HACIA LA ERA POST-ETA.
Los textos que aquí presento fueron publicados
en los cuatro diarios del Grupo Noticias a lo largo de los meses de mayo a
julio. Un artículo cada tres semanas. Han conformado, aumentados, la base del
primer capítulo de un nuevo libro mío que bajo el título de “La losa de ETA. Por
una Euskadi justa y reconciliada” publicará PPC, con un prólogo de Iñaki Gabilondo. El
libro, ya en imprenta, verá la luz a finales de octubre o comienzos de
noviembre.
Prólogo
Llevo
enfrascado, aunque a trompicones, en la redacción de un libro de reflexión,
cuyo punto final pretende ofrecer una serie de actitudes y alternativas post
ETA que creo vislumbrar en la sociedad vasca de hoy. Redacto el libro pensando,
prioritariamente, en un lector español. De ahí que ofrezca algunos apuntes
sobre lo que supone el MVLN, las actitudes de los vascos en general y de los
jóvenes en particular hacia ETA estos cuarenta últimos años, un intento de
tipologización de victimas del terrorismo, de ETA en particular, y de
violaciones a los derechos humanos con intencionalidad política, más en
general. También quiero ofrecer algunos testimonios del dolor padecido y el de
algunos intentos de reconciliación después de la decisión de ETA de suspender
su acción armada. Más del setenta por cierto del libro está ya redactado, pero
aún no sé si lo terminaré y lo publicaré. Me pregunto si aportará algo nuevo a
lo ya dicho, y redicho. Todo este preámbulo para indicar que inicio hoy, en el grupo DEIA - Noticias, unas reflexiones de la parte no terminada de la redacción: la parte, para mi clave del libro, la que pretende ofrecer una visión, obviamente subjetiva, de la era post - ETA y, como escribía arriba, las actitudes que observo, al respecto, en la sociedad vasca actual. Todo lo que digo es subjetivo, por supuesto, aunque procuro que no esté construido en el aire, sino tras consulta de la realidad. En los libros, documentos, encuestas etc. y, sobretodo en mi vida (sin ser en absoluto un libro de Memorias) y en mis encuentros y conversaciones en Euskadi. Sin pretensiones académicas.
En la actualidad veo cuatro actitudes básicas que se corresponden, aunque no milimétricamente, con otros tantos agentes o colectivos sociales ante la era post ETA o, al menos, tras el anuncio de ETA de que, definitivamente, no volvería a utilizar las armas. Estas cuatro actitudes, con los colectivos o entidades que las sostendrían, serían las siguientes: la mayoritaria correspondería a la sociedad vasca en su conjunto, a lo que hace años se denominaba “la mayoría silenciosa” de un pueblo. Un pueblo, el vasco, que desea pasar página. No que no le importe el tema ETA y la forma de abordar los problemas de su larga presencia entre nosotros, pero está harta de ver cómo la noria da vueltas y vueltas, los unos y los otros repitiendo las mismas cosas, los mismos argumentos, las mismas filias y las mismas fobias. Es falso que el pueblo vasco esté despolitizado. Otra cosa es que esté aburrido de escuchar las mismas cosas de las mismas personas. Y yo no me excluyo.
Otro colectivo, ciertamente menor en número, pero extremadamente activo, es de las víctimas del terrorismo de ETA. En realidad, algunas de las víctimas de ETA, para ser preciso, pues entre ellas cabe hacer más de una distinción. Hoy, aquí, pienso particularmente en las víctimas que ven, con dolor y preocupación, que los presos salen de la cárcel antes de lo que ellas estiman justo, y temen que la sociedad y sus gobernantes, no necesariamente vascos, vayan poco a poco arrinconándolas y olvidándolas. Lo que cada día es más evidente.
El tercer colectivo es de los presos de ETA y el de su coro. Me refiero a la izquierda abertzale, en todas las denominaciones que ha adoptado los últimos tiempos, que entiende que no solamente hay sufrimiento e injusticia entre las victimas de ETA. Lo que también es evidente. Además de los GAL y del Batallón Vasco Español, refieren las innumerables torturas policiales, el alejamiento de los presos de Euskadi, etc. Abogan por una nueva etapa pero les cuesta mirar atrás, a lo que supuso ETA, y si lo hacen, entonces, se remontan, como poco al franquismo. Quieren construir un relato que justifique lo que, a mi juicio, es injustificable.
