El fraude mundial y el secreto de las fuentes
El 4 de abril de 2013, 36 medios de
comunicación de todo el planeta (coordinados por ICIJ, un Consorcio
Internacional de periodistas de información) comienza la publicación del
expurgue de 2,5 millones de ficheros concernientes a 120.000 truts y sociedades
fantasmas de 170 países, ficheros domiciliados en países fiscales. Estos
ficheros corresponden a lo que, en términos financieros, se denominan
“offshores”, imposiciones de capitales en el extranjero, fuera de control
fiscal. Es el fraude a nivel planetario. En esta masa de documentos ya aparecen
dos bancos franceses así como el tesorero de la campaña de Hollande en las elecciones
presidenciales de 2012 en Francia, Jean-Jacques Augier, quien asegura que no
hizo nada ilegal recurriendo a un partenaire chino, para estos montajes
offshores.
Ya van saliendo nombres de personas, como se
ve. Pero, como firma en el editorial de ese día la nueva directora de “Le
Monde”, Natalie Nougayrède, (decididamente llamada a ser líder de opinión en
Europa), “la exposición de casos individuales no debe ocultar el fondo del
problema: los paraísos fiscales son una amenaza para la democracia. Minan el
estado de derecho, con su ocultismo. Son una ganga para todos los
defraudadores,” tanto de capitales
públicos como de personas privadas. “En este universo de creatividad jurídica, que parece
ilimitada, continúa Nougayrède, hay cantidades colosales de dinero tras las
sociedades pantalla. Personas enormemente ricas dispondrían en tales sociedades
el equivalente a la suma del PIB de los EEUU y del Japón”.
Concluye Nougayrède su editorial
escribiendo que “nadie podrá pretender, a la luz de
esta investigación, que los dirigentes políticos, a pesar de sus afirmaciones,
(por ejemplo, añado yo, las conclusiones del G20 tras las convulsiones
financieras de 2007 y 2008 y el Informe Stiglitz encargado por Sarkozy en
2009), se hayan dado los medios necesarios para actuar. Urge reforzar las
reglas, los medios de control y la cooperación transfronteriza. La lucha por el
blanqueo del dinero pasa por ahí. Y los bancos occidentales, amateurs (“amatrices”,
en el original) de esquemas opacos difícilmente podrán evitar dar respuestas
claras. Al menos si pretenden que, durante la actual crisis, sean creíbles
cuando enuncian profesiones de fe sobre su “ética”.
Ciertamente,
pero eso no basta. Urge un auténtico rearme ético donde derribemos de su
pedestal al dios Mamon, pues el dinero es, actualmente, más dios que nunca. A
gran escala para unos. A pequeña para otros, a la que puedan. Por ejemplo, en
el Babelia de “El País” del sábado 13 de abril leía que “de los cuatro libros
(de los mas leídos recientemente en lengua castellana), tres pueden descargarse
fraudulentamente”. Necesitamos un rearme ético. Por supuesto que si. Rearme
ético en los políticos, banqueros y expertos en ingeniería defraudatoria en
primer lugar. Pero también en quienes, por ejemplo, tienen a gala bajarse
gratis libros de la red (los encuentro en mi vida cotidiana), o engañar en el
uso de las viviendas de protección oficial. Por quedarme en estos dos ejemplos.
Pero hay
más con “Le Monde”. El nuevo Ministro de Finanzas francés (el anterior
tuvo que dimitir cuando se descubrió que tenía 13 millones “ocultos” en bancos
suizos), pide el martes 9 de abril, en el Parlamento galo, que la prensa
entregue los ficheros a la justicia. Pues hete aquí que “Le Monde”, en su
editorial (no firmado esta vez) del miércoles, anuncia que no piensa hacerlo,
apelando al “secreto de las fuentes de los periodistas” y añade que “entregar a
la justicia los documentos que fundamentan nuestra investigación supondría
exponer cómo se obtuvieron los datos y podría llegar a la identificación de
nuestras fuentes”. . Me hierve la sangre leyendo estas cosas.
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