domingo, 31 de mayo de 2020

Reanudando el blog tras pasar el Covid 19


Reanudando el blog tras pasar el Covid 19


Llevo meses sin añadir nada a mi blog. He pasado por la experiencia del aislamiento hospitalario por el coronavirus. Que me ha dejado baldado y, teniendo otros compromisos previos adquiridos, he abandona el blog. Ya cubiertos mis compromisos lo reanudo, precisamente con el epilogo a un nuevo libro que se editará, en ed. San Pablo, en la otoñada y que he titulado ¿“Tendrá futuro el cristianismo en España? Precisamente el epilogo parte de mi peripecia con el Covid 19 en la Policlínica Gipuzkoa.

Epilogo en tiempo de coronavirus.

La primera redacción completa de este libro, a falta de redactar el Prólogo y revisar la redacción del texto la concluí el 19 de marzo, día de san José. Poco después, al final de aquella mañana, baldado desde hace días, aunque sin fiebre, decidí acudir a urgencias de la Policlínica de Gipuzkoa, donde trabaja mi médico de cabecera desde hace más de veinte años. Tras una auscultación, una placa y una analítica, aun con dudas, me enviaron a casa en espera de lo que diera el test en coronavirus, el famoso PCR. Al día siguiente me llamo mi médico, indicándome que había dado positivo y debía ingresar. Viendo la cara de mi médico tras otras prospecciones y su diagnóstico de que había que verlas venir, me entró algo más que una gran preocupación.
No sé cómo, un amigo jesuita, Ignacio Arregui, que lleva la WEB LoilaXXI, que sigo con sumo interés, se enteró de mi situación y me pidió unas líneas sobre mi situación. Publicó esta nota en su WEB el 25 de marzo, bajo este titular: El sociólogo Javier Elzo ante la posibilidad, que esperamos remota, de la muerte.

“Puedo escribir poco. Me canso.

Yo no creo en un “Deus ex machina” que me librará del coronavirus. ¿Por qué a mí y no a tantos que ya han sucumbido? Pero cuando hace 4 días me dijeron que mi futuro no estaba seguro, por primera vez en mi vida, como un choc, vi que la muerte no era un concepto, una realidad que nos llegará un día. No. Vi a la muerte en el segundo recodo de mi vida. Una muerte próxima.

Me sirvió de gran alivio y serenidad dejarme, abandonarme, en el misterio del Dios qué nos ha creado por amor. En el Dios que nos revela Jesús de Nazaret cuando trata de Abba a su Padre, y, en la cruz, muestra su doble condición de hombre (que pase de mi este cáliz) y su filiación divina (hágase su voluntad y no la mía).

Por eso mi oración frecuente es esta: “en tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu, mi cuerpo y mi vida”.

Lo más duro es no poder abrazar a los míos, en particular mis nietas y mi nieto.

Un abrazo, querido Ignacio
Javier”

Este texto se difundió entre los lectores de LoiolaXXI y recibí bastantes correos de amigos que me fueron de gran ayuda en mi aislamiento hospitalario.

La ciencia médica pudo, en mi caso, con el coronavirus y once días después, pude volver a casa a seguir el aislamiento hospitalario, algo aliviado al ver y hablar con mi mujer, aún con las precauciones debidas. Quince días después mi médico diagnóstico que ya había sobrevivido al coronavirus. Tuve suerte, y un cuadro sanitario al que nunca agradeceré suficientemente.

Pero, entre tanto, en alguno de los dos primeros días en el hospital me acordé de este libro. Temí que si pasaba lo peor quedara olvidado para siempre en un archivo de mi ordenador. Pedí a mi mujer que enviara copias a Maria Ángeles López Romero , directora de la editorial San Pablo y a dos amigos, Jesús Martinez Gordo, teólogo, y Rafael Díaz-Salazar, sociólogo, con ruego de que se hicieran cargo de lo ya escrito y, si la editorial estaba de acuerdo, escribieran el Prólogo y corrigieran la redacción, para edición. Recibí de los tres, correos alentadores a los que agradezco enormemente.

