Entender no significa justificar
Muchas veces en mi vida, por
ejemplo, cuando analizaba los crímenes de ETA, he solido escribir que, para
mejor afrontar tales crímenes, entre otras cosas, me parecía fundamental
entender por qué actuaban como actuaban, y qué tipo de legitimación utilizaban.
A menudo se me respondía diciendo que tal planteamiento venia de alguna manera
a justificar sus planteamientos. Pues he aquí que leyendo este verano de 2018 un
libro, recién editado, de mi admirado amigo Arnoldo Liberman, “Heidegger y yo, judío”, (Sefarad
Editores, Madrid 2018, 258 páginas), en el que ajusta sus cuentas con el
filósofo pro-nazi, encuentro una reflexión sobre el tema arriba mentado. Traigo
aquí sus reflexiones.
Escribe Liberman en las p. 135-136: “Entender no significa
disculpar; mejor dicho, significa lo contrario. (…) Pero, siempre me intrigó
que, en Si esto es un hombre, Primo
Levi, escribe refiriéndose a Auschwitz: ´Tal vez lo que ocurrió no deba ser
comprendido, en la medida en que comprender es casi justificar´. Viniendo de
cualquier otro la frase quizá no tendría importancia, no así viniendo de Levi,
a quien debemos acaso el mejor testimonio del Holocausto. ¿Entender es
justificar? ¿O es que Auschwitz come aparte? ¿Se equivocó Arendt y no hay que
tratar de entender el mal extremo? ¿No es contradictoria la frase de Levi con
el hecho de que él mismo se pasase la vida tratando de entender el Holocausto y
por eso declarara: “para un hombre laico como yo lo esencial es comprender y
hacer comprender”?
Añade continuación Arnoldo Liberman: “Solo Tzvetan Todorov,
que yo sepa, ha explicado convincentemente esa contradicción. Según él la
advertencia de Levi no vale más que para el propio Levi y los otros
supervivientes de los campos nazis: estos no tienen que intentar comprender a
sus verdugos, porque la comprensión supone una identificación con ellos, por
parcial y provisional que sea, y eso puede acarrear su propia destrucción. Pero
los demás no podemos ahorrarnos el esfuerzo de comprender el mal, sobre todo el
mal extremo, porque, como concluye Todorov, y con él Liberman, “comprender el
mal no significa justificarlo, sino darse los medios para impedir su regreso
(…) Eso casi nunca es fácil. No solo porque entender exige talento: también
porque exige coraje”.
La distinción que realiza Primo Levi, y aprueba Liberman, en
la actitud de las víctimas y en la de los estudiosos me parece muy pertinente.
Yo he solido escribir, defendiendo la importancia de entender la violencia, que
no debemos pedírselo a las propias víctimas, pues supondría victimizarlas por
partida doble. Por otra parte, como nos recuerda Hannah Arendt, "intentar comprender no significa perdonar, pero comprender lo veo como mi deber". En efecto, otra cosa es que, en su gestión del dolor, las víctimas decidan perdonar al
verdugo, que siempre seguirá siendo verdugo.
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