“Musique absolue. Une repetition avec Carlos
Kleber.”
(5 de Noviembre de 2012)
Bruno Le Maire es un
político de la derecha francesa, que fue ministro varias veces y que, por lo
que se ve, escribe novelas en sus tiempos libres. En mi último viaje a Paris,
ojeando libros en mi librería favorita, me encontré con un libro suyo cuyo título
me atrajo: “Musique absolue. Une repetition avec Carlos Kleber.”
Melómano, gran seguidor de algunas de sus grabaciones y habiendo leído aquí y
allá historias sobre Carlos Kleiber, no pude por menos que leer algunas líneas
de varias páginas del libro (mi modo de juzgar un libro cuando estoy sin
referencia alguna del mismo) decidi comprarlo. Además, llevaba la garantía de
la edición Gallimard (septiembre 2012). Leído en un vuelo (tiene 105 paginas)
tras un semi-frustado Parsifal del domingo 4 de noviembre (quizás un día me
atreva a escribir algo sobre Parsifal) he de decir que, el libro de Le Maire, es un placer para los melómanos y una
joyita para el gozo de la lectura.
Bruno Le Maire se sirve
de la ficción de un encuentro en Roma de un joven periodista, él mismo, con un
músico, ya muy entrado en años, a punto de caer en el Alzheimer y que hubiera
tocado el violín en la orquesta de Stuttgart bajo la dirección de Carlos
Kleiber, con quien además mantuvo la amistad hasta muerte del director. En el
libro se recrean ensayos de Kleiber, sus grabaciones, sus relaciones con los
empresarios (llegó a cobrar 100.000 Euros por un concierto), sus opiniones
sobre grandes directores (Furtwängler, Karajan, Muti, etc.) así como la
influencia que su padre, otro inmenso director de orquesta, Erik Kleiber,
ejerció sobre el.
Además de mil anécdotas de la vida Kleiber, la propia figura del anciano violinista (que el novelista sitúa en un hotel de Roma) es particularmente interesante en si mismo considerado. Cuando se va por los cerros de Úbeda (padece un Alzheimer incipiente) el lector no pierde nada. Amigo sentimental de otro músico de orquesta que toca el oboe, con quien convive, nos presenta la figura de un hombre entrado en los ochenta años, sintiendo que la vida se le va, que cada día pierde más las vivencias y recuerdos próximos para no retener sino los lejanos (cuando hacia música con Kleiber), un hombre que sufrió a su padre, a su familia y que vivió para música.
He aquí un libro ágil, sin pretensiones, que se lee con sumo gusto, con un continuo y discreto punto de reflexión y de emoción (el enfado adolescente de la pareja de músicos octogenarios en un viaje a Sicilia), y siempre, siempre, evocando los conciertos, las grabaciones, la musica de Beethoven, Schubert, Mozart, Weber, Tristán y poco más. Kleiber era músico de pocos músicos al final de su vida. Me identifico con él.
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