Pero, pasados unos días en casa, pude volver al libro, escribir este Prólogo y corregir, lo que pude, de la redacción del libro. Aunque, como ya he escrito en el Prólogo, tras unas reflexiones de Rafael Díaz-Salazar, modifiqué el orden del libro, redacté un nuevo capítulo y este epilogo.

Mi familia y mis amigos se volcaron en mí. Lo sentí en la cantidad de whatsapp que recibí. Todos los días: fragmentos musicales, videos divertidos, fotos de lugares entrañables para mí, reflexiones sesudas, muchas palabras de ánimo y cercanía. Mi aislamiento hospitalario, no lo llevé en soledad. Además del médico y del personal que entraba a mi habitación, bien protegida, siempre con cercanía y profesionalidad, las llamadas telefónicas, los correos y whatsapp que recibí, llenaron mis horas en la Policlínica.



Quiero destacar, ya como estudioso del fenómeno religioso, un video que un amigo hizo circular en una red de amigos, Xagu, que llevamos reuniéndonos 21 años, video largo de casi 5 minutos, en el que un italiano pretendidamente anónimo, escribe una carta, supuestamente redactada por el virus Covid 19. Es demasiado larga para transcribirla en su integridad en este Prólogo. Quizá más de un lector ya la conozca. Me limito, así y todo, a reproducir bastantes de sus frases:

 El COVID 19 se explica ante el mundo

“He reflexionado mucho estos días intentando encontrarle un sentido, porque algún sentido deberá tener esta absurda situación que nos hemos visto obligados a vivir: he imaginado que el virus podría hablar y he imaginado lo que diría a través de una carta, si pudiera hacerlo. Y estas son las palabras que he conseguido plasmar sobre un folio.

HOLA SOY COVID 19. Muchos de vosotros me conoceréis simplemente como coronavirus. Y si…soy yo. Perdonad el poco preaviso, pero no he podido avisar de cuando llegaría o en qué forma o fuerza me presentaría ante vosotros. ¿Por qué estoy aquí? Bien, digamos que estoy aquí porque estaba cansado de ver como os agredís en vez de ayudaros, estaba cansado de veros continuamente destruir con vuestras manos. Estaba cansado de cómo tratáis el planeta (…) estaba cansado de los abusos, de vuestra violencia, de las guerras, de vuestros conflictos interpersonales y de vuestros prejuicios, …estaba cansado de vuestra envidia social, de vuestra hipocresía y de vuestro egoísmo.

(…) Estaba cansado de vuestra superficialidad, estaba cansado de la importancia que a menudo le dais a las cosas superfluas, a costa de aquellas esenciales. Estaba cansado de vuestra continua y obsesiva búsqueda del vestido más bonito, o del último modelo de smartphone o del coche más bello, solo para parecer realizados. (…) Estaba cansado de veros discutir y pelearos por motivos banales. Estaba cansado de las continuas luchas de los que os gobiernan, y de las decisiones erróneas que a menudo toman aquellos que os deberían representar. Estaba cansado de ver gente que se insulta y que se mata por un partido de futbol.

Lo sé …seré duro con vosotros., quizá demasiado, pero no tengo consideración con ninguno, soy un virus. Mi acción os costará vidas, pero quiero que entendáis de una vez por todas que debéis cambiar el rumbo por vuestro bien. El mensaje que quiero dar es simple (…) He querido pararlo todo a propósito para que entendáis que la única cosa importante a la que tenéis que dedicar vuestras energías de ahora en adelante es simplemente una: la VIDA, la VUESTRA Y LA DE VUESTROS HIJOS (…).

Os he querido lo más recluidos y aislados posible: lejos de vuestros padres, de vuestros abuelos, de vuestros hijos y nietos, para que entendáis lo importante que es un abrazo, el contacto humano, el diálogo, dar la mano, una noche entre amigos, un paseo por el centro, una cena en cualquier local o correr por el parque al aire libre. Desde estos gestos se ha de retomar todo. Sois todos iguales, no hagáis diferencias entre vosotros. (…) Vivid vuestras vidas lo más sencillamente posible, caminad, respirad profundamente, haced el bien porque el bien os volverá siempre con intereses. Disfrutad la naturaleza, haced aquello que os satisfaga y cread las condiciones para no tener que depender de nada. Cuando lo celebréis yo habré marchado. Pero recordad. No intentéis ser mejores personas solo en mi presencia. ADIOS. DANILO CALABRESE” [1] .