El cuarto colectivo, también minoritario, como los dos anteriores, tiene la mente puesta en algo, cuya sola denominación ya causa problema. Porque bajo un deseo común subyacen más que matices diferentes. El reciente episodio de la destitución de Txema Urkijo, que personalmente lo he vivido con preocupación y con un profundo desgarro interno, es más que un ejemplo de que, este cuarto colectivo de mi análisis, tampoco es homogéneo. Algunos hablamos de reconciliación, otros denominan “encuentro”, “convivencia”, “concordia”, “pacificación” etc. Muchos serán tildados, como poco, de equidistantes por los miembros del segundo colectivo, los conformados por algunas víctimas de ETA, mientras que los del tercero, ETA y su coro, tratarán de servirse de su innegable buena voluntad para intentar lavar la cara entre sus paños. La ecuanimidad debe ser el principio de este cuarto colectivo. A mi juicio, claro está. Como todo lo que escribo, pero no voy a estar, en cada frase, repitiendo que lo que expreso no es sino mi punto de vista. Aunque intento razonar, claro está. Habrán adivinado que es con el mosaico de este cuarto colectivo con el que me siento más identificado. Últimamente repito: “no callar, no ofender”. Sobretodo, innecesariamente. Peor aún, con ánimo de ofender.
Quizás cabría hablar de las actitudes y comportamientos de los miembros de los diferentes partidos políticos y, de forma particular, de sus cúpulas. Así como del traslado de sus puntos de vista en los medios de comunicación. Pero creo que, de entrada, ya basta con los cuatro colectivos arriba mentados
Agradecería enormemente recibir comentarios críticos a lo que escriba. Me ayudarían en la redacción del libro, si soy capaz (o merece la pena) concluirlo. Con una sola y única limitación: los comentarios deben estar firmados. Nunca tengo en cuenta (ni leo) los textos anónimos. Aquí abajo, tras mi firma, está mi dirección electrónica.
1. La sociedad vasca ante ETA, antes y ahora
Ha sido muy escalonado, aunque con puntos de inflexión, el
desmarque de la sociedad española y vasca de los postulados y acciones de ETA.
No es este el espacio para detallarlo. Es una cuestión a la que he consagrado en
mi vida varios textos. Quiero recordar, de entrada, que al final del
franquismo, ETA era uno de los referentes de la lucha antifranquista. También
en la sociedad española. Piénsese en el Proceso de Burgos. La percepción comenzará
a cambiar, para mucha gente, con la Transición. “La percepción de ETA, como alguien
que no está trabajando para la defensa de los intereses que dice defender, es
decir que no trabaja para defender a los vascos ni a nadie, creo que empieza a
partir de 1975…En aquellos tiempos era muy habitual ver a compañeros de trabajo
que cuando mataban a alguien…te contestaban “algo habrá hecho…”. Lo dice José
Luis Corcuera en el capítulo, a él consagrado, en el libro de María Antonia
Iglesias, “Memoria de Euskadi” (Aguilar 2009).
La actitud de la sociedad vasca hacia ETA, cuantificada desde 1981
hasta nuestros días, nos muestra que, siguiendo la terminología del
Euskobarómetro, el “apoyo total” ha sido siempre minoritario, siendo la cifra
más elevada el 8 % el año 1981. Desde entonces, inequívocamente, las cifras de
“apoyo total” descienden y, a partir de 2010, se sitúan en el orden del 1% de
la población. Incluso la “justificación crítica” ha estado los últimos 32 años
(desde que tenemos datos del Euskobarómetro) debajo del 10% y desde 2001,
bailan entre el 2% y el 3% de la población total de la Comunidad Autónoma
Vasca. (Para más detalles sobre el “rechazo total” o “justificación crítica”,
terminología utilizada en el Euskobarómetro pueden consultarlo en su Web)
Pero centrémonos ya en algunos aspectos de la sociedad vasca actual. Me basaré, en parte, en el Sociómetro Vasco publicado el 14 de marzo del presente año 2014. Solamente el 15 % de los encuestados dicen hablar con frecuencia, sobre el proceso de paz, con sus amistades, familiares o compañeros de trabajo mientras el 49%, luego uno de cada dos, no lo hace nunca o casi nunca. El resto, el 34 %, de vez en cuando. Indicador indudable de que el proceso de paz no conforma una de las prioridades vitales de los vascos. Sin embargo, este dato no contradice, como cabe pensar a primera vista, con otro que señala que el 63 % de “la ciudadanía ha de tener una implicación más activa en la construcción de la paz”. Era la respuesta esperable, pues la alternativa propuesta en el cuestionario decía que “este tema es responsabilidad exclusiva de los partidos políticos, no de la ciudadanía”, afirmación que, así formulada, prácticamente nadie sostendría. Afortunadamente, me permito añadir.
