han decidido, tras conocerlo,
profundizar en el estudio para determinar que decisiones adoptar.
El Informe
destaca "las especificidades estructurales de la institución católica que
promueven el abuso sexual y dificultan la prevención". Señala el
clericalismo, el deseo de "proteger la institución en primer lugar" y
el secreto de la confesión. El cardenal Reinhard Marx, presidente de la
Conferencia Episcopal alemana, tomó nota y declaró que "nuestro deseo es
ver las causas sistémicas de tales abusos, como el clericalismo o el deseo de
alejarse de los hechos".
Por otra parte, Rainer Maria Woelki,
obispo de Bonn, anunció el lanzamiento de un estudio "independiente y exhaustivo"
destinado a "arrojar luz sobre los fracasos individuales e
institucionales" dentro de su diócesis. "Solo podemos recuperar la
confianza si somos honestos y sinceros", dijo.
3. La imposible contextualización de la actual
pederastia clerical
La contextualización es esencial. Incluso en cuestiones tan
de fondo (para los cristianos) como la interpretación de los textos del Nuevo
Testamento. Así, la afirmación de Pablo a los Gálatas de que “no hay ya
esclavos ni hombres libres entre vosotros pues sois uno en Jesucristo” ha sido
leído, a partir del ideal humanitario de la igualdad, como “no puede haber más
esclavos y hay que abolir la esclavitud”, cuando durante 18 siglos se ha entendido
la expresión paulina como “incluso los esclavos pueden ser cristianos”[7].
De aquí no hay que concluir que todo es relativo, sino algo mucho más
importante: que la verdad es histórica o, si parece que la afirmación (que
sostengo desde hace mucho tiempo) es demasiado rotunda, que las acentuaciones,
incluso en temas centrales, divergen al albur de los siglos y de los cambios
culturales y sociales. Los ejemplos que aducir son legión y varían según las
sociedades y los tiempos. Un ejemplo. ¿Cómo explicar, si no, que 17 mujeres, algunas
ex - ministras en diferentes gobiernos de Francia, hayan esperado a 2016 para
sacar a la luz pública que ellas mismas habían sido objeto de acoso sexual en
el ejercicio de sus mandatos? (Le Monde 14 de mayo de 2016)
Charles
Taylor escribe: “Los primeros cristianos no sintieron como una exigencia
irreprimible de la fe en Jesús Cristo la abolición de la esclavitud, idea que
era impensable en aquella época. Aristóteles no apreciaba apenas la esclavitud,
pero juzgaba que la sociedad no podía funcionar sin explotación de algunos, los
bárbaros de preferencia. La situación apenas cambio con la llegada del Imperio
Romano. Así las sociedades han sido trabajadas, soterradamente, por el
Evangelio, al mismo tiempo que por otras fuerzas, de tal suerte que en un
determinado momento de la historia ha parecido evidente que la práctica de la
esclavitud era incompatible con la fe cristiana”[8].
Vayamos ya al tema de estas páginas: la pederastia en el
clero católico. El
teólogo José Ignacio Gonzalez Faus S.J., en un artículo sobre la pederastia en
el clero, y que tituló “Peder...asco”[9]
nos dice cómo, en su viaje a Estonia, Francisco indicó que los “hechos han de ser juzgados con la mentalidad de
la época en que se cometieron”. Es un principio básico de todo
historiador, como es sabido. Me gusta citar en este contexto lo que entiende
por verdad el historiador Quentin Skinner[10].
Casi al final de su texto Skinner escribe que “lo esencial de lo que él
defiende se resume en la siguiente idea: Cuando los historiadores de la cultura
tratan de explicar los sistemas de pensamiento que dominan en las sociedades
del pasado, tendrían que abstenerse de plantear la cuestión de la verdad o
falsedad de las creencias que están examinando. El único momento en el que
deberían invocar el concepto de verdad es cuando se pregunten si nuestros
antepasados tenían razones suficientes para considerar como verdadero lo que
ellos creían ser la verdad” (Página 63). Inmediatamente después de esas líneas
que el autor remacha como siendo “mi tesis fundamental” afirma que es totalmente
consciente de que será acusado de relativismo.
No me detengo en cómo se defiende de semejante acusación. Me
basta, en el contexto de estas páginas, con señalar que a mí me ha sucedido lo
mismo en varios de mis trabajos, y que soy plenamente consciente, de que me
sucederá lo mismo al término de este texto. Pero volvamos al texto de González
Faus.
Escribe: “Como bastantes de
estos casos (de pederastia en el clero) eran de hace sesenta o setenta años,
intentaré acercarme a la mentalidad de esa época donde, por un lado, existía la
idea de que "esas ropas sucias se limpian en casa" y, por otro lado,
había una visión de la pederastia mucho más laxa que la actual. Veamos algunos
ejemplos”. Y Gonzalez Faus señala el caso de la novela “Lolita”, escrita a mediados
del siglo pasado por Vladimir
Nabokov, jaleada como obra maestra y traducida a un sin fin de idiomas y
llevada dos veces al cine. En el prólogo, dice Nabokov, que la escribió para
mostrar que se puede hacer pornografía bien escrita. El protagonista se obceca
con una niña de 12 años; para poder tenerla cerca se casa con su madre viuda
que muere luego en circunstancias algo extrañas, y él se queda con la niña (que
ya no era virgen porque según le cuenta a su amante-padrastro, niños y niñas de
su edad, en sus salidas al campo, copulaban indiscriminadamente).
