No solamente el
terror de ETA materializaba proyectos políticos.
Mi antiguo y buen amigo, pese a que ya nos vemos muy poco,
Joseba Arregui, publicó el lunes 17 de septiembre pasado un artículo en “El
Correo” al que, por mor de esa vieja amistad, me llevó al teclado y a enviar un
texto mío, al mismo medio, que lo publicó el lunes siguiente.
Este es mi texto
Querido Joseba:
Creo poder decir
que nos apreciamos mutuamente. Nos conocemos desde hace muchos años. Más de
cincuenta. Hemos coincidido en la vida laboral y en algunas de nuestras
opciones religiosas y políticas, aunque, en estas últimas, llevamos años
manifestando divergencias que nunca han ahogado nuestra amistad. Es tu artículo
“Dejar atrás” del 17/09/18 en “El Correo”, el que me hace escribir, en público,
estas líneas. Iré directamente al grano. Son tres párrafos en el núcleo de tu
artículo que traslado aquí (para recuerdo del lector) casi en su integridad,
aunque lo hago en dos partes.
Escribes: “Para poder realmente dejar
atrás una experiencia como el terror de ETA que ha durado más de cincuenta años
es preciso darle su valor en primer lugar. No valen rebajas del estilo: también
en otros lugares pasaron cosas parecidas (…). Tampoco es de recibo mezclarlo
con otras violencias que se han dado en algunos momentos en los que actuaba
ETA: el de este grupo era el único terror basado en la materialización de un
proyecto político. (…) ETA ha matado en el intento de conseguir para la
sociedad vasca la realización de un proyecto político independentista radical
vestido de socialismo. No ha matado por avaricia. No ha matado por celos. No ha
matado por venganza. No ha matado por barbarie. Ha matado por motivación
política”.
Ciertamente, no valen
rebajas. Pero hay más rebajas de las que tu apuntas. Hay una afirmación en tu
texto que no puedo aceptar: cuando afirmas que la violencia de ETA “era el
único terror basado en la materialización de un proyecto político”. Lo era,
ciertamente, pero no era el único. No pienso solo, ni principalmente, en los
GAL, en el Batallón Vasco Español. Pienso en la legitimación y ocultación de
los malos tratos y torturas por parte de la Policía Nacional y Guardia Civil,
tantos años, aunque tampoco se libra la Ertzaintza. ¿En nombre de qué el
gobierno español miró, y sigue mirando, a otro lado ante las torturas? Tienes
razón Joseba: No lo hace por avaricia. No por celos. No por venganza (aunque
aquí tengo mis dudas). No por barbarie. Lo hace “por motivación política”. Y no
quiero remontarme a la guerra civil y al franquismo. Aunque, creo que
recuerdes, que nunca he puesto en suma cero las diferentes violencias en tiempo
de ETA. Permíteme que, al respecto, me auto cite (¿será auto plagio?) cuando
escribí en mi libro “Tras la losa de ETA”, que “ETA ha escrito la página
más negra de la historia del País Vasco”
Apuntas en tu texto que “ETA
ha matado en el intento de conseguir para la sociedad vasca la realización de
un proyecto político independentista radical vestido de socialismo”. Si, su
objetivo era una Euskal Herria independiente y unificada, socialista y
euskaldun, a lo que
después han añadido lo de internacionalista y ecologista y, ya en las
postrimerías, feminista. Siempre se ha discutido sobre el peso de su
socialismo. Tú hablas de independentismo radical. Sabes bien que un amigo
común, ya fallecido, hablada de socialismo radical, (revolucionario de signo
marxista) en la cúpula del MLNV, no en las bases. Recordarás que, para nuestro
común amigo, lo esencial era la libertad.
Segunda citación. Escribes:”
Esto obliga a preguntarse:
¿dónde estuve yo cuando todo esto sucedía?, ¿qué hice yo en esos momentos que
duraron demasiados años?, ¿cómo respondí yo ante esos asesinatos políticos?
Para dejar atrás el dolor del terrorismo es preciso mirarse al espejo (…)
Mirarse en el espejo es condición necesaria para dejar atrás de forma
productiva, decente y humana una historia como la del terror de ETA. No estoy
muy seguro de que lo hayamos hecho”.
Tienes razón: no
lo hemos hecho bien. No es fácil mirar atrás. Además, lo hacemos con las gafas
de ahora. Entre otras razones porque ya no nos valen las de antes. Es que, y
esto es crucial, ni antes ni ahora, hemos sido del todo ecuánimes en nuestra
mirada. Incluso hemos cambiado. ¡Mira, Joseba! Mi padre era carlista. Hizo la
guerra con Franco y lo que yo mamé de crio fue un antinacionalismo (vasco)
acérrimo. Porque los nacionalistas hicieron la guerra con los que mataban a
curas y frailes, me decían. Las cosas cambiaron cuando un primo de mi abuela,
el obispo Mateo Múgica, ya ciego, vino a visitarla a nuestra casa en Beasain y,
allí nos habló de curas asesinados por los nacionales. Por motivos políticos,
razón por la que siguen sin ser declarados mártires. Esto y saber, de muy
joven, por mi padre, de una experiencia de arrojamiento de presos en el Balcón
de Pilatos en Urbasa, durante la guerra civil, han marcado mi vida. Esto hace
que, a tus preguntas de “¿qué hice yo
en esos momentos que duraron demasiados años?, ¿cómo respondí yo ante esos
asesinatos políticos?” te respondería (lo tengo escrito en “Communio” los años
1979- 80) que abrir bien los ojos y rechazar toda violencia injusta, viniera de
donde viniera.
No sé si
recordarás. La última vez que nos vimos fue en el aeropuerto de Loiu. Acabada de
llegar. Tú estabas en la fila para acceder al embarque. Me llamaste: “¡Patxi!”.
Te acompañé hasta el embarque. Quedamos en que teníamos que vernos y conversar.
Hasta hoy. Espero que no sea hasta siempre.
Con el afecto de
siempre
Javier Elzo
(Patxi, para algunos como tú)
(Publicado en “El
Correo” el 24 de septiembre de 2018)
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