“Regreso a la épica”. Pablo Muñoz
(En Noticias de
Gipuzkoa)
Domingo, 19 de Mayo de 2013
(Subo a mi blog un texto para pensar. Estoy de acuerdo con la reflexión de Pablo Muñoz. Todavía estas cosas pasan en el tema vasco. En Euskadi ...y en Madrid.
Javier Elzo)
"LA escena es perfecta
para un documental de resistencia heroica. Centenares de personas apiñadas en
un puente estrecho, profusión de emblemas, consignas y soflamas, una joven
protegida por esa muralla humana para impedir su detención. Herri Harresia,
el lema, una tensión mantenida y una expectación desafiante previa a un
desenlace que estaba previsto. Como elemento simbólico añadido de convicción y
de complicidad, la presencia a última hora de la portavoz de EH Bildu, Laura
Mintegi, y otros dos parlamentarios de la misma formación.
Subo a mi blog un texto para pensar. Estoy de acuerdo con la reflexión de Pablo Muñoz. Todavía estas cosas pasan en el tema vasco. En Euskadi y en Madrid.
Era el segundo episodio de naturaleza similar
ocurrido en el reivindicado "nuevo tiempo". Semanas antes se
desarrollaba otro acompañamiento a modo de escolta protectora en un espacio
concedido por el Ayuntamiento en el Boulevard donostiarra, espacio denominado
Aske Gunea en el que otros centenares de simpatizantes acampados pretendían
obstaculizar la detención de ocho jóvenes por orden judicial. También
estuvieron presentes cargos de EH Bildu apadrinando el acto de insumisión al
tribunal.
En ambas ocasiones, y como elementos comunes, esta
escenificación de resistencia finalizó con la intervención de la Ertzaintza , el desalojo
de los cientos de valedores sin incidentes de mayor consideración y la
detención de los reclamados por la Justicia. Como elemento diferenciado y matiz a
tener en cuenta, los ocho jóvenes de Donostia estaban condenados por
pertenencia a Segi mientras que la joven de Ondarroa lo estaba por colaboración
con ETA.
Estos episodios, ocurridos en los "nuevos
tiempos" según indignada interpretación de los portavoces de la izquierda
abertzale -sea Sortu, sea EH Bildu-, abren de par en par los hechos y
costumbres del "viejo tiempo" traducidos en denuestos e insultos
contra los zipayos de la
Ertzaintza , insultos trasladados por elevación al PNV
traidor, las pintadas injuriosas en batzokis y, lo que nos faltaba, la
vuelta a las camisetas reivindicativas en la bancada de EH Bildu, lucidas con
cierto embarazo por más de un parlamentario.
Es el regreso a la épica, a los arraigados tics de
pura resistencia que han caracterizado a la izquierda abertzale en las últimas
décadas. Es la vuelta a la sustitución del discurso ideológico, del ejercicio
político y de las iniciativas realistas, en favor de la visualización hecha
pancarta, camiseta, soflama, algarada o tensión social.
El estancamiento del proceso de paz provocado por
el empecinamiento del Gobierno español, la falta de novedades positivas
relativas a los presos, las evidentes dificultades de gestión y los
inconvenientes de la práctica política en unas instituciones en las que no
creen lleva consigo una cierta frustración en buena parte de las bases de la
izquierda abertzale histórica, a las que cuesta convencer de que las ideas solo
pueden defenderse ahora por cauces democráticos. La sumisión a la legalidad
lleva a la izquierda abertzale a serios problemas internos con un sector que
considera la legalización una bajada de pantalones y desconfía de "los de
la corbata".
Era, pues, oportuno dar cauce a uno los principios
fundamentales en la ideología aprobada en la creación de Sortu: la
desobediencia civil o, en su caso, la resistencia civil. Obstaculizar las
detenciones referidas en Donostia y Ondarroa ha sido un magnífico ensayo para
que la masa de simpatizantes de la izquierda abertzale de siempre se sienta
viva, orgulllosa incluso.
El Boulevard donostiarra y el puente de Ondarroa
han sido escenarios de pura épica, como en los mejores tiempos, al pie de la
letra de la desobediencia civil proclamada como táctica en los principios
fundamentales de Sortu, esa desobediencia civil ahora reclamada con vehemencia
hasta por los responsables de EA, quién lo iba a decir. A esa reivindicación se
le ha añadido ahora el argumento de la legitimidad por encima de la legalidad,
como exigencia de cumplimiento. Las órdenes de los jueces podrán ser legales,
pero no legítimas, afirman desde la izquierda abertzale. Por tanto, ni el
Gobierno Vasco ni la
Ertzaintza deben obedecer. Es la incriminación que se hace a
ambas instituciones. Suena bien, sobre todo a oídos predispuestos a pasar
página con desmemoria y a eludir responsabilidades.
Volvió la épica, aunque haya quedado en flor de un
día, porque tanto los ocho jóvenes de Segi como la chica ondarrutarra fueron
detenidos y quizá dentro de unos meses sean olvidados excepto por su entorno.
Una derrota travestida de victoria merced al novedoso principio de la
desobediencia de obligado cumplimiento para otros, de la legitimidad por encima
de la legalidad. Y puestos a contradicciones, no importa que en aras a la
legalidad se haya acatado la ilegítima Ley de Partidos o que ondee
ilegítimamente la rojigualda en las casas consistoriales gobernadas por los
jefes de la muralla popular de Ondarroa o del Boulevard donostiarra.
El desenlace estaba previsto: los ocho de Segi en
la cárcel, Urtza Alkorta en la cárcel. Pero eso no importa, la gesta queda para
la leyenda".
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