viernes, 20 de diciembre de 2019

“Capacidad de decidir, obligación de pactar”




“Capacidad de decidir, obligación de pactar”


Parece claro que el Informe para renovar o actualizar el Pacto Estatutario topa básicamente en el tema del derecho a decidir, que en una formula, que yo entiendo correcta, solamente la sostienen el PNV y Elkarrekin Podemos. Según leo en “El Correo” (01/12/19)” la formula del PNV tras apelar a la manifestación institucional de los Derechos Históricos, afirma que “se exterioriza a través del derecho a decidir de su ciudadanía libre y democráticamente expresado, siendo su ejercicio pactado con el Estado”.  La redacción de Elkarrekin Podemos es similar al abogar por “el derecho de su ciudadanía a expresar su voluntad libre y democráticamente, siendo su ejercicio legal y pactado con el Estado”. Manifiesto mi acuerdo con estas fórmulas, con un inciso que considero clave, “pactado con el Estado”.

No me resulta en nada extraño que tanto el PP, como Ciudadanos, y lo hubiera dicho con más ahínco aún VOX, en el ámbito de las derechas, como EH Bildu en la izquierda extrema, rechacen el Informe. Pues estas formaciones, más allá de su diferente apuesta en lo social convergen en su concepción político territorial: son soberanistas puros. Digo puros pues en nada aceptan la fórmula que, a veces, los soberanistas españoles han esgrimido para solventar la cuestión de Gibraltar: la soberanía compartida.

Jaime Ignacio del Burgo, ponente del PP, en la Comisión, en una entrevista a “El Correo” (06/12/19) arguye que “No se puede pretender, sin modificar previamente la Constitución, que el País Vasco establezca una relación confederal 'con' España. (…) que tres territorios de una nación inexistente como es Euskal Herria deciden erigirse en Estado soberano para eliminar toda huella de pertenencia a la nación española …”. Pero no es eso lo que presentó el experto del PNV y el de Podemos sino el derecho a decidir con la transcendental condicional de “pactado con el Estado”.

En unas declaraciones recogidas en El Correo (25/08/19) con motivo del 40 aniversario del Estatuto de Gernika, Otegi, afirmaba que “para nosotros, hablar de autogobierno o de soberanía es hablar de dónde, quién y qué se decide. Y EH Bildu quiere que sean los ciudadanos y ciudadanas en Euskal Herria quienes lo decidan todo. Desde las pensiones a la independencia”. ¡Pues no! Eso es imposible. No vivimos en una isla, apartados del mundo. Somos interdependientes. El derecho a decidir exige una limitación clave: derecho a decidir ¿qué? Ni España, ni Francia, ni EE. UU, ni China tienen capacidad de decidir todo por mucho derecho a decidir que reclamen. Aunque ciertamente unos tienen más derecho a decidir que otros, pero siempre sobre según qué cosas.

Más sensata (y hasta arriesgada, conociendo cómo se conforma el Tribunal Constitucional) me parece la postura de Iñigo Urrutia, experto de EHBildu quien se inclina por “un nuevo órgano de relación que blindaría las competencias vascas y que obligaría a dirimir los conflictos competenciales en una ´sala paritaria´ que se debería crear en el Tribunal Constitucional” (El Correo 02/12/19). Aboga, en suma, por una España Confederal, que yo no rechazaría de entrada. Es una opción defendible.

En fin, en el PSOE, vuelvo a encontrar su eterna indefinición al final del recorrido, cada vez que se aborda este tema: “sí, pero no”. Hoy diríamos que, algunos, apuestan por la España Federal, pero en el marco de la Constitución, mientras que otros no ven esa posibilidad por ningún lado en la actual Constitución, que tampoco quieren modificar, arguyendo últimamente, para enfrentarse unidos a VOX. El experto del PSOE en la ponencia, Basaguren, no oculta su rechazo al derecho a decidir. Propone que no se incluya esa cuestión y rechaza los textos de sus dos compañeros de mesa (PNV y Elkarrekin Podemos). Lo hace con argumentos contundentes, añade “El Correo (01/12/19). “El llamado derecho a decidir, en primer lugar, no es un derecho». Y no lo es, porque «ningún texto jurídico, ni constitucional ni internacional, reconoce tal derecho como 'derecho'”. Es cierto. Recuerdo haber leído a juristas nacionalistas apelar por el “derecho de los pueblos” en vez del “derecho a decidir” que parece no estar recogido en textos internacionales.
Pero yo soy sociólogo, no jurista, aunque tengo un enorme respeto a la imprescindible labor de los juristas, pero, a menudo, se pierden, como los exégetas bíblicos o los expertos en el Talmud hebreo, es disquisiciones semánticas…sin llegar a ponerse de acuerdo, y dejando el problema tal y como estaba antes de iniciarlo.
No veo ninguna salida a la cuestión por parte del PP, Ciudadanos y VOX.
Son partidos anclados en el viejo soberanismo, aunque ya inexistente. Diría lo mismo de EH Bildu, si no fuera por la salida que veo en el experto Urrutia. Pero ¿le sigue la cúpula de su formación? Lo mismo diría del PSOE-PSE, al menos a tenor de su experto (ante cuya honradez y altura intelectual me inclino) pero desde la autonomía asimétrica de Maragall a la España Federal, por la que, según el día que tenga o le aconsejen sus “gurus”, aboga Sánchez, me abre una espita a la esperanza. Claro que Elkarrekin Podemos no debe cambiar, y es preciso que el PNV imperante en Bizkaia se imponga al de Gipuzkoa. Todo está inventado: “capacidad de decidir, obligación de pactar”.


Donostia 6 de diciembre de 2019
Javier Elzo
Catedrático Emérito de Sociología. Universidad de Deusto

Publicado en “El Correo” el 16 de diciembre de 2019 eliminando los detalles de la citas de “El Correo” (Cuando mucho, cuando poco)

Conversando con Norbert Bilbeny sobre el Procés






Javier Elzo y Norbert Bilbeny conversan sobre la sentencia del Proceso
10 DE DICIEMBRE 2019
Javier Elzo: "La convivencia queda deteriorada entre catalanes. Sin duda, aumentará la polarización ".
Norbert Bilbeny: "Me preocupa que quede dañado el sentido de tolerancia. También el pluralismo y la noción de democracia ".


