Con dolor: me censuran en VIDA NUEVA
(ARREGLADO. VER ABAJO EN COMENTARIOS. 08/12/13)
(ARREGLADO. VER ABAJO EN COMENTARIOS. 08/12/13)
Con pesar subo esta entrada a mi blog. En el
número 2.870 (9-15/11/13) de VIDA NUEVA leo un artículo de Fernando García de
Cortazar, titulado “La sal del infierno”. Al recibir la revista en
formato papel escribo una Carta a Vida Nueva, en respuesta al texto de García
de Cortázar. El 13 de noviembre el director de la publicación, Juan Rubio,
mediante correo electrónico, me hace saber que ha recibido “una carta que deseas que sea publicada en la sección de
"cartas" sobre el
articulo de Fernando García de Cortázar. Con mucho gusto la
publicamos, aunque para esa sección pudiera parecer un poco larga.
Te rogaría, si lo consideres pertinente
que, usando de tu maestría, pudieras resumirla un poco más. Si no pudiera ser,
veríamos la forma. Ya sabes cómo son estas secciones”. Poco después le envío otro texto “reducido”.
Sin respuesta al día de hoy, y al ver en Internet,
el sumario del número 2874 de 7-13 de diciembre, con otro artículo de García de
Cortazar y sin referencia alguna a mi carta del 12 de Noviembre, me decido, por
dignidad y respeto a la búsqueda de la verdad, a publicitar el texto de García
de Cortazar y mi respuesta. Ambas en su totalidad, asi como segundo texto
acortado enviado a Vida Nueva.
La sal del
infierno Publicado el 08.11.2013 en Vida Nueva
FERNANDO GARCÍA DE CORTÁZAR | Catedrático
de Historia Contemporánea de la
Universidad de Deusto
“No insultaremos a quienes sufren
manifestando que los asesinos liberados por la sentencia del Tribunal de
Estrasburgo merecen una piedad que solo corresponde a sus víctimas…”.
Por nuestro sentido de la dignidad de la
persona, por nuestro compromiso con la libertad del hombre, porque no podemos
afirmar nuestra fe sin ejercer la caridad, los cristianos somos la sal de la
tierra. O hemos sido requeridos para serlo por las palabras fundacionales de
Jesús. Y, con nosotros también, las gentes de buena voluntad, llamadas así por
Cristo, las que hacen de la existencia el propósito de vivir un gran proyecto
que a todos nos atañe. Ese es el don de la alegría que se nos ha concedido, esa
es la obligación de sembrar felicidad en la tierra, como exigencia de nuestra
fe.
San Pablo, en su carta a los Efesios,
recordaba que los cristianos irrumpimos en un mundo que, a pesar de los dioses,
carecía de Dios. Entramos en un universo sombrío en el que brillan las falsas
luces del fanatismo y los rituales desalmados, al que, sin embargo, aportamos
un mensaje de esperanza identificada con la fe, no solo en la vida trascendente
que se prometía, sino en la naturaleza del hombre que el Evangelio proclamaba.
La de su imagen a semejanza del Creador, su existencia libre y responsable de
su salvación, su inviolable dignidad, su esencia universal. La excelencia del
cristianismo no reside solo en la inmortalidad, sino en la grandeza de la
persona que, hace dos mil años, la proclamó, por vez primera en la historia del
hombre sobre la Tierra.
Jesús nunca se propuso ponernos las cosas
fáciles. No iba a dejarnos en un confortable cumplimiento de liturgias
rutinarias. El cristianismo es exigente porque atiende a la rica complejidad
del hombre y ha de enfrentarse a los desafíos de la historia. El cristianismo
no es evasión, sino liberación. No es refugio personal, sino vida entera a la
intemperie en la defensa de principios que se refieren a la calidad de la
existencia del ser humano. El cristianismo nunca podrá ser entendido como
neutralidad, como pasiva contemplación de lo que les sucede a unos hombres que,
no por casualidad, hemos llamado siempre nuestros prójimos. El cristianismo es
prudencia, pero no es moderación, si por ello se entiende la farsante
equidistancia, la blandura moral y la falta de coraje que se quiere disfrazar
de compasión.
