Impresiones de seis días en EEUU (1)
El sábado 23 de Marzo a la noche llegamos
a Nueva York. Koruko tiene una amiga americana, Bestsy, desde sus tiempos de
estudiante y mantienen el contacto. A veces Besty sola o con su familia vienen
a vernos. A veces Koruko, sola y conmigo, volamos a EEUU. Estaremos seis días
en EEUU, cuatro en NY y dos en Providence donde reside Betsy con su marido Adam
y el más joven de sus tres hijos, Jeremy. El sábado siguiente, día 30 nos embarcamos
en el crucero Cunard para una travesía del Atlántico de ocho días hasta
desembarcar en Southampton el domingo 7 de abril a las 7,30 de la mañana,
camino de Standted y de allí, vuelo en Easy Jet, a Bilbao.
En una serie de cinco entradas voy a
relatar algunas de mis experiencias, sensaciones y reflexiones que me ha
suscitado la estancia en EEUU, dejando para otras entradas las impresiones de
mi semana en alta mar.
En esta serie me detendré en los
siguientes aspectos:
-
Nueva York: Harlem y Time
Square .
-
Nueva York:
Musical, St. Patrick y el MET
-
Nueva York :
Sur de Manhattan) y Rhode Island
-
Universidad de
Yale: “always student”
-
Conversaciones
sobre la filiación de parejas del mismo sexo y más cosas
Un apunte sobre la redacción de estas líneas.
(El primer apartado está redactado
en NY y su primera redacción subida al blog desde NY, que ahora actualizo. Los
demás textos han sido escritos en el tren de vuelta de Providence a N.Y y,
sobretodo en el crucero. En la biblioteca o en un espacio aislado de la sala de
juegos, por la mañana, cuando la gente duerme. En ambos lugares gozando de un
silencio maravilloso, en una cómoda butaca y una mesa “ad hoc” para la
escritura, contemplando desde la ventana, a mi izquierda, romperse las olas a
mis pies al avanzar el buque. Una delicia. Un lujo. Quizás el mayor placer de
este viaje junto a la comida y, sobretodo, los vinos (free tax, luego a precios
abordables) que nos han servido con una atención exquisita. Nunca he comido y
bebido tantos días seguidos tan bien como esta semana. Volvería a este buque
para escribir. Además como mi teléfono debe ser antediluviano, nada más dejar
el aeropuerto JFK y ponerlo en marcha en el taxi que nos llevó al Hotel (de 58
$ con autoservicio decidido por el chofer, se puso en 70, ¡la primera en la
frente!) mi teléfono me indicaba que estaba fuera de cobertura. Koruko me
explicó que mi teléfono no tenía no sé qué. Desde que allá por el año 85 u 86
hicimos un viaje a la Rumania
de Cheachescu, es la segunda vez que me veo incomunicado: entonces por razones
ideológicas, ahora, iba a decir que tecnológicas, cuando en realidad son
razones financieras, económicas o dinerarias, como se le quiera llamar. Nunca
he percibido, vivido, sentido, palpado como en este viaje que nada es tan
importante como el dinero, que todo es dinero, que Mamon es el Dios de este
país. Incluso en las conversaciones de la gente, el tema del dinero sale por
las orejas. Pero veamos el lado positivo. Desde que tengo uso de la razón es la
primera vez en mi vida que nadie me ha llamado por teléfono y no he hablado por
teléfono con nadie. Me he comunicado, lentamente, luego mal, por Internet).
Harlem y Times Square
La primera mañana, el domingo 24, en un tour organizado, visitamos
Harlem y asistimos a una ceremonia Gospel en una Iglesia Baptista. Harlem me
pareció más “aburguesado” que hace 25 años. No apercibí ningún síntoma visible
de pobreza severa. Era domingo por la mañana y había poca gente en la calle.
Divisé muchas tiendas de comidas y mucho restaurante, lo que será una nota del
NY que he visitado en poco menos de cuatro días. En Harlem, como más adelante,
en Rodhe Island, donde vive Betsy, constaté la multiplicidad de templos de
confesiones religiosas diversas, la inmensa protestantes. En la ceremonia en la Iglesia Baptista
éramos más los turistas que los lugareños, aunque el guía insistió (lo que
parecía cierto) que la ceremonia correspondía realmente a una función religiosa
(nos dieron los ramos, pues era Domingo de Ramos) y no era un show para
turistas. De hecho los cantantes del coro no eran profesionales.
Times Square, que visitamos a media tarde (estaba a dos pasos
andando del “Time Hotel” donde nos alojamos, señalado como 4 estrellas pero que
no llegaba a un tres estrellas bajo) me pareció algo horroroso. Todo es
bullicio, la gente subida a unas gradas para que les fotografiaran con la
figura de personas del mundo del espectáculo, tiendas de chucherías, de
bebidas, de bocatas de todo tipo, tiendas de ropas, ropitas y de grandes marcas,
grandes anuncios iluminados, gente, gente, gente…no era mi mundo. Me sentí
completamente extraño. Nada de lo que allí pasaba me interesaba, más allá de mi
atención de sociólogo. Después he pasado, camino del hotel, varias veces por
Times Square, habiendo guardado la misma impresión.
Entramos en Macy´s, en 34 st . No aguantamos quince minutos. Nada está
indicado. Hay que preguntar para llegar a donde se quiere ir. Todo es viejo,
desvencijado. Dos de las escaleras mecánicas que utilizamos, no funcionaban. Y
ropa, y más ropa, y más ropa.
No encontré en todo el día una sola librería. Apenas unos kioscos
con bebidas, bocatas y, en algunos, dos o tres periódicos. Después supe que
había que entrar en los “super” para encontrar revistas. Entré en uno de ellos.
Comprobé que la inmensa mayoría de las revistas eran de cotilleo. Entiendo que
Newsweek haya cerrado. Aquí no hay prensa, ni libros, en la calle. Paseando por
la 5ª Avenida anoté una gran librería: Barnes. Tampoco encontré una sola tienda
para comprar CD´s, DVD´s de música clásica, salvo en el MET. Pero de eso
hablaré en otro momento. Tampoco en Rodhe Island donde hicimos el jueves 28 una
preciosa excursión con Betsy encontré librería alguna salvo en la capital,
Providence, y gracias a su Universidad.
Ropas, comida, tiendas, templos, museos (pero los famosos, como el
MOMA, son imposibles de visitar, cola de 90 minutos, como poco), gente, mucha
gente (la mayoría amable cuando se les aborda) pero no hay libros, no hay
prensa, salvo la propia. Ni soñar de encontrar un periódico español o francés.
Preguntamos en un kiosco y, muy amablemente, nos dieron una sola dirección.
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