Javier Elzo  (Beasain, Guipúzcoa, 1942), sociólogo, catedrático emérito de Sociología de la Universidad de Deusto e investigador social. Fue director del Equipo de Estudio de los Valores de la Universidad de Deusto, en Bilbao, y también fue el primer investigador español del European Values Study (2000-2008). Por sus publicaciones sobre la juventud vasca cercana a ETA tuvo que vivir con protección durante diez años.
Norbert Bilbeny (Barcelona, 1953) es catedrático de ética en la Universidad de Barcelona, donde imparte clases. En febrero de 2017 fue nombrado Presidente de la recién creada comisión ética de la misma universidad. Ha escrito decenas de libros, los últimos de los cuales son 'La vida avanza en espiral. Conversaciones sobre ética con mi nieto '(Ariel, 2016) y' Filosofía para salir de casa '(Columna, 2.019).
El pasado 14 de octubre el Tribunal Supremo dictó la sentencia en relación a los hechos de octubre de 2017 -el referéndum del 1-O y la posterior declaración de independencia del 27-O, con peñas de hasta 99 años por el conjunto de los imputados. ¿Qué consecuencias tiene, a nivel de valores, la sentencia del Proceso dictada por el Tribunal Supremo este octubre? Qué activará y cuáles mitigará, de ahora en adelante? Qué ocasionará en relación a la convivencia ciudadana en Cataluña?
Creen que el Tribunal Supremo ha sido excesivamente duro e incluso injusto, al dictar la sentencia? O, por el contrario, creen que el independentismo no calibró que suponía, a nivel de consecuencias legales, sacar adelante la celebración del referéndum?
JAVIER ELZO -La respuesta a su pregunta son ambas cosas. Es decir, por un lado la sentencia me parece extremadamente dura y por otro lado parece claro que el independentismo no pensaba que pudiera "caer" lo que le ha caído. Respecto al primer punto, aunque no soy jurista -soy sociólogo- debo decir que nosotros, desde el País Vasco, hemos vivido situaciones de violencia infinitamente más graves que las que se vivieron en Cataluña hace dos años. Y no me refiero a la violencia de ETA, eh? Me estoy refiriendo a las violencias de las manifestaciones: recuerdo estar detrás de una pancarta, muchas veces de Gesto por la Paz, y tener ante nosotros, a diez metros, jóvenes del mundo de Batasuna y del movimiento cercano a ETA gritarnos: " ETA, mátalos "," mañana este y pasado serás tú ". Y esto no tiene nada que ver con lo que pasó ante la Consejería de Economía el 20-S. Y no digamos el 1 de octubre, cuando la violencia fue básicamente ejercida por parte de las fuerzas de seguridad. Las manifestaciones a que hacía referencia tenían lugar en el País Vasco a finales de los años 90. Entonces, donde era la justicia? Y la Fiscalía? En ninguna parte. Incluso la policía ... era una policía notarial! Tomaba acta de lo que pasaba: "Unos jóvenes nos están amenazando llamando ETA mátalos '". Cada fin de semana, en los años más duros de ETA, había unas manifestaciones públicas donde se proferían todo tipo de gritos amenazadores, donde se decía "ETA, el pueblo está contigo", donde se hacían gritos a su favor, manifestaciones ilegales ... sin que en ese momento la Fiscalía ni la magistratura dijeran nada. Hubo que ETA asesinara Gregorio Ordóñez, concejal del PP en el Ayuntamiento de San Sebastián, para que la justicia se pusiera las pilas. En un estudio que dirigí por encargo de la Consejería de Interior del Gobierno Vasco presidido por Juan María Atutxa sobre la subcultura de la violencia en la juventud vasca manifestábamos nuestra sorpresa por la impunidad con la que los violentos se estaban moviendo por la sociedad vasca. Aquello me supuso tener que vivir con protección, pero también me provocó muchas críticas desde el mundo de la justicia. Recuerdo como Juan Mari Bandrés me llamó y me dijo: "Oye, dame el texto este que has hecho para que me lo piden desde el Tribunal Supremo". En ese texto nos preguntábamos dónde estaba el mundo de los fiscales. Y ahora, cuando veo lo que he vivido en carne propia y que la sentencia del Proceso se basa prácticamente en lo que pasó el 20 de septiembre y el 1 de octubre ... No lo entiendo. Lo que pasó en Cataluña entonces me parece agua bendita, una pelea de patio de colegio, en relación con lo que pasaba en nuestro país. Entonces, ¿qué ha cambiado? Pues ha cambiado la justicia, claramente.
NORBERT BILBENY -Tengo los 500 folios de la sentencia en mi escritorio para leerla con las gafas de profesor de ética y como persona que escribe sobre estos asuntos. Por lo que sé en relación al texto de la sentencia creo que en algunos puntos, muy probablemente puntos esenciales, no hay una equiparación, una proporcionalidad entre la descripción de los hechos y su calificación para, a partir de ello, establecer las condenas oportunas . Este es un primer aspecto interesante. He hecho una lectura transversal y creo ver muchos adjetivos, muchos adverbios; es decir, elementos de valoración que no sé si proceden masa, en una calificación de hechos. No soy jurista, pero tengo la sensación de que podría haber sido más rigurosa en cuanto a su construcción jurídica. En relación a lo que significa e implica ... no la veo demasiado justa. No me atrevo a decir que sea injusta porque estoy seguro de que está hecha de acuerdo con la ley; me parece que los magistrados que lo han redactado son personas solventes, el juicio ha procedido de forma bastante rigurosa y transparente -con algunos flecos discutibles, eso sí- pero la sentencia me ha decepcionado porque pensaba que sería más leve. Me parece que es desproporcionada. Está claro que el haber vulnerado la ley -en este caso el Estatuto y la Constitución- no puede quedar impune; sería un muy mal precedente. Y que, por tanto, hay que aplicar la ley. Pero creo que el tribunal se ha excedido con tantos años de presidio. Es cierto que ha evitado la calificación de "rebelión" y que la sentencia deja la situación de los presos como favorable a que se puedan establecer algunas redenciones, permisos ... pero con todo opino que, una vez más, la justicia y la ley pueden oponerse.
Muchos colectivos denuncian que la sentencia recorta derechos como la libertad de expresión o de manifestación. Están de acuerdo?
JE -Bueno, esta pregunta es muy jurídica. Y yo no me atrevo a hablar de ello demasiado. Me he carteado con amigos catalanes que me dicen que la sentencia está muy bien trabada pero que, como decía en Norbert, apuntan que se habla mucho de opiniones y menos de hechos. Que hay muchos adverbios, exactamente. Hay muchos juristas, como Joaquim Bosch, portavoz territorial de Jueces para la Democracia, que dicen que supone un giro jurisprudencial que puede implicar que acciones de resistencia pacífica como las que juzga el tribunal -pero también contra un desahucio- tengan la misma consideración que en esta misma resolución. Y añade que equiparar la violencia activa con la resistencia pacífica acaba provocando que conductas que están amparadas por el derecho a reunión y manifestación pueden acabar siendo condenadas con penas de quince años de prisión. No soy quién para decirlo pero parece que hay homicidios que acaban con condenas similares a las que han sufrido los que llamo -y soy responsable de mis palabras- presos políticos. Esto evidentemente me preocupa; me preocupa y mucho. Por lo tanto sí que puede haber un problema de libertad de expresión, cuestión extremadamente importante. Yo recomiendo -porque esto no sólo pasa en España- un librito que acaba de sacar un famoso jurista francés, François Sureau, que se titulaSans la liberté , donde habla de los riesgos de la pérdida de libertad en la sociedad contemporánea . La occidental, quiero decir. Él se refiere concretamente a Francia. Pero yo le hablo de España y de Cataluña.
NB -Sí, yo creo que puede existir, esta posibilidad. Por lo que he leído del texto y por lo que he visto que llaman comentaristas y analistas hay algunas grietas, algunas brechas, por las que a partir de ahora, sirviéndose de esta sentencia del Supremo, se podría limitar los derechos de expresión, de reunión y manifestación. Una consideración de "tumulto" para determinadas concentraciones que han supuesto la consideración de hecho delictivo tan grave ... es discutible. Desde hoy, que será un tumulto? Yo mismo, que no soy independentista, aquel 20-S -cuando la radio notificaba la entrada de la Guardia Civil en ese departamento del Gobierno de la Generalitat y la gente empezaba a acudir- me acerqué, porque el edificio queda muy cerca de la facultad donde hago clases; está a unos escasos 200 metros. Como ciudadano y como espectador. Estuve veinte minutos por la mañana, después fui a dar clase y luego hacia las seis volví, para ver qué se cocía. Había una gran concentración. Por lo tanto, sin hacer ningún grito y sin llevar ninguna bandera porque no soy independentista -y no en presumeixo-, yo participé en ese "tumulto", ¿verdad? Ahora tendría que autoinculparse? Esto del "tumulto" me da un poco de aprensión.
