Breverías 4. La insensibilización hacia la tortura
El día pasado leía en una entrevista a Zeid Ra`ad
Al-Hussein, Alto Comisionado de los Derechos Humanos en la ONU, afirmar que “la
tortura gana de nuevo una especie de admisibilidad” en la actual regresión de
los Derechos Humanos. (Le Monde 01/08/18). ¡Qué razón tiene!
Por ejemplo, es
más que llamativo que en su primera comparecencia en el Congreso de Diputados
(el 4 de julio de 2018), el Ministro de Interior, Grande Marlasca, al pedirle
valoración del Informe sobre torturas elaborado por el prestigioso Instituto
Vasco de Criminología, afirmara que en democracia la única verdad es la verdad
judicial. Muchos medios españoles le han contestado diciendo que el Tribunal
Europeo de Derechos Humanos (otra verdad judicial) ha condenado a España hasta en cinco ocasiones por no
investigar suficientemente las denuncias de detenidos, coincidiendo con el
actual ministro Grande Marlasca como juez instructor de la causa o con responsabilidad
sobre ella. Se trata de los casos de Igor Portu y Mattin Sarasola (2018); el de
Beatriz Etxebarria (2014); de Oihan Ataun Rojo (2014);de Patxi Arratibel
Garciandia (2015); y de Xabier Beortegui Martínez (2016).
Recuerdo aquí un artículo
publicado en “El País” (17/02/1983), bajo el título de “Propuesta estabilizadora contra la tortura” donde se pedía, entre otras cosas, “la inmediata
remisión a las Cortes de un proyecto de ley que desarrolle las previsiones del
artículo 17 de la
Constitución y establezca: a) La derogación de las
disposiciones vigentes que impiden la asistencia del abogado a todos los
detenidos o presos, en cualquier momento y situación. b) La supresión de
las normas excepcionales que prolongan la permanencia de los detenidos en las
dependencias policiales por más tiempo de las 72 horas. c) La regulación
del procedimiento de habeas corpus contra las detenciones ilegales”. Junto
con José Luis L. Aranguren y Carlos Castilla del Pino, suscribieron
también este texto Gonzalo Martínez-Fresneda, José María Mohedano, Marc Palmés,
José Ramón Recalde, Rafael Sánchez Ferlosio y Fernando Savater. ¡O tempora!, ¡O
mores!
Lo que está sucediendo en la actualidad es que, en el
ranking de valores a propugnar, el rechazo a la tortura está perdiendo enteros
y aumentan sus niveles de justificación. O de no visibilidad e indiferencia. Desgraciadamente
España no es excepción en esta deriva de insensibilización hacia la tortura, de
la que nos acaba de alertar Zeid Ra`ad Al-Hussein, Alto Comisionado de los
Derechos Humanos en la ONU. Pero, ¿ya le escucharán?
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