Secularización y coronavirus…
Javier
Elzo: “El coronavirus no va a suponer el fin de la Iglesia de masas”
·
Pese al “descalabro” en la práctica dominical, el
sociólogo señala la “efervescencia de pequeños colectivos”
¿Se
cumplirá la profecía del cardenal Jean-Claude Hollerich, arzobispo de
Luxemburgo y presidente de la Comisión de las Conferencias Episcopales de la
Comunidad Europea, quien ha reconocido a L’Osservatore Romano que la
pandemia ha podido “acelerar diez años el proceso de secularización”? El
sociólogo Javier Elzo, aun consciente de la gravedad de sus efectos también a
nivel religioso, no va tan allá: “La crisis del COVID-19 no va a suponer el fin
de la Iglesia. Tampoco de la Iglesia de masas. Es un paréntesis que se observa
en todo acto multitudinario”.
Eso sí,
enfatiza que la pandemia “ha pillado a la Iglesia en un momento de profundos
cambios, en una mutación histórica. Los que tenemos ya una edad avanzada, hemos vivido
la adolescencia todavía en el estado de cristiandad. Valga un dato: la iglesia
llena de jóvenes los primeros viernes de mes. En la década de los 60 del siglo
pasado irrumpe, de forma abrupta, la secularización, con un descalabro en la
práctica dominical. Primero, como un hecho incuestionable; después, como una
ideología de futuro. La secularidad deviene, entonces, en secularismo en
determinados colectivos muy influyentes en la sociedad. Hoy se está dando paso
a la era post-secular, con una pléyade de sacralidades, muchas de ellas de
matriz originaria secular, ya en competencia con la sacralidad de matriz
religiosa”.
Brotes
verdes
Paralelamente
a ese “descalabro”, Elzo señala cómo “vemos mantenerse en algunos lugares
(Andalucía, por ejemplo) y emerger en otros un doble movimiento: el auge de la
religiosidad popular con peregrinaciones a lugares emblemáticos, a caballo
entre lo espiritual secular y lo espiritual religioso, y la
efervescencia de pequeños colectivos, movidos por una fe viva en Jesús de
Nazaret, que se reúnen en oración y estudio, a lo largo y ancho de la geografía
española, aunque todavía no hay un estudio serio que pueda dar fe de su existencia,
diversidad y vitalidad”.
Ha sido
“en este contexto” en el que ha irrumpido el virus, y con consecuencias: “En
las tomas de decisiones, los lobbies son capitales. El gran músico Daniel
Barenboim se quejaba de que, en Berlín, donde reside, los restaurantes estén a
rebosar mientras que en las salas de ópera y conciertos haya restricciones que
pueden acabar con la programación de un año, como ha sucedido en el MET de
Nueva York, donde han anulado la temporada 2020-2021. El lobby hostelero es mas
fuerte que el musical… Y no digamos si lo comparamos con el religioso,
inexistente. Se dirá que, en misa y en la ópera se ven muchas canas
y calvas, como si las canas y calvas no llenaran los restaurantes de postín”.
En
manos de los creyentes
De ahí que el sociólogo concluya que “el
futuro de la Iglesia está, y estará, en manos de los creyentes. Ahora
no tocan grandes manifestaciones. Pero hoy la Iglesia, los cristianos, tenemos
otra prioridad: acompañar a los enfermos de coronavirus, muchos ancianos
viviendo solos, y a los que se queden sin trabajo porque les cierren sus
empresas: Corintios 13”.
Publicado en VIDA NUEVA
el 12 de septiembre y actualizado el 13, por Miguel Ángel Malavia
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