Y se pregunta González Faus,
“si hoy, se publicara esa novela,
¿tendría el mismo éxito y acogida que en su tiempo? ¿o provocaría un clamor
escandalizado y una condena del autor? A eso llama Francisco
"la hermenéutica de cada época".
Señala también González Faus
la obra de Sánchez Dragó
"Dios los cría y.…", donde presume de que, en 1967, en Japón,
se había follado a dos niñitas de 13 años. Y cita esta frase del texto que hasta
me avergüenza trascribirla: "no hay nada como la piel tersa, los pechitos
como capullos, el chochito rosáceo" de las niñas (p. 159)”. Se pregunta González Faus si toleraríamos hoy
semejante propaganda.
También cita González Faus, un libro de Susana Estrada donde
cuenta que “a los 13 años fue abusada sexualmente por un señor maduro a quien
llama "demonio", que tuvo un orgasmo de tres minutos y salió de allí
pensando que el sexo iba a ser una dimensión fundamental en su vida...”
Concluye González Faus esta
enumeración de textos pedófilos, no tan lejanos en el tiempo, escribiendo que “quizá el asqueroso drama de la pederastia
clerical tenga una consecuencia positiva: que la sociedad cobre conciencia de
una vergüenza que antes tolerábamos con demasiada tranquilidad. Así
iremos avanzando en conciencia moral”.
Pero yo tengo mis dudas.
Verán.
El año 2012 me hice con el libro “Une semaine de
vacances” [11]de
la muy afamada escritora francesa Christine Angot por las llamativas, y
positivas, críticas que leí, primero en “Le Monde del livres”, y después
en otros medios franceses (Telerama, de orientación cristiana) y Liberation.
Pero no sin pena lo terminé diciéndome que no volveré a
leer nada de Angot. Lo que he cumplido sin pena alguna. El libro tiene 137
páginas en letra y formato generosos. El tema es el incesto, prolija y
detalladamente redactado durante la mayor parte del texto, en un francés,
exquisito como un bisturí, entre “el”, el padre y “ella”, su hija, menor de edad. Más de cien páginas con detalles, “ad nauseam”, insisto, en
un exquisito francés, de todo tipo de relaciones de índole sexual entre el
padre y su hija, excepto la desfloración.
Creo que no vale la pena leer el libro. Mi única pregunta, y es por lo
que lo subí a mi blog de donde ahora rescato estas líneas, qué pasa en Francia,
en la sociedad francesa y entre los comentaristas literarios, para que un libro nauseabundo como este, con la cantidad de libros que
se editan en Francia, ocupe tantas páginas en medios que, considero, dignos de
tener en cuenta. Francamente. No lo entiendo. No hacen falta cien páginas de
sexo explícito para mostrar la aberración del poder masculino, en forma de
incesto en una menor. Menos aun si, según parece, lo padeció, siendo niña, la propia
autora del libro. (Las criticas literarias al libro, en francés, se pueden
consultar en mi blog)
Sobre un Carta firmada
por 60 personalidades francesas en 1977 acerca de la pederastia
En 1977, iba a abrirse un juicio en la “Cour d´assisses des
Ivelines”, sobre tres hombres acusados de mantener relaciones sexuales, sin
violencia y consentidas, con tres menores de edad. Llevaban tres años de
detención provisional, y un colectivo de 60 personas[12]
redactó un comunicado[13]
en él se señalaba que “una detención provisional tan prolongada les resultaba
escandalosa”; que (los acusados) “se arriesgaban a una grave pena de reclusión
criminal, sea por haber mantenido relaciones sexuales con menores, chicos y
chicas, sea por haber favorecido y fotografiado sus juegos sexuales (jeux
sexuels)”.
Añaden en su comunicado que "la ley francesa se
contradice cuando reconoce capacidad de discernimiento a un menor de trece o
catorce años al que puede juzgar y condenar, mientras que esa ley le niega esta
capacidad en lo que se refiere a su vida emocional y sexual”. Y concluyen su
comunicado con estas palabras: "Tres años de prisión por abrazos y besos,
es suficiente, no entenderíamos que el 29 de enero Dejager, Gallien y
Burckhardt (los mayores acusados) no reencuentren la libertad”. Es evidente que
estamos muy lejos de la valoración que, en la actualidad, podemos leer en la
prensa de tales relaciones sexuales.
Concluyamos este apartado con una reflexión importante. Hay
que repetir la idea de que explicar y contextualizar no quiere decir aprobar.