Hasta aquí la transcripción parcial del video que ha recibido los parabienes de mucha gente. También entre mi grupo de amigos. Lo entiendo. Toca el corazón y ha encontrado un chivo expiatorio, el COVID 19, que cual “Deus ex machina”, expresión que viene del teatro antiguo cuando alguien de fuera, montado en una gran grúa (machina) irrumpe para salvar la representación. Aparece, de incognito, para, desde fuera, dar salida al teatro. Según el video, en la actualidad, en el teatro del mundo, el que irrumpe, con pretensiones salvíficas, es el COVID 19. Pero para ello el mundo tendrá que sufrir. Con dureza. Tendrá que tomar medidas duras, habrá que estar recluido y aislado en casa, no pudiendo estar con todos los suyos, muchos de los cuales el virus matará.

Pues bien, la lectura y visionado del video me trajo a la cabeza la destrucción de Sodoma y Gomorra que se narra en el libro del Génesis en los capítulos 18 y 19. Me limito a recordar aquí unas pocas frases. "Dijo, pues, Yahveh: «El clamor de Sodoma y de Gomorra es grande; y su pecado gravísimo. ¡Ea!, voy a bajar personalmente, a ver si lo que han hecho responde en todo al clamor que ha llegado hasta mí, y si no, he de saberlo.» Y marcharon desde allí aquellos individuos camino de Sodoma, en tanto que Abraham permanecía parado delante de Yahveh. Le abordó Abraham y dijo: «¿Así que vas a borrar al justo con el malvado? Tal vez haya cincuenta justos en la ciudad. ¿Es que vas a borrarlos, y no perdonarás a aquel lugar por los cincuenta justos que hubiere dentro? Tú no puedes hacer tal cosa: dejar morir al justo con el malvado, y que corran parejas el uno con el otro. Tú no puedes. El juez de toda la tierra ¿va a fallar una injusticia?» Dijo Yahveh: «Si encuentro en Sodoma a cincuenta justos en la ciudad perdonaré a todo el lugar por amor de aquéllos.". Y así continua el texto bíblico hasta los 10 justos que Abraham no encontró.

(…..) "Entonces Yahveh hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego de parte de Yahveh. Y arrasó aquellas ciudades, y toda la redonda con todos los habitantes de las ciudades y la vegetación del suelo."

Es la concepción religiosa de un Dios que nos castiga porque nos comportamos mal. Es Yahveh el dios justiciero de los judíos en Sodoma y Gomorra, que se nos aparece en el Génesis en su modalidad antropomórfica en regateo con Abraham. En el video, el COVID 19 se nos aparece como un dios laico, en un mundo secular, que ha arrinconado, eliminado, la divinidad de los siglos (como muestro en el cuerpo de este libro siguiendo a Roberto Calasso). El Dios bíblico de Abraham y el dios laico del COVID 19 nos muestran en su comparación varias cosas:

