Papa, elegido por los obispos, para diez años
Benedicto XVI renuncia al papado porque
no tiene fuerzas para seguir. Se le entiende con 85 años. Máxime con halcones
alrededor. Hasta su propio mayordomo personal le roba sus papeles.. Creo que
nadie, a poco que razone, sea creyente o no, estará en desacuerdo con esta
decisión papal. Personalmente, además, creo que tiene el mérito de algo que, en
España, se habla mucho: la ejemplaridad. Ojalá cunda, dentro y fuera de la
iglesia.
No voy a repetir aquí mi valoración de urgencia sobre la labor del Papa que ya realicé en “El Diario Vasco” ayer martes, aunque la política de Vocento exija, para leer los artículos de opinión, comprar el periódico en papel o abonarse a su sistema digital. De todos modos, mi opinión reflejada en DV se corresponde con la del editorial de “Le Monde” y con la del artículo de Manuel Freijó, que ayer colgué en este blog.
Hoy quiero detenerme brevemente en un par de ideas de mi artículo de DV. Escribí que
con el tiempo “me confirmé en dos convicciones. La primera que la Iglesia no necesitaba (ni
necesita ahora en su sucesión) un teólogo papa, sino un pastor. La segunda,
algo que vengo escribiendo y diciendo hace años: que los nombramientos papales
y episcopales deben ser temporales. 10 años, como mucho. Sin reenganche”.
Respecto del primer
punto, siguiendo a Le Gendre, "La
confesion d´un Cardinal" (ficticio) escribiría que la Iglesia hoy necesita un
papa que, “conociendo de cerca las dificultades de la vida de gente sencilla,
las cuestiones que se plantean y que haya participado en sus sufrimientos”
(piensa en un cardinal, obispo en ejercicio en alguna diócesis, preferentemente
no europea), tenga “la visión de un historiador, incluso de un sociólogo” más
que de un teólogo. Por eso el supuesto cardenal no hubiera dado su voto a
Ratzinger, por mucho que alabe muchas de sus virtudes, especialmente las
personales. La razón de este planteamiento radica en que “nuestro problema
mayor (el de la Iglesia ),
nuestra prioridad hoy, reside en comprender mejor el mundo en el que vivimos.
Lo entendemos mal, lo vemos alejarse de nosotros desde hace bastantes décadas
y, como no identificamos claramente las razones, nos aferramos a valoraciones
que me parecen sumarias”
“Es porque nuestro
diagnóstico no está suficientemente fundamentado desde hace décadas por lo que
perdemos terreno, particularmente en Occidente. Si se aceptara la visión del historiador,
se aceptaría pensar que el mundo no ha terminado de hacer pagar a la Iglesia sus errores, sus
faltas ,sus bloqueos de antaño. Nuestra política habría de ser la de recortar
este especie de purgatorio en el que el mundo nos ha colocado. La cuestión está
en saber cómo podemos recortar ese tiempo de purgatorio. He llegado a la
conclusión de que debemos de dejar de dar lecciones al mundo en todo y
sobretodo. Es preciso que cesemos de aparecer como los aguafiestas, látigo en
mano contra el mundo. En el pasado hemos dado demasiadas lecciones al mundo y
algunas de ellas eran falsas, sea demasiado ambiguas, sea interesadas, sea
demasiado rotundas. En consecuencia nuestro mensaje fundamental no logra
hacerse entender”
Respecto del segundo, sostengo firmemente, que no hay que mantener
demasiado tiempo, en los mismos cargos a las mismas personas. Normalmente son
incapaces de renovar sus análisis y sus opiniones. Es la argumentación que
también me dio un antiguo Cónsul en Bilbao, posteriormente Embajador en
Honduras, hoy ya jubilado, cuando de vez en cuando nos encontramos en San Juan
de Luz o en Donosti. Ellos no están en ningún cargo más de tres años. Al
señalarle que me parecía demasiado poco tiempo, me dijo que sí, que así era en
efecto y que él lo subiría a cuatro, incluso cinco, pero no más. Se pierde
eficiencia, concluyó.
Personalmente, conociendo
los tiempos en la Iglesia ,
yo llegaría hasta los diez años, como mucho. Sin posibilidad de reenganche. El
modelo político de algunos países, como Francia o EEUU con dos mandatos me
parece correcto. Aunque, personalmente en la iglesia, lo limitaría a un solo
mandato pero más largo. Lo que he dicho: máximo de 10 años.
También cambiaría el modo
de elección papal. Una formula podría ser que lo eligiera el Sínodo de Obispos,
conformado por Obispos elegidos, en voto secreto y para la elección papal, en un
numero proporcional al de la distribución de católicos en el mundo. Sin
candidatos y eligiendo, obviamente en voto secreto, en base a conversaciones informales entre ellos. Pienso en la forma
como los jesuitas nombran a su Prepósito General, su jefe máximo, para entendernos.
Obviamente habría que
escoger, normalmente, un papa más joven, limitando su mandato a unos pocos años,
insisto en ello. Los ejemplos de países donde se escogen mandatarios de edad
muy avanzado no son envidiables: Arabia Saudita, la URSS , China antes de la caída
del muro de Berlín…Aunque pueda haber excepciones (Napolitano en Italia ahora)
son eso, excepciones.
¿Puedo añadir, para
concluir, que no encuentro prácticamente a nadie que piense como yo en este
punto?. Como no me considero Dios Padre, he de concluir que debo estar
profundamente equivocado. Pero como el papel (el ordenador) lo aguanta todo…
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