Nadie dice hoy en día que la esclavitud fue una buena cosa. Nadie justifica hoy
en día la esclavitud. Nos parece una abominación. Hay quienes piensan, quizá
con razón, que la mayor violación de los derechos humanos en la historia de la
humanidad, al menos desde que tenemos historia contada, y limitándome a
Occidente, reside en los siglos en los que justificamos y aplicamos la
esclavitud sobre parte de la población negra de África. Lo que no nos impide
que el dinero de los negreros esté en la base de tantos edificios, incluso
hospitales benéficos que llevan su nombre, y estatuas que adornan nuestras
calles[14].
Pero esta reflexión, ¿es solamente válida para los negreros de antaño?
4. Algunas reacciones desde la Iglesia
católica
Ante el tsunami de la magnitud de la pederastia en el clero
católico en todo el planeta, ha dejado a la Iglesia católica (nos ha dejado a
los católicos) en estado de shock, paralizados en un primer momento. Ya hemos
mostrado al presentar los Informes sobre la pederastia, tres de los cuatro
promovidos por la propia Iglesia católica, cómo han tratado de responder, las
diferentes iglesias involucradas, aunque de la australiana todavía sabemos muy
poco. En las páginas siguientes nos detendremos, brevemente, luego muy
incompletamente, en algunas de las respuestas que ha formulado el Vaticano, así
como las iglesias de España y Francia.
En el Vaticano: cal y arena
Marie Collins una irlandesa que formaba parte de una Comisión Pontificia para
la Protección de Menores desde que fue constituida en marzo de 2014 por el Papa
Francisco, con el objetivo de proteger
a niños, niñas, y adultos vulnerables de posibles abusos sexuales,
evitar que se repita lo sucedido en el pasado, y depurar responsabilidades por
lo ocurrido.
Collins hizo llegar una carta en febrero de 2017 al papa y al cardenal Sean
O´Malley presidente de la comisión, en la que presentaba su dimisión. En la carta
Collins afirmaba literalmente: "A pesar de que el Santo Padre aprobó todas
las recomendaciones que la comisión le hizo, ha
habido constantes contratiempos. Esto se debe a la resistencia directa
de varios miembros de la Curia vaticana al trabajo de la comisión". Y
añadía: "La falta de cooperación, sobre
todo por parte del dicasterio más implicado en el tratamiento de casos de
abusos, ha sido vergonzosa".
El cardenal O'Malley ofreció a Collins continuar trabajando en la comisión,
pero con un papel educativo en reconocimiento a su excepcional capacidad para
la enseñanza y su testimonio como
víctima de abusos sexuales por parte de sacerdotes. Ella aceptó el
ofrecimiento[15].
Nótese que en la “Carta al pueblo de Dios” de Francisco del 20 de agosto de
2018 se propugnaba la “tolerancia zero” ante los abusos sexuales que, por
cierto, no prescriben en la justicia eclesiástica.
Una carta de Ricardo
Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal Española, y arzobispo de
Valladolid (septiembre de 2018)
El 20 de septiembre de 2018, un mes después de la “Carta al
pueblo de Dios” de Francisco, el cardenal arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez,
publicada en la web de su archidiócesis un texto, titulado “Sobre la
pederastia”[16]. Ya nos
hicimos eco de este texto en el nuestro del 3 de octubre. Hoy, aquí, extraemos,
este otro párrafo:
“Ha habido pecados por parte de sacerdotes que son también
delitos; ha habido abusos sexuales, autoridad prepotente y poder abusivo sobre
las conciencias; ha habido limitaciones para percibir la gravedad de los hechos
y sus dimensiones; ha habido formas equivocadas de proceder de presbíteros y de
obispos que unas veces han sido de encubrimiento y otras de pensar que se
resolvería la situación cambiando al sacerdote de lugar o asegurándose el
silencio con dinero, sin caer en la cuenta de que así se exponían a posibles
chantajes futuros. Es necesario erradicar todos estos males”.
Comunicado de la Conferencia episcopal
española (octubre de 2018)
Blázquez es el
presidente de la Conferencia Episcopal Española, y bajo su mandato se creó una
nueva comisión sobre abusos a menores. En efecto, la Conferencia Episcopal
Española puso en marcha, en
octubre de 2018, una Comisión de trabajo sobre la actuación en delitos a
menores, en respuesta a una demanda del papa en la que convocaba a los
presidentes de las conferencias episcopales a una reunión en febrero de 2019
para tratar el tema. La Comisión tendrá, en
primera instancia, un cariz fundamentalmente jurídico (lo que ha levantado no
pocas protestas) y está compuesta por diferentes juristas.
Además, esta comisión va a actualizar
los protocolos de actuación de la Iglesia española para tratar los casos de
abusos a menores desde el punto de vista jurídico y canónico. Posteriormente,
se añade en el comunicado de CEE que “ya de manera interdisciplinar, trabajará
en la redacción de una nueva normativa de la CEE para la prevención y
protección de abusos sexuales a menores”.
En
el comunicado se puede leer una declaración de compromiso de la Iglesia
Católica de “proteger
a todos menores y adultos vulnerables (…) procurando ofrecer un ministerio
apropiado de cuidado pastoral a aquellos que han sufrido abuso; y procurando
ofrecer asistencia y apoyo pastoral, incluyendo supervisión y remisión a las
autoridades apropiadas, a cualquier miembro de la comunidad eclesiástica, que
se sabe que ha cometido un delito contra un menor, joven o adulto vulnerable”.
