lunes, 17 de agosto de 2020

Javier Elzo: Por un lobby de naciones sin estado en el parlamento europeo

  

Javier Elzo: "Debería crearse un lobby de naciones sin Estado, entre ellas Euskadi, que actuaran a nivel del Parlamento Europeo"

UNA ENTREVISTA DE HUMBERTO UNZUETA publicada en DEIA y en el GRUPO NOTICIAS el 16.08.2020

Elzo aprueba la bilateralidad entre Euskadi y España, pero ve el horizonte de los vascos mirando hacia Europa más que hacia el Estado y aboga por una UE en la que los vascos "seamos escuchados"

Javier Elzo conoce en carne propia los rigores del coronavirus. Lo tuvieron postrado en la cama del hospital varias semanas hasta que pudo ganarle la partida y regresar a su casa, desde donde repasa la actualidad sobre la gestión de la pandemia y la situación política de Euskadi tras las elecciones autonómicas del pasado 12 de julio.

¿El dinero que llegue de Europa tiene que ser para transformar el modelo o para tapar sus agujeros?

—Esta crisis ha cambiado la agenda. La reunión de los 27 estados europeos se resolvió con un fondo de recuperación económica de Europa valorado en 750.000 millones de euros. A nivel de Europa ya hemos visto un cambio de agenda. Es un paso adelante, pero nos hemos olvidado de que hay una serie de proyectos que han visto reducido su presupuesto. Me refiero a proyectos europeos importantes de investigación científica y climatológica. Son proyectos que se han caído. Los presupuestos que había en la UE para la investigación biotecnológica se han reducido un tercio. No llega el dinero para todo y algunos temas claves se van a quedar parados.

¿También se va a notar en Euskadi?

—En Euskadi también vamos a resentirlo de una manera clara. Hay empresas que están cerrando, el paro sube... Si tenemos que invertir mucho dinero para que haya PCR y mascarillas para todo el mundo, para que la sanidad sea todavía más eficiente, hay cosas que van a caer. Ante esto, el problema a medio plazo es la cantidad de gente que se va a quedar en el paro. Lo prioritario debiera de ser trabajar sobre la economía y el bienestar. En primer lugar, ayudando a la gente que queda en paro. Lo que más me preocupa es el paro de una persona de 45, 50 o 55 años a la que le cierran la empresa. Me preocupa eso más que el paro juvenil, que tiene más recursos para incorporarse al mercado laboral.

¿Y dónde queda la inversión en sanidad?

—Habrá que hacerlo hasta donde se puede aumentar esa inversión. Siempre se podrá hacer más, siempre. Lo digo yo que he pasado por el coronavirus. Creo que la situación es en líneas generales de lo mejor que se puede tener, aunque siempre se puede mejorar.

¿Cambiarán nuestras pautas de consumo?

—Debieran hacerlo. A corto plazo sí cambiarán. Más que consumir menos, se va a consumir más seguro, productos más naturales. Ya se ha operado un cambio hacia un tipo de consumo más cuidado, pero eso lo puede hacer el que tiene recursos económicos.

¿Se fortalecerá el sentimiento de pertenencia a una comunidad? ¿Menos global y más local?

—En un primer momento sí, a condición de que lo local sea más barato que lo global. El quid de la cuestión no es entre lo local o lo global, sino la capacidad adquisitiva de la gente. Me temo que esta crisis va a acentuar un problema endémico del capitalismo occidental: las diferencias económicas. La consecuencia socioeconómica fundamental de la pandemia es que van a aumentar las desigualdades sociales.

Los jóvenes están en el punto de mira . ¿Es justo culparlos de los rebrotes?