¿Qué consecuencias puede tener a nivel social haber dictado esta sentencia? Pasado el shock inicial, puede ayudar a abrir una nueva etapa, cuando los presos salgan a la calle o creen que servirá para violentar aún más el país y su pluralidad interna? ¿Qué valores quedarán alterados en Cataluña a raíz de esta sentencia?
JE - He leído en varios sitios que es un punto y aparte, pero lo será desde un punto de vista estrictamente judicial. Como ha dicho el presidente del TSJC del País Vasco, esta sentencia sólo es la verdad judicial. Una verdad judicial, que no tiene porque ser la verdad. Por lo tanto las consecuencias desde un punto de vista judicial pueden estar más o menos claras a no ser que el Tribunal Constitucional y las instancias europeas lo subsane. Pero vaya, "largo me lo fiáis", eh?
En relación a las consecuencias sociales, pienso que después de la sentencia del Supremo la convivencia queda deteriorada en el interior de Cataluña, entre catalanes. Se han dicho cosas muy fuertes. Ha habido incitaciones al odio que prefiero no recordar. Y, a más corto plazo, sólo hay que ver los incidentes que hubo en las calles la semana pasada en Cataluña; hay una gran polarización. Por un lado hay una serie de colectivos que detrás de la sentencia han visto una autojustificación para utilizar la violencia y hay otros que estiman que la sentencia ha sido benévola; vemos las dos cosas. Cuando vemos cómo ha quemado la plaza de Urquinaona ... quién está detrás de esto? Hay algunos independentistas que hasta ahora eran pacíficos pero que al ver que pacíficamente no lo han conseguido ... se apuntan a la violencia; esto, en mi opinión no los justifica, aunque ayuda a comprenderlos. Espero que se entienda que comprender un hecho social no significa justificarlo, aunque hay muchas personas que a esta distinción la tachan de meliflua, inconsistente o equidistante.
Por otra parte, también hay una serie de colectivos a nivel de Europa que se apuntan a un bombardeo. Hay una pregunta importante a hacerse: ¿por qué hay tantas manifestaciones que terminan con violencia? Lo hemos visto en Francia con los Chalecos Amarillas y estos últimos días en Hong Kong, en Santiago de Chile, en Ecuador ... y el País Vasco, hace dos días, después de una manifestación de Vox. Tampoco debemos olvidar que hay personas, colectivos, medios de comunicación que están diciendo que la sentencia ha sido leve y que debería haber sido más dura. Hay una parte de gente que creemos que deberíamos entrar en una lógica de encontrarnos, de encuentros para dialogar, procedimientos de encuentro ... y resulta que hay editoriales de periódicos que hablan de ello como "de una trampa ". Simplemente apuestan por aplicar la ley.
NB -Esto, precisamente, es lo que a mí más me preocupa, estos aspectos de moral y de ética, de reflexión sobre nuestra conducta cívica. Me preocupa que quede dañado el sentido de tolerancia hacia el que no piensa como nosotros. También el pluralismo, no sólo el político sino el moral, es decir, que haya diferentes creencias y costumbres, en una misma sociedad. También la propia noción de democracia, como regla de decisión de la mayoría ... pero que a la vez tiene que respetar su minoría; este doble juego no sé si quedará muy desfigurado, no me extrañaría nada. También no me extrañaría que a partir de esta sentencia quedara enfatizada la autocensura, en Cataluña pero también en toda España. Pienso que ya se practica: "Esto no lo diré", "esto más vale callárselo", "eso no es correcto", "Me aísle porque no estoy en" la onda "... Esto perjudica a los profesionales de la información, los opinadores, los académicos ... Cada vez siento más aquella pregunta de" por qué callan los intelectuales? "O" dónde están los intelectuales? ". Y finalmente he sentido una que dice: "Pero es que hay intelectuales?".
Precisamente Javier Elzo es uno de los intelectuales que se ha posicionado críticamente con la sentencia del Supremo en un artículo en 'El Correo Vasco'. ¿Qué valores cree que quedarán alterados, señor Elzo?
JE - Estoy totalmente de acuerdo con lo que dijo Norbert Bilbeny. Mire, yo le afirmo categóricamente que me siento menos libre ahora de decir lo que pienso que hace 35 años, cuando empecé a escribir en medios. Hace tres décadas tenía ETA que me amenazaba y tenía que llevar protección, pero me sentía intelectualmente más libre para decir lo que pensaba: ahora lo políticamente correcto se ha puesto tan hasta el fondo en nuestra manera de pensar ... por ejemplo en el tema de la mujer, en el tema de las pensiones, en el tema de la emigración o del Cambio Climático. Gran parte de los medios de comunicación se han convertido en púlpitos laicos. Si no estás de acuerdo con cómo se plantea un tema ... ya estás perdido! Además, hemos aceptado el anonimato como posible emisor de mensajes; una aberración.
NB - Me parece que has entrado en un punto muy interesante. No piensas, Javier, que la verdad, el conocimiento de los hechos, el ser menos apasionado respecto a los hechos, nos ayudaría a ser más libres? Algo que nos está coartando esa sensación de libertad -a mí también me pasa un poco- sería que nos conociéramos más Cataluña y el resto de España, que hubiera un conocimiento recíproco. Este conocimiento se ha ido perdiendo y esto ha fomentado los prejuicios, los estereotipos, conductas xenófobas ... si hubiera más preocupación para conocernos ... España tiene una tarea pendiente en hacer conocer mutuamente las diferentes comunidades. No nos llega lo que se refiere a las otras comunidades; el Senado no cumple esta función ... Necesitamos más conocimiento recíproco.
Hablamos de recetas de futuro. Es el momento de ponerse a dialogar, un poco a la manera de lo que hizo Elkarri en el País Vasco, para intentar rehacer los consensos antes existentes en la sociedad catalana? Más allá del ámbito político, que puede hacer la sociedad?
JE - El diálogo es imprescindible. Sin diálogo, no hay solución. Yo, para la convivencia a medio y largo plazo sugiero tres medidas. En primer lugar, la liberación mediante indulto de todos los encarcelados. Y buscar un arreglo para que los huidos de la justicia española puedan volver. En España hay ejemplos históricos de resolución de problemas similares; recuerdo el caso del indulto al general Rodríguez Galindo, condenado a 75 años de prisión por secuestro y asesinato de Lasa y Zabala y excarcelado cuatro años después así como la vuelta a España de gente que había huido por razones políticas, durante la Transición.
En segundo lugar, deben buscar ustedes un gigantesco programa de reflexión conjunta entre diferentes (independentistas y constitucionalistas). Generar espacios de encuentro. Algo hicimos en el País Vasco. Sugiero que, nombrados por el gobierno de Cataluña y por la la Delegación del Gobierno de España en Cataluña, se conforme un colectivo civil de unas quince o veinte personas no para que hagan un informe sino que generen espacios de diálogo entre diferentes. Con una figura consensuada que lo dirija.
Finalmente, consecuencia de lo anterior, llevar a cabo dos o tres consultas no vinculantes a la población catalana, durante los próximos cuatro o cinco años, sobre qué tipo de relación quieren los catalanes con España. Esto hasta llegar a una consulta pactada con el Estado, vinculante, bajo la supervisión y con el apoyo de la Unión Europea.
JE -Estoy muy de acuerdo con lo que propones, Javier. Yo, a la primera medida, le añadiría la posibilidad, cuando proceda, de sopesar el recurso a la amnistía, más que al indulto. Esto, sin embargo, más adelante, en el momento en que hubiera una intervención de las autoridades judiciales europeas. Veremos, pues como avanza todo, pero no se debería descartar ninguna fórmula. Además de este conocimiento recíproco que decía antes hay que favorecer la interlocución entre la clase política. En nuestro país, los políticos no se miden por lo que en realidad son sino por lo que quieren ser y eso depende de lo que creen que son. Y como van por el mundo en relación a lo que se creen están dispuestos siempre al agravio y al "yo no hablo con el otro para que me ofende". Y le pone condiciones. Es lastimoso como en este país, por falta de interlocución, estemos llegando a una situación por la que la política se transforma en actividad judicial, complicando la vida social de los ciudadanos. - JOAN SALICRÚ
Escucha la conversación en audio al Valores al Alza '  