Por otra parte, de una
entrevista a la agencia EFE del secretario general de la Conferencia Episcopal,
José María Gil Tamayo, traslado lo que permite ver EFE en su web: “ha admitido
que durante años la Iglesia ha guardado un "silencio cómplice" ante
los casos de pederastia en el seno de esta institución, que ha enmarcado en un
contexto de "inacción de toda la sociedad española" ante estos
delitos.
"Es verdad que la
Iglesia está obligada a un testimonio más coherente que nadie, pero esto no
exime al resto de asumir su cuota de responsabilidad en esta cultura común
compartida de silencio", ha considerado Gil Tamayo en una entrevista con
Efe concedida una semana antes de concluir su mandato y tras ser nombrado
Obispo de Ávila[17]”.
Perdón: Un documento de
algunas instituciones católicas de España
Una serie de instituciones católicas[18]
publican el 17 de septiembre unas reflexiones sobre los escándalos de
pederastia en el clero bajo el título de “Perdón”[19]. Nos hemos ocupado con cierto
detalle, de este documento, en nuestro texto sobre la pederastia del 3 de
octubre de 2018. Nos limitamos aquí, en este epígrafe de las reacciones de la iglesia en España a
la pederastia en el clero, a trascribir unas líneas a modo de constatación de
la reacción. Comienza así el texto de estas instituciones católicas de España.
“Las líneas que siguen quieren ser una sincera y pública petición
de perdón que, como cristianos, presentamos a la sociedad por el monstruoso
escándalo de la pederastia clerical. Si hemos proclamado otras veces que “la
iglesia somos todos” eso no puede valer solamente a la hora de participar en
decisiones sino también a la hora de asumir responsabilidades por humillantes
que éstas sean. (….) Algo así es el sentido que quisiéramos dar a esta petición
de perdón. Porque, en verdad, nos sentimos sinceramente abrumados y sucios por
esos escándalos increíbles.
Pero toda petición de perdón es inane si no va acompañada, además
de por el dolor, por un decidido propósito de enmienda. Eso es lo que
quisiéramos ir poniendo en práctica a lo largo de estas reflexiones: ir
buscando las causas y analizar los hechos para ver si es posible que estos no
se repitan nunca más. Lo hacemos aun sabiendo que nos falta información, que
hay muchos puntos oscuros y que quizá no conocemos todos los contextos. Por eso
iremos sugiriendo también las informaciones de que disponemos y que ojalá algún
día puedan ir completándose”. Y siguen 17 páginas de reflexiones sin
desperdicio alguno.
Pero solamente algunos portales específicamente religiosos y de los
firmantes del documento, ningún otro medio de comunicación, con la única
excepción del Diario de Galicia (salvo error por mi parte), creyó de interés
hacerse eco de este documento. Y bien que han dado (lógicamente) alas a la
pederastia del clero. Algún día, alguien, profundizará en la indiferencia de no
pocos medios españoles ante la dimensión religiosa de los españoles y ante la
inquina y escarnio sectario hacia la Iglesia católica, Iglesia que nadie como
los católicos sabemos lo que tiene que cambiar.
El presidente del Órgano contra la pedofilia de los obispos franceses
(septiembre 2018)
El presidente de la Célula
(Cellule lo denominan) permanente de la lucha contra la pedofilia en Francia,
creada por la Conferencia Episcopal en 2016, el obispo Luc Crepy, fue entrevistado
en Le Monde (25/09/18). De sus declaraciones traslado aquí estas frases.
“Estoy
sorprendido, muy triste y avergonzado. No pensé que el fenómeno fuera tan
importante en la Iglesia. (….) Es una crisis histórica, muy grave y de gran
magnitud que la Iglesia debe afrontar. Un cáncer carcome la institución.
Debemos sacar las consecuencias. Probablemente surgirán nuevas historias de
nuevo. Debemos realizar una gran obra de verdad y purificación, con fuerza y
humildad.
Hemos puesto en marcha mecanismos para permitir que las víctimas hablen. Se ha creado una dirección de Internet para recoger los testimonios y los señalamientos de actos de pedofilia [parolesdevictimes@cef.fr].
También se crearon unidades locales de escucha en casi todas las diócesis, donde se realizaron casi cincuenta días de prevención en dos años, en colaboración con las autoridades públicas”.
La reacción de los
obispos de Francia (noviembre de 2018)
Los obispos de Francia, reunidos en sesión plenaria en
Lourdes, en noviembre de 2018, escucharon testimonios de víctimas de pederastia
por parte del clero francés. El 7 de noviembre de 2018 publicaron un comunicado
del que transcribimos algunos de sus párrafos:
“Los
obispos de Francia han decidido crear una comisión independiente para arrojar
luz sobre los abusos sexuales de menores en la Iglesia católica desde 1950,
para comprender las razones que han favorecido la forma como se han tratado
estos casos y para hacer recomendaciones. Esta comisión tendrá que evaluar,
también, las medidas tomadas por la Conferencia de Obispos de Francia desde los
años 2000. Se dará a conocer un informe dentro de dieciocho meses a dos años”.
