Un extraordinario libro de un gran humanista
cristiano.
Jean Delumeau. “L´avenir de Dieu”. CNRS
Editions, Paris, Septembre 2015, 286 pp.
Jean Delumeau es una de
las figuras más sobresalientes de la intelectualidad francesa. Se declara, en
formula que personalmente también me aplicaría, “humanista cristiano”. Tiene un
sin fin de publicaciones. Las más conocidas son “Le christianisme va t- il mourir?, “La peur en Occident”
(traducido a quince idiomas) y los tres volúmenes de “Une histoire du paradis”.
Su última publicación de octubre de 2015, “L´avenir de Dieu” (CNRS ed.) además
de presentar, de su propia mano, la quintaesencia de los resultados de su
amplio itinerario personal (tiene en la actualidad 92 años), ofrece su visión
del cristianismo del futuro, a la luz de su pasado, y propone una serie de
reformas urgentes en el presente que resume en la conclusión del libro. Confío
que alguna editorial se anime a traducir y editar su libro en lengua española y catalana. (Me temo que en euskera es demasiado pedir). Delumeau
ha ocupado la cátedra de “Historia de las mentalidades religiosas en el
Occidente moderno” en el “College de France”. Entre otras distinciones cabe
señalar que es uno de los muy raros doctores “honoris causa” de la Universidad de Deusto.
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Párrafos de la Conclusión del libro,
“Inventar el porvenir”
La importancia de la
actualización. “Yo he
“desaprendido” mucho desde mi infancia y durante mi largo camino de
investigador y de escritor. He comprendido, cada vez más, que el historiador,
por muy objetivo que pretenda ser, está marcado por los cuestionamientos,
miedos, deseos y frustraciones de los primeros años”.
El mal del
cristianismo: la colusión con el poder político. “Una de las más trágicas derivas (para las
iglesias cristianas a lo largo de la historia) ha sido, después de las
persecuciones, la colusión entre el poder imperial romano y la jerarquía
eclesiástica, simbolizada y fortificada por la coronación de Carlomagno por el
papa. Pero es preciso, tras enunciar esta constatación, continuarla con una
importante precisión y es que, desde siempre, había habido antes, en el Imperio
Romano y fuera de él, colusión y amalgama entre poderes religiosos y políticos.
Han sido necesarios siglos e incesantes conflictos para que lo religioso y lo
político acepten, al fin, distanciarse el uno del otro, equilibro inestable y
que es preciso reajustar continuamente. (….) Los católicos debieran aceptar sin
temor la posibilidad de que el minúsculo Estado pontificio un día sea borrado del
mapa y que los nuncios desaparezcan como tales en las relaciones
internacionales”.
“La
Iglesia romana tiene tras de si un grande y hermoso pasado de
escritos religiosos sublimes, innombrables iniciativas caritativas y múltiples
obras de arte. Ha realizado una obra civilizadora grandiosa y mundial. Has dado
a la humanidad legiones de santas y santos, canonizados o no, incansablemente
dedicados al servicio del prójimo. Pero su gran debilidad ha consistido en
convertirse en poder. Luego, en adelante, es preciso abandonar el poder,
practicar la humildad para de nuevo convencer y darse estructuras más flexibles
que en el pasado y, en consecuencia, susceptibles de evolucionar”.
El gran patinazo de
“Humanae Vitae”. “En la
actualidad resulta inconcebible e inaceptable que Pablo VI haya publicado la
encíclica Humanae Vitae después de haber, autoritariamente, retirado el
dossier de la contracepción de las deliberaciones del concilio Vaticano II.
Pues, ¿para qué, en tales condiciones, convocar un concilio ecuménico?. Además,
muchos canonistas piensan hoy que esta encíclica, que ha vaciado las iglesias,
no tiene validez pues no ha sido “recibida” por el pueblo cristiano. Además,
¿no es contrario al sentido común que las decisiones concernientes a la vida
sexual de los fieles sean adoptadas por poderes eclesiásticos compuestos
exclusivamente por celibatarios?”
Por unos responsables
eclesiales electos y con duración temporal, gobernando en un “parlamento”
mundial. “¿Es que los fieles, en
el mundo de hoy, no deberían poder escoger sus representantes que constituirían
una especie de parlamento mundial de la catolicidad?.(….) Ya lanzado en “plena
anticipación futurista” Delumeau se pregunta porqué no “desear que los futuros
responsables de la Iglesia
católica, al más alto nivel, sean un día elegidos por un parlamento mundial de
fieles para un mandato con duración precisada anteriormente?.¿En qué el mensaje
de Cristo sería traicionado por tal práctica?”.
Sobre el celibato
sacerdotal. “Hay una serie de
reformas que ya son urgentes: dejar de imponer el celibato a los sacerdotes (lo
que no impide en absoluto que haya fieles que, libremente, escojan el celibato
para consagrarse enteramente a la
Iglesia y a la oración) y valorizar el lugar de la mujer en la Iglesia ”.
El papel de la mujer
en la Iglesia. “Teniendo en cuenta la evolución reciente e
inédita de nuestra civilización, el catolicismo, imperativamente, debe, al fin,
dar a la mujer todo su lugar, en igualdad con el hombre, en el gobierno de una
religión que se quiere universal y común a los dos sexos. El éxito de una nueva
evangelización pasa, desde mi punto de vista, por la completa rehabilitación de
la mujer en las iglesias cristianas. Por imperativos de mi alma y de mi
conciencia, y antes del silencio que me impondrá pronto la muerte (Delumeau
tiene 92 años, nota de JE), quiero lanzar un grito de alarma: para mí, la
salvación y el porvenir del cristianismo pasan por la completa rehabilitación
de la mujer”.
Por una relectura de
Pablo. “Yo creo que en el pasado
el catolicismo y, más aún, el protestantismo han sobrevalorado ciertos mensajes
de San Pablo- personaje, ciertamente excepcional- en relación a lo que
encontramos en los evangelios o en las Cartas que no son de él. Esto es cierto,
particularmente, en lo que él escribe a propósito de la mujer. (…) Pablo, por
otra parte, es el principal responsable de la lectura dramática que durante
mucho tiempo se ha hecho del pecado original, lectura que daba valor histórico
al texto del Génesis”.
Donostia - San Sebastián,
20/10/15
Traducción y entradillas
de Javier Elzo
(Publicado también en Religión
Digital el 21/10/15)
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