—Es evidente que en el ocio nocturno se producen buena parte de las transmisiones. Es un factor de riesgo evidente. Esto se explica en buena medida por el tipo de diversión y ocio que tiene la juventud. Llevo casi cuarenta años estudiando este fenómeno. No creo que haya que eliminar el ocio juvenil nocturno, pero siempre he abogado por un ocio no tan nocturno. En su día propuse que la fiesta empezara antes y terminara antes. Defendí ese plan en muchos foros y conferencias, pero he fracasado estrepitosamente. El principal responsable del alcoholismo juvenil es que se ha creado una forma de ocio en la que parece que, si no se disfruta a partir de la una de la madrugada, ya no es ocio. Los jóvenes no tienen la culpa de esto porque crecen en un caldo de cultivo en el que, si no hay eso, no hay fiesta. Hay discotecas que abren a la una de la mañana. Hemos entendido que el ocio tiene que ser nocturno y ruidoso, y ese es el fondo del problema.

¿Fue necesario el mando único de Pedro Sánchez para gestionar la crisis sanitaria?

—Yo defiendo el principio de subsidiariedad. No acabo de entender lo del mando único, creo más en la cogobernanza.

En medio de la pandemia, ¿hay espacio para el debate del nuevo estatus de autogobierno?

—No creo que el de la bilateralidad sea el tema central. Yo lo apruebo, pero va a ser muy difícil que tenga mucha presencia. Defiendo un Estado federal y la cogobernanza aplicando el principio de subsidiariedad. Euskadi tiene que pensar no solo en sus relaciones con el Estado español, sino en sus relaciones con Europa y el planeta. Ahí pongo el acento, no tanto en la relación con el Estado español. El horizonte planetario primordial para los vascos es Europa. Una Unión Europea en la que los vascos tengamos capacidad de ser escuchados y de proponer lo que tengamos que proponer. A mí la expresión capacidad de decidir me gusta, mucho más que el concepto de soberanía, un término periclitado porque supone estados cerrados en sí mismos, y eso ha quedado superado. Hoy en día todos somos interdependientes.

Pero Europa es más un club de estados que una Unión Europea.

—Es verdad que es una Europa de estados, ese es uno de los déficits de la UE, pero aún así el horizonte es Europa. Es importante que Euskadi mantuviera relaciones privilegiadas con las naciones sin Estado de Europa y se estableciera un lobby de las naciones sin Estado que pudieran actuar a nivel del Parlamento Europeo.

¿Y dónde queda la capacidad de decidir?

—La capacidad de decidir es un concepto válido aunque jurídicamente no está recogido, pero creo que es un concepto importante, siempre y cuando seamos conscientes de que nosotros no podemos decidir sobre todo. Tenemos una capacidad de decidir limitada a lo que podemos decidir nosotros. Lo que importa es que en aquello sobre lo que podemos decidir nos involucremos con fuerza y tengamos algo que ofrecer y algo que negociar con los otros.

En algunas cosas decide Madrid.

—Si comparas la capacidad de decidir que tiene Malta, un Estado independiente con todas las de la ley, con la de Euskadi; o si comparas la capacidad de decidir que tiene Malta con la de Baviera (un länder alemán), ¿con qué te quedas? ¿Quieres ser como Malta o como Baviera? ¿O ser como es Euskadi con una serie de mejoras en nuestras capacidades de decisión? En Euskadi tenemos capacidad de decidir en temas tan importantes como la sanidad y la educación, y recaudamos nuestros impuestos. Siempre estaremos peleándonos con Madrid, esa es nuestra pelea, arrancar competencias al Estado. ¿Quién tiene más competencias sobre ti y sobre mí, más capacidad de decidir sobre tu vida y sobre la mía: las instituciones vascas o el Gobierno de Madrid? Es evidente que yo soy más dependiente de la Diputación de Gipuzkoa, del Ayuntamiento de Donostia y del Gobierno vasco, que del Gobierno de Madrid.

Las encuestas dicen que el apoyo a la independencia está en sus niveles más bajos.

—La independencia no es lo que más preocupa, lo que me importa es la historicidad, que seamos un pueblo con capacidad de organizarse y de tener presencia. En el nuevo estatuto de autonomía, si se hace, no pondría tanto el acento en la bilateralidad sino en la posibilidad de que, como vascos, podamos tener contacto directo con Europa sin necesidad de pasar por el ministro del ramo del Gobierno español.

Hay algunas competencias, como Justicia, que ni están ni se las espera.

—Es verdad que nos falta algo tan importante como la administración de Justicia. Eso no lo van a soltar porque es un feudo español.