En menos de una semana los obispos han nombrado a Jean-Marc
Sauvé, presidente de la Comisión quién, en una entrevista al cotidiano “La
Croix” (14/11/18) declaró que “deseaba constituir una comisión pluralista”.
Jean-Marc Sauvé es un muy reputado jurista, católico y fue, entre otros cargos,
vice - presidente del Consejo de Estado de Francia.
Por
otra parte, señalan los obispos que desean asociar a las víctimas en las
decisiones que se vayan adoptando. También trabajar con personalidades de la sociedad
civil.
Los obispos señalan que quieren realizar un “trabajo de memoria” recogiendo los relatos de las personas víctimas (que lo deseen) para entender mejor las razones que llevaron a estos actos. Publicarán regularmente un informe detallado sobre el estado de la lucha contra la pedofilia.
Los obispos también quieren acentuar el trabajo de prevención, con programas específicos. Por otra parte, los obispos desean ofrecer un gesto financiero a las víctimas.
Concluyen su comunicado, firmado por Mgr. Georges Pontier, presidente de la Conferencia de obispos de Francia, diciendo que “respecto a los sacerdotes que han cometido actos de pedofilia o sacerdotes con debilidades, los obispos desean establecer medidas específicas de recepción y acompañamiento”.
5. Mirando al futuro: algunas cuestiones cruciales, desde la
sociología
Sin
ánimo alguno de exhaustividad, por otra parte, imposible dada la cantidad de
aristas que plantea el tema, más allá del clericalismo con su deriva de
poder durante tantos siglos, más allá del eclesiocentrismo y la vieja idea de
que los trapos sucios hay que lavarlos, en silencio, en casa, cuestiones que
abordé en mi texto del 3 de octubre, quiero subrayar aquí, aun de forma esquemática, algunas de
las cuestiones que, desde ya, habría que abordar. Obviamente, todo a mi juicio.
. Habrá que dilucidar hasta donde, y en qué contextos, hay
correlación entre la pederastia y el celibato. La muy seria investigación
australiana de 2018 propugna el celibato voluntario en la iglesia católica. No
es el único. Pero, me inclino a pensar que lo esencial no está en la condición
de célibe o viviendo en pareja, sino en cómo se vive la sexualidad, tanto en el
celibato como en la pareja. También si se da en un clima de simetría o de poder
en la pareja.
. No hay que olvidar la difícil salida del estado de
cristiandad cuando el “ordo clericalis” dominaba la ética e, incluso, la
gobernanza civil. En ese marco sitúo yo los conflictos en el interior de la
Iglesia, conflictos que siempre los hubo. Ayer fue el papa Benedicto. Hoy,
Francisco. Esta cuestión se explicita en documentos panfletarios como los del
nuncio Viganò, y en algunas Webs y redes sociales muy ideologizadas, pero, solo
tangencialmente, tiene relación con la pederastia. Sin olvidar al poder de la
Curia Romana, cuestión que abordé en mi libro sobre el poder en la iglesia.
. Creo fundamental, básico, radical (ir a la raíz), tomar
conciencia de la mala relación de la iglesia y religión católicas con el sexo
y, especialmente, del sexo como placer. En este orden de cosas, la disociación
entre la cultural de libertad sexual (entre adultos) en la sociedad actual, en
contraposición al rigorismo de la iglesia, puede ser un factor explicativo,
entre otros, de la eclosión de la pederastia en el clero, durante las pasadas
décadas. Esta es una de las explicaciones que sugiere el reputado sociólogo de las religiones Jean-Louis Schlegel al preguntarse
“cómo explicar la amplitud de la pederastia en los sacerdotes en la segunda
mitad del siglo XX”. Y añade, “ante la creciente libertad sexual, la Iglesia
opone su rigurosa moralidad sexual como la única admisible según la fe y la
razón, (…) la iglesia corre el riesgo de imponer, de entrada, a sus fieles,
exigencias insostenibles, que los presionan, los hacen sentir culpables, los
obligan a mentir y engañarlos”, aunque hace décadas, me permito añadir,
prácticamente nadie hace caso a tales exigencias. ¿Quién hace caso en el mundo
occidental a Humanae Vitae?, por ejemplo.
. En un mundo muy erotizado, en el que,
desde hace muy pocos años, se rechaza todo asomo de paternalismo como de
supremacismo masculino, en el que parece apuntarse un neo-puritanismo en
determinadas relaciones, la contención de la libido parece misión imposible
para el común de los mortales. Sean hombres célibes o casados. “Cuenta la leyenda, escribe,
de nuevo, Schlegel, que San Antonio, ya retirado en el desierto en el siglo IV,
fue atormentado en la imaginación por los demonios de la lujuria. Para los
sacerdotes de hoy, los "demonios de la lujuria" están en todas
partes, en la carne y en la calle como en las imágenes virtuales de su ordenador.
Los curas están expuestos a exhibiciones de libertad de amor, vestimenta,
erotismo y las innumerables imágenes que lo transmiten”[20].
Este es un ejemplo de contextualización, que he querido citar basándome en
un sociólogo estudioso de las religiones con una gran obra a sus espaldas.
