De la primavera
árabe al Islam que da miedo
Este texto se publicó en la Web ssociólogos el 14/10/15
Tahar Ben Jelloun, un escritor marroquí,
muy leído y con una producción literaria muy extensa, publicó el año 2011 un
libro titulado “La primavera árabe” donde detallaba, con pluma ágil y
buena información, lo que estaba sucediendo en el mundo árabe del norte de
África y del Oriente Medio. En la anteúltima pagina se podía leer que “los jóvenes protagonistas de la primavera
árabe han visto que tienen la posibilidad de vivir mejor, de acabar con las
dictaduras, de recuperar algo de dignidad?. ¿Cómo?. ¿Con qué instrumentos?.
Mediante el simple hecho de comunicarse, de intercambiar ideas, proyectos. El
mundo es inmenso pero ahora está al alcance de la mano, de un simple clic. El
tiempo ha cambiado de ritmo desde que la información se difunde casi en tiempo
real”. (Ed. Alianza. Madrid, 2011,
páginas 145-146).
Portada de su libro de 2011
El declive de la primavera árabe. Pero un año después, Amnistía Internacional publicó un Dossier, bajo el
título de “Año de rebelión. El estado de los derechos humanos en Oriente Medio
y en el norte de África”. En la carta introductoria al Dossier se podía leer
que “desde finales de 2010 las demandas de cambio han
resonado en todo Oriente Medio y el Norte de África, para preocupación y
desconcierto de regímenes autocráticos que llevan decenios gobernando con mano
de hierro. Prácticamente en todos los países ha surgido una valentía nueva, un
lenguaje nuevo de protesta pacífica, un calendario lleno de “días de la ira” y
una generación nueva de activistas de Facebook y Twitter, todo lo cual está
cambiando el panorama de los derechos humanos en la región. (….) En sólo unos
meses se ha iniciado una nueva era, caracterizada por el poder sin precedente
de la gente y su sed de cambio, reforma y respeto de los derechos humanos”.
En el cuerpo del Dossier de Amnistía ya
se hacía un llamamiento a una acción bajo el eslogan de “No se puede reprimir
la primavera árabe” pues diversas fuerzas históricas amenazaban lo que comenzó, un año antes, con el
alzamiento de Túnez donde cayó el dictador Ben Alí que llevaba 23 años en
poder, le siguió Egipto con la detención de Mubarak, 30 años en el poder, (sustituido
tras elecciones ganadas por los “hermanos musulmanes, por Morsi, hoy condenado
a muerte en un golpe de estado y, de nuevo, otro militar egipcio en el poder).
Después, tras 42 años de dictadura, Gadafi acabó asesinado, pero Libia, en la
actualidad, está divida en dos grupos incontrolables. Podríamos seguir con los
fallidos intentos en Siria, Bahréin, Yemen etc., etc.
¡Qué esperanza la del año 2011, y qué
desilusión, qué frustración, qué cambio de perspectiva en la actualidad sin que
falten, incluso, los que añoren los años de las dictaduras!. ¡Qué horror!. Así
los coptos que llevan años martirizados, de forma aún más virulenta mientras
los Hermanos Musulmanes tuvieron el poder legal y, todavía el real, en Egipto.
Lean el impresionante relato de Fernando de Haro “Coptos: Viaje al encuentro
de los mártires de Egipto” en Ediciones Encuentro. Madrid 2015.
El Islam que da miedo. Volvamos a Tahar Ben Jelloun. En mayo del presente año 2015,
vuelve al tema de la situación en el mundo árabe, con un enfoque radicalmente
distinto. Ha desaparecido la primavera árabe y en su lugar, el escritor
marroquí, bajo la ficción de una carta a su hija, modelo de escritura que ya
utilizara en 2002 con el libro El Islam explicado a nuestros hijos (RBA
Eds.) publica, ahora, el impresionante “El Islam que da miedo” (Alianza,
Madrid 2015) libro de 120 páginas que se lee en un par de (breves) sentadas.
