Pascal y Žižek para cambiar el sistema
(Un resumen muy parcial de este texto se publicó el sábado
11 de mayo de 2013 en El Diario Vasco” (Consulta de pago)
Hay algo de fascinante y desolador en el último
libro de Slavoj Žižek: “El año que soñamos peligrosamente” (Akal 2013).
Fascinante cuando hace un brillante coctel con Marx,
Lacan y Pascal al exponer sus tesis. Fascinante por su confianza total
(que no ciega) en el futuro, donde “el Ideal comunista se impondrá”. En efecto
estima que “el sistema capitalista mismo no es capaz de encontrar un nivel
inmanente de estabilidad autorregulada; esto es, de cómo su ciclo amenaza con
salirse fuera del control” (P. 21-22). Poco más adelante repite la misma idea:
“un ciclo económico está llegando a su fin; comenzó a principios de los
setenta…la monstruosa maquinaria que dirigió la economía mundial desde
comienzos de los ochenta hasta 2008”
(P.26-27). Ya pensando en los tiempos actuales (el libro está escrito en la
primavera de 2012), escribe que “se nos dice
una y otra vez que vivimos en difíciles momentos de déficit y deuda, y
que todos tenemos que compartir la carga y aceptar un peor estándar de vida; todos,
es decir, con la excepción de los (muy) ricos”.
El libro es desolador, pues es incapaz de poner
fecha a tal futuro. Menos aún en qué se concretará tal futuro: “debemos
abstenernos de cualquier intento de imaginar concretamente el futuro de la
sociedad comunista” (P.178). En mi archivo encuentro un artículo suyo publicado
en “El País” (17/11/11) que concluye así: “cualquier debate que se haga aquí y
ahora, seguirá siendo necesariamente un debate en el campo enemigo, y hará
falta tiempo para desplegar el nuevo contenido. Todo lo que digamos ahora nos
lo podrán quitar (recuperar); todo menos nuestro silencio. Este silencio, este
rechazo al diálogo, a los abrazos, es nuestro "terrorismo", tan
amenazador y siniestro como debe ser”. Luego, además de fascinante y desolador,
“amenazador”. “Como debe ser nuestro terrorismo”, escribe Žižek, sin reparo alguno.
Pero ya es hora de decir que este libro
(escrito en junio de 2012) se refiere a
determinados acontecimientos de 2011, “el año que soñamos peligrosamente, el año del resurgimiento de la política
emancipatoria radical en el mundo” (P.173), cuyo
fracaso obliga a estudiar “cómo
combatir el sistema sin contribuir a su
funcionamiento” (P.9). Žižek
piensa particularmente en la primavera árabe, la
ocupación de Wall street, la insurrección griega y los disturbios estudiantiles
en el Reino Unido. El 15 M
español apenas es mencionado. Hace tiempo que constato que España solamente
interesa, en la actualidad, por su dramática situación financiera. (Ni siquiera
ETA en su siniestra historia interesó. Mis intentos para encontrar en Francia estudios
sobre el fenómeno ETA resultaron prácticamente baldíos. Basta comprobar la escasísima
bibliografía sobre el tema en otros idiomas que el euskera, castellano y algo
en catalán). Pero volvamos a Žižek.
Tras afirmar que “lo
primero a decir es que el trabajo subterráneo de insatisfacción continúa: la
rabia se acumula y una nueva ola de revueltas se avecina” (P.173), pronostica
que, si se producen, “los estallidos emancipatorios radicales …en vez de
analizarlos como parte del continuo histórico de pasado y presente, deberíamos
añadir la perspectiva del futuro, tomándolos como fragmentos limitados,
distorsionados de un futuro utópico que yace durmiente en el presente, como su
potencial oculto (…) Deberíamos aprender el arte de reconocer desde una
posición subjetiva políticamente comprometida, elementos que están aquí, en
nuestro espacio, pero cuyo tiempo es el futuro emancipado, el futuro de la Idea comunista” (P. 174)
Con Žižek, me pasa como con los Althusser, Nikos Poulantzas, Marta Harnecker etc.,
de mis tiempos de estudiante.