sábado, 9 de noviembre de 2019

Pensando en Catalunya, Hoy




Pensando en Catalunya, hoy

Abordaré cuatro cuestiones en estas reflexiones: mi valoración de la sentencia des procès, por qué tantas manifestaciones terminan en violencia, los perfiles de los jóvenes violentos de las manifestaciones en Barcelona y unas sugerencias para salir del atolladero catalán. Estas cuestiones las he comentado, también en los medios de comunicación, con amigos catalanes soberanistas, no independentistas y ni una cosa ni la otra.

La sentencia del procès resulta incomprensible para un vasco que ha vivido la violencia callejera en Euskadi, tantos años. No me refiero a la violencia de ETA, los GAL etc., sino a la violencia en las manifestaciones en Euskadi. La violencia a la que se refiere la sentencia, básicamente la del 20 de septiembre, así como la del 1º de octubre, comparaba con la de las manifestaciones de apoyo a ETA, me saben a una pelea en el patio de un colegio. Todos los fines de semana durante varios años, había una manifestación en el Boulevard de San Sebastián donde se proferían gritos en apoyo a ETA y a su violencia. Más aún, cuando nos manifestábamos detrás de la pancarta (a menudo de Gesto por la Paz) pidiendo la liberación de Iglesias Zamora, de Ortega Lara o de algún otro secuestrado por ETA, teníamos que oír cómo, a diez metros, los jóvenes violentos nos gritaban, entre otras lindezas, “ETA mátalos” sin que la fiscalía ni la judicatura movieran un dedo. Incluso, siendo Consejero de Interior Juan María Atutxa, intentó poner cámaras en el Boulevard de San Sebastián para poder identificar a las personas que proferían tales o similares amenazas, y asociaciones de jueces o fiscales (no recuerdo bien) se negaron porque suponía un atentado a la libertad de expresión. Si la “verdad judicial”, en acertada expresión del presidente del Tribunal Supremo Vasco, Juan Luis Ibarra, ha cambiado, y mucho.
Un amigo catalán, creo que más catalanista que propiamente independentista y que tuvo un cargo público en CIU, al saber que tenía previstas algunas intervenciones en los medios me escribe: “Un comentario marginal sobre la sentencia si has de hablar sobre ello. Jurídicamente no es tan fácil desmontar la sedición. Míratelo bien si es el caso, porque no es necesario que se realice el hecho, basta con el intento”. Le recordé que yo no soy jurista sino sociólogo, aunque he leído muchos comentarios, de signo diverso, de gentes de leyes. Y le añadí, “si además me dices que la sentencia está muy bien montada no hace sino aumentar mi perplejidad y mi preocupación. Maxime cuando ya no se juzgan los hechos sino las intenciones o los intentos”.
Tras hacerse pública la sentencia, la televisión nos mostró imágenes con la plaza Urquinaona en fuego, a dos pasos de via Laietana. Dos cuestiones: por qué, en el mundo de hoy (Chile, Hong Kong, Bolivia, Ecuador, Francia etc., etc.) hay tantas manifestaciones pacíficas que concluyen en actos vandálicos y cuáles son los perfiles, pues hay más que uno, de los jóvenes que los protagonizan. Cada pregunta exige tratamiento propio. Dicho aquí, esquemática y telegráficamente, he estado avanzando estas respuestas.

¿Por qué violencia en las manifestaciones? Ya no hay autoridad reconocida, y una aceptación generalizada de la desobediencia, incluso violenta; se interpreta que la violencia callejera es una violencia de respuesta, siendo la violencia institucional (capitalista) la primigenia; hay desigualdades sociales que van en aumento y la sensación de que solamente mediante la violencia se obtienen los objetivos que se persiguen. El caso de los chalecos amarillos en Francia es paradigmático al respecto; la lógica del “nahi dut”, autonomismo individual sin otros límites que lo que a mí me parezca (lo haga así porque me apetece); dominancia aplastante del “constructo social” de que todo está mal. Los medios escritos, las radios y las televisiones se han convertido en púlpitos laicos de cosas que funcionan mal y de la necesidad de voluntarios para remediarlo: las pensiones, la educación, la sanidad, las personas con alguna dependencia, los transportes (con huelgas en todos los puentes acueductos y vacaciones); el presentismo: lo queremos todo y ahora. Y gratuitamente. Y todo esto en una parte del planeta donde está más desarrollado el estado de bienestar. Pero el estado de bienestar no tiene techo, no tiene límites. Siempre puede ser mejor. En fin, falta ecuanimidad, mesura, rigor en las criticas. El ejemplo extremo lo tenemos en los comentarios anónimos en los digitales: son vomitorios de gente despechada por esto o aquello y que no se atreven a firmar con su nombre. Se ocultan. ¿Cómo dialogar con quien no sabes quién es?   

Tres grandes perfiles de jóvenes violentos. Estos días en BCN, tras lecturas y conversaciones veo: 1. independentistas pacíficos (incluso pacifistas) devenidos violentos bajo la idea dominante de que “los movimientos pacíficos no han servido para nada y además nos acusan de alzamientos tumultuarios, incluso ante la violencia policial del 1º de octubre 2017”. 2. Colectivos anti sistema organizados internacionalmente que buscan cualquier “pretexto” para organizar la violencia callejera, auténtica guerrilla urbana. Así los “black bloc” (que es un método de lucha más que una organización) que, en Francia llevan actuando desde hace varios años, por ejemplo, los 1º de mayo y que ya se han infiltrado en las manifestaciones de los chalecos amarillos. Es una violencia de carácter ideológico, que ellos denominan violencia política, rechazando expresamente que se les etiquete de violencia gratuita, pues 3, también están los colectivos que buscan la violencia lúdica que a veces llamamos gratuita en el sentido de que no buscan objetivos políticos u otros. Quieren llevar a cabo en la realidad lo que ven en la ficción de las películas y buscan un protagonismo a caballo entre el narcisismo y la aventura.