Portada de su libro de 2015
Nos dice que de los jóvenes que iban a
derrocar dictaduras de 2011 pasamos a “15.000 jóvenes europeos, bien
convertidos al Islam, bien musulmanes de nacimiento, que lucharían en las filas
del llamado Estado Islámico. Unos retornarán a Europa, otros continuarán
combatiendo a las órdenes de antiguos generales iraquíes que habían servido con
Sadam Husein. El plan de establecer un califato islámico en una parte del mundo
no es una broma. El Estado Islámico, el Daesh, se ha beneficiado de ayudas
múltiples. Algunos países lo han financiado y armado” (al inicio del libro, lo
leo en Ebook y no puedo paginarlo). ¿Qué ha pasado para vivir un vuelco
semejante en apenas tres años, o menos, en realidad a lo largo de 2014?. Porque
vuelco hay. Verán.
Lo que piensan los jóvenes árabes. En el Boletín de julio de 2015 del Centro Reina Sofía sobre
Adolescencia y Juventud, sito en la
FAD , en Madrid, que recibo regularmente, encuentro unos datos
que ilustran el cambio habido. Recientemente, la consultora de relaciones
públicas Burson-Marsteller ASDA´A ha publicado los datos de la encuesta anual que viene
realizando desde 2008, y con la que se pretende conocer la perspectiva que los jóvenes
árabes tienen sobre el presente y el futuro de Oriente Medio. La encuesta ha
sido realizada en 16 países de Oriente Medio y África Norte, a 3.500 jóvenes, de ambos sexos, en edades comprendidas entre los 18 y los 24
años.
Una de las conclusiones más importantes del
estudio es el desplome de la confianza en la democracia, ya que tan sólo el 36%
considera que los regímenes democráticos pueden prevalecer sobre el
autoritarismo en Oriente Medio, un 39% considera que la democracia nunca
funcionará en la región y solamente el 38% opina que la región se
encuentra en una mejor situación tras la Primavera Árabe. El derrumbe de
legitimación de la democracia es espectacular y continuado. El año del
surgimiento de las protestas, el 2011, el 92% de los jóvenes árabes de ambos
sexos manifestaban que “vivir en democracia” era su deseo más importante. En
los dos años siguientes, el porcentaje de jóvenes que consideraban que las
protestas sociales a favor de la democracia eran beneficiosas para Oriente
Medio, ya se situaba en torno al 70%.
En la actualidad los jóvenes árabes de
ambos sexos perciben a Daesh como el principal obstáculo al que debe
hacer frente la región (por delante del terrorismo y el desempleo), de manera
que tres de cada cuatro jóvenes manifiestan estar preocupados por su
expansión, y tan sólo un 47% cree que el Gobierno de su país puede hacer frente
a la situación.
¿Cómo hemos llegado a
esta situación según Tahar Ben Jelloun?. Creo
que cabe resumir su razonamiento en cuatro argumentos: la actitud de EEUU, la
voluntad de una minoría islamista radicalizada, la situación de la segunda y
tercera generación de emigrantes en Occidente y, todo ello, bajo un conflicto
cultural imposible de superar entre el individualismo occidental y la comunidad
islámica. Lo presento parafraseando al propio Tahar
Ben Jelloun.
1. EEUU busca un nuevo
enemigo .Comienza el autor marroquí
criticando a los EEUU pues afirma que “desde la revolución iraní de 1978 y,
especialmente, los atentados del 11-S de Nueva York, todo ha sido dispuesto y
planificado por Estados Unidos para hacer del Islam el nuevo enemigo de
Occidente. Antes, durante la guerra fría, tenían claramente uno: la Unión Soviética y
el comunismo. Desde la caída del muro de Berlín, parecía como si Washington
buscara un nuevo enemigo. Ya lo tienen, gracias a las acciones espectaculares
de Al-Qaeda, gracias a los talibanes a los que no han conseguido vencer. El Islam
se ha convertido en sinónimo de crueldad, de atraso, de barbarie”.