No insultaremos a quienes sufren
manifestando que los asesinos liberados por la sentencia del Tribunal de
Estrasburgo merecen una piedad que solo corresponde a sus víctimas. En la
sonrisa de los criminales liberados se acumulan los escombros de nuestro
sentido de la dignidad. En su falta de arrepentimiento, en la reivindicación de
su barbarie, en la insultante pretensión de defender una causa se amontonan los
desperdicios de una civilización, la carroña de una cultura, las heces de un
tiempo en el que se pisoteó todo aquello que el cristianismo y la herencia de
dos mil años de vida occidental han creído intocable.
Para el cristiano, fiel a una tradición
que se fundó precisamente en el carácter sagrado de la vida humana, no puede
haber argumentos torcidos ni expresiones ambiguas incapaces de distinguir entre
la justicia, la ley y la caridad. El cumplimiento de la ley injusta llevó a
Jesús a la cruz. Que nada empañe la energía con la que ahora, más que nunca,
tenemos que defender, y defender como cristianos, la dignidad de las víctimas
burladas. Que nada nos aparte de denunciar lo aberrante de las normas jurídicas
que permiten que el crimen quede impune en alguna medida, no porque nos falte
la difícil compasión por el pecador, sino porque parece exigírsenos también la
complicidad con el pecado. Solo las víctimas son, por si alguien quiere
olvidarlo ahora, nuestro referente moral. Son el testimonio de nuestra
esperanza. Son la sal de la tierra. Inés del Río y sus siniestros compañeros no
son más que el mal que nos somete a prueba, los causantes del dolor que pone en
riesgo nuestra fe, los perversos ejecutores del crimen que destruye vidas a las
que se les arrebató la libertad que Cristo nos otorgó. Son el pecado del mundo.
Son la sal del infierno. En el nº 2.870 de Vida Nueva.
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Primera respuesta de Javier Elzo
Carta abierta a Fernando García de Cortázar
Apreciado Fernando:
Tu texto “La sal del
infierno” de VN nº 2870, me ha apenado profundamente. Tu texto está inspirado en tu, legítima, ideología política. No
tengo, obviamente, nada que decir al respecto. Pero sí, y mucho, a tu
utilización de la fe cristiana para avalar tus opciones político - partidistas.
Valga este párrafo de tu texto como botón de muestra. “El cumplimiento de la
ley injusta llevó a Jesús a la cruz. Que nada empañe la energía con la que ahora,
más que nunca, tenemos que defender, y defender como cristianos, la dignidad de
las víctimas burladas. Que nada nos aparte de denunciar lo aberrante de las
normas jurídicas que permiten que el crimen quede impune en alguna medida…”.
Equiparas la “ley injusta que llevó a Jesús a la cruz” con la sentencia del
TEDH, y a Jesús con las “víctimas burladas”.
Además, tu ideología, querido Fernando,
te impide ver que además de las “víctimas burladas”, victimas del terrorismo de
ETA, que han sentido el más que comprensible dolor de ver que sus victimarios
salen de cárcel antes de lo que esperaban, hay otras víctimas, también del
terrorismo de ETA, sin olvidar a las de los GAL, Batallón Vasco-Español y las
que murieron como consecuencia de las torturas de algunos miembros de la Guardia Civil. Entre estas
“otras víctimas”, no pocas mantienen otras posturas, bien distintas. Por lo
menos, tan respetables como las que tu denominas como “víctimas burladas”.
El 10 de Octubre pasado, Deusto Forum de
tu Universidad de Deusto organizó una sesión titulada “Encuentros restaurativos
en terrorismo”. Se presentó el libro “Los ojos del otro” (Sal Terrae, 2013)
donde se relatan algunos encuentros entre asesinos de ETA y familiares de sus
víctimas. Te aseguro, Fernando, que tu texto sería otro si hubieras leído, por
ejemplo, lo que dicen Luis Carrasco, hoy en la cárcel por el asesinato de Juan
Mari Jáuregui, Gobernador Civil de Gipuzkoa, y su viuda, Maixabel Lasa.
El 7 de noviembre pasado, en el mismo
Deusto Forum, se presentó la experiencia Glencreen, de encuentros entre
víctimas de diferentes victimarios. Allí
conocí a Fernando Garrido, (hijo del gobernador militar de Guipúzcoa asesinado
por ETA en 1985 junto a su mujer y otro hijo, hermano de Fernando) y a Asun
Lasa (nada que ver con Maixabel Lasa), hermano del torturado hasta la muerte
por la Guardia Civil.