Schlegel apunta, él también, a la conveniencia de dejar el celibato como opción
voluntaria. Repito que esa es también mi opción, aunque no estoy convencido de
que, sin más, resuelva la pederastia clerical ni esté, necesariamente
relacionado con ella.
. El staff de la iglesia es masculino. Es otra obviedad. Sin
embargo, no veo suficientemente subrayado este aspecto que también creo
crucial. Lo que nos lleva a otra cuestión, absolutamente clave en la iglesia
católica: la situación de la mujer. Personalmente apoyaría la doble hipótesis
de una fuerte correlación entre la pederastia clerical (particularmente con
niños y chicos) y la situación de la mujer en la Iglesia, por un lado, y la
actitud de la iglesia (obviamente masculina, distante y temerosa) con la mujer
de carne y hueso, mujer que se presenta, muy frecuentemente como virgen, en el
santoral. Estamos aquí en un punto neurálgico del tema. Imposible soslayarlo, a
mi juicio.
. En este orden de cosas, muy recientemente, quedé
personalmente escandalizado e irritado al leer (En Religión Digital 05/11/18)
que, en el Sinodo de octubre de 2018, las seis mujeres religiosas y superioras
de sus congregaciones o de sus asociaciones, no hayan podido votar, mientras sí
lo hicieron los superiores religiosos presentes. Leo que el padre Sosa, General
de los jesuitas, o el Padre Artime, rector mayor de los salesianos (por citar
sólo dos de los líderes religiosos presentes en el Sinodo), pudieron votar y,
en cambio, las monjas no pudieron hacerlo. No he visto desmentido alguno a esta
información, y bien que me hubiera gustado encontrarlo y subrayarlo.
. Hemos transitado, al menos en el occidente opulento, de una familia
patriarcal, centrada en el padre a otra en la que el niño es el rey de la
familia, destronando completamente al rey de otrora, al padre. Y el rey es
inviolable. Sagrado dirán algunos. De ahí, la lectura que cabe hacer, en la era
secular, del comportamiento del clérigo, “padre espiritual”, que abusó del niño
en la era de la cristiandad, con una Iglesia que pretendía imponer la moral a
la sociedad. Un amigo sacerdote que ha leído mis anteriores textos sobre la
pederastia me envía esta reflexión: “¿Has oído hablar de algún pederasta que es
cristiano...? Pero sí se enfatiza "el pederasta es cura". Creo
que tiene razón. Es el rey destronado y vilipendiado, quizá más por ser cura
que pederasta.
. Creo que habría que analizar con más detenimiento el tema
del encubrimiento. No hay duda de que ha habido encubrimiento culpable en la
Iglesia, incluso realizado de buena fe, con consecuencias terribles para los
niños. Hace décadas, se
condenaba la difamación o revelación de cosas negativas y no solamente ante la
pederastia del clero. Pienso también, que, hoy en día, apenas sabemos nada de
la pederastia en el seno de las familias. Dicho sea, ruego se me entienda bien,
sin pretender aplicar el ventilador. Digo solamente que el tema del
encubrimiento exige profundización.
. Pues, afirmar, como parece cierto, que los casos de
pederastia se dan, prioritariamente, en el seno de los entornos más próximos,
como la familia, (en lo que parece haber acuerdo entre los especialistas de los
abusos sexuales en los niños y menores, aunque no he abordado ahora este tema
que me parece, aunque también importante, secundario) no debe servir de excusa
para abordar, con rigor y vigor, la pederastia en el clero, que es de lo que
trato en estas páginas.
. Yo también sostengo, como dice
el documento “Perdón” de algunas instituciones españolas de iglesia, que la llamada “tolerancia zero” vale sólo
frente a los delitos y contra la posibilidad de que estos prescriban, no ante
las personas en las que siempre queda alguna posibilidad de redención (“reeducación
y reinserción social”, se dice en la Constitución española, art. 25b, artículo,
hoy, de capa caída) que hemos de procurar implementar. El principio de “odiar
al pecado, pero amar al pecador” no ha perdido vigencia. Y, junto a la
resiliencia de las víctimas queremos pensar también en la reconstrucción de los
verdugos.
Recuérdese que el comunicado de los obispos de Francia, arriba mentado, concluye diciendo que “respecto a los sacerdotes que han cometido actos de pedofilia o sacerdotes con debilidades, los obispos desean establecer medidas específicas de recepción y acompañamiento”.
Hay que pensar, también, en qué salida proporcionar a los sacerdotes que han cometido actos pederastas, con todas las precauciones necesarias y cumplidas las sanciones oportunas.
. Soy plenamente consciente de que quedan muchas cuestiones
por abordar. Por ejemplo, las consecuencias para la Iglesia Católica de que
haya salido a la luz pública la magnitud y extensión de los abusos sexuales del
clero. Lo que, de entrada, servirá, si se toma buena nota y se cambia, para
purificar la Iglesia. Limitándome a lo sociológico, (no tan reñido con lo
teológico y con lo moral), habrá consecuencias dentro de la propia Iglesia, en
su organización interna y, quiero creer que, en su lectura del sexo, de las
relaciones sexuales. Y consecuencias para su labor pastoral que, a fin de
cuentas, es la razón de ser de la iglesia: mostrar al Dios de Jesus de Nazaret
al mundo de hoy, un mundo poblado por tantos dioses seculares.