Para el futuro el diálogo es imprescindible. Sin diálogo, luego negociación, intercambio de posiciones y puntos de vista, cesión de parte de las propias, etc., etc., no hay solución. Para la convivencia a medio y largo plazo. Sugiero tres medidas que propuse en un programa de radio en diálogo con Norbert Bilbeny, catedrático de ética en la UB. 
1. La liberación mediante indulto de todos los encarcelados. Buscar un apaño para que los huidos de la justicia española puedan volver. Hay ejemplos históricos de que esto, en España, es posible. El indulto al general Rodríguez Galindo, (condenado a 75 años de cárcel por secuestro y asesinato de Lasa y Zabala y excarcelado cuatro años después) y la vuelta a España en la transición de huidos por razones políticas durante la transición política. (Bilbeny, que se presentó como “no independentista”, comentó que él prefería la amnistía al indulto. No tengo inconveniente alguno)
2. Promover un gigantesco programa de reflexión conjunta entre diferentes (independentistas y constitucionalistas) a lo largo y ancho de Catalunya. Liderado por un colectivo civil catalán de una 15 o 20 personas seleccionadas por el Govern y la Delegación del Gobierno en Catalunya. Con una figura consensuada que lo dirija.
3. Llevar a cabo dos o tres consultas no vinculantes a la población catalana, durante los próximos cuatro o cinco años, hasta llegar a una consulta pactada con el Estado, vinculante, bajo la supervisión y apoyo de la Unión Europea.
Un amigo catalán, escritor y ex político me apunta que me falta una cosa importante. Lo digo con sus palabras. “Mi composición de lugar es que, si se hacen bien las cosas, algunos (presos) pasaran las Navidades en casa y el resto saldrá antes del verano o como máximo en un año. ¿Qué juega en contra? La conflictividad, cortes de carreteas, etc. y no digamos la violencia. Ahora ya hay detenidos que han pasado a prisión sin fianza y que el juez no soltara hasta que tenga la garantía de que no reiteraran la acción, hablando en plata hasta que cese el conflicto”. Estoy de acuerdo con mi amigo, pero con una precisión: que cese el conflicto violento, porque el otro va para largo.

Donostia 23 de octubre de 2019
Javier Elzo
Texto publicado el 27/10 en “Noticias de Gipuzkoa y en “El Diario de Noticias de Navarra”, el día 28 en Deia, y el día 29 en Noticias de Álava”.


miércoles, 30 de octubre de 2019

El ejercicio del poder de los papas y obispos debiera tener un límite en el tiempo.

Esta entrada en gran parte, en su primera parte, es idéntica a la entrada anterior, "Cuando un papa molesta mucho". Pero después añadí algo más y la hice circular. En Religión Digital la han embellecido con fotos y le han puesto un titular, que comparto, aunque es tangencial en el conjunto del texto. 

El ultimo párrafo es polémico. He recibido parabienes de algunos amigos en correos privados, sorpresas en otros, sin que falte quien lo rechace de plano. Todo comentario crítico será bienvenido.

JE 30/10/2019


Javier Elzo: "El ejercicio del poder de los papas y obispos debiera tener un límite en el tiempo"

Puertas del cónclave
Puertas del cónclave

"Esta forma de elegir papa se aparece muy anacrónica y, claramente perfectible"

"El Espíritu Santo es del todo punto imprevisible a la hora de elegir un papa, pues la historia nos ha mostrado que han sido escogidos papas en los que resulta particularmente difícil ver su divina mano"

"La proporción de bergoglianos en el cónclave no asegura, en absoluto, que el próximo papa vaya a ser un continuador de sus planteamientos. En la elección de los papas que he conocido en mi vida ha habido de todo"