Los tuve enfrente en la cena posterior que, como sabes, es habitual en Deusto
en estos casos, y visibilizaban que, sin renunciar a sus opciones políticas
personales, le habían antepuesto el dolor y el sufrimiento de las diferentes
víctimas. Salí conmovido.
El día siguiente me trasladé a Zaragoza
al Centro Pignatelli, que conoces bien, para cerrar con José María Tojeira, - que como sabes era el superior de los
jesuitas en “El Salvador” cuando el poder militar asesinó a Ellacuria, sus compañeros y dos
acompañantes- su habitual Seminario
Internacional sobre la paz, bajo el título “Los
derechos humanos en tiempos de crisis”. Tojeira, en una sesión del año 1997 había desarrollado el principio de "Verdad,
justicia, perdón" que después adoptó un grupo de expertos del Consejo
Mundial de las Iglesias, en Ginebra en febrero del año 2009. No pude no evocar en mi intervención,
emocionado, mi experiencia del día anterior en Deusto. Entre los asistentes al
acto del Centro Pignatelli y al seminario posterior, había policías, militares
(uno de ellos se entretuvo conmigo evocando al general Garrido asesinado por
ETA pues que había sido su compañero en la Academia Militar )
algún miembro de la Inteligencia
española, amén de sociólogos, psicólogos, filósofos, historiadores, personas
interesadas en los DDHH, miembros de ordenes religiosas, laicos cristianos,
etc., etc.
Hablé claro. Dije lo que pensaba (había enviado previamente un texto de 30 paginas), y tuve una buena acogida. Volví a casa con la esperanza de que la convivencia era posible. Incluso, a medio y largo plazo, la reconciliación. Desgraciadamente no puedo decir lo mismo tras leer tu texto. Créeme que también me apena decirlo.
Fraternalmente
Javier
Elzo
Donostia
San Sebastián 13 de noviembre de 2013
Catedrático
Emérito de Sociología en
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
Para información añado mi texto recortado
en el que precisaba al director de Vida Nueva que hay unos párrafos en bastardilla,
y que, si el texto acortado seguía siendo demasiado largo, podían suprimir los
párrafos que están en bastardilla.
2º Correo a Vida Nueva de Javier Elzo
A Fernando García de Cortázar
Apreciado
Fernando:
Tu texto “La sal del infierno” de VN nº
2870, me ha apenado profundamente. Tu texto está inspirado en tu, legítima,
ideología política. No tengo, obviamente, nada que decir al respecto. Pero sí,
y mucho, a tu utilización de la fe cristiana para avalar tus opciones político
- partidistas. Valga este párrafo de tu texto como botón de muestra. “El
cumplimiento de la ley injusta llevó a Jesús a la cruz. Que nada empañe la
energía con la que ahora, más que nunca, tenemos que defender, y defender como
cristianos, la dignidad de las víctimas burladas. Que nada nos aparte de
denunciar lo aberrante de las normas jurídicas que permiten que el crimen quede
impune en alguna medida…”. Equiparas la “ley injusta que llevó a Jesús a la
cruz” con la sentencia del TEDH, y a Jesús con las “víctimas burladas”.
Además, tu ideología, querido Fernando,
te impide ver que además de las “víctimas burladas”, victimas del terrorismo de
ETA, que han sentido el más que comprensible dolor de ver que sus victimarios
salen de cárcel antes de lo que ellas esperaban, hay otras víctimas, también
del terrorismo de ETA, sin olvidar a las de los GAL, Batallón Vasco-Español y
las que murieron como consecuencia de las torturas de algunos miembros de la Guardia Civil. Entre estas
“otras víctimas”, no pocas mantienen otras posturas, bien distintas. Por lo
menos, tan respetables como las que tu denominas como “víctimas burladas”.
Te invito a visitar la Web de Deusto Forum, de tu
Universidad de Deusto y seguir la sesión “Encuentros restaurativos en
terrorismo”, del 10 de Octubre. Se presentó el libro “Los ojos del otro” (Sal
Terrae, 2013) donde se relatan algunos encuentros entre asesinos de ETA y
familiares de sus víctimas. El 7 de noviembre pasado se presentó la experiencia
Glencreen, de encuentros entre víctimas de diferentes victimarios. Salí
conmovido.