1.    Los dos son “Deus ex machina”, interrumpiendo el día a día de los hombres y mujeres sin previo aviso. Son externos a la humanidad.
2.    Y lo hacen al modo justiciero. Por los malos comportamientos de los hombres y mujeres, vienen a castigar a la humanidad. Por un castigo en el que rivalizan en crueldad. Y lo hacen, claro está, por nuestro bien.
3.    Personalmente soy ateo de ambos dioses. Del sagrado Yahveh antropomórfico de Abraham, aunque ha evolucionado; así, para Lévinas, “el gobierno de Dios (para los judíos) consiste en someter a los hombres antes a la ética que a los sacramentos”, como cito, via Liberman, en el capítulo 7º de este libro. También soy ateo del dios secular, al que, una vez eliminado, no solamente el “Deus ex machina” que ha imperado en gran parte de la era de la cristiandad, sino también la posibilidad de la divinidad misma, echamos mano, para buscar un sentido a la pandemia que estamos padeciendo, como dice el autor del video, al coronavirus, que nace en un capricho de la Naturaleza: una infección de un animal a un homínido, haciendo así de él, un dios, engendrado en la propia Naturaleza, en sus propias leyes. La Naturaleza, para no pocos, es uno de los grandes dioses (con el Dinero) de la alta modernidad. Rebelarnos contra la Naturaleza, supondría rebelarnos contra dios y entonces seríamos expulsados del paraíso terrenal sagrado (como Adam y Eva) o secular, por el COVID 19.
4.    De ahí que me parezca fundamental distinguir la imperiosa necesidad del respeto a la naturaleza, la protección debida a la naturaleza, el rechazo a la depredadora acción de los hombres contra la naturaleza, de la idea de hacer de la Naturaleza un Dios ético, pues la naturaleza no tiene ética ni raciocinio, solamente leyes. Leyes naturales, por supuesto, las leyes de la naturaleza.
5.    Añadamos que los dos dioses, el del Yahveh antropomórfico de Abraham, y el del virus COVID 19 fruto de un capricho de la Naturaleza, nos dejarían desnudos. Nos muestran nuestras limitaciones y nuestra dependencia de un dios externo a la condición humana que puede actuar sobre nosotros, como le venga en gana, y del que hay que defenderse.
6.    Esto nos muestra que podemos encontrarnos en otra guerra de dioses. La cosa, para mí, no tendría mayor importancia si la lucha se realizada entre el Dios de Sodoma y Gomorra y el dios de la Naturaleza que se expresa en el COVID 19. Pues ya lo he dicho. Soy ateo de ambos dioses.
7.    Pero me preocupa, y mucho, si la confrontación se estableciera entre el dios de la Naturaleza, y este dios, lo repito, tiene muchos adeptos más allá del que se nos aparece en el COVID 19, y el Dios que se nos manifiesta en Jesús de Nazaret tal y como los cristianos, en los primeros siglos, vieron en EL, el Dios, a la vez, absolutamente humano y absolutamente divino. Un Dios humano, o si prefieren un humano Dios, divinizándonos de alguna manera, haciendo de Jesús de Nazaret algo así como nuestro Hermano Mayor y revelación del Dios de los cristianos, el Dios del Amor.

Así se entiende la expresión castellana que he visto reproducida, por ejemplo, en algún miembro de Aranzadi ahora que andan buscando restos humanos en las fosas de la guerra civil española, y que el papa Francisco ha utilizado varias veces, en su redacción más sencilla, en la pasada Semana Santa: “La Naturaleza no perdona jamás. El hombre, tiene capacidad de perdonar y lo hace a veces. Dios perdona siempre. Porque es padre y los padres siempre perdonan. Bueno, Dios perdona si es que existe. Que no lo sé. Si existiera ¿cómo podría permitir tantos horrores, tanto terror?”[2] La fórmula del miembro de Aranzadi, introduce en la pregunta la incombustible cuestión del mal si se acepta un Dios que ha creado el mundo por amor. El papa Benedicto, entre otros, ha dado una buena respuesta a esta cuestión, precisamente rechazando la binariedad de un Dios bueno y otro malo, como Satanás o, en un registro laico, el COVID 19. La reflexión de Benedicto XVI la pueden leer al final del capítulo 5º de este libro.