"Los ataques estadounidenses contra mí son un honor", debió declarar el Papa Francisco, en el avión que lo llevaba a Mozambique el pasado 4 de septiembre. Y añadió con una sonrisa, según la agencia AFP, "esto es una bomba", cuando el periodista de “La Croix”, Nicolas Senèze, le entregó el libro titulado, en traducción al castellano, "Cómo Estados Unidos quiere cambiar de papa" (Bayard, París, 2019, 276 p.)
La tesis central del libro puede resumirse así, en palabras del propio autor: "al darse cuenta de que no van a poder cambiar los mensajes del Papa (ni lograr que dimita), deciden cambiar ... de papa" (p. 208). Los que así deciden son los nuevos amos de la Iglesia de EE. UU, los laicos conservadores multimillonarios americanos, primera fuente financiera del Vaticano de siempre y, que ahora, arruinadas las diócesis americanas por los costes de los abusos sexuales del clero, estos laicos multimillonarios tienen más poder en esas diócesis que los propios obispos. Reprochan al papa Francisco, básicamente, su rechazo a la mera ética de la prosperidad y su condena al dios Dinero
Primero intentaron cambiar a Francisco con mil tretas, siendo la mayor, la del Informe Viganò, que el autor etiqueta como “el putsch”. Viganò, que fue nuncio en EE. UU, pidió, entre otras cosas, la dimisión de Francisco quien respondió a este ataque, apelando a los periodistas (en el vuelo de vuelta de un viaje a Irlanda cuando se divulgó el Informe Viganò) que valoraran el Informe según su propio criterio de periodistas. No dijo más y no dimitió.
Viganò
Viganò
Fracasado el putsch, los multimillonarios americanos, deciden intervenir, mafiosamente, en el desarrollo del nuevo cónclave. A tal fin, van a conformar, desde septiembre de 2019 hasta 2020, un Dossier de cada uno de los cardenales electores de un eventual próximo cónclave, indicando, entre otros aspectos, su nivel de implicación en los abusos sexuales (la misma excusa que utilizó Viganò para pedir la dimisión de Francisco, aunque a ellos lo que les preocupa es la crítica de Francisco a la divinización del dinero).
Así los comportamientos de cada cardenal, según un baremo creado "ad hoc", serían calificados como de "grave culpabilidad", "acusaciones creíbles de culpabilidad" ,...."sin reproche". Todo este montaje lleva la etiqueta de "Red Hat Report " (Informe Sombrero Rojo), en el que ya trabajan 40 investigadores (periodistas, observadores eméritos del Vaticano, antiguos agentes del FBI., etc.).
Para el primer año ya dispondrían de más de un millón de dólares. Uno de sus objetivos consistiría en modificar los contenidos de los cardenales en Wikipedia, pues, a lo que parece, en anteriores conclaves los consultaron los cardenales para saber algo más unos de otros. El autor del libro, Nicolás Senèze,  transcribe, de la carta enviada a los multimillonarios por el coordinador de "Red Hat Report", este significativo párrafo, referido al cardenal Parolin, para algunos un posible sucesor de Francisco: "la página Wikipedia del muy corrompido (sic) secretario de Estado del Vaticano, actualmente es muy clemente, no incluyendo relación alguna con un escándalo, pese al hecho de que ha sido asociado, en varias ocasiones (resic), con escándalos bancarios, y ha sido citado en la carta de Viganò". Y añade, "nosotros podemos cambiar esto" de tal suerte que el cardenal Parolin, "sea reconocido en el mundo entero como una vergüenza para la Iglesia". Poco importa, añade Senèze, que "Parolin nunca haya sido relacionado con escándalo financiero alguno; lo importante aquí será la acusación, por muy gratuita que sea" concluye. (Ver las páginas 252-258).
Cardenales
Cardenales
Obviamente en la iglesia, hay personas y colectivos que tratan de contrarrestar esta situación. Por ejemplo, el director del portal de información religiosa más seguido en castellano, “Religión Digital”, titula el domingo 6 de octubre de 2019, su crónica tras el consistorio en el que se les impuso el birrete a los nuevos cardenales, de este modo: “Bergoglio ata su sucesión con nuevos cardenales de frontera”, al que añade este subtitular "A expensas de lo que decida el Espíritu Santo, la primavera francisquista seguirá floreciendo tras la marcha o la eventual renuncia de su hacedor”. Añade que “con los nuevos cardenales, Francisco asegura su sucesión, porque el pueblo santo de Dios no aceptaría un ‘Papa a contrario’”. Además, la mayoría del colegio cardenalicio es ya bergogliana. En números concretos: 67 de 120, aunque apela a continuación al Espíritu Santo.
Y tiene razón en hacerlo, pues, al menos a mí, se me antoja que el Espíritu Santo es del todo punto imprevisible a la hora de elegir un papa, pues la historia nos ha mostrado que han sido escogidos papas en los que resulta particularmente difícil ver, en su elección, su divina mano. Acérquense, por ejemplo, a la figura del valenciano de los Borgia, el papa Alejandro VI, simplemente mirando en Wikipedia. ¿En que estaría pensando el Espíritu Santo en su elección en 1492? Quizá, mirando ya a América, se despistó.
Pues esta proporción de bergoglianos en el cónclave no asegura, en absoluto, que el próximo papa vaya a ser un continuador de sus planteamientos. En la elección de los papas que he conocido en mi vida ha habido de todo. Nada hacía pensar que a un hierático Pio XII iba a suceder el bonachón Juan XXIII, aunque era previsible que a él le sucediera Pablo VI.
Pero tras Pablo VI sucede lo más llamativo. Eligen a otro bonachón sonriente, Juan Pablo I, pero tras su fallecimiento 33 días después, los mismos cardenales que le eligieron, un mes después se decantan, tras varios días de discusión, por Juan Pablo II, cuyo perfil en nada se parecía a su predecesor, Juan Pablo I.
Papas Juan Pablo II y Francisco
Papas Juan Pablo II y Francisco
Insisto en este hecho: los mismos cardenales, con un mes de diferencia eligen dos papas, antitéticos, con tesis vitales bien diferentes. Yo no me atrevo a apelar al Espíritu Santo para explicarlo, pero no puedo no constatar que un centenar de cardenales, la inmensa mayoría de edad muy avanzada, y su vida ya hecha, deciden, en su alma y conciencia, mediante voto secreto, hacer papa a dos figuras tan distintas. Esta forma de elegir papa se aparece muy anacrónica y, claramente perfectible, cierto, pero, dejados a ellos solos, encerrados sin móviles, unos ancianos, tienen una libertad de elección tal, que todos los intentos de Red Hat Report, así como el hecho de haber sido nombrado cardenal por el papa difunto o dimitido (como en el caso de Benedicto XVI), pueden quedar en agua de borrajas.
Aunque las consecuencias de la elección son enormes. No solamente para los católicos sino también para el común de los mortales, incluso en nuestra era secular. Recuérdese que a Juan Pablo II quisieron asesinarlo a balazos, Benedicto, en parte con fuego amigo, dimitió y ahora los multimillonarios americanos, y algunos más (Salvini, Bonosaro, Trump y compañía) persiguen que Francisco no sea más que un accidente momentáneo. Y no quiero acordarme de algunos que se dicen seguidores del papa Benedicto y lo tachan de hereje. La Iglesia, es divina, según la fe, y humana según la razón, lo que la mera observación avala. Esta razón y observación me llevan diciendo desde hace más de dos décadas que el ejercicio del poder de los papas (y el de los obispos), debiera tener un límite en el tiempo: ocho o diez años, sin reenganche posible. Pero, aunque hombre, yo no soy más que un simple laico, sin voz en el capítulo, aunque quiero aportar mi granito de arena.
Senèze (i), con el Papa
Senèze (i), con el Papa
Pero el libro de Senèze, además de la información central y básica arriba mostrada, ofrece otras informaciones sumamente interesantes que me limito a enumerar, pues muchas, si no todas, requieren tratamiento propio.
El peso gigantesco del dinero en la Iglesia americana que se traslada a la iglesia universal al ser el primer portador del óbolo de San Pedro; la doble moral hacia la sexualidad: de un puritanismo que origina el ”#MeToo” (olvidando la glorificación del rechazo a toda limitación sexual de los 60 del siglo pasado bajo el eslogan de “haz el amor y no la guerra”) y los cursos de abstención sexual en la escuela, al mismo tiempo que son los que elaboran la mayor industria del porno y son los que en mayor la utilizan en el planeta; la obsesión por el aborto y la eutanasia junto a la mayoritaria defensa de la pena de muerte, la venta de armas y los infamantes controles de emigrantes en las fronteras; los manejos para controlar el poder judicial (aunque de eso sabemos mucho en España); la extraordinaria importancia de lo sexual, particularmente la homosexualidad, en la guerra sucia en el interior de la Iglesia católica, no solamente en la americana; la hipócrita utilización de los abusos del clero a los menores para atacar al papa y a sus planteamientos en la ética social; el interesantísimo capítulo 7 del libro sobre el desbloqueo de las relaciones del Vaticano con China; los movimientos en la sombra del cardenal McCarrick y el nuncio Viganò, y un luminoso último capítulo, a modo de epílogo, "la fuerza del silencio" del Papa Francisco.
No quiero cerrar estas líneas, que no concluir, tras la lectura de este más que interesante libro, sin subrayar una idea que, cada vez con más insistencia, aflora en mi mente: por qué la doctrina oficial de la Iglesia católica está tan cerrada al sexo como placer, incluso a la relación sexual, horizontal y consentida, entre adultos sin otra contrapartida que la libre, espontanea e igualitaria apertura de su cuerpo y su mente a la del partenaire, libremente escogido o aceptado. ¿Por qué ese rechazo, esa sospecha, al coito libre entre adultos libres?

domingo, 13 de octubre de 2019

Cuando un papa molesta mucho


Cuando un papa molesta mucho

"Los ataques estadounidenses contra mí son un honor", debió declarar el Papa Francisco, en el avión que lo llevaba a Mozambique el pasado 4 de septiembre. Y añadió con una sonrisa, según la agencia AFP, "esto es una bomba", cuando el periodista de “La Croix”, Nicolas Senèze, le entregó el libro titulado, en traducción al castellano, "Cómo Estados Unidos quiere cambiar de papa" (Bayard, París, 2019, 276 p.)