La pandemia no ha impedido que el PNV mantenga su hegemonía en las urnas. ¿Cómo lo explica?

—El pueblo vasco es mayoritariamente nacionalista y moderado, de un nacionalismo de centroizquierda y moderado, y es un pueblo serio. Y el PNV es nacionalista, moderado y serio. Y es más serio que todos los demás.

¿Es bueno que el PNV repita en el poder legislatura tras legislatura?

—Yo creo que no, porque de una u otra manera crea clientelismo. La sombra del PNV es muy alargada porque aparece como algo mastodóntico y al final todo pasa por el cedazo del PNV. Cuando hay un partido que lleva tanto años dominando, crea un clientelismo.

¿Y qué culpa tiene el PNV si la gente, mayoritariamente, le vota?

—Es verdad. Si el PNV sigue gobernando, es porque la gente percibe que es el que mejor le va a resolver su vida cotidiana, además de ser el que mejor lo está haciendo para traer bienestar a Euskadi, de modo que mucha gente piensa que aquí se vive mejor que en cualquier otra parte del Estado. Eso es porque es gente seria. Además, Urkullu ofrece una imagen de garantía, seriedad y honestidad. Al PNV apenas le han pillado en corruptelas, aunque las ha habido, y fíjate que las habrán buscado.

EH Bildu lidera la oposición. ¿Llegará a dar el 'sorpasso'?

—El PNV ha conseguido afianzarse porque la gente no se fía de EH Bildu. Hemos visto cuando han gobernado, por ejemplo, en la Diputación de Gipuzkoa o en el Ayuntamiento de Donostia cómo lo han hecho y la gente no les ha vuelto a votar por su capacidad de gestión. De otro lado, la izquierda abertzale todavía no ha reconocido el daño causado por la violencia –tampoco el Gobierno español que no ha pedido perdón por el bombardeo de Gernika, al contrario que el Gobierno alemán, ni tampoco por los GAL–. La izquierda abertzale todavía no ha dicho que lo que hizo ETA estuvo mal. Y eso le lastra ética y electoralmente. Además están empecinados en la idea del soberanismo y eso cala en mucha gente, pero no define su modelo. ¿Cuál es su modelo o referencia de país? Dinamarca, Venezuela... No lo tienen, les falta ese modelo, y por eso la única posibilidad que les queda es la crítica sistemática al Gobierno vasco. En esto han encontrado un aliado llamativo, el sindicato ELA.

¿Cómo se explica que un sindicato nacido en los brazos del PNV se haya convertido en su azote inmisericorde?

—En este momento, ELA es el factor más desestabilizador que tenemos en Euskadi, mucho más que cualquier otro. No ayuda al progreso, se ha convertido en órgano de pura protesta. Es una organización negativista. Un sindicato que se dedica exclusivamente a criticar y se dedica solo a defender a sus afiliados es un organismo destructor.

Vox ha entrado en el Parlamento Vasco. ¿Cómo hay que actuar con este partido: con un cordón sanitario o sin hacerle caso?

—Que hablen, hay que responderles siempre con respeto, que ya se hundirán ellos solos. En lugar de un cordón sanitario, iría a propuestas concretas y argumentando el rechazo a sus propuestas.

¿Abrirá la marcha de Juan Carlos I el debate sobre monarquía o república?

—El tema de la monarquía es otro ejemplo más de una España muy dividida. Las dos Españas siguen en pie. Algunas personas son furibundamente antimonárquicas, en el espectro de la izquierda, del propio PNV, en parte del mundo catalán; y luego hay otra parte que son claramente monárquicos y que dicen que es la bóveda sobre la que todo reposa y sobre la que descansa el pacto constitucional del 78, e incluso entienden que la monarquía es un elemento central y cohesionador de España.

¿Ve mimbres para que se suscite en el Estado un debate sobre la conveniencia o no de la monarquía o va a ser una polémica pasajera?

—Lo que está en el fondo de todo este asunto es un país dividido. Va a depender del papel que juegue la justicia. El presidente Rajoy cayó por una decisión judicial; lo que está pasando en Catalunya en gran medida es consecuencia del poder judicial; y en este caso, el futuro de Juan Carlos también puede depender de lo que hagan los jueces.