¿Cuál es el perfil
de ese 15 % de vascos que en mayor grado conversa de los temas de pacificación
con sus allegados?: los hombres, las personas laboralmente activas, los nativos
hijos de nativos, los que tienen estudios superiores, los que más prensa leen
y, políticamente, los que simpatizan con EHBildu y con UPyD. Los del PP los que
menos. El dato no me parece positivo. Lo sería si este mayor interés por la
pacificación estuviera entre los representantes de los partidos más centrados,
esto es el PNV y el PSOE, y añadiría el PP, porque mandan en España. Los temas
no se resuelven si quedan en manos de los extremos (además radicalmente
opuestos en sus soluciones) sino cuando los elementos centrales, aún con sus
legítimas diferencias, buscan un consenso que alcance, al menos, a tantos como cuantos
aprobaron el Estatuto de Gernika, sin dejarla en manos de extremistas que, a la
postre, se sirven, unos de los presos, otros de las víctimas.
En mi anterior artículo, en el que
señalaba los cuatro colectivos cuyas actitudes ante el final de ETA pensaba
comentar, invitaba al lector que me hiciera llegar sus apreciaciones críticas.
Transcribo aquí algunas de las recibidas por su interés al tema que nos ocupa.
Una lectora (V. I.) me escribe: “Creo que te falta mencionar un colectivo. La
mayoría, que sin haber sido victimas ni agresores, sin embargo hemos sido
perjudicados por el conflicto: maltratados y malinterpretados al salir fuera de
Euskadi, malmirados por las fuerzas del orden (las de fuera al salir y, sobre
todo, nuestros hijos, por las nuestras, aquí), considerados anti vascos por los
radicales y terroristas por los españoles. (….). Somos la mayoría civil, que
además queremos que prevalezca la justicia para todos, si matan a mi hijo el
asesino tiene que estar en la cárcel, pero si mi hijo es el asesino yo tengo
derecho a verle. Sí, quiero pasar página, pero no sin más ni más, sino que no
se olvide lo que ha sucedido y lo que sigue sucediendo”. Y concluye, “desgraciadamente
es así y yo personalmente no me siento identificada en ningún colectivo que
mencionas. En las guerras la población civil es la que más sufre aunque no esté
en el frente”.
No sé si la población civil es la que más
sufre pero es obvio que sufre y mucho. Me impactó leer en el libro editado por
Francisco Espinosa, “Violencia Roja y Azul, España, 1936-1950” , (Ed. Critica,
2010) que, en la retaguardia, la represión franquista sumó 130.199 víctimas
mortales y la republicana 49.272. (Puede consultarse la tabla, por comunidades
autónomas, en las páginas 77-78 del libro)
Un señor (J. O),
me escribe que “respecto al primer grupo que tú llamas "mayoría silenciosa"
te diré que hoy tal grupo está a la espera de lo que haga Cataluña para seguir
tal ruta. Urkullu quiere un consenso con Madrid pero sabe de sobra que Madrid
jamás aceptará un referéndum vasco. ¿Qué hará Urkullu? ¿Plegarse? No creo.
Estamos en el siglo XXI y ya no renunciamos a nada. Ante todo la libertad”. Y
añade unas consideraciones sobre el, a su juicio, futuro del voto político en
Euskadi.
J. L. L. tras
afirmar que “yo también creo estar en el cuarto colectivo” añade: “soy bastante
pesimista en casi todo. Euskadi ha resultado un fracaso como nación y España un
fracaso como estado. Fracasos ambos dos”. Tema para pensar dos veces.
En fin M. E. me dice
que “la vida cotidiana
acabará, si no lo ha hecho ya, pasando página y mirando al futuro, tanto en la
sociedad vasca como en la española. Los únicos que se resistirán serán los
directamente, tanto de un lado como de otro, afectados (mientras sus heridas no
cicatricen) y ciertos políticos y ciertas asociaciones que parece que están más
a gusto en "guerra" que en "paz".