La tesis central del libro puede resumirse así, en palabras del propio autor: "al darse cuenta de que no van a poder cambiar los mensajes del Papa (ni lograr que dimita), deciden cambiar ... de papa" (p. 208). Los que así deciden son los nuevos amos de la Iglesia de EE. UU, los laicos conservadores multimillonarios americanos, primera fuente financiera del Vaticano de siempre y, que ahora, arruinadas las diócesis americanas por los costes de los abusos sexuales del clero, estos laicos multimillonarios tienen más poder en esas diócesis que los propios obispos. Reprochan al papa Francisco, básicamente, su rechazo a la mera ética de la prosperidad y su condena al dios Dinero.

Primero intentaron cambiar a Francisco con mil tretas, siendo la mayor, la del Informe Viganò, que el autor etiqueta como “el putsch”. Viganò, que fue nuncio en EE. UU, pidió, entre otras cosas, la dimisión de Francisco quien respondió a este ataque, apelando a los periodistas (en el vuelo de vuelta de un viaje a Irlanda cuando se divulgó el Informe Viganò) que valoraran el Informe según su propio criterio de periodistas. No dijo más y no dimitió.

Fracasado el putsch, los multimillonarios americanos, deciden Intervenir, mafiosamente, en el desarrollo del nuevo cónclave. A tal fin, van a conformar, desde septiembre de 2019 hasta 2020, un Dossier de cada uno de los cardenales electores de un eventual próximo cónclave, indicando, entre otros aspectos, su nivel de implicación en los abusos sexuales (la misma excusa que utilizó Viganò para pedir la dimisión de Francisco, aunque a ellos lo que les preocupa es la crítica de Francisco a la divinización del dinero). Así los comportamientos de cada cardenal, según un baremo creado "ad hoc", serían calificados como de "grave culpabilidad", "acusaciones creíbles de culpabilidad" ,...."sin reproche".

Todo este montaje lleva la etiqueta de "Red Hat Report " (Informe Sombrero Rojo), en el que ya trabajan 40 investigadores (periodistas, observadores eméritos del Vaticano, antiguos agentes del FBI., etc.). Para el primer año ya dispondrían de más de un millón de dólares. Uno de sus objetivos consistiría en modificar los contenidos de los cardenales en Wikipedia, pues, a lo que parece, en anteriores conclaves los consultaron los cardenales para saber algo más unos de otros. El autor del libro, Nicolás Senèze,  transcribe, de la carta enviada a los multimillonarios por el coordinador de "Red Hat Report", este significativo párrafo, referido al cardenal Parolin, para algunos un posible sucesor de Francisco: "la página Wikipedia del muy corrompido (sic) secretario de Estado del Vaticano, actualmente es muy clemente, no incluyendo relación alguna con un escándalo, pese al hecho de que ha sido asociado, en varias ocasiones (resic), con escándalos bancarios, y ha sido citado en la carta de Viganò". Y añade, "nosotros podemos cambiar esto" de tal suerte que el cardenal Parolin,"sea reconocido en el mundo entero como una vergüenza para la Iglesia". Poco importa, añade Senèze, que "Parolin nunca haya sido relacionado con escándalo financiero alguno; lo importante aquí será la acusación, por muy gratuita que sea" concluye. (Ver las páginas 252-258).

Obviamente en la iglesia, hay personas y colectivos que tratan de contrarrestar esta situación. Por ejemplo, el director del portal de información religiosa más seguido en castellano, “Religión Digital”, titula el domingo 6 de octubre de 2019, su crónica tras el consistorio en el que se les impuso el birrete a los nuevos cardenales, de este modo: “Bergoglio ata su sucesión con nuevos cardenales de frontera”, al que añade este subtitular "A expensas de lo que decida el Espíritu Santo, la primavera francisquista seguirá floreciendo tras la marcha o la eventual renuncia de su hacedor”. Añade que “con los nuevos cardenales, Francisco asegura su sucesión, porque el pueblo santo de Dios no aceptaría un ‘Papa a contrario’”. Además, la mayoría del colegio cardenalicio es ya bergoglianaEn números concretos: 67 de 120, aunque apela a continuación al Espíritu Santo.
Y tiene razón en hacerlo, pues, al menos a mí, se me antoja que el Espíritu Santo es del todo punto imprevisible a la hora de elegir un papa, pues la historia nos ha mostrado que han sido escogidos papas en los que resulta particularmente difícil ver, en su elección, su divina mano. Acérquense, por ejemplo, a la figura del valenciano de los Borgia, el papa Alejandro VI, simplemente mirando en Wikipedia. ¿En que estaría pensando el Espíritu Santo en su elección en 1492? Quizá, mirando ya a América, se despistó.
Pues esta proporción de bergoglianos en el cónclave no asegura, en absoluto, que el próximo papa vaya a ser un continuador de sus planteamientos. En la elección de los papas que he conocido en mi vida ha habido de todo. Nada hacía pensar que a un hierático Pio XII iba a suceder el bonachón Juan XXIII, aunque era previsible que a él le sucediera Pablo VI. Pero tras Pablo VI sucede lo más llamativo. Eligen a otro bonachón sonriente, Juan Pablo I, pero tras su fallecimiento 33 días después, los mismos cardenales que le eligieron, un mes después se decantan, tras varios días de discusión, por Juan Pablo II, cuyo perfil en nada se parecía a su predecesor, Juan Pablo I. Insisto en este hecho: los mismos cardenales, con un mes de diferencia eligen dos papas, antitéticos, con tesis vitales bien diferentes. Yo no me atrevo a apelar al Espíritu Santo para explicarlo, pero no puedo no constatar que un centenar de cardenales, la inmensa mayoría de edad muy avanzada, y su vida ya hecha, deciden, en su alma y conciencia, mediante voto secreto, hacer papa a dos figuras tan distintas. Esta forma de elegir papa se aparece muy anacrónica y, claramente perfectible, cierto, pero, dejados a ellos solos, encerrados sin móviles, unos ancianos, tienen una libertad de elección tal, que todos los intentos de Red Hat Report, así como el hecho de haber sido nombrado cardenal por el papa difunto o dimitido (como en el caso de Benedicto XVI), pueden quedar en agua de borrajas.

Aunque las consecuencias de la elección son enormes. No solamente para los católicos sino también para el común de los mortales, incluso en nuestra era secular. Recuérdese que a Juan Pablo II quisieron asesinarlo a balazos, Benedicto, en parte con fuego amigo, dimitió y ahora los multimillonarios americanos, y algunos más (Salvini, Bonosaro, Trump y compañía) persiguen que Francisco no sea más que un accidente momentáneo. Y no quiero acordarme de algunos que se dicen seguidores del papa Benedicto y lo tachan de hereje.

La Iglesia, es divina, según la fe, y humana según la razón, lo que la mera observación avala. Esta razón y observación me llevan diciendo desde hace más de dos décadas que el ejercicio del poder de los papas (y el de los obispos), debiera tener un límite en el tiempo: ocho o diez años, sin reenganche posible. Pero, aunque hombre, yo no soy más que un simple laico, sin voz en el capítulo, aunque quiero aportar mi granito de arena.

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Pero el libro de Senèze, además de la información central y básica arriba mostrada, ofrece otras informaciones sumamente interesantes que me limito a enumerar, pues muchas, si no todas, requieren tratamiento propio.