Es difícil apartar el Islam
de esas imágenes de matanzas, de esos vídeos que muestran a esos salvajes
decapitando a un rehén. Eso es lo que contamina el Islam y sus valores. Hoy,
más que nunca, los países musulmanes deben movilizarse para denunciar esos
actos de barbarie.
2. Del derrocamiento
del Sha al terrorismo. Desde la revolución iraní de 1979, el Islam radical
chií pasó a ser una ideología política que se opone de manera directa a
Occidente. Pero cuando surge el saudí Osama Ben Laden, el Islam radical suní
toma el relevo en la lucha a través del terrorismo contra Europa y Estados
Unidos. El Islam, para esos radicales, ha dejado de estar en los corazones de
cada cual, como religión, para convertirse en una ideología de combate, forjada
en las montañas de Afganistán, en algunas aldeas de Pakistán, enarbolada por
bandas de asesinos y traficantes de opio, los talibanes. Pero no todos los
musulmanes son terroristas ni sus enemigos. Este matiz desaparece cada vez que
se comete un atentado y lo reivindica una célula terrorista del tipo de
Al-Qaeda o Daesh.
¿Por qué, entonces, los
líderes musulmanes no se manifiestan y condenan a esos asesinos? Porque en el Islam
suní no hay una jerarquía, ni sacerdotes, ni obispos, ni papa. El creyente es
responsable directamente ante Dios. Nadie habla en nombre de todos los
musulmanes. Los chiíes (los partidarios de Ali, como digno imán y califa
sucesor de Mahoma), la otra rama del islam, sí los tienen: mulás, ayatolás o
muftíes. Dicho esto, tras los atentados del 7 de enero de 2015 en Charlie Hebdo,
la mayoría de los musulmanes están horrorizados, no admiten que se asesine en
nombre del islam.
Fuente: Charlie Hebdo. Portada del primer
número tras el atentado del 7 de Enero de 2015
3. Las nuevas
generaciones de emigrantes se rebelan contra Occidente. El problema surge con lo que se ha denominado «las
segundas generaciones», es decir, la de los hijos de los inmigrantes. Han
nacido en Europa y tienen un documento de identidad europeo, pero han crecido
en medio de un vacío cultural. Los padres a menudo se sentían sobrepasados y
daban toda la libertad a sus hijos. El hábitat en esos suburbios malsanos,
tóxicos, no va a arreglar las cosas. Por ejemplo algunos no se sienten
plenamente franceses, se han alejado de Francia y han hallado en el Islam, más
que un consuelo, más que una respuesta a su angustia, una identidad. A partir
de ahí, ingresan en un laberinto que empieza con pequeños delitos y desemboca
en la cárcel, donde tiene lugar el adoctrinamiento por los reclutadores que los
harán soñar con un futuro radiante luchando contra ese Occidente que los
desprecia y relega. De allí, al salir de la cárcel, ya están listos para ir a
combatir a los «infieles».
¿Qué es necesario para
que alguien se vuelva adepto de esa yihad guerrera? Basta con que un joven esté
disponible: que sea un parado o que haga un trabajo que no le satisface, que
tenga escasa cultura, escasa formación, una familia desestructurada y que, en
ese momento, un reclutador lo capte. A veces, esos chicos que no son ni
creyentes ni militantes eligen la yihad por deseo de aventura y por dinero.
Entre los yihadistas de Siria y de Irak hay mercenarios. ¿Por qué el yihadismo
atrae y fascina tanto a los jóvenes europeos, ya sean hijos de inmigrantes
musulmanes o convertidos al islam? Porque ha venido a llenar un vacío. Tras la
caída de la Unión
Soviética , el fracaso de los sistemas socialistas en el mundo
árabe y musulmán, el fracaso también de los nacionalismos, tal como fueron
adoptados por Nasser y por la revolución iraní, que sostiene que una revolución
islámica es posible, el yihadismo emergió como «ideal» y nuevo «destino» de los
musulmanes cuyo papel es honrar el Islam y establecerlo por todo el mundo. Unos
cuantos versículos coránicos extraídos de su contexto pueden suscitar
entusiasmo entre los combatientes.