Envié el texto que acabo de reproducir sobre la “comparabilidad” del Dios antropomórfico de Abraham y el no menos antropomórfico del Covid 19, a mi amigo, y teólogo de cabecera, Jesús Martinez Gordo por si tenía algo que decirme. Un par de días después, recibo su respuesta que, con su permiso, traslado aquí:

“(….), he leído tu texto un par de veces
Ya te había escuchado, el día que viniste a Vitoria, tu “ateísmo” de esos dos imaginarios de Dios.
Tal y como lo has formulado, se entiende perfectamente
Yo no tendría problemas, incluso, en firmarlo
Sin embargo, la cuestión que queda en el aire, supongo que, para los dos, es cómo articular el imaginario de Dios Padre-Madre de la parábola del hijo prodigo con el de Mateo 25, el juicio final
Éste es el asunto, teológicamente significativo, para que Dios, Padre-Madre, no acabe siendo un aitite (abuelo en Bizkaia) o una amama (abuela también en Bizkaia) calzonazos e irresponsable
La superación de un Dios cruel o juez despiadado no puede llevarnos al aitite-amama calzonazos que mata a su nieto (diabetes) regalándole todos los días una tonelada de chuches
Creo que por aquí va la propuesta del examen de amor “al atardecer de la vida”
No me parece mala.
Y no me lo parece porque conjuga el Dios solo misericordia de Lutero con el justiciero implacable, tradicionalmente católico
En todo caso, la salida a tu “ateísmo” (no olvides que compartido) es de conjunción teológica y espiritual: tengo que ser bueno, porque Dios es bueno conmigo.
Y siéndolo, disfruto del regalo de la vida.
Por eso, no temo ese juicio de amor
Pero creo sensato que exista
Y me da, que comienza en cuanto fallezcamos
Las primeras mediaciones de ello, serán las personas que nos han conocido y, sobre todo, las más cercanas
Esto es lo que me sale a vuela pluma”

Tras agradecerle su comentario le prometí una segunda botella (ya le debía una) de vino de Rioja de maceración carbónica que tanto aprecia. Pero no quiero olvidar dos cosas. La primera para recomendar vivamente, el último libro de Jesús Martinez Gordo, “Ateos y Creyentes”, ya citado en este libro y en segundo lugar, lo que a través de varias conversiones con él, y con un amigo común, le he escuchado repetir. Lo digo con mis palabras: el Dios de Jesús, es el Dios de tres montes: El monte de las Bienaventuranzas, donde nos transmite sus enseñanzas, su cosmovisión, su ética; el Dios del Gólgota donde nos muestra su disponibilidad a compartir el sacrificio extremo de todos los hombres y mujeres que sufren (le gusta repetir a Jesús Martinez Gordo que el primer creyente cristiano es el centurión del Gólgota), y el Dios del Monte Tabor donde quizá, más que en otro pasaje de los evangelios, antes de su ejecución y posterior experiencial pascual, nos permite vislumbrar, atisbar, el misterio divino de Jesús de Nazaret.      

Pero no quiero cerrar este Epilogo, ya demasiado largo, sin presentar al cuarto amigo que mencioné en el prólogo del libro. Es un amigo de los últimos tiempos: Arnoldo Liberman. Pensador, psicoanalista, judío, prolífico escritor de libros magníficos, aunque exigentes, musicólogo eminente, fervoroso de Mahler, Schönberg, Weinberg, que respeta mi culto a Bruckner y nos encontramos en Wagner, aunque él prefiera Tristán y yo Parsifal, pero coincidamos en que el Wagner más penetrante está en el diálogo de Wotan y Brunilda en el final de La Valquiria.

Le mandé mi texto que reprodujo Ignacio Arregui en su WEB LoilaXXI, que he trasladado al inicio de este epílogo. Me contestó Arnoldo con lo que denominó un “textito”, largo de cinco páginas, que tituló “¿Delirio o verdad?”, una lúcida y penetrante reflexión sobre el poder de la música en nosotros del que reproduzco unas líneas y mi respuesta, prolongada después, para cerrar este epilogo.

