Impresiones tras un viaje a EEUU: Yale University (4)
(Universidad de Yale: “always student”)
El miércoles 27 viajamos en tren a New
Haven donde Betsy nos espera. De inmediato nos lleva a visitar la Universidad de Yale.
Nada más aparcar y adentrarnos en un parque enmarcado por diferentes
“Colleges”, cruzando estudiantes con sus libros y cartapacios bajo el brazo, me
emociono extremadamente. Por primera vez, creo que por primera vez en toda mi
vida desde que dejé Lovaina el año 1974, añoro mis tiempos de estudiante. Betsy
dice: “yes, always student”. La idea me impregna plenamente y siento con fuerza
que eso, precisamente eso, es lo que retengo de toda mi vida intelectual.
Siempre en el ámbito educativo, desde los 18 años (salvo los tres en el
seminario) en el mundo universitario, que me duele abandonar, ya jubilado y,
prácticamente olvidado, de Deusto.
(Me vienen a la cabeza, ahí van entre
paréntesis, escribiendo estas líneas, cómo en una de mis ultimas actividades en
Deusto, en la
Comisión Central organizadora de sus 125 años, Chus Eguiluz,
Presidente de la citada Comisión y durante 10 años Rector de Deusto, comentaba
que la UD nunca se
había caracterizado por recordar a sus antiguos profesores. Más aún, recordaba
más a sus antiguos alumnos (a algunos porque de otros hubiera preferido no
tenerlos) que a sus antiguos profesores. Lo compruebo en carne propia pues ya
no recibo ni la revista de la Universidad. Pero , si soy capaz de ir más allá de
mis propias vivencias, he de concluir que esta preferencia por los “alumni” -
como ahora les llaman- siempre ha sido la nota de Deusto. Y pensando un poco
hay que decir que ello va más en su mérito que en su demérito. A fin de cuentas
una universidad está pensaba para la formación de sus alumnos, no siendo los
profesores más que intermediarios (imprescindibles eso sí) de esa formación.
Por eso pienso que habla bien de Deusto que sea más conocida, y reconocida, por
sus alumnos y no por sus profesores. Aunque a los profesores nos pellizque un
tanto en nuestra orgullo. Pero volvamos a Yale.)
Yale está dentro de la ciudad. Donde me
agrada que estén las universidades. Detesto los campus universitarios, como si
la “academia” hubiera de estar separada del mundo real. La Complutense de Madrid
que he visitado en varias ocasiones como miembro de algún Tribunal de Tesis se
me aparece como paradigma del horror. Como la de Alicante, donde hace años
tuvimos un Congreso Español de Sociología y al término de mi intervención,
avanzada ya la tarde, hube de pedir a un colega que me llevara a la ciudad.
Ningún transporte público, y los taxis, como es bien sabido, no quieren ir a
determinados sitios a ciertas horas. De ahí también mi neta preferencia por
universidades como la de Yale: formando parte de la ciudad, haciendo ciudad. Es
lo que veo en Salamanca, en Santiago, en Lovaina la Vieja , en la que me formé y
me injertó el ansia de aprender y la matriz de la verdad contextualizada, la
verdad siempre construida. La verdad no es algo que está escondida en no se
sabe bien que Grial y que se trata de aprehender. La verdad la vamos
haciendo, construyendo, día a día. La verdad es histórica. Como la ética y la
moral. Como la religión. Esto no es relativismo, sino relatividad. Mejor aun,
en el caso de la religión, sin duda alguna, son “absolutos relativos” que diría
Ricoeur. “Siempre estudiante”, como nos recordaba Betsy en Yale.
No soy escritor para evocar la belleza de
sus edificios, el marco incomparable de sus facultades, colegios, templos,
paseos…Me siento incapaz de escribir y trasladar al lector la atmósfera
particular que se vive en una universidad como Yale. Entramos en sus
bibliotecas. En la de libros antiguos una Biblia de Guttemberg que se puede
contemplar en el interior de una urna. Bastan unas palabras de Betsy explicando
quienes somos para entrar en las bibliotecas sin más exigencias. En la gran
biblioteca de uso cotidiano contemplo a un lado los viejos ficheros manuales y
al otro los informatizados. Entro en uno de ellos. Tecleo Peter Berger y me
salen infinidad de textos suyos. La vanidad me puede y tecleo mi nombre: salen
once referencias de libros e investigaciones que yo he dirigido. Están los
estudios sobre los valores de los vascos, sobre los valores de los catalanes
(mi referencia más reciente en Yale). Curiosamente no está el de los valores de
los españoles pero sí varios libros míos sobre los jóvenes, las drogas, el
alcoholismo… Algo se hincha dentro de mí y debo recordar a Betsy: “siempre
estudiante”.
Comemos una excelente hamburguesa en una
taberna al lado de la biblioteca y salimos en coche hacia la casa de Betsy y
Adam, su marido, en Providence. Koruko va de copiloto y hablan entre ellas todo
el tiempo. Mientras dormito en el asiento de atrás, siento el corazón encogido
y me digo que volvería a Yale…como estudiante.
Ya, la vida de estudiante. No sé, siempre tengo mis dudas. Cuando lo comento con compañeros de carrera hay división de opiniones. Por supuesto que te queda muy buen recuerdo pero también te acuerdas de los exámenes y de la tensión que los rodeaba: apuntes, insomnios,"nudos"estomacales, asignaturas que se te atragantaban junto al profesor, y el bolsillo pelado muchas veces. Pero al final la balanza va hacia el buen lado siempre. Si, es una época inolvidable que desde siempre les he inculcado a mis hijas que estudian fuera. Tanto mi mujer como yo les hemos animado a que estudien fuera de casa y que recuerden esa época como una de las mejores de su vida, eso si, cumpliendo con su deber, como asi lo hacen.
ResponderEliminarMuy amenos los comentarios de tu periplo americano.
Un saludo,