. Quiero reiterar lo que considero más importante y urgente
en este momento: resarcir hasta donde sea posible el daño causado a niños y
menores (niños y menores cuando fueron abusados), desvelar el manto de silencio
de sus abusadores que deben recibir la sanción correspondiente, y hacer lo
necesario para que tales situaciones no se repitan. Lo que exige,
perentoriamente, conocer cómo, en razón a qué contextos, actitudes,
organización interna de la Iglesia, etc., etc., tal plaga ha podido anidar y
desarrollarse en la Iglesia católica. Aquí tampoco hay atajos: a Dios rogando y
con el mazo dando.
. Las consecuencias de este estado de cosas para la Iglesia
dependerán, principalmente, de cómo se afronte el problema. En un primer
momento, en el que estamos, además de lo que señalo arriba como lo más urgente
y lo más necesario, precisamos saber la magnitud, dimensiones y detalles de lo
sucedido en toda la Iglesia. Es el “ver” del viejo esquema “ver, juzgar actuar”,
lo señalo, aunque consciente de sus limitaciones. La política del avestruz, la
de no querer saber lo que ha sucedido, lo que está sucediendo, mirando a otro
lado, solamente servirá para que el shock y la credibilidad de la iglesia se
hundan aún más. Inmediatamente después hay que preguntarse “cómo hemos podido
llegar a esto”. En mi texto del 3 de octubre me detengo algo en estas
cuestiones. Avanzando un poco más, solo un poco, pues las comisiones puestas en
marcha en varios países lo harán con más profundidad y autoridad que yo, subrayaría
aquí estas notas:
-
Subrayar la imprescindible necesidad de crear
comisiones independientes que ayuden a ver cómo ha pasado lo que está pasando.
-
Sugiero también estudios en profundidad en
colectivos reducidos de sacerdotes para analizar la dimensión sexual de sus
vidas. No haría falta añadir (pero hay que hacerlo dado el morbo reinante, y
más) que, si se quiere que este trabajo tenga validez científica, el anonimato
de los sacerdotes implicados en la investigación y de sus respuestas debe ser
absolutamente garantizado.
-
Siendo evidente la necesidad de consultar a las
víctimas, una actitud de búsqueda de la verdad exige llamar, también, a
expertos independientes en ciencias humanas: psicólogos, psiquiatras,
sexólogos, antropólogos, neurobiólogos, sociólogos etc., etc.
-
Como ha hecho ya la iglesia de Francia y un
periódico, no precisamente complaciente con la Iglesia, en España, creo que la
Conferencia Episcopal española y quizá, también, los diferentes obispados,
debieran crear unos, al modo de buzones, en los que las posibles víctimas, o
quienes tuvieran conocimiento de abusos sexuales, pudieran dejar constancia de
las mismas.
-
Creo importante que haya juristas. Pues la
pederastia tiene también una dimensión penal que debe ser respetada y abordada
en su propio campo y especificidad.
-
Creo de justicia una actitud de ayuda y respeto
al clero, cuyo papel, entrega y honorabilidad es puesto en duda, en la actualidad,
por no poca gente.
-
Creo que la jerarquía de la iglesia debe
mantener una actitud de serenidad, ponderación y determinación.
Durante unos años la iglesia habrá de soportar y superar ser
objeto de crítica, a menudo feroz y en algunos casos injusta. Convendría recordar
que fue prepotente durante siglos y la historia no se borra en una o dos
generaciones. Amén de que lo que estamos sabiendo de la magnitud de la
pederastia es terrorífico. Aunque la tentación de decir que la pederastia no es
privativa de la iglesia y que en otros ámbitos también se dan, al menos con
tanta profusión como en el estamento clerical (cuestión que habrá que elucidar
por personal competente e independiente), creo que esa tentación debe dejarse a
un lado. Cada palo debe aguantar su vela. Y la de la Iglesia católica es, en la
actualidad, la de la pederastia de parte de su clero. Y a abordar y superar esa
cuestión deben de ir todos los esfuerzos.
Si así se hace, además de dar respuesta a un lacerante
problema interno, la iglesia habrá mostrado a la sociedad un camino para abordar
el tema de la pederastia en otros ámbitos diferentes al suyo. Con lo que puede,
incluso, salir fortalecida. Pero sin sacar pecho.
Donostia San Sebastián 17 de noviembre de 2018
Javier Elzo
Este texto, sin las notas a pie de página, ha sido publicado
en Religión Digital. Este es el enlace.
[2] Puede
consultarse en este enlace: https://javierelzo.blogspot.com/2018/10/para-una-sociologia-de-la-pederastia-en.html.
Quizá más cómodo, entrando en Google, escribir Javier Elzo blog.
