Otegi
y la ética revolucionaria
26/10/14
En una entrevista que le hacen
en Berria, que conozco por el resumen de la agencia EFE del día de hoy, leo que
“Otegi responde a quienes, como el PNV, le exigen una revisión ética de su
actuación, y sostiene que la izquierda abertzale habla de una "ética
revolucionaria", cuyos principios no son los de la "ética
burguesa".
Aunque citando a Fidel Castro
señala que todo revolucionario que luche por otra sociedad "debe apostar
por la vía que menos sufrimiento humano provoque".
El azar ha querido que estos días esté
leyendo en mi ebook “El hombre que amaba a los perros” de
Leonardo Padura, un relato novelado de Trotsky, expulsado por Stalin de la Unión Soviética , y
de su asesinato, ordenado por Stalin, por Ramón Mercader. Hay cosas del libro
que ponen los pelos de punta. Por ejemplo cuando hablan de ética
revolucionaria. He aquí un par de perlas.
La rebelión de Kronstadt de 1921 contra
el gobierno de la República Socialista Soviética Rusa fue la última
gran rebelión en Rusia en contra del dominio bolchevique. Escribe Padura que
“en Kronstadt —Liev Davídovich Trotsky bien lo sabía— la Revolución había
comenzado a devorar a sus propios hijos y a él le había correspondido el triste
honor de haber dado la orden que inauguró el banquete. La inflexibilidad con
que había actuado (generalmente apoyado por Lenin) quizás se justificaba en
aquellos años. Pero ahora, al revisar sus actitudes, no podía dejar de
preguntarse si, de haber tenido la desvergüenza y la astucia necesarias para
abalanzarse sobre el poder tras la muerte de Lenin, no habría terminado
convirtiéndose, él también, en un zar pseudocomunista. ¿No habría enarbolado
las justificaciones de la supervivencia de la Revolución para
aplastar rivales, como en 1918 las utilizó Lenin para ilegalizar los partidos
que junto a los bolcheviques habían luchado por la Revolución ? ¿Habría
sido capaz de sostener la pertinencia democrática de una oposición, de
facciones dentro del Partido, de una prensa sin censura?”
En otro parte del relato, Leonardo Padura
pone en boca del instructor de Ramón Mercader estas terribles palabras: “El
individuo no es una unidad irrepetible, sino un concepto que se suma y forma la
masa, que sí es real. Pero el hombre en cuanto individuo no es sagrado y, por
tanto, es prescindible. Por eso hemos arremetido contra todas las religiones,
especialmente el cristianismo, que dice esa tontería de que el hombre está
hecho a semejanza de Dios. Eso nos permite ser impíos, deshacernos de la
compasión que engendra toda piedad: el pecado no existe. ¿Sabes lo que eso
significa?... Es mejor que ni tú ni yo tengamos un nombre verdadero y que nos
olvidemos de que alguna vez tuvimos uno. ¿Iván, Fiódor, Leonid? Es la misma
mierda, es nada. Nomina odiosa sunt. Importa el sueño, no el hombre, y menos
aún el nombre. Nadie es importante, todos somos prescindibles... Y si tú llegas
a tocar la gloria revolucionaria, lo harás sin tener un nombre real. Quizás
nunca más lo tengas. Pero serás una parte formidable del sueño más grande que ha
tenido la humanidad”
Por eso he dicho siempre, y lo detallo en
mi último libro, “Tras la losa de ETA” (PPC 2014) que la violencia de
ETA se explica, también, porque para ellos la idea es más importante que la
persona, y si una persona se pone, y opone, en su camino a la idea
revolucionario debe desaparecer. ¡Iraultza ala hil!, (¡Revolución o muerte!).
¿Recuerdan?
Mi ética "burguesa" me dice que Otegui debe
salir de la cárcel, la misma ética que me impele a luchar para que nunca
conquiste el poder y pretenda aplicar la ética revolucionaria. Acabaría conmigo
y con los que pensamos que los individuos somos personas con derechos
inalienables.
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