¿Cree realmente que los jueces españoles le meterán mano al rey emérito?

—No son los jueces, es el juez que toque. En los tiempos duros de ETA, cuando detenían a alguien, los policías preguntaban qué juez estaba de guardia, porque según quién estuviera esperaban o lo llevaban al juzgado. No se trata solo de la estructura, sino que depende del juez que toque, puede pasar una cosa o la contraria. Si el juez de turno decide llamar a declarar al rey emérito, en ese momento se va a plantear un debate entre monarquía y república. Los jueces son los que quitan y ponen.

 

martes, 11 de agosto de 2020

"Les Introuvables" de Fr. Liszt. Comentario al CD de Josu Okiñena

 

Texto preparado para la rueda de prensa del CD “Les Introuvables” de Liszt, interpretado por Josu Okiñena. (Sony 2020)

 

¿Que pintó yo aquí entre dos investigadores musicales y uno de ellos además interprete pianista, Josu Okiñena?. Además de lo que se puede leer en la nota para esta Rueda de prensa de su labor de investigador, que no voy a repetir aquí, quiero señalar que Josu editó en el Center for Basque Studies de Reno “The History of the Basque Music” en 2019. Recuerdo en qué apuros me puso cuando me preguntó cómo definiría yo lo que significa música vasca. Al poco que empezar a decirle lo que vino a la cabeza, me di cuenta que él sabía mucho más que yo sobre el tema y me preguntaba por qué me preguntaba a mi lo que él conocía mucho mejor que yo. Hoy me pasa lo mismo hablando de su último disco sobre Liszt. 

Soy un mero melómano. Cierto que adicto a la música. Es una de mis drogas confesables. No puedo vivir sin música. La música, como la experiencia espiritual, es el ámbito que supera la palabra, allá donde no llega la palabra. Más aún, no hay palabras que expresen correctamente la experiencia musical. Yo no encuentro palabras para describir mis vivencias sensoriales, emocionales, anímicas e intelectuales que me ha producido la escucha del CD de Liszt de Josu que hoy nos reúne aquí. Lo que voy a decir, más adelante, no pasa de meras aproximaciones.

Pero, dejemos eso para el final de mi breve intervención.

Melómano si soy, pero Liszt no participa del panteón de mis preferencias musicales. Mi relación con la música de Liszt es muy compleja. Recordarás, Juan Ángel, cuando escribí, por invitación tuya, aquello de Bruckner “una pasión tardía”. Esto de hoy no se corresponde con aquello de Bruckner. Bien al contrario, mi pasión por Liszt empezó en mi primera adolescencia. Permitidme que lo evoque.

 

Yo debía tener 10, 11 o 12 años y fue en Radio Segura una emisora fundada por un sacerdote con turbo, Cesáreo Elgarresta. Radio Segura todavía se escucha en las cercanías de Segura: Beasain, Ordizia, Zegama etcétera. En la emisora viví una de las dos fuentes en la que nació mi pasión por la música. Había dos obras musicales que me impactaron: la Quinta sinfonía de Beethoven y la Rapsodia húngara nº 2 de Franz Liszt. Cómo yo era muy habitual en Radio Segura, y bastante desvergonzado (lo que explica que hoy esté aquí) incluso me permitieron tener un pequeño programa musical en el que emitía una y otra vez la Rapsodia húngara número 2 de Liszt. También un programa de noticias qué, fijaos que originalidad, comenzaba con las primeras cuatro notas de la Quinta de Beethoven. Daba la noticia, volvían a sonar las cuatro primeras notas de la Quinta y seguía con otra noticia etc., etc. Pero fue la rapsodia húngara número 2 de Liszt la que me produjo un impacto impresionante. Era una versión orquestada. Después escuché las versiones en piano. Me acuerdo de las versiones eléctricas de Cziffra. Además de la 2, la 6 y la 9, el Carnaval de Pest, han conformado algunos de los grandes momentos de mi experiencia musical juvenil con Liszt.