Al día siguiente de la publicación del Sociómetro
Vasco del 14 de marzo, leí y recogí la mayoría de los titulares de los medios
de comunicación. He aquí, algunos ejemplos. La
Vanguardia :
“un 57 % de los vascos censura la actuación del Gobierno del PP sobre la paz”. ABC: “Sociómetro:
el 79 % de los vascos no quiere vencedores ni vencidos”. Gara: “el 71% de la
CAV “defiende la puesta en libertad de los
presos enfermos”. El País: “la mayoría de vascos cree que
ETA debe disolverse para avanzar en la paz”.
¿Quien dijo que los
vascos se desentendían del final de ETA?
2. Victimas y victimas para una Euskadi justa y pacificada
No hay acuerdo en la sociedad
vasca sobre quienes deben considerarse victimas. Algunos limitan la condición
de victimas a las ocasionadas por el terrorismo de ETA. Es frecuente que se añadan
las provocadas por los GAL, el Batallón Vasco Español o la Triple A. Muchos
cuestionan (no es mi caso) en denominar víctimas a las que padecieron torturas
policiales. Algunos añaden también a los familiares de presos, muertos en
accidente cuando iban a visitarlos a las cárceles. Otros se refieren a las
personas, que como consecuencia de la violencia de persecución padecida cuando
la izquierda abertzale, en el nefasto programa Oldartzen de 1994, legitimó,
cuando no alentó, la “socialización del sufrimiento”, abandonaron el País Vasco.
No extrañará que su cuantificación resulte compleja
El “Informe-base
de vulneraciones de derechos humanos en el caso vasco (1960-2013), redactado,
por encargo del Gobierno Vasco, por Manuela Carmona, Jon Mirena Landa, Ramón Múgica y Juan María Uriarte
se presentó el 14 de
Junio de 2013. Con la excepción del nacionalismo moderado fue mal acogido (En
mi blog lo relato bajo el titular de “El Informe imposible”). El Informe-base
refiere 837 víctimas mortales ocasionadas por ETA y similares, 94 por las
fuerzas de seguridad, 73 por fuerzas paramilitares y de extrema derecha y
señala que hay 201 casos sin resolver con 77 personas muertas. Covite
presentó el 30 de noviembre de 2013 los trabajos que desarrolla para elaborar lo
que denomina "Mapa de terror", en el que geolocaliza las 600 personas
asesinadas en Euskadi por ETA y otros grupos terroristas entre 1960 y 2009: 573
por ETA, 10 por el Batallón Vasco Español, 2 el GAL, 5 los Grupos Armados
Españoles, 2 la Triple A ,
2 Jarrai, 2 Mendeku y 1 la extrema derecha. Queda trabajo para los
historiadores.
Cara al futuro hay que
distinguir las diferentes reacciones que han tenido, y están teniendo, las
victimas del contencioso vasco. Están las que dicen “que se pudran en la
cárcel”; las que han hecho de su condición de víctima su estatus vital (con lo
que, me temo, nunca superarán su dolor y su desgracia); las que han optado por
olvidar, y las que han decidido aprontar su situación para superarla. Quiero
detenerme en estas últimas, pues ofrecen una oportunidad a la reconciliación,
sin caer en el olvido, ni en la impunidad. Traslado algunos testimonios que me
parecen muy valiosos para una Euskadi donde impere la verdad, la justicia y la
concordia.
Así este diálogo entre
Javier Rojo y Nati Rodríguez, esposa de Fernando Buena, tras su asesinato por
ETA: “Nati, no sabes el odio que tengo, el rencor que
tengo, la rabia y el odio que tengo dentro de mi contra estos por lo que nos
han hecho”.-. “Javier te estás equivocando, el odio no te perjudica más que a ti,
no te conduce a ninguna solución, y hará que te equivoques en tus decisiones,
tenemos que trabajar para que no haya más muertos, que sería lo que Fernando
hubiera querido y, sobretodo, que no hagamos lo que ellos quieren que hagamos,
que es violentar y romper a una sociedad”. (En María Antonia Iglesias. “Memoria
de Euskadi”. Edit. Aguilar. Madrid 2009, página 796). Hoy la Fundación Fernando
Buesa sigue realizando una encomiable labor por la verdad y la convivencia en
Euskadi.