Escribe Liberman. “Ningún análisis racional ni ninguna pretensión de laboratorio puede dejarnos ver qué se oculta en ese enigma que habita en todo oyente o melómano, allí donde algunos consideran que un don se nos ha otorgado, pero que, por su misma esencia, ese don se consume a sí mismo. No obstante, nuestra búsqueda de una respuesta es empecinada y pretenciosa, porque lo que está en juego es nuestra inquietud de preguntar por el misterio del sentir, la corchea que algo definitivo nos dice, la ansiedad ante lo equívoco, las vicisitudes de cada día y el último terror de la muerte. Y en este preguntar (¿infructuosamente o humanamente necesario?) está el desafío que nos arrastra a buscar una respuesta que, aunque provisional, amaine nuestra ansiedad. Sabemos bien que el ser humano es no sólo un generador, a veces, de situaciones imposibles sino de autoengaños tramposos. Y quizá esa terca búsqueda de respuesta sea sólo una estrategia para estar del lado de las corcheas, protegernos del vacío y acompañarnos de su existencia”

Le respondí así: “Perdona la confidencia, querido Arnoldo, pero yo también “necesito protegerme del vacío” que provoco con mis preguntas, y quizá me auto engaño con mis respuestas. Déjame añadir, que te diga que, desde que sentí la vivencia de la muerte, con el coronavirus, me ha acompañado, amén de mi inconsciente, aunque reflexionado, religioso, los dos libros del Clave Bien Temperado de Bach. Daniel Barenboim en el Primer Libro y Edwin Fischer en una grabación de 1934 en el Segundo. Es la única música que escuché en el hospital, y varias semanas después al comienzo de mi convalecencia, ya en mi domicilio. Todo está en Bach, que le escuche decir a Chillida en una ocasión.

Parafraseando tu texto escribo que en tus corcheas (la obra musical), Bach, Dios (¿qué Dios?) está el desafío que nos arrastra a buscar una respuesta que, aunque provisional, amaine nuestra ansiedad, incluso consintiendo que puedan ser autoengaños tramposos, que nos protejan del vacío, especialmente cuando el vacío es definitivo”.

Y, después, he añadido para este Epílogo:

Pero hay una diferencia colosal entre la corchea (la obra musical) aunque sea la de Bach, la de la sima sin fondo y sin fin del Clave Bien Temperado (y la de los idolatrados por ti y por mí, Mahler, Schönberg, Weinberg, Bruckner, Wagner….) cuando los ponemos junto a Dios, al menos el Dios que, tras mil y una vueltas, tras haber percibido sus mil y una caras, es ahora el Dios en el que deposito lo que llamaré la fe; fe que para mí equivale a confianza; y, la fe y la confianza en ese Dios, provocan el abandono cuando el vacío definitivo está a la vuelta de la esquina. Cuando vi la incertidumbre en mi médico con los primeros análisis tras la confirmación de mi infección por el Covid, cuando a mi angustiada interrogación respondió “verlas venir, tocar madera” no encontré otra madera que la del Innombrable, la madera del Inasible, al que nadie ha visto nunca jamás, más que en fogonazos, en destellos, en susurros, en zarzas ardientes y de espaldas…y me entró una paz y una tranquilidad con la que logré conciliar el sueño, acompañado por la música del Clave Bien Temperado.

La respuesta a mi ansiedad se tradujo en un abandono en eso que, falto de palabras, denominaré el misterio de Jesús de Nazaret, quien llamó Abba a su Padre y que, las generaciones de cristianos que me precedieron, me transmitieron un Espíritu de Dios, cual Misterio sin palabras (como es la música, dixit George Steiner), para no desconcertarme en demasía, en mi buscado anhelante de sosiego. En efecto, para amainar mi ansiedad, en la provisionalidad de todo lo que quepa decir de Dios (un “absoluto relativo” lo denomina Paul Ricoeur) me digo, en abandono protector del vacío, “en tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu, mi cuerpo y mi vida”. Lo acompaño con la música del Clave Bien Temperado, los lieder de Mahler, los motetes de Bruckner y tantos más, soñando con nuevos conciertos en vivo, seguidos por mesa y mantel contigo y con Susi, tu esposa, con Juan Ángel y Concha, su mujer, y con la mía, y bucear gustosos en otro pozo sin fondo, la conversación en la amistad franca, sincera y confiada.







[1] Recibido el 2 de abril. El Video, en italiano con traducción al castellano está en Youtube. Aquí:  
[2] El papa Francisco lo dice así: “Dios perdona siempre, el hombre a veces, la naturaleza nunca”