4. Conflicto de
culturas. El individualismo versus la comunidad (o comunitarismo). El
musulmán en general no acepta un sistema laico. Pues el Islam es todo para él:
una religión, una moral, una visión del mundo, una práctica cotidiana. El
creyente no se imagina un país musulmán que separe la mezquita del Estado. No
es que sea imposible, pero, exceptuando Turquía (y cada vez menos), ningún
Estado cuya religión sea el Islam se ha atrevido a la laicidad.
“Cuando
el diario danés publicó en 2005 las viñetas de Mahoma, ni me sorprendí ni me
escandalicé. La blasfemia forma parte de esa libertad de expresión de la que
estamos hablando, que, como se ha visto, no es propia de la cultura ni de las
costumbres del mundo árabe y musulmán”. Entonces me di cuenta, continúa Tahar Ben Jelloun, de que “los países nórdicos y los países
musulmanes jamás podrán entenderse. Dos mundos, dos visiones del mundo, dos
actitudes culturales, dos antagonismos candentes. La libertad absoluta de los
países nórdicos es innegociable. Son sociedades en las que al individuo se lo
reconoce como entidad única y singular. Pero en el mundo árabe y musulmán, el
individuo como tal no existe. Lo que cuenta es la umma, la comunidad
(islámica), el clan, la tribu y la familia. Forma una sola entidad que abarca a
todos. De ahí la imposibilidad de la laicidad, de separar religión y espacio
público, religión y política.
¿La solución reside en la educación de los niños?. Es la única salida que Tahar Ben Jelloun propone a la situación actual. Razona así su
postura: el
hombre no cambia en esencia. Evoluciona o acentúa sus defectos, pero en el
fondo sigue siendo el mismo. Por eso, desde que publiqué en 1998 “Papá, qué
es el racismo”, que sigo actualizando, pues un libro no basta para acabar
con ese mal, voy a los colegios a hablar de ello. En los adultos, en cambio,
suele ser un caso perdido. Intenta convencer a un antisemita de que ese racismo
es intolerable, de que fue la causa de la tragedia más terrible del siglo
pasado. Será inútil. Se aferrará a sus certidumbres y negará la existencia de
las cámaras de gas y de los millones de judíos, gitanos, discapacitados,
homosexuales exterminados por el sistema nazi. En los adultos, hay que imponer
la ley y la justicia. Pero si educamos a nuestros hijos con esa vigilancia
siempre presente, en principio, una vez que sean adultos no caerán en la trampa
del racismo y la intolerancia del tipo que sea, que aprovecha la libertad de
expresión para sembrar el odio y el desprecio”
Es más que llamativo que una misma persona,
que lleva años reflexionando y escribiendo sobre el Islam y Occidente, hable un
año de la primavera árabe (cuando ya, entre otros atentados, se habían
destruido las Torres Gemelas, colocado bombas en el metro de Londres y
provocado la matanza de Atocha), y cuatro después, ante el afianzamiento de un
terrorismo planetario, no vea otra salida que la educación de los niños, lo que
supone, en el mejor de los casos, que la solución tendrá que esperar un par de
generaciones. Y, ¿entre tanto?. ¿Nos limitamos en Occidente a acoger a los que
escapan de la barbarie del Daesh e integrar a los que deseen integrarse?. No
basta. No. Habrá que volver al tema, ciertamente. Baste hoy con saludar un par
de libros importantes pero, como sucede muy frecuentemente, muy lúcidos en
responder al “por qué” de un problema y decepcionantes ante el “cómo”
resolverlo.
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