El día siguiente me trasladé a Zaragoza
al Centro Pignatelli, que conoces bien, para cerrar con José María Tojeira, - que como sabes era el superior de los
jesuitas en “El Salvador” cuando el poder militar asesinó a Ellacuria, sus compañeros y dos
acompañantes- su habitual Seminario
Internacional sobre la paz. Tojeira, en
una sesión del año 1997 había desarrollado el principio de "Verdad,
justicia, perdón" que después adoptó un grupo de expertos del Consejo
Mundial de las Iglesias, en Ginebra en febrero del año 2009. Entre los
asistentes al acto del Centro Pignatelli y al seminario posterior, había
policías, militares (uno de ellos se entretuvo conmigo evocando al general
Garrido, su compañero en la Academia Militar ,
asesinado por ETA y cuyo hijo participó en la experiencia Glencreen) algún
miembro de la
Inteligencia española, amén de sociólogos, psicólogos,
filósofos, historiadores, personas interesadas en los DDHH, miembros de ordenes
religiosas, laicos cristianos, etc., etc.
Hablé
claro. Dije lo que pensaba y tuve una buena acogida. Volví a casa con la
esperanza de que la convivencia era posible. Incluso, a medio y largo plazo, la
reconciliación. Desgraciadamente no puedo decir lo mismo tras leer tu texto.
Créeme que también me apena decirlo.
Fraternalmente
Javier
Elzo
Donostia
San Sebastián 13 de noviembre de 2013
Catedrático
Emérito de Sociología en la
Universidad de Deusto
No he recibido respuesta alguna a ninguna
de mis dos cartas. JE
Sigo con mucha atención su blog y opiniones. Sus pensamientos cuando menos son dignos de respetar. Es libre-penador y no se casa con nadie. Todavía somos una democracia muy frágil. Es una lástima que una revista como Vida Nueva, no tenga más libertad e identidad para abrir la ventana a otras miradas en el "tema vasco". Un apoyo sincero. Gracias por compartir y dar luz a la esperanza en situaciones tan difíciles como la reconciliación en Euskadi.
ResponderEliminarGracias por tus palabras, Rayader. Creo en la posibilidad de la reconciliación. En mi conferencia en Zaragoza, también en este blog, doy algunas de sus condiciones y requisitos. La reconciliación exige la justicia, superar el odio abriéndose al dolor del otro, y la voluntad de convivir juntos. Cordialmente Javier Elzo
ResponderEliminarBuen dia. Como director de la revista "Vida Nueva" he de decir que SI ESTA PUBLICADA LA CARTA esta semana en el papel y que por un error cibernético, no se ha subido a la web, cosa que hacemos inmediatamente. La carta se ha publicado integramente como la envió en segunda instancia.Lamento no lo haya comprobado en el papel y lamento nuestro error al no subirla a la web. Un saludo. espero todo quede aclarado. Juan RUBIO. Director de Vida Nueva
ResponderEliminarApreciado Javier, lamentamos el malentendido acerca de la publicación de esta carta. En realidad, sí que se ha publicado en el nº 2.874 (7-13 de diciembre), como comprobará el lector que reciba la revista en su casa.
ResponderEliminarLo que sí reconocemos por nuestra parte, y lamentamos, es el error de no haberla publicado en la web a su debido tiempo.
La carta, tal y como se ha publicado en el papel, está ya colgada en nuestra web http://www.vidanueva.es/2013/12/07/a-fernando-garcia-de-cortazar-cartas-al-director/. Lamentamos las molestias que esto te haya podido causar y esperamos que puedas disculpar este error, muy lejano de ninguna intención de censura, pues, efectivamente, estamos abiertos a todas las opiniones.
Un abrazo afectuoso
Me alegra saber que, por un error cibernético, no se incluyó mi carta resumida en la edición informática de Vida Nueva y que, como abonado, recibí el jueves pasado. Veo subsanado el error y, por mí, queda el asunto zanjado. Un correo advirtiéndome de la decisión que había adoptado Vida Nueva, tras mi segunda carta al Director, hubiera eliminado este triste episodio. Cordialmente, y con mis mejores deseos para Vida Nueva, Javier Elzo.
ResponderEliminarManteniendo el espíritu de mi primer escrito, me alegro por el " malentendido técnico" con Vida Nueva. Un saludo sincero.
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