Cuando se encoge el silencio. Otra
vez la Quinta.
22 de febrero 2015
Llevo la mañana
trabajando un texto para un Coloquio en Abril en Paris sobre la actualización
de Vaticano II. Pongo un CD, lo que cada vez hago más raramente cuando leo. Es
la versión pianística de Listz de las sinfonías 4ª y 5ª de Beethoven en
extraordinarias interpretaciones de Yuri Martynov (en Zigzag Territoires 2014).
Sigo la lectura, sin
mayor distracción, durante la
Cuarta pero en la
Quinta levanto constantemente la vista de mi texto y la
música me lleva. Ya en la recapitulación del último movimiento, en la célula
musical de las trompas tras la explosión y tutti con el que se inicio el
movimiento, dejo la lectura para, ya los ojos cerrados, abandonarme a
Beethoven. Cuando Martynov cierra la sinfonía, sin exageración alguna en los
acordes finales, vivo un silencio inmenso, profundo, encogido, para el que no
encuentro palabras, solo la experiencia de la emoción, de la plenitud, de la
belleza y de la verdad. ¡Qué música!.
En el texto que estaba
leyendo se habla, en un momento, de “la belleza como acceso a Dios”. Quizás. No
lo sé. La belleza se basta a sí misma. Esa es su verdad.
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