[3] Esta es
la referencia que ofrece del studio: Sipe, A.W.Richard. Celibacy in Crisis: A
Secret World Revisited. Routledge, 2003. Cabe citar otro trabajo,
donde también participa Sipe, también publicado en EE.UU, cuya segunda edición
es de 2006, pero hay otras, incluso en 2016, titulado “Sex, Priests, and Secret
Codes: The Catholic Church's 2,000 Year Paper Trail of Sexual Abuse “,
cuyo contenido no he llegado a consultar. Sus autores son Thomas
P. Doyle , A.W.
Richard Sipe y Patrick
J. Wall. El editor (en la edición de 2016) es Crux
Publishing.
[5] Trabajo básicamente con informaciones de Andrea
Tornielli en Vatican Insider y de la propia Sala de Prensa del Vaticano que he
consultado en la Web Loiola XXI. Estos son los enlaces: https://loiolaxxi.wordpress.com/2018/08/20/reflexion-de-andrea-tornielli-de-vatican-insider-sobre-el-informe-de-pensilvania/,
[6] Me baso
para escribir estas líneas en la información suministrada por el cotidiano
católico “La Croix” el 26 de septiembre de 2018
[7] Alfred Grosser “Les identités difficiles”. Presses de
Sciences Po. Paris, 2007, 2ª edición, pag. 127
[8] Charles Taylor, “Les
livres qui rendent libres. Les avenues de la foi”. Entretiens avec Jonathan Guilbault. Bayard 2016. Pag.
151-152
[9] Se
publicó en Religión Digital el 3 de noviembre de 2018, con otro titular.
[10] Quentin Skinner: “La vérité et l´historien ”. Editions de l´École des hautes études en
Sciences Sociales. Paris 2012.
[11] Está editado en castellano. “Una semana de
vacaciones”. Anagrama 2014, 104 páginas. La editorial española presenta así la
obra: “La autora ha escrito esta breve novela (…) buscando la precisión,
captando el instante. (…) Provoca el sobrecogimiento a través del cual
reconocemos uno de los poderes de la literatura: conferir a las palabras todo
su poder explicativo y figurativo. Es como si Angot levantara ese velo no para
asustarnos, sino a fin de que veamos y comprendamos”. Comprendamos qué, me
permito preguntar. ¿100 páginas de detalles nauseabundos de la pederastia de un
padre copulando con su hija menor de edad? Y un crítico, que cita Anagrama,
escribe que es “lo mejor que ha escrito Angot hasta esa fecha”. Esto se publicó
anteayer. Sin escandalo ni crítica alguna. ¿En nombre de la libertad de
expresión?
[12] De los 60 firmantes señalo aquí estos
nombres, por ser, quizá, más conocidos en España: Louis Aragon, Roland
Barthes, Simone de Beauvoir, Patrice Chéreau, Gilles et Fanny Deleuze,
Jean-Pierre Faye, André Glucksmann, Guy Hocquenghem, docteur Bernard Kouchner,
Jack Lang, Jean-François Lyotard, Jean-Paul Sartre y Philippe Sollers.
[13] Lo
publicó Le Monde, como remitido, el 26 de enero de 1977
[14] En mi archivo personal he encontrado una noticia de
cómo el 4 de marzo de 2018, el ayuntamiento de Barcelona retiró una estatua del
Marqués de Comillas que se exhibía desde 1884, un año después de su muerte, en
la parte baja de via Laietana. El finado, entre otras cosas, fue también
negrero. Pero la sociedad ha necesitado 134 años para, tomando conciencia de la
ignominia de la esclavitud, modificar su percepción de las cosas (mostrando así
la positiva progresión de la ética, en determinados aspectos) y eliminar de la
calle, una estatua indignante para nuestra actual conciencia. http://diario16.com/la-estatua-del-negrero/
[15] Información recogida de https://www.elmundo.es/sociedad/2017/03/01/58b709f6468aeb8f658b4683.html
[17] No he
encontrado la entrevista completa. Lo que reproduzco en el texto es parte de lo
que he encontrado en la web de EFE que fue la agencia que le entrevistó, el 14
de noviembre de 2018. El acceso debe ser de pago. https://www.efe.com/efe/espana/sociedad/gil-tamayo-reconoce-silencio-complice-de-la-iglesia-y-sociedad-ante-pederastia/10004-3812514
[18] Salvo error por mi parte, estos son los organismos
que firmaron el documento: Asociación de teólogos Juan XXIII (Madrid), Centro
Loyola (Alicante), Comunidades Vida Cristiana (CVX, España), Cristianismo y
justicia (Barcelona), Comunidades cristianas de base de Navarra, El Ciervo
(revista. Barcelona), Encrucillada (revista. Galicia), H.O.A.C. (España), Pax
Romana de Euskadi (Barandiaran Kristau Elkartea), Pax Romana, grupo Solasbide
(Navarra), Religión Digital (Madrid), MOCEOP (Movimiento Pro Celibato
Opcional).
[19] http://www.periodistadigital.com/religion/opinion/2018/09/17/perdon-el-dolor-de-las-victimas-y-sus-familias-es-tambien-nuestro-dolor-reflexion-instituciones-catolicas-religion-digital-iglesia-espana-pederastia.shtml
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