El testimonio del etarra
Carrasco asesino de Jáuregui tras hablar con su viuda Maixabel Lasa: “Acudí con un solo objetivo: pedirle a ella y a todos los que
tanto habían sufrido por mi culpa, perdón. Perdón por ser el causante de una
gran injusticia, por ser el culpable del asesinato de su marido, el culpable de
su sufrimiento, el culpable de haber destruido su proyecto de vida en común y
sus sueños compartidos….” “Para mí era vital escucharla. Poder estar con
el familiar de la víctima del atentado en el que yo participé directamente (…),
tener ocasión de escuchar sus impresiones y sus testimonios me permitió
reevaluar racionalmente numerosas cuestiones de carácter ético y emocional y
acercarme a una realidad largamente eludida…”. (El País del día 24-10-2013)
Al día siguiente del jueves
20 de octubre de 2011, fecha en la que ETA anunció que dejaba definitivamente
las armas (pero aun no las ha entregado como nos recordó Interpol el pasado 28
de mayo) participé en un programa de TV3 en Barcelona. Destacaba Eulalia Lluch,
una de las hijas Ernest Lluch. Eulalia animó a la sociedad vasca para hablar y
dialogar sin deseos de venganza sobre el futuro abierto (…). Quería ayudar, no
presionar ni dirigir hacia ninguna parte.(…) Ninguna palabra de más, ninguna
manifestación de odio, ninguna descalificación innecesaria, nada de que nadie
se pudriera en ninguna cárcel. Dijo en algún momento, y lo apuntó con la máxima
humildad y prudencia, que, desde su punto de vista, lo que ahora procedía era
lo que su padre defendió con tenacidad y coraje, y con mucha incomprensión.
Estábamos, con ella, cuatro en el plató. Nos impactó a todos.
El 7 de noviembre de 2013
se presentó en la
Universidad de Deusto la iniciativa Glencree que,
discretamente, llevaba funcionando desde 2007, poniendo en contacto víctimas de
diferentes victimarios. Ese día intervinieron en “Deusto Forum” Fernando Garrido
hijo del gobernador militar de Guipúzcoa que ETA asesinó en 1985, y Asun Lasa,
hermano de Joxan, torturado y asesinado por la Guardia Civil , en lo
que ha pasado a la historia como el caso Lasa y Zabala. He aquí una de las
ideas que expresó Garrido: “Conocer
de cerca que ´en el otro lado´ también hay dolor me ayudó a ver que hay mucho
sufrimiento en las diferentes violencias y no solo en la que yo he sufrido”
En una conferencia el año
2007, hable de “la importancia del recuerdo de las víctimas de ETA como la Memoria inolvidable de un
Proyecto totalitario. El recuerdo de las víctimas nos debe traer siempre al
presente que todo Proyecto debe ser fruto del debate democrático y que la
historia de la civilización debe avanzar hacia una incipiente y todavía frágil
conquista del pensamiento que viene a decir que nunca, nunca más, proyecto
alguno debe ser aceptado en el concierto de las naciones como consecuencia de
la fuerza de las armas”.
Mirando al futuro Euskadi necesita
levantar el velo de los silencios sobre todas las victimas. Necesitamos conocer
la verdad. Toda la verdad. Euskadi necesita un enorme ejercicio de verdad y
humildad. Necesitamos no uno, sino ciento y un estudios donde desempolvar tanta
miseria, tanto olvido, tanto odio, tanto
fanatismo. Necesitamos escuchar más relatos, muchos relatos de tanta gente que
ha sufrido tanto. Necesitamos avanzar en organismos, de diferente sensibilidad
política, que busquen la verdad y la reconciliación. Si el término
reconciliación causa problema, utilícese otro. Pero de esto escribiré más
adelante. En el próximo artículo quiero detenerme en lo que ETA y su mundo han
supuesto, y están suponiendo, para Euskadi. Recuerdo que agradezco todo
comentario crítico (y firmado) sobre lo que escribo.
3. ETA y su mundo en la sociedad vasca
Después de haber escrito sobre la sociedad vasca y sobre
las victimas del conflicto vasco hoy quiero detenerme en el mundo del MLNV. ETA
y su mundo han escrito la página más negra de quienes pretendían hablar y
actuar en pro del pueblo vasco. ¡Cómo olvidar aquellas concentraciones
silenciosas, muchas de Gesto, y tenerlos en frente gritándonos a voz en grito,
a un palmo de nuestra narices, aquello de ‘los asesinos llevan lazo azul’;
‘hoy, tú de negro, mañana, tu familia’; ‘zuek ere txakurrak zarete’ y sobretodo el terrorífico ‘ETA, mátalos’ sin
que todavía se hayan desdicho y, sobretodo no hayan pedido perdón a la
ciudadanía vasca por haber ensuciado de este modo la historia y la convivencia
de este pueblo!.
