Mucha gente, normalmente
preocupada por lo que pasa en el mundo, comienza a pasar las páginas políticas
y económicas de la prensa y se refugia, unos en la cultura (los libros, el
cine, la música…), otros en los deportes (el futbol, el tenis, el baloncesto…)
sin que falten, aunque sean menos, tanto en la cultura como en el deporte. A mi me pasa lo mismo. Entre mis hábitos está
visionar, algún rato, el programa 24 horas de la noche de TVE. Constato que, últimamente,
cuando su presentador, ya al final del programa (porque estima que es lo más
importante, digo yo) anuncia media hora o cuarenta y cinco minutos para contarnos
la situación económica, con el ingrediente, para mí insoportable, del rifi-rafe televisivo de una
frase de alguien del PP frente a otra del PP, pongo Bach, es un decir, o vuelvo
a mis lecturas.
Creo que este estado de
ánimo está bastante extendido. Y no es buena cosa. Los ciudadanos debemos
informarnos sobre la “cosa publica”, sin dejarla, exclusivamente en manos de
los políticos, expertos y tertulianos. El problemas es que, mientras políticos,
expertos y tertulianos viven en mayor o menor medida de la “cosa pública” y,
unos (políticos y expertos) más que los otros (los tertulianos) con la
responsabilidad de buscar soluciones a la crisis que nos invade, los
ciudadanos, aún interesados, pensamos que nada, absolutamente nada, podemos
hacer para salir de la situación en la que nos encontramos. Y cerramos el
televisor y pasamos a leer las páginas deportivas, las culturales, las de
cotilleo o los crucigramas.
Eso, en el menos malo de los casos, porque hay gente (vean lo que pasa hoy que se vota en Grecia, o los mineros en España desde hace varios días y semanas) que anidan una revuelta social. Lo entiendo. Lo comprendo.
En efecto, estos planteamientos
son comprensibles pero, a la larga, se vuelven contra nosotros. He dicho arriba
que nada, absolutamente nada podemos hacer. Pero no es cierto. Era una rabieta.
Todos, aunque unos más que otros (por su formación o por su situación actual en
la vida) creo que debemos huir de dos tentaciones: la queja permanente pensando
que solo los otros son responsables de lo que nos pasa, por un lado, y alimentar
el cabreo, ronroneándolo en nuestro interior, por el otro.
Por el contrario, cada cual con sus medios, debe hacerse esta vieja pregunta: ¿qué puedo hacer yo para echar una mano en esta situación?. Lo dijo hace muchos años, creo que Kennedy: no te preguntes qué puede hacer EEUU por ti sino qué puedes hacer tu por EEUU. No tengo recetas, claro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario