Roberto Calasso y la interrogación de Stuart Mill
Breverías 3
La lectura, relectura y anotaciones del primer capítulo (pp.
9 - 84) del excepcional libro de Roberto Calasso. “La actualidad innombrable”. Anagrama, Barcelona, 2018, 173 p., me
están ocupando no pocas horas de estos meses. Aunque volveré más adelante a
este libro en mi blog, quiero traer hoy aquí, sin comentario alguno, unos párrafos
que consagra a una reflexión de Stuart Mill. Están en las paginas 51-52 de su
libro.
Escribe así
Roberto Calasso:
“Stuart
Mill contó: ´Desde el invierno de 1821, cuando leí a Bentham por primera vez, y
especialmente desde los comienzos de la Westminster
Review, yo había tenido lo que con verdad podría llamarse una meta en la
vida: ser el reformador del mundo. Mi concepción de mi propia felicidad estaba
completamente identificada con ese objetivo (….) Solía felicitarme por la
certeza de haber encontrado un modo feliz de vivir por haber situado mi ideal
de felicidad en algo duradero y distante, en el que siempre cabía realizar algún
progreso, sin llegar nunca a agotarlo por haberlo conseguido por completo´. Esta
situación se mantuvo durante cinco años ´a lo largo de los cuales la mejoría
general que tenía lugar en el mundo y la idea de que otros y yo estamos
entregados a la lucha por promover esa mejoría, me parecía suficiente para
llenar de interés y animación mi existencia´.
Hasta que
un día, continúa Stuart Mill, ´desperté de todo eso como de un sueño´. ¿Qué
había pasado? Había llegado el momento de realizar una pregunta: ´suponte que
todas las metas de tu vida se hubieran realizado: que todas las
transformaciones que tú persigues en las instituciones y en las opiniones pudieran
efectuarse en este mismo instante: ¿sería eso el motivo de gran alegría y
felicidad para ti?´. Apesadumbrado,
Stuart Mill cobró conciencia de que su decidida respuesta a esa pregunta era:
¡No!. Entonces experimentó una sensación desconocida y aguda: ´Los fundamentos
sobre los que había construido mi vida se desmoronaron´. De pronto todo era ´insípido
e indiferente´. Siguieron meses de una profunda depresión que abarcó el
invierno de 1826 - 1827. Visto desde fuera nada había cambiado. Stuart Mill seguía
llevando una vida plena de actividad: ´Durante ese periodo no dejé de dedicarme
a mis ocupaciones usuales (….) Estaba tan habituado a cierto tipo de ejercicio
mental que podía seguir en esa línea incluso cuando el espíritu se había
desvanecido. Compuse y pronuncié unos discursos para la Sociedad de Debates. Cómo
pude hacerlo y con qué resultado son cosas que ignoro´.”
“Stuart
Mill es considerado todavía hoy una de las luminarias del progresismo. El hecho
es que a los progresistas de todas las especies - laicas y religiosas - les
faltó siempre la capacidad y la lúcida audacia para hacerse la pregunta que se
formuló Stuart Mill en su integra honradez, y que lo precipitó a un estado que
solo Coleridge supo describir: ´un dolor sin espasmos, vacío, oscuro y desolado´”.
Uff, Calasso. La peor calaña de toda la literatura mundial. Pregunte en Italia. A las mujeres.
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