¡Como olvidar la portada de Egin – “Y Ortega Lara volvió
a la cárcel”- al día siguiente de la liberación por la Guardia Civil (a
quien debe agradecer el pueblo vasco su lucha contra el terrorismo de ETA, pero
que tiene que tener el coraje de reconocer sus torturas y, ellos también, pedir
perdón) como olvidar, decía, la portada de Egin de aquel día, ya José Antonio
Ortega Lara liberado de 532 días encerrado en un “zulo”!.
Sí, ETA y su mundo han escrito una página muy negra en la
historia del Pueblo Vasco. Y siguen sin reconocerlo. Incluso ahora muchos se
quieren presentar como pacificadores del pueblo. Desgraciadamente para ellos,
la historia no se puede borrar. Se puede pretender cambiar la memoria (Ricoeur y
Todorov han escrito textos soberbios sobre la memoria y sus abusos), se puede
construir un relato para “los suyos” pero, al final, la historia se impone,
siempre, y el relato construido “entre los suyos”, por mucho que quieran
airearlo, quedara solamente para “los suyos”, y como no la confronten con la
verdad, perseguirá a sus hijos, sus nietos y todos sus descendientes sin que
sus nombres desaparezcan en la memoria de la Historia. Lo que
aflora ya, a poco que se escrute, en los dramas que se alojan en la recámara de
la memoria y que, ningún pensamiento, por mucho tiempo que pase, podrá borrar.
Tampoco las amnesias. Ni las amnistías. Es la estela de las Euménides de
Esquilo que actualiza Jonathan Littell en su extraordinaria novela “Les
bienveillantes”, que tan poco eco ha tenido entre nosotros.
En NG (23/11/13), se podía leer que el Fiscal Superior del País
Vasco, Juan Calparsoro, había incoado diligencias para investigar si las
declaraciones que el presidente de Sortu, Hasier Arraiz, realizó el 18 de
noviembre de 2013 pudieran ser constitutivas de un delito de justificación
o enaltecimiento del terrorismo. Sortu aseguró, a través de un
comunicado, que se habían "manipulado" sus palabras y,
posteriormente, en una rueda de prensa facilitó una transcripción de éstas. Según
esa transcripción, Arraiz afirmó que "hace 35 años la izquierda
abertzale hizo una elección que consideramos hoy más que nunca
acertada".(…) "No participamos en un juego que no tenía nada de
democrático y nos hemos dedicado todo este tiempo a poner sobre la mesa
las contradicciones de ese supuesto juego democrático y las hemos pagado y
muy caro, además. Y no estamos dispuestos a rechazar ni a revisar nada de
aquello y reivindicamos, con todos nuestros errores, lo que fuimos y lo
que somos, y lo que hemos hecho y lo que hacemos, como no podía ser de
otra manera", subrayó. Ni rastro de pedir perdón. Bien al contrario,
orgullosos por lo hecho.
Dice Hasier Arraiz que “han pagado muy caro” la decisión que sus antecesores en la izquierda abertzale hicieron hace 35 años y que hoy reivindican. ¿Qué esperaban?. ¿Que el Estado de Derecho les dejaran actuar impunemente?. En mis textos he defendido siempre que la policía debía ser contundente en la calle y exquisita en comisaría. Desgraciadamente fue lo contrario durante muchos años cuando los policías tenían miedo de determinados jueces (lean “Mi vida contra ETA” del General Galindo) y los chavales andaban ufanos en las calles para, una vez detenidos, ser maltratados, cuando no torturados, a veces hasta la muerte en comisarías y cuartelillos y muchos, demasiados, sentenciados, sin más pruebas que las arrancadas por la policía. Lo que quedará como un inmenso faldón para la policía y la justicia española. Sin olvidar que muchos etarras han pasado 25 y 30 años en la cárcel, en la situación más dura que la ley permite. Eso también es una monstruosidad. Máxime cuando se ejecuta en nombre de un Estado de Derecho.
El magistrado
Javier Gómez Bermúdez que presidió el tribunal que enjuició los atentados de la
matanza de Atocha, declaraba en una entrevista que “si hubiéramos pedido el
mismo estándar de prueba a cualquier juicio sobre ETA estarían todos en la
calle. Con la vigésima parte de la prueba que hemos considerado en el juicio
del 11-M hemos condenado a toda ETA”. (El País, 10/03/14). Y el Ex fiscal del Supremo y magistrado emérito del mismo, José Antonio
Martín Pallín, en Noticias de Gipuzkoa en entrevista del pasado domingo
(22/06/14) decía que “la
asistencia letrada está prevista en la ley salvo en casos concretos.
