La confesión de un Cardenal
El año 2007 un reputado
escritor de temas religiosos, Olivier Le Gendre, publicó un libro, bajo el título
de “Confession d´un cardinal” (JC Lattès. Paris 2007, 413 páginas), no traducido
al castellano. El libro tuvo mucho eco en los corrillos religiosos franceses,
incluidas revistas de especialización científica en esos temas, y fue objeto de
alguna reedición más. He leído con autentica fruición el libro. Es una ficticia
conversación con un supuesto cardenal que los mentideros apuntan a diversos
cardenales llevándose la palma el cardenal Silvestrini. Nadie duda de que el autor
dispone de información de primera mano, a tenor de que se puede leer en este
libro y en otras publicaciones suyas. Tampoco que haya mantenido conversaciones
con altos dignatarios romanos, cardenales incluidos, pero la obra es una ficción
que permite al autor desarrollar sus propias convicciones personales sobre el
presente y el devenir de la iglesia católica, convicciones que, sin lugar a
dudas son compartidas por no pocos creyentes católicos, con algún, o algunos
cardenales, entre ellos. Pocos años después, el mismo autor, publicó un segundo
libro, “L´espérance du cardinal” (JC Lattès. Paris 2011, 315 páginas) que a
penas he ojeado cuando escribo estas líneas.
Casi al final del libro,
en las páginas 379- 380, el autor nos ofrece un resumen de cuales son los objetivos
y la visión global del supuesto cardenal que traducimos en su practica
integridad.
“Reunamos todo lo dicho hasta
aquí de una manera inteligible: no hay cristiandad en Occidente por dos
razones. La primera es que la
Iglesia , pese a sus realizaciones extraordinarias y a su
buena voluntad, se ha desacreditado. La segunda es que el mundo occidental, por
su propio desarrollo, ha perdido buen número de razones que le llevaban, en el
pasado, a creer. Querer reconstruir los equilibrios de ese pasado es imposible,
ingenuo e, incluso, un poco enfermizo. Quienes se dedican a ello, desperdician
sus energías y aumentan la pérdida de credibilidad de la Iglesia y de los
cristianos. Fuera de Occidente nuestra religión es vivida todavía según el
modelo occidental de la belle époque. Este modelo no va a aguantar mucho
tiempo por dos razones. La primera es que el actual desarrollo en esos países
va a producir los mismos efectos que los ya constatados en Occidente
precedentemente. La segunda es que la mundialización de los mercados vehicula
una ideología que mina el sentimiento religioso.
Esta mundialización de
los mercados es la que crea los conflictos exacerbados. Fabrica la injusticia,
la miseria. Provoca desequilibrios, traumatismos de los que no hemos acabado de
medir sus efectos. El mundo ya no tiene los medios para regular esta
mundialización salvaje. Nuestra Iglesia es la única potencia espiritual
centralizada de ámbito mundial. En lugar de volverse hacia la restauración de
su pasado, pretendidamente glorioso, la Iglesia está llamada a jugar un papel
preponderante para tratar de proponer, con otros, una alternativa a la
mundialización de los mercados. Esta alternativa consiste en humanizar una
mundialización que deshumaniza con todas sus fuerzas.
Nosotros somos unos pocos
a intentar que la Iglesia
tome conciencia de que su fidelidad le obliga a cambios de actitudes y de
objetivos. Nos hemos comprometido en una obra de largo aliento que tiene dos
aspectos. El primero tratar de acelerar esta toma de conciencia de la Iglesia. El segundo es preparar
el momento en el que la crisis habrá llegado a tales extremos que será
imposible negar la necesidad de los cambios”.
El supuesto cardenal
indica que ya hay pequeñas experiencias que tratan de anticipar ese momento, o
al menos de formarse para cuando llegue el momento, aun insistiendo fuertemente
que no trata de organización o movimiento alguno.
Personalmente la lectura de este libro me ha permitido reflexionar, lo que no es poco ante la banalidad que nos circunda.
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