Si, empezó en la adolescencia y fue como un arrebolamiento con sus rapsodias húngaras, el inicio del concierto para piano número 1, los Preludios, etc. No puedo olvidar una película en la que un niño con pantalones cortos, Roberto Benzi, interpretaba los Preludios de Liszt. ¡Cómo me proyectaba yo, adolescente entonces, imaginándome a mí mismo como un director que fuera capaz de dirigir como Roberto Benzi los preludios de Liszt y las quintas de Beethoven! Si es una de las frustraciones vitales mías más profundas nunca haber podido dirigir una orquesta.

Ese arrebolamiento adolescente incrusto en mí una concepción de un Liszt siempre grandioso, superficial, grandilocuente. Con esa imagen me fui quedando hasta que escuché por primera vez su inmensa Sonata en sí. Obra exigente, como las del CD de Josu Okiñena, y me di cuenta de que algo de Liszt se me estaba escapando. Pero hizo falta que llegará a los “Años de peregrinaje” para que descubriera otro Liszt completamente distinto. 

 

No creo correcto, si se me permite, distinguir un Liszt de la vejez radicalmente distinto al de los años jóvenes. Radicalmente distinto, he escrito. Cuando uno se acerca a los tres libros de “Los años de peregrinaje” descubre que frente a obras explosivas encontramos otras de una intimidad que es lo que domina el disco “Les introuvables” de Josu. Incluso en una misma partitura vemos al Liszt que alterna la afirmación sonora con la meditación más profunda. Voy a dar ejemplo de la última partitura del primer ciclo, el de Suiza, “Las campanas de Ginebra. Nocturno” en la primera versión de la obra compuesto en los años 1835-1836. Una meditación que, en la parte central trata de “volar” pero que Liszt rápidamente lo devuelve a la meditación intimista, hasta la conclusión de la obra.

Otro ejemplo: “Sunt lacrimae rerum”. Es la anteúltima pieza del tercer libro, dedicada a Hans von Bulow el primer marido de su hija Cósima, compuesta en 1872. One of Liszt's most profound and desolate pieces, after which only silence seems in order” como he leído en un comentarista anónimo y hago mía. Por cierto, el tercer libro se abre con Oración a los Ángeles Guardianes (dedicada a su nieta Daniela von Bülow, primera hija de Hans von Bülow y Cósima Liszt. Las relaciones de Liszt con Wagner son un pozo sin fondo. La corresponden entre ambos, reeditada por Gallimard en 2007 tiene 1344 páginas. Wagner se casaría con la hija de Liszt, Cósima, quién tras la muerte de los dos, defendería con uñas y dientes el Festival de Bayreuth hasta pocos años antes de su muerte. Está enterrada al lado de Wagner, en su Haus Wahnfried. Pasando la carretera, al lado, está la casa de Franz Liszt. Guardo un recuerdo imborrable de cuando la visité.

 

Pero, ya es hora de detenerse en el ultimo CD de Josu que nos reúne aquí hoy. Cuando me envió el disco le contesté, un par de días, después con estas palabras:

 

Querido Josu:

Mil gracias por enviarme tu disco “Les Introuvables” de Liszt. Ayer escuché una parte. Hoy su totalidad.

Es una música, en lo que valga mi opinión de mero melómano, muy bien interpretada, al par que exigente. No hay floritura alguna en ninguna de las 11 obras. 

Creo que es un disco del que escuchar, cada vez, dos, tres o cuatro obras como máximo. La profundidad de la música- yo no hubiera dicho que es Liszt, pese a haberme deleitado con sus Años de peregrinación "- y el tono pausado, meditado, austero, de tu interpretación, exigen una atención sin distracciones.

Incluso el décimo, "En la fiesta de la transfiguración de nuestro señor Jesus Cristo", no tiene nada de festivo. Es una fiesta de la transfiguración vista por un monje trapense.

Este disco abre la puerta a un texto largo sobre el Liszt que se descubre en él. Para empezar sobre el contexto de cada obra.

 

Después he escuchado con atención tu disco. También, con lápiz y papel. Todas las obras son del Liszt de los últimos años, excepto la primera “Apariciones” que está compuesta en 1834, apenas 7 años después de la muerte de Beethoven. En esta obra creo ver reminiscencias de Beethoven, no sé si muy tardío.