Normalmente ha habido una perversión en la interpretación de la norma. Y en eso
hemos sido demasiado contemplativos todos los tribunales”. ¡Ay el silencio y la
complacencia de tantos jueces, tantos años, ante tanta barbaridad!.
Pero volvamos al mundo de ETA. En la
izquierda abertzale podían haber optado por pedir a ETA que liberara a Iglesias
Zamora, a Aldaia, a Ortega Lara…, que no asesinara a Miguel Ángel Blanco, tras
la mayor concentración del pueblo vasco, pidiendo su liberación, etc., etc. No
lo hicieron. Algunos optaron por quedarse en casa haciendo buena la canción de
Maite Idirin, “eta poeta, eta poeta, etxean gelgitu da atea itxita”. Otros,
como escribo arriba, se pusieron frente a los que pedíamos la liberación de los
secuestrados y nos gritaban: “ETA, mátalos”.
Durante muchos años pensé, ingenuo que
soy, que algún día la izquierda abertzale se desmarcara de ETA, dijera no a
ETA. Que se sumaran a los que siempre hemos defendido que toda idea puede ser
defendida con las armas de la razón pero no con la sinrazón de las armas. El
año 2006 afirmé, públicamente, que nunca, nunca, la izquierda abertzale iba a
condenar las acciones criminales de ETA. Y constato que, hoy, en junio de 2014
no encuentro un solo pronunciamiento de la Izquierda Abertzale ,
particularmente de Sortu, que diga algo como esto “los crímenes de ETA son
condenables. Pedimos perdón a las victimas, a sus familiares y a la sociedad,
en particular a la sociedad vasca pues, en su nombre, ETA asesino, secuestró y
aterrorizó”. Basta que lo digan una sola vez en algunos de sus Congresos. Sin
tapujos, sin medias palabras. Solo entonces será posible la reconciliación
(sobre lo que reflexionaré en el próximo artículo) y podremos ir de la mano en
la construcción de una Euskadi justa y pacificada.
4. La apuesta por
la reconciliación
“Las armas pueden callar de un día a otro pero la paz verdadera y,
sobre todo, la reconciliación, pueden tardar mucho en llegar. Casi 15 años
después de que se alcanzaran los acuerdos de Viernes Santo del 10 de abril de
1998, las cinco fuerzas parlamentarias de Irlanda del Norte fracasaron en la
madrugada del 31 de diciembre pasado en su intento de lograr un acuerdo en tres
flecos que siguen pendientes desde entonces: el problema de las tradicionales
marchas protestantes, la llamada guerra de las banderas y la herencia del
pasado, como los asesinatos por los que nadie ha sido juzgado. Los partidos
(los unionistas protestantes DUP y UUP, los nacionalistas católicos Sinn Féinn
y SDLP y el neutral y aconfesional Partido de la Alianza ) llevan negociando
desde julio para intentar cerrar esos flecos para siempre. En los últimos días,
el ex mediador y diplomático estadounidense Richard Haass y su compatriota, la
profesora de Harvard Meghan O’Sullivan, han reunido a representantes de esos
partidos en un hotel de Belfast para forzar un acuerdo. A las cinco y media de
la madrugada del martes 31 de diciembre, después de haber presentado el séptimo
borrador de acuerdo, las negociaciones se han dado por acabadas”. (Walter
Oppenheimer en El País 31/12/13)
En efecto, si difícil es el perdón y la
reconciliación entre individuos la cosa se hace mucho más compleja cuando se
trata de reconciliar grupos o comunidades enfrentadas. Recientemente he leído el
libro, “Perdón y Reconciliación” de Luciano Sandrin (Ed. PPC 2014) que, desde
la psicología aborda esta cuestión. El autor apunta varias razones para
explicar la complejidad de la reconciliación entre los grupos. 1ª, que “los
grupos tienden a polarizar las actitudes, las emociones y los sentimientos
positivos a favor del propio grupo y a reforzar una visión negativa del
componentes del otro grupo”. Es algo que llevo comprobando estas últimas semanas
con mis artículos en el grupo Noticias. Las críticas que recibo son del mismo
tipo: “no has tenido en cuenta lo que sufrieron los que estaban en “mi” lado”.