El peso gigantesco del dinero en la Iglesia americana que se traslada a la iglesia universal al ser el primer portador del óbolo de San Pedro; la doble moral hacia la sexualidad: de un puritanismo que origina el
”#MeToo” (olvidando la glorificación del rechazo a toda limitación sexual de los 60 del siglo pasado bajo el eslogan de “haz el amor y no la guerra”) y los cursos de abstención sexual en la escuela, al mismo tiempo que son los que elaboran la mayor industria del porno y son los que en mayor la utilizan en el planeta; la obsesión por el aborto y la eutanasia junto a la mayoritaria defensa de la pena de muerte, la venta de armas y los infamantes controles de emigrantes en las fronteras; los manejos para controlar el poder judicial (aunque de eso sabemos mucho en España); la extraordinaria importancia de lo sexual, particularmente la homosexualidad, en la guerra sucia en el interior de la Iglesia católica, no solamente en la americana; la hipócrita utilización de los abusos del clero a los menores para atacar al papa y a sus planteamientos en la ética social; el interesantísimo capítulo 7 del libro sobre el desbloqueo de las relaciones del Vaticano con China; los movimientos en la sombra del cardenal McCarrick y el nuncio Viganò, y un luminoso último capítulo, a modo de epílogo, "la fuerza del silencio" del Papa Francisco.

No quiero cerrar estas líneas, que no concluir, tras la lectura de este más que interesante libro, sin subrayar una idea que, cada vez con más insistencia, aflora en mi mente: por qué la doctrina oficial de la Iglesia católica está tan cerrada al sexo como placer, incluso a la relación sexual, horizontal y consentida, entre adultos sin otra contrapartida que la libre, espontanea e igualitaria apertura de su cuerpo y su mente a la del partenaire, libremente escogido o aceptado. ¿Por qué ese rechazo, esa sospecha, al coito libre entre adultos libres?

Donostia San Sebastián 12 de octubre de 2019
Javier Elzo

(El día 7 de octubre envié la primera parte de este texto a DEIA y el grupo Noticias. El domingo 13 lo publicó Noticias de Gipuzkoa)

jueves, 10 de octubre de 2019

Esperando a Godot (a la sentencia del procès)


Esperando a Godot (a la sentencia del procès)


Dicen que la sentencia del 'procés' es inminente, pues hay algunos presos políticos (quiero ser dueño de mis palabras) que están a punto de cumplir dos años de prisión preventiva y, pasada esa fecha, debe ser algo más complicado mantenerles en la cárcel. Que la sentencia coincida con la cuarta campaña electoral en cuatro años no es sino eso: una mera coincidencia que en nada debe alterar el trabajo de los magistrados y la oportunidad de hacer público su fallo. Es bien sabido que en España hay división de poderes. La independencia de la Justicia es evidente, así como la disposición de los poderes políticos a acatar sin rechistar las disposiciones judiciales aun estando disconformes. Todo ello, sin olvidar la confianza en la Justicia de la sociedad española, aunque la pongan en duda no pocas encuestas. Pero es conocido que las encuestas, a menudo, se equivocan.
Cabría decir, por tanto, que nos queda esperar tranquilamente -excepto los encausados que, a día de hoy, no saben si tras la sentencia irán a sus casas a dormir o volverán a sus celdas, vaya usted a saber cuánto tiempo más (días, semanas, meses o años)-, pues todo puede pasar, según los entendidos en leyes, quienes manifiestamente no se ponen de acuerdo en el tenor de la decisión del Supremo. Aunque parece que pintan bastos si atendemos a los comentarios que unos y otros emiten. Además, los responsables políticos en Madrid manifiestan que van a llevar todavía más Policía a Catalunya al temer un desbordamiento ciudadano con una sentencia no absolutoria. Y ya advierten que no les temblará el pulso para otra aplicación del 155.
Luego, de tranquilidad, nada de nada. Es que este juicio tiene muchas particularidades. Me voy a limitar aquí a una sola. A lo largo de mi vida, tras una sentencia judicial rechazada por parte de la población, he escuchado decir a profesionales del Derecho, así como a magistrados, que muchas veces solo los miembros de un tribunal -con los fiscales y defensores comprendidos, pero no siempre- tienen un conocimiento completo de la realidad de los hechos que se juzgan, que a menudo el ciudadano de a pie no conoce. Y el ciudadano de a pie rara vez sigue un proceso con el detenimiento que se hace en el tribunal, salvo los que son escabrosos, que bien que se airean. Pero, en el caso del 'procés', los hechos juzgados son públicos. Todos hemos visto el comportamiento policial las primeras horas del 1 de octubre de 2017, golpeando a gentes que acudían a votar en unos comicios por muy ilegales que fueran. Todos hemos visto lo esencial de los hechos del 20 de septiembre de aquel año en la Consellería de Economía. Todos hemos visto en qué consistió la fugaz declaración de independencia de Catalunya el 11 de octubre, suspendida segundos después por quien la proclamó. Y así todo lo que sucedió aquellos trágicos días.
Con esto quiero decir que tenemos suficientes elementos de juicio para estimar en qué debería consistir una sentencia justa del 'procés'. No les oculto la mía: una condena por desobediencia que, con el tiempo que ya llevan en prisión, debería suponer su excarcelación inmediata. No veo rebelión ni sedición. Una opinión que, para sostenerla -yo que no soy hombre de leyes-, me baso en declaraciones de muchos hombres y mujeres de leyes que así lo ven. Me basta dar aquí un solo ejemplo. Nada menos que el del expresidente del Tribunal Constitucional y del Consejo General del Poder Judicial Pascual Sala, quien declaró: «para mí es muy difícil, casi imposible, que exista un delito de rebelión y muy problemático, por no decir que tampoco, el de sedición» (en la prensa del 16/10/18).
Claro que ni Pascual Sala ni ninguno de nosotros debemos tomar esa decisión que corresponde, como debe ser en un Estado de Derecho, al correspondiente tribunal. En este caso, el presidido por el juez Marchena. Tribunal que debe actuar conforme a Derecho. Añado que no tengo duda alguna ni de su competencia ni de su honestidad.
Pero, y aquí el 'pero' es descomunal, la historia nos dice que ante los mismos hechos los jueces han dictado sentencias muy, pero que muy diferentes. Un solo ejemplo que nos toca de cerca. Recuérdese cómo el Tribunal Constitucional anuló en junio de 2012, por seis votos a cinco, la sentencia del Supremo de marzo de 2010 que, por nueve votos a siete, prohibía la inscripción de Sortu en el Registro de Partidos Políticos.
Obviamente, tampoco pongo en duda ni la competencia ni la honestidad intelectual de los once magistrados de Constitucional, ni la de los dieciséis del Supremo, pero no puedo no constatar que aplicaron de forma diferente la misma ley a los mismos hechos. Y también sabemos que se han modificado leyes 'ad hoc' en los parlamentos, por ejemplo, para poder ilegalizar a Batasuna. Si la memoria no me falla, se arguyó también que lo hacían por necesidad, conveniencia o utilidad pública (no recuerdo el término). ¿Sería mucho pedir al Alto Tribunal que juzga el caso del 'procés' que tengan en cuenta las consecuencias de su fallo y que analicen con detenimiento qué consecuencias sociales, políticas y, sobre todo, de convivencia ciudadana tendrá la interpretación que hagan de la ley? Los ciudadanos de a pie se lo agradeceríamos. Pues todo, absolutamente todo, depende de la interpretación que hagan de la ley.
Javier Elzo
(Publicado en “El Correo”, el 8 de octubre de 2019)