 

. 2 “Romance Olvidado”. Con esta obra comienzo a sentir lo que será una constante en el CD: los silencios de Liszt que volveré a encontrar en “Devoción”, en la “Canción de Cuna”, “En la tumba de Wagner” … Estos silencios me evocan los vacíos de Oteiza. El silencio en las palabras y el vacío en la escultura son espacios en los que se manifiesta la Transcendencia, lo más profundo de cada ser humano, tan presente en los últimos años de Liszt y que se refleja en este CD.

 

.3 “Preguntas y respuestas de un Insomne”. Es la búsqueda, la duda, la palpitación de quien se pregunta por el sentido de su vida que le impide conciliar el sueño. ¡Cómo me veo retratado en esta obra!

 

.4 “La celda de Nonnenwert”. Es un monasterio, en la mitad de un islote en el rio, donde pasó sus veranos Liszt con su primer amor Marie d´Angoult los años 1842, 1843. Pero no creo que esté escrito entonces, pues la obra es una meditación al final de su vida cuando decidió entrar en las órdenes. A mí me lleva a la parte central del inmenso adagio del Hammerklavier de Beethoven.

. 5. “Elegia 2”. Es un lamento por la muerte de ser querido. ¿En quien estaría pensando Liszt en 1877 al escribir esta obra?  ¿Estaría pensando en su nieta Daniela von Bülow, primera hija de Hans von Bülow y su hija Cósima, a quien también dedicó, como indico arriba, la primera de las obras del Tercero de los Años de peregrinación, A  Angelus! Prière aux Anges Gardiens (¡Ángelus! Oración a los Ángeles Guardianes, escrito también en 1877)?

.6 Devoción. De la misma factura que la anterior, y del mismo año, interpretada casi sin interrupción

7. “Canción de cuna” Escrita en 1881, cuatro años antes de su muerte, me pregunto también en quien estaría pensando Liszt al escribirla.

 

8. “En la tumba de Wagner”. Es otra elegia. Música grave, sincopada, llena de silencios, escrita en 1883, año del fallecimiento de Wagner. ¿Puedo decir que algunas notas me llevan al inicio del Grial del inmenso final (40 minutos) del primer Acto de Parsifal?

 

9. “Resignación” Otra meditación que lleva al último Beethoven.

 

10.   "En la fiesta de la transfiguración de nuestro señor Jesus Cristo". Ya he dicho que, en mi primera escucha, señalé a Josu que no veía ninguna fiesta en esta obra. Claro. Es también una meditación, una meditación que me hace pensar en el mundo zen, en el rosario cristiano y en Webern pues los casi seis minutos de la obra son un obstinato de cuatro notas, incansablemente repetidas, pero no idénticas. Es una obra que transmite serenidad y paz para dar paso, casi sin interrupción a la última obra del CD,

 

11. Nubes grises. No entiendo el título de la obra que no tiene nada de gris. Hasta he percibido en algún momento, junto a la primera obra de 1834, algo, hasta de juguetón, aun dentro del intimismo, si se me permite el atrevimiento. La obra concluye y, con ella el disco, con dos acordes ascendentes que se abren al infinito. Magistral cierre del disco.

 

El CD mantiene una unidad evidente: el Liszt más espiritual, intimista, profundo, ya en el ocaso de su vida. La escucha del disco de una sentada exige, imperativamente a mi juicio, adoptar una actitud próxima al espacio psicoanalítico, un dejar que la música penetre en tu interior, sin trabas. Dejarte llevar por la emoción, por los sentidos. Después vendrá la reflexión intelectual a la que se presta, - ¡de qué manera! - esta música y este CD. Aquí también vale aquello de la escolástica de que “nada hay en el intelecto que antes no hubiera pasado por los sentidos”. Y eso es lo que nos hace sentir Josu Okiñena con este extraordinario CD. Gracias Josu y gracias a Sony por grabarlo y difundirlo.

 

 

Donostia 11 de agosto de 2020

Javier Elzo