Era inútil que hubiera escrito sobre las violencias de ETA como las injustas
llevadas a cabo por las fuerzas armadas (torturas, en particular). Cada colectivo
se quedaba con “sus víctimas” y “olvidaba” (es un decir) “sus victimarios”.
En 2ª lugar, señala Sandrín que “las emociones del
odio, la rabia y el resentimiento hacia el otro grupo no se dirigen a
individuos particulares con características propias sino a los componentes
des-humanizados del grupo”. En otras palabras, el odio no va dirigido a una
persona en su calidad de persona sino en lo que, a juicio del agresor, lo determina,
des-humanizándola. En mi archivo personal guardo el texto de una “Carta abierta
a un hijo de un Guardia Civil” escrita el año 1980 por el demasiado pronto
olvidado Juan Mari Bandres. En uno de
sus párrafos escribió esto: “Cuando un guardia civil zurdo, salmantino y
pelirrojo aparece en una barra de un bar de Euskadi, las voces no se callan ni
las cabezas se vuelven a otro lado porque el recién llegado sea salmantino, ni
por su condición de zurdo ni por pelirrojo, sino, sencillamente, por ser
guardia civil” (En la prensa del 26/02/1980).
La 3ª razón que da Sandrin para explicar la
complejidad de la reconciliación entre los grupos consistiría en que “las
emociones (de odio, rabia y resentimiento) tienden a hacerse crónicas y
mantenerse vivas incluso después del final de las hostilidades, llegando a
formar parte de una memoria compartida” (del grupo en cuestión, me permito
añadir).
ETA se ha arrogado la representación de un “pueblo
vasco oprimido”. Así, primero al guardia civil, al militar, al empresario y más
adelante a los jueces, a determinados políticos, periodistas, profesores,
opinadores etc., los consideró como personas a eliminar pues impedían la “liberación
de Euskadi”. El valor de la persona humana, como tal persona humana, ha quedado
borrada en pro de un valor supremo que, además, era incuestionable: una
Euskadi, libre, socialista, unificada etc., etc.
Pero las cosas se complican más pues 1º, desde la guerra civil, en gran parte de Euskadi hay un profundo resentimiento contra España (1.900 represaliados por el franquismo, más allá de la guerra, en
Todo esto nos lleva a considerar la dificultad, sí,
y la premura, también, de la apuesta por la reconciliación. Sin angelismos, sin
olvidar -¿cómo olvidar?- los resentimientos por tantas décadas, en las que
hemos vivido envueltos en confrontaciones o dictaduras, la apuesta por la
reconciliación (o la convivencia o la concordia activas) es todavía más
perentoria. Los que tenemos más de setenta años, aunque no hayamos conocido en
nuestras carnes la guerra civil, hemos vivido bajo la bota del franquismo o
bajo la de ETA. Incluso los que han logrado pasar esas décadas mirando a otro
lado no han podido sustraerse a esta realidad.
El año 2010 me pidieron una intervención
con motivo de la presentación del Informe “Estrategia
Gipuzkoa 2020-2030”
preparado por la
Diputación Foral del momento. Señalé que, para ese horizonte, tenía en mente
dos modelos básicos: el del final de la guerra civil española (vencedores y
vencidos) y el del final del apartheid o el de Irlanda del Norte. Ciertamente nunca hay dos situaciones
idénticas en la historia pero siempre se puede aprender de la historia. Christopher
Clark, el autor del gran ensayo
histórico “Los Sonámbulos. Cómo Europa fue a la guerra en 1914” (Galaxia Gutenberg
2014), libro que bien vale hasta una segunda lectura, recuerda esta cita de Mark
Twain. “la historia no se repite pero, a veces, rima”. Lo mismo cabe decir del
caso de País Vasco. Y yo quisiera que rimara más con la segunda de las opciones
arriba manifestadas.
Sí, la concordia, la convivencia, la reconciliación son posibles en Euskadi. Basta abrir los ojos para comprobarlo. Hay más gente de la que se piensa, habla y escribe, que trabaja en ello. Aunque todavía quedan muchas heridas que sanar, muchos odios que desterrar y muchos encuentros que propiciar, vamos avanzando. Con lentitud, por el freno que oponen las cúpulas de las sensibilidades extremas. Como siempre ha pasado en la historia. Pero el cauce central del río es el que marca la corriente.
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