Sus críticas al capitalismo, (ahora al
que impera tras los años 80 del siglo pasado), me estimulan, me hacen pensar. Žižek,
además, rechaza el comunismo fenecido (el de la URSS ) y el todavía vigente (China). Pero el
derrumbe del capitalismo, que llevan décadas diciendo que es inevitable, ahora lo
supeditan a un hecho fortuito. Es sintomática la lectura de las últimas líneas del
libro de. Escribe esto: “todo aquello de lo que podemos estar seguros es que el
sistema existente no puede reproducirse indefinidamente (es una idea que repite
varas veces en el libro): sea lo que sea que venga después, no será nuestro
futuro. Una nueva guerra en
Oriente Próximo o un caos económico o una catástrofe ambiental extraordinaria
pueden cambiar repentinamente las coordenadas básicas de nuestra situación.
Debemos aceptar plenamente esta apertura, orientándonos a partir de nada más
que ambiguos signos del futuro” (Página 182). En definitiva es incapaz de
pronosticar qué pueda ocurrir en un futuro inmediato.
Ya he indicado más arriba que Žižek referencia a Pascal. Žižek escribe que “en nuestra época de contingencia (hay que) practicar una suerte de “comunismo absconditus”. Lo hace refiriéndose explícitamente, al “deus absconditus” (Dios oculto) de Pascal con una larga cita de la que trascribo solamente el inicio y el final:
“Dios ha querido rescatar a los hombres y ofrecer la salvación a aquellos
que la buscan, pero los hombres se han hecho tan indignos de ello que es justo
que Dios niegue a algunos, que se han vuelto tan duros de corazón, lo que concede
a otros por una misericordia que nos les es debida (…) Ha quedado al descubierto
a los que le buscan de todo corazón, y oculto a los que huyen de todo corazón,
ha moderado su conocimiento, de suerte que ha dado señales visibles de Sí a los
que Lo buscan, y no a los que no Lo buscan. Hay la suficiente luz para los que
no desean sino ver, y suficiente oscuridad para los que tienen la disposición
contraria”. (Pascal, Pensamientos, 430)
Žižek aplica esta tesis pascaliana a la actual
situación desde su perspectiva comunista. Pide “adoptar una posición subjetiva
comprometida; los sujetos que “deseen ver” son quienes pueden identificar
realmente el milagro” y concluye afirmando que “lo que define al comunista de
hoy es la doctrina (teoría) que le permite discernir en (la versión
contemporánea de) un “milagro” (digamos, un acontecimiento inesperado como la
revuelta de la plaza Tahrir) su naturaleza comunista, leerlo como un signo del
futuro (comunista)”. (P.177-178).
La historia muestra que
un hecho puntual (el asesinato del heredero del imperio austro-húngaro en 1914)
desencadenó la guerra mundial. Pero nadie era capaz de predecir, menos aun de
orientar, el futuro de la sociedad en ese momento. Como Žižek ahora. (No así Lenin en 1917, al que tantas veces acude Žižek, que él sí sabía qué hacer).
Al libro le sobran
páginas. En el capítulo V, en base a la distinción lacaniana entre placer y el goce
dedica unas páginas al temas de la droga, apareciendo el cannabis como placer y
el tabaco como goce, esto es, el placer excesivo que puede llevar al adicto al
tabaco a la muerte. Zizec se pierde en los capítulos VIII, en un exhaustivo análisis de una serie televisiva americana “The
Wire”), y IX dándole vueltas al
Coriolano de Shakespeare hasta hacer de él jefe de una guerrilla izquierdista
(las FARC, si no estuvieran corrompidas por el comercio de la droga, por
ejemplo).
Pero el interés del libro
estriba en que nos muestra cómo razona un neomarxista- leninista anta la actual
situación de crisis y el fracaso, durante el año 2011 (“en el que soñamos
peligrosamente”), de los movimientos surgidos para afrontarla, para vencerla,
para cambiar el sistema capitalista por el comunista aun sin especificar ni una
iota en que pueda consistir ese mundo comunista más allá de decir que no será en
nada capitalista.
Recomiendo la lectura de Žižek. Encantará a los neomarxistas e
interesará a toda persona culta y abierta hacia planteamientos pretéritos que,
entre algunos, todavía siguen vigentes. En